Eldarya New Era 2
-¿Ne-Nevra? -la visión de mi antiguo amigo, que primero creí se tratase de una alucinación, se volvió una certeza cuando el interpelado cruzó su mirada con la mía.
-....
-¡¡NEVRAA!! -Grité, quizá entusiasmada en demasía por culpa del alcohol, corriendo en su dirección los brazos abiertos. Los ojos del chico se abrieron un poco más de lo normal, pero por toda respuesta solo dio un casi imperceptible paso atrás. Casi. Aquel gesto hizo que detuviese mi carrera justo a un par de pasos de él.
-¿Cyn...? ¿Qué ha...? ¿De verdad eres tú...?
-¡Sí, en carne mortal y ahora divinizada, pero sí!- Respondí triunfal, volviendo a alzar tímidamente los brazos para echarlos sobre su cuello. El chico no se movió.
-Has despertado al fin... Es una noticia excelente. Ha pasado mucho tiempo, ¿qué tal estás?
-¿Qué tal estoy?-arrugué la nariz, pues no era aquella la pregunta que una se espera después de 7 años de sueño. - Oh bien, para mí todo ha ocurrido ayer pero a ti te veo muy poco sorprendido para que haya resucitado después de siete años, cielo.
Nevra sonrió calmado, pero algo en su gesto hacía que no resultase una sonrisa cálida. Sus ojos seguían igual de carentes de emoción. Algo comenzaba a molestarme, aunque mi juicio nublado por la bebida no lograba comprender qué era.
-Lo estoy, lo estoy. Es solo que me ha pillado por sorpresa...
-Te felicito entonces, no se te nota para nada sorprendido.
-Cyn... Veo que sigues igual que siempre, me alegro. Supongo que esta fiesta es en tu honor, ¿verdad?
-Y en el de Leif, aunque acaba de irse...bueno, ¿vas a darme un abrazo o no? Que yo recuerde éramos amigos y el Nevra que yo conozco no diría que no al contacto físico.
Su expresión se crispó ligeramente.
-Ha pasado mucho tiempo.
Por un momento mi mente se quedó en blanco. ¿Cuántas veces iba a tener que escuchar esa frase? El que había sido mi amigo me observó en silencio durante unos largos segundos, hasta que comprendió que su intervención no había sido de lo más acertada y decidió cambiar de tema.
-Supongo que habrás hablado con Huang Hua.
-Eh...sí, bueno...pero, ¿qué...qué tal estás tú? ¿Qué has hecho todo este tiempo?
-Bueno, como sabrás ahora pertenezco a la guardia Etincelante y... - escuché en silencio el perfecto y completo informe del chico. No habló de nada personal, de su vida, de sus amigos...de nada.
-No me refería a eso, Nevra. Yo quería...bueno...saber cómo te ha ido...
-Es eso lo que te estoy contando.
-Solo quería saber si me habías echado de menos estos años. So...éramos amigos.
Nevra alzó una ceja y su expresión se endureció.
-¿Insinúas que no he demostrado suficiente alegría al verte?
-¿Qué...? No sé, en fin, no es que tu recibimiento haya sido como para tirar cohetes.
-No todos somos igual de efusivos que Chrome o mi hermana...- comenzó, con cierto aire molesto.
-Y sin embargo he vivido más cosas a tu lado que al suyo. - Rebatí, ofendida. El chico tomó un hondo suspiro antes de proseguir.
- Ha pasado mucho tiempo, las cosas han cambiado. - Definitivamente, aquella frase acabaría por volverme loca algún día. - Llevé el luto mucho tiempo, pero todo eso ha quedado atrás, lo siento. Me alegro de que estés viva.
Lo miré fijamente durante unos largos segundos, hasta que el chico apartó la mirada. En parte entendía que no podía pedirle volver a escarbar en el dolor del pasado, pero la total indiferencia con la que me trataba después de 7 años desaparecida, dolía. Me hubiese gustado seguir increpándole, pero el cansancio y las emociones comenzaban a hacer mella en mi ánimo y no me veía con fuerzas para empezar una discusión que probablemente no acabaría bien para ninguna de las partes.
-Si tú lo dices, será verdad. - Mascullé antes de dar media vuelta y marcharme.
Me desperté a la mañana siguiente dando vueltas todavía a aquella conversación con Nevra. Una parte de mí entendía su comportamiento pero la otra solo quería poder enfadarse en paz con aquel dichoso vampiro. Estaba dolida: de todos los miembros del QG que había conocido a mi llegada, él era el único que aún estaba allí. Era de las personas con las que más tiempo había pasado, y esperaba otro recibimiento. Quizá era demasiado iluso por mi parte esperar que todo siguiese igual, pero...
Si Ezarel o...Valkyon...siguiesen aquí, ¿habría sido igual con ellos? ¿Me tratarían como a una extraña....?
Sacudí la cabeza apartando aquellos pensamientos; echaba de menos a mis amigos, a todos, incluido al Nevra que conocía y que parecía haber desaparecido. Ahora la mayoría no estaban, y los que estaban no eran los mismos. Tendría que aprender a vivir con ello, o simplemente, hacer como Nevra había hecho y seguir con mi vida, ajena a su presencia.
Ya pensaría en ello. El primer paso era volver a ocupar un lugar en el QG aparte de la pasiva posición de Salvadora de Eldarya, que me daba un título muy pomposo pero que a efectos prácticos no me garantizaba ningún tipo de ocupación. Y yo siempre había sido una persona a la que le gustaba estar ocupada.
Con esta nueva resolución, me vestí y dirigí mis pasos en busca de Huang Hua, aunque como era habitual mis pasos no me llevaban siempre a mi destino, y el gruñir de mi estómago hizo que una paradita en la cocina fuese necesaria.
-¡Bueeeeenos díaas! -Canturreé, haciendo que Karuto apartase la vista de la vajilla que estaba limpiando y me sonriese en respuesta. El no obtener un grito enfadado hizo que me quedase unos segundos desubicada, sin saber qué se debía hacer cuando alguien no te intenta echar a patadas.
-Llegas un poco tarde para el desayuno, Cyn, pero si quieres puedo mirar si ha quedado algo. - La voz amable del sátiro me descolocó aún más, pero le sonreí y asentí enérgicamente.
-Sí por favor. -Musité, y segundos después Karuto apareció con una especie de donuts de chocolate. Tomé asiento frente a la cocina y examiné el manjar con desconcierto y entusiasmo a partes iguales. Tras un par de segundos concluí que seguramente era un donuts normal, y que si no lo era, de todas formas ya había comido cosas mucho peores en aquel sitio. Mientras devoraba mi desayuno, barrí con la mirada el comedor. - Ñom...ño sabrás...ñónde eztá...HuanfHua?
-Ha pasado por aquí hace un rato, pero creo que estará en la sala del consejo. La reunión extraordinaria sobre vuestro regreso es hoy.
-Oh, vamos Karuto, - comencé, chupándome el chocolate que se me había quedado pegado a los dedos - ¿acaso crees que harían una reunión sin....?
-¿Ti? Claro que no, por eso estabas convocada.
-¿Qué estoy qué?
-Y creo que ya han debido de empezar. -Continuó, echando un vistazo a través de la ventana al sol que se alzaba ya en su punto álgido.
-¡AAAAAAH! ¡Pero si nadie me ha dicho nada! ¡Demonios! - Grité, presa del pánico, levantándome de un brinco y tirando el taburete sobre el que me encontraba en el proceso. - ¡Me voy Karuto, nos vemos!
Crucé la puerta a toda velocidad para segundos después volver a asomar la cabeza.
-Karuto querido, ¿dónde decíamos que era la reunión?
El sátiro suspiró con aire divertido.
-En la Sala del Consejo.
Fruncí el ceño.
-Eso es nuevo.
-Sí. - Me concedió mi interlocutor, mientras recogía mi plato y comenzaba a lavarlo. - Está junto a la Sala de Alquimia. Venga, vete que ya llegas tarde.
-¡Oído cocina, gracias!
-Uf ya estoy...aquí...per...dón....yo no...sabía....uf...
Con las manos en las rodillas intenté excusarme y recuperar el aliento al mismo tiempo, con escaso éxito. Había irrumpido de forma poco protocolaria en la susodicha sala del consejo, sin mirar siquiera si había alguien, si aquel era el lugar o si no me había equivocado y había acabado en alguna habitación privada.
Alcé levemente la vista para las comprobaciones rutinarias de que efectivamente era aquel el lugar. Podría no haberlo sido, porque era la primera vez que veía aquella estancia, enorme y bañada por la cálida luz del mediodía que se filtraba por un amplio ventanal que ocupaba toda una pared. El lugar era hermoso e imponente. Exquisitos árboles y plantas decoraban las paredes y escaleras, resultándome imposible discernir si se trataban de plantas reales o de cristal de colores. En el centro, una descomunal mesa redonda presidía la estancia. Sentados a la mesa, los que supuse serían los miembros de la actual guardia Etincelante me miraban en silencio. Huang Hua se levantó y con la cálida expresión que solía vestir su rostro, se dirigió a mí.
-Cyn, siéntate por favor. Llegas casi a tiempo.
Casi.
-Lo siento, yo...no sabía que había reunión hoy, Karuto me lo ha dicho de casualidad y ... - y ahora me caerá una buena bronca por no haber prestado atención en el momento en el que se me dijo que la reunión era hoy.
-¿Adalric no te ha avisado?
-¿Qué? Digo, ¿Adalric? No, no le he visto.
-Le había pedido que te avisase. Se le habrá debido de olvidar... - Huang Hua sonrió con benevolencia, dedicándome una mirada cargada de disculpas.
-Oh, ¿así que no ha sido culpa mía? -Musité, visiblemente aliviada. La fenghuang volvió a sonreír y señaló la que sería mi silla, junto a Leiftan. Al sentarme le dediqué una sonrisa al chico, que consiguió devolvérmela a duras penas.
Empezamos bien, sí.
-Como ya sabréis, os he reunido para darles la bienvenida oficialmente a Leiftan y Cyn. Ya conocéis a todos, a excepción de mi hermana, Huang Chu. Ella es la nueva Jefa de la Guardia Absynthe.
Una muchacha de piel pálida sembrada de pecas y oscuras trenzas nos dedicó una formal inclinación de cabeza. Le sonreí en respuesta.
-Encantada de conocerte, Huang Chu. - Y más que lo estaría cuando descubriese porqué Mathieu y ella no se llevaban bien. Leiftan por su parte le devolvió la inclinación de cabeza, pero no musitó palabra.
-En fin, acabadas las presentaciones...Empezaré contándole a Leiftan lo que tu ya sabes, Cyn. La guardia Etincelante ha cambiado y ahora como veis, forma parte de ella Nevra, que se ha ganado su puesto tras sus años de fiel servicio. Chrome ha pasado a ocuparse de la Guardia Sombra, y mi hermana Huang Chu,como os he dicho, de la Guardia Absynthe. Bien, ahora hablemos de la situación actual. Creo que tenéis derecho a saber que...
-Espera. -Interrumpí yo, barriendo con la mirada la sala. - ¿Y mi jefe de Gu...digoo, el jefe de la Guardia Obsidiana?
Huang Hua carraspeó, y tras intercambiar con Nevra y con Ewelein una mirada que no supe descifrar, me dedicó una sonrisa tranquilizadora que sin embargo no lograba ocultar su incomodidad.
-Ahora mismo se encuentra en una misión, lo conocerás en su momento. Antes de hablar de las Guardias, me gustaría poneros al día a Leiftan y a ti de la situación...
La voz de la muchacha se convirtió en un runrún de fondo mientras daba vueltas al tema. El discurso de Huang Hua de todas formas no era nuevo para mí: la situación había mejorado, la comida era comestible... No obstante, alguna de sus palabras se abrieron paso entre mis disipados pensamientos y lograron atraer mi atención de vuelta a la realidad.
-¿Eh? ¿Quieres decir que están apareciendo cosas de la Tierra...aquí? -Interrumpí de forma quizá no demasiado protocolaria.
-En efecto. -Continuó esta vez Ewelein. - Árboles, frutos...así como "familiares" de tu mundo. Según Mathieu todo se asemeja a lo que se podría encontrar en la Tierra.
-Aparecer bestias extrañas. Vacas,cerdos...
-Además de construcciones. Una vez me habías hablado de la existencia de "edificios" en altura, donde podía vivir mucha gente. También han aparecido algunos.
-¿Qué?¿Pero...por qué?
-No lo sabemos, aunque creemos que puede que tenga que ver contigo...
-No creemos eso. Lo que Nevra quiere decir...
-¿Conmigo? -Alcé una ceja, mirando a Nevra con cierta molestia, sin dar crédito a lo que oía. -¿Por qué? Llevo siete años dormida, y creo recodar que cuando moraba por estas tierras no había pasado nada así...
-Pero te has despertado.
-¿Qué demonios quieres decir...? - comencé, alzando peligrosamente la voz sin darme cuenta, ligeramente ofendida por los ataques gratuitos del chico.
-Nevra. - Huang Hua cortó nuestra incipiente discusión con tono severo. - No sabemos aún nada. Mathieu también viene de la Tierra.
-Exacto. Ahora que tenéis más humanos a los que culpar de vuestras desgracias, ¿porqué me sigue cayendo el marrón a mí? ¿Es algo personal, no? ¿O es la fuerza de la costumbre, culpar a la humana de toda la vida?
-Cyn. Suficiente.
-Es verdad, entre vacas y árboles, también ha aparecido Mathieu. -Comentó Nevra, ignorando mis puyas y la mirada severa de Huang Hua.
-No me irás a culpar a mí también de que ese elemento haya aparecido aquí, ¿verdad? -Retomé el tema, sin poder evitar responder a sus provocaciones. Huang Chu por su parte me miró con curiosidad al escuchar el tono de ligero disgusto con el que me refería a su queridísimo amigo.
Feng Zifu se aclaró la garganta, gesto por lo visto suficiente para hacer que Nevra se callase y el silencio volviese a reinar antes de que el fenghuang retomase el discurso de su señora. Los familiares ya existentes se habían vuelto agresivos y peligrosos, aunque no sabían aún si aquello tenía relación con los demás fenómenos. Aunque claro, según el clarividente ser en el que se había convertido Nevra, estaba claro que todo era culpa de la influencia humana.
-Seguro que ha sido una casualidad, sí. - Respondió con sorna el vampiro.
-Pero vamos a ver, ¿en qué punto de estos siete años te has vuelto así de imbé...? - Estallé, a punto de ponerme de pie de un salto, de no haber sido por la mano tranquilizadora y firme de Leiftan en mi antebrazo. Todos se me quedaron mirando en completo silencio. Chrome intentó calmar los ánimos con un chascarrillo que sin embargo solo recibió un silencio aún más pesado, seguido de ciertas increpaciones por parte de Huang Chu. Finalmente Ewelein y Huang Hua lograron poner fin al penoso espectáculo en el que se estaba convirtiendo la reunión.
-En fin, ¿hay algo entonces que se requiera de mí? - Pregunté, haciendo especial esfuerzo en no añadir un a parte de culparme de todas vuestras desgracias como viene siendo habitual, ya que veía por el leve tic en una ceja de Huang Hua que quizá otra intervención estelar por mi parte no hubiese tenido un buen final.
-Cierto, ese era otro tema a tratar. Como bien has dicho...
-Ejem. - Feng Zifu volvió a carraspear, atrayendo toda la atracción. - Creo que queda por tratar el asunto de Memoria.
Oh por el Oráculo, ¿por qué demonios no desaparecerá esa dichosa isla? Bastantes problemas hemos tenido por su culpa...
-Tienes razón, Zif. Cyn, Leiftan, Memoria ha desaparecido.
Ups.
-¿Cómo? ¿Qué? ¿Osea, que ha desaparecido? ¿Así, sin más?
-Exacto.
-Pero...¿eso es malo exactamente poor....? -Comencé, no queriendo ofender a nadie. Barrí la sala con la mirada, y solo los ojos de Leiftan hicieron que cayese en la cuenta. Los dragones. Allí era a donde iban a descansar las almas de los dragones...si Memoria ya no estaba, entonces Valkyon...
Con ahora total consciencia de la magnitud de los hechos y los ojos como platos, miré interrogante a Huang Hua en busca de alguna respuesta. El labio inferior comenzó a temblarme.
-¿Cómo habéis....cómo habéis podido perder una isla....?
-No lo sabemos. Tampoco estamos seguros de que haya desaparecido del todo. Simplemente no está donde debería estar.
Continué con la mirada fija en la muchacha, esperando a que continuase, pero se veía que eso era todo lo que tenía que decir. Los demás rehuían mis ojos confusos, y algo dentro de mí me hacía sospechar que ocultaban algo.
-Volviendo al punto que quería tratar... - la voz de Huang Hua se convirtió en un leve murmullo que daba fondo a mis pensamientos y elucubraciones sobre la isla. Solo al sentirme interpelada volví a la realidad. - ...y es por eso Cyn, Leif, que queremos que integréis la guardia Etincelante.
-¿Qu...?
-No, gracias. -Leiftan se adelantó a mis pensamientos. - No creo que sea lo más indicado. Aprecio de todas formas vuestras intenciones y lamento declinar vuestra oferta.
-¿Ah? ¿No quieres volver a tu guardia? -Respondió Nevra, con un tono peligrosamente arisco.
-No quiero volver a la Guardia de Eel. Necesito tiempo para pensar y estar solo y no creo estar preparado para...
-Eso suena a "no quiero ayudaros así que apañároslas sin mí..." -cortó Huang Chu, haciendo que diese un respingo.
-¡Hey! - intervine sin poder evitarlo, poniéndome en pie. ¿Quién se había creído esa muchachita para hablarle así a Leif, sin conocerlo? Puede que tuviese mi simpatía por hacerle la vida difícil a Mathieu, pero no iba a dejar que acosase a Leiftan sin razón alguna. Por mucho que me irritase, Nevra tenía incluso derecho a enfadarse. Ella no.
-¿Así que no quieres unirte a ninguna Guardia? ¿Ya no quieres ayudar más? - Continuó Nevra.
-¡Oye! -Volví a gritar yo, dando un manotazo a la mesa. El vampiro no se dignó ni a dirigirme una mirada, y continuó con sus puyas.
-Disculpa pero, ¿qué se supone que quieres hacer?
-¡Lo que le de la gana, Nevra! Creo que ya ha hecho bastante salvando al mundo, ¿no crees? -Escupí, logrando ganarme una mirada cargada de odio por parte del vampiro. Leiftan posó esta vez su mano sobre la mía, indicándome que no hacía falta que interviniese por él. A duras penas, me mordí la lengua y le dejé hablar.
-Necesito tiempo para mí.
-Muy bien. Ya nos avisarás cuando tengas tiempo para los demás.
-Vamos, lo que me faltaba. Escúchame bien, maldito vamp...
-Tú. - Me interrumpió Nevra, como si mi discurso no fuese con él. -¿También vas a hacer lo mismo? ¿Vas a desentenderte de nosotros o....?
-¿Ah, acaso no puedo? -Respondí, exaltada. - ¿Acaso no tengo derecho a desentenderme de vosotros y vuestro estúpido QG? Estoy en este mundo en contra de mi voluntad, permanentemente gracias a vosotros, y he dado mi vida por salvaros a todos, pero al Señor le parece poco, ¿verdad? ¿Qué más quieres de mí, Nevra? ¿Me sacrifico otra vez? ¿Una es poco, no es eso?
Nevra parecía estar a punto de contestarme, la furia claramente visible en sus iris, pero Huang Hua se puso en pie.
-Suficiente. Nevra, Leiftan está en su derecho de rechazar mi proposición. Es una proposición, no una orden. Cyn, ignóralo. ¿Tú, quieres unirte a la Etincelante?
Clavando bien mis ojos en los del vampiro, respondí alto y claro.
-No.
Una sonrisa socarrona nació el los labios del chico, haciendo que mis ganas de subirme a la mesa y llegar hasta él para darle un puñetazo subiesen de cero a cien en un segundo. Respiré hondo.
-Pero me gustaría volver a mi guardia y a mi antiguo puesto, como una miembro más.
La tensión que había reinado en la sala durante nuestra batalla verbal pareció disiparse y todos alabaron mi sabiduría de querer volver a empezar desde la base y de querer seguir ayudando. Puede que mis motivaciones reales (no tener que soportar a Nevra) fuesen menos nobles, pero no era quién para desilusionarlos.
-Muy bien. Puedes volver a tu antigua guardia o bien volver a pasar el test y...
-Mi antigua Guardia.
Huang Hua me sonrió.
-De todas formas, te daré un tiempo para que medites tu decisión y...
-No necesito un tiempo, lo tengo claro. Quiero volver a la Obsidiana. - Repetí, con fijación. Huang Hua volvió a sonreír, no sin cierta incomodidad esta vez.
-Quizá deberías esperar un poco para tomar esa decisión, conocer bien a los nuevos miembros y...jefes...y ...
-A no ser que Nevra sea el nuevo jefe de la Obsidiana, no creo que tenga ningún problema. - Comenté, y hubo algo en la expresión del chico que no me gustó nada. La sonrisa de sus labios no llegaba a sus ojos, fríos y todavía con algún resquicio de la ira de nuestra batalla verbal.
-En fin. Creo que por hoy damos por concluida la sesión. Podéis iros. Cyn, en cuanto haya una misión para ti, te avisaremos. Leiftan, quiero hablar contigo un momento.
Tres días pasaron en los que mi vida se resumió en dar pequeños paseos por el recinto del QG, porque aunque mi curiosidad me pidiese salir a echar un vistazo para comprobar si era verdad que ahora las vacas pastaban a sus anchas por Eldarya, Huang Hua y los demás hicieron énfasis en el peligro que suponían los familiares agresivos y me pidieron encarecidamente que no pusiese mi vida en riesgo. Más de lo habitual. Durante ese tiempo tampoco interactué demasiado con mis compañeros, ya que todos tenían sus obligaciones y quehaceres, y como tuviese que escuchar de nuevo la frase "ha pasado mucho tiempo, las cosas han cambiado" seguramente me pondría a gritar. Pasaba por tanto mucho tiempo a solas, en mi nueva habitación, leyendo o simplemente analizando la nueva decoración.
La llegada de Adalric me interrumpió mientras sacudía una de aquellas ramas que ahora poblaban el techo y la pared de la habitación, sembrando de pequeñas hojas el suelo.
-Oh, Adalric...Hola. ¿Os han guiado las estrellas hasta aquí...?- comenté con aire ausente, barriendo disimuladamente con el pie las hojillas.
-Oh, no, las estrellas no tienen nada que ver. Es Huang Hua...me ha confiado un importante mensaje para transmitirte.
-¿Ah sí?
-Efectivamente. - Repuso el...muchacho, con aire orgulloso. Me quedé en silencio, observándolo, a la espera del famoso mensaje. Adalric no parecía tener nada más que añadir.
-¿Y bien...?
-¿y bien qué? Tengo un mensaje para ti.
-Eh..lo sé, Adalric - sonreí, paciente, aunque notaba mi párpado inferior derecho temblar. - ¿Y cuál es el mensaje?
-Eh....-el silfo miró con aire pensativo a un punto fijo sobre mi hombro. - Ummm...no lo recuerdo. Algo sobre...¿una misión, puede ser?
-Puede ser, puede ser. - Respondí, sonriendo de nuevo. Me pregunto cuál será su función en el QG, porque veo que recadero no. - Muchas gracias Adalric, ¿algo más?
-No, que yo recuerde....aunque probablemente debas ir a la sala del consejo. Ahora que lo pienso...¿no te he dicho esto ya antes?
-Seguro que no .- Sonreí de nuevo, perdiendo la paciencia por momentos. - Iré a ver qué necesita Huang Hua, muchas gracias otra vez.
Y despidiéndome del silfo, volví a hacer un sprint a la sala del consejo. Conociendo a Adalric, puede que ese mensaje llevase 2 horas esperando para ser entregado.
-¿Llego tarde...otra vez...?
-No te preocupes, llegas justo a tiempo. - Ewelein me sonrió y aproveché para tomar una honda bocanada de aire. Siempre al límite, ¿eh?
-Bienvenida Cyn. Siéntate. - Huang Hua esperó a que todos ocupasen sus puestos antes de proseguir. - Siguiendo tu deseo de volver a integrar la guardia y participar en misiones, hemos decidido que irás en la próxima.
-Muy bien, ¿qué tengo que hacer?
-Primero de todo, es necesario que vuelvas a ser miembro de alguna de las Guardias, por lo que me tomaré la libertad de recordarte que....
-Obsidiana.
La fenghuang lanzó un suspiro nada disimulado que sonó a derrota. Me miró con cierta ternura que no supe si achacar a mi tozudez infantil por volver a mi guardia, o a otra razón. Después asintió solemnemente.
-Que así sea. Hablemos ahora de la misión. Se ha escuchado misteriosos ruidos en el bosque y los alrededores. Debido a los nuevos y peligrosos comportamientos de los familiares, tememos que pueda tratarse de algo peligroso. La misión en la que participarás se encargará de investigar este hecho.
-De acuerdo, ¿cuándo salgo? ¿Ya?
-Mañana por la mañana. Y eh...irás acompañada. Puede que todo esté más tranquilo, pero las misiones siguen estando formadas por más de un miembro. Aún no sé quién te acompañará.
Mathieu no por favor, todo menos Mathieu.
-¿Aceptarías sugerencias...? -empecé, con tono dulce.
-No, gracias. - La sonrisa que la chica me dedicó al responder borró de un plomazo todas mis esperanzas de influir en su decisión. - En fin, esto es todo por el momento. Puedes marcharte, Cyn. Y gracias por volver a ofrecernos tu ayuda.
-Esperar. - Jamon interrumpió el silencio que se había formado mientras abandonaba mi puesto. - Cyn no poder ir de misión sin arma. Espada lista para esta tarde. Ir a buscar.
-Eso haré Jamon, muchas gracias. - Respondí, emocionada por la idea de tener por fin un arma creada por y para mí.
El resto del día pasó sin pena ni gloria: tras comer puede ir por fin a buscar la espada que Jamon me había prometido. Con cierta pompa y aire solemne, mi viejo amigo me entregó la que sería mi nueva arma. Se trataba de una hermosísima y ligera hoja plateada, presumía que también letal si se sabía usar como se debía. Brillante y afilada, decorada con motivos de alas supongo que en relación con mi naturaleza aengel. No era para nada como las pesadas armas que había acostumbrado a usar en mi guardia: martillos, alabardas, espadas de cazador.... hice un pequeño comentario al respecto, dándole a entender a Jamon que estaba acostumbrada a armas contundentes y que no había necesidad de darme un arma delicada, pero mi amigo se ofendió un poco y repuso que como Aengel debía usar un arma elegante, liviana y etérea, pero mortal. Supuse que no pasaba nada por dejar de lado mi gusto por las armas asesinas en favor del aesthetic, y sospeché que a toda aquella gente que había alabado mi obra y mi estatua durante esos años le resultaría más fácil ver a su grácil y divina salvadora con un delicado estoque de plata que con un martillo de guerra.
-¿Como llamarla? - me preguntó con expectación, mientras yo aún giraba la espada y contemplaba los brillos que desprendía su hoja al entrar en contacto con la luz.
-¿Llamarla? ¿A la espada? ¿Tengo que ponerle nombre?
Jamon asintió, solemne.
-Ummm...eh...no sé...¿me lo puedo pensar? -Jamon asintió de nuevo, así que le dediqué una sonrisa nerviosa y me dispuse a salir de la sala.
-Esperar. ¿Dónde ir? ¿No nombrar espada?
-Eh...es que tengo que pensármelo y... ahora no se me ocurre nada. - Ante la mirada desaprobatoria del orco, no pude evitar sentirme algo indefensa. Nerviosa, me rasqué la nuca, pero intenté mantener el aplomo y hacer lo que mejor se me daba: montar el espectáculo. - Verás Jamon, no creo que ningún nombre que le ponga sin haberla usado antes vaya a ser digno de su hoja. Necesito sentirla en combate y que ella misma me susurre el nombre que merece.
Mi interlocutor alzó una ceja pero seguí con mi discurso.
-Por eso es mejor que vaya a entrenarme o espere al momento oportuno, como el fragor de la batalla, cuando mi vida dependa de esta espada y sea ella la que me muestre su nombre. Así que...me voy, muchas gracias por la espada, ya nos vem...
-Jamon entrenar contigo.
-¿Qué...? N-no no no, debes de tener mucho que hacer, no es necesario que...
-Jamon entrenar. Vamos. -Y dándome una palmadita en la espalda con demasiada fuerza para mis débiles huesecillos, la imponente mole de carne tomó un arma y salió de la forja esperando que le siguiese.
Perfecto Cyn, siempre puedes buscarte los problemas tú sola.
Mi obligado profesor de esgrima me arrastró en contra de mi voluntad al jardín de la música, donde ya parecían estar entrenando Karenn y Adalric. Les lancé una mirada de clara súplica de auxilio, pero Adalric no pareció comprenderla y Karenn solo me sonrió con malicia. Un interminable tiempo después, que bien podrían haber sido minutos o horas, mi entrenamiento con Jamon finalizó.
-Cyn haberlo hecho bastante bien, felicidades.
-Uf...si tú...lo dices... - jadeé, dejándome caer en el suelo. Probablemente intentaba animarme, porque dudo que "hacerlo bien" conllevase entrar en pánico un par de veces y gritar de una forma nada decorosa cada vez que se estaba apunto de recibir un golpe. Todo mi entrenamiento estuvo regado con las risas de Karenn, que por lo visto se había convertido en una gran espadachina en mi ausencia. Yo por mi parte había dado un espectáculo ligeramente lamentable.
-¿Saber ya nombre? - inquirió Jamon, mientras me tendía una mano para ayudarme a ponerme en pie.
-N-no...pero ahora que sé cómo se lucha con ella, pensaré en ello, no te preocupes. -Mi interlocutor iba a añadir algo pero me apresuré en buscar una excusa que me permitiese huir de su presencia mientras retrocedía sutilmente. - En fin me encantaría seguir entrenando pero debo descansar para mi primera misión. Ya nos vemos, Jamon.
Una extraña conmoción en la sala de puertas llamó mi atención. Me acerqué al grupo de gente que parecía rodear a alguien mientras lo acribillaban a preguntas. Será Nevra y su séquito de fans que...
-Todo lo que os hayan dicho sobre mí no creo que sea...
Oh, ¿qué demonios?
En el centro del grupo de entusiastas se alzaba Mathieu, que intentaba contestar todas aquellas preguntas con una sonrisa.
Lo que me faltaba por ver. La que resucita soy yo, pero en ningún momento nadie ha venido a pedirme un autógrafo, ¿y este elemento tiene fans?
Estaba demasiado cansada como para interactuar con el chico, así que me eclipsé silenciosamente y volví a mi habitación.
-¡Buenos días! Disculpad el retraso, soy Cyn y...
-Lo sabemos, jaja. Buenos días Cyn.
-¿Qué? Oh, demonios. - Mascullé, al comprobar que mis compañeros de misión no eran nuevos y misteriosos miembros de la guardia, sino Koori y Mathieu. Mathieu. Huang Hua debía de guardarme rencor por el numerito de la sala del consejo.
-¿Estás nerviosa por tu primera misión? No te preocupes, no creo que sea nada demasiado peligroso. Seguro que es algún animalillo o...
-Oh, Mathieu, menos mal que contamos con alguien tan valiente como tú! -Canturreó Koori, dedicándole una mirada melosa.
-¿Cómo que mi primera misión? - Repliqué, pero el chico parecía no haberme escuchado, centrado como estaba en rebatir a la kitsune.
-Búrlate si quieres.
-No me estoy burlando, de verdad te admiro. - El chico suspiró y Koori se giró hacia mí con la misma sonrisa aterciopelada. - Seguro que estás también muy nerviosa, ¿Verdad? Por suerte tenemos a Mathieu con nosotras, Cyn. No dudes en arrimarte a él si tienes miedo. Mira qué fuerte está, ningún peligro se te acercará si estás con él.
-Prefiero vivir con el riesgo, gracias. - murmuré, haciendo que la chica se riese.
-Ignórala. -Mathieu se dirigió a mí de nuevo, haciendo que suspirase por instinto. Cyn es muy temprano todavía, intenta ser amable con el humano...oh por el Oráculo, ya sueno como Ezarel. - ¿Estás preparada para la misión? Ya verás, no será nada muy complicado, tranquila.
-¿Disculpa? - Solté, casi de forma inconsciente. El chico me miró confuso mientras mi vocecilla interior me recordaba que no hacía ni diez segundos que me había propuesto ser amable. Pero, ¿por quién me había tomado? - He realizado muchas más misiones que tú probablemente. Mucho más peligrosas. No me vengas con discursitos.
-Eh...ci-cierto, disculpa, no pretendía ofenderte...
-Vamos Cyn, no te enfades. Siempre hay que perdonarles a los chicos guapos que sean imbéciles... -ronroneó Koori, haciendo que una sonrisa irónica se dibujase en mis labios muy a mi pesar.
-Si al menos fuese guapo además de imbécil... -murmuré de forma que solo Koori, que estaba a mi lado, pudo oírlo. La chica soltó una carcajada que crispó a nuestro querido amigo.
-Buenos días, jóvenes. -La voz de Chrome a mis espaldas hizo que me olvidase de Mathieu y su palabrería.
-Gracias al Oráculo estás tú Chrome. Aunque creo que nunca podré recuperarme del shock que produce que tú me llames joven a mí. - Observé, haciendo que el chico se riera.
-Ya sabes Cyn, ha pasado muc....
-No lo digas. -Le corté, alzando las palmas de las manos ante mí en un intento de frenar el golpe de esa dichosa frasecita. - Si vuelvo a oír eso no responderé de mis actos.
-Está bien, está bien. -Concedió el lobo, divertido. Después se dirigió de nuevo a mis forzados compañeros. - ¿Estamos preparados para desentrañar los misterios del misterioso bosque?
-Solo si son misterios misteriosos. - Musitó Koori.
-Lo sé, quizá no haya elegido bien las palabras...oh Cyn, bonita espada.
-Gracias, Jamon me la ha...
-¿Le has puesto nombre? -Interrumpió, como era habitual, Mathieu. Puse ligeramente los ojos en blanco pero no me digné a mirarle.
-No, siguiente pregunta. O mejor, no preguntes. Chrome, ¿nos vamos ya? - Mi amigo me miró con una mezcla de ternura y diversión. Seguramente nunca se habría imaginado que las tornas cambiarían y que el adulto responsable que debía poner orden entre sus pupilos -entre ellos, ahora yo- sería él.
-Por supuesto, ¡en marcha!
-¿Qué pasa, Cyn, tienes miedo de lo que nos puede esperar en el bosque? - comentó divertido mi viejo amigo, al darse cuenta de que aceleraba el paso para ponerme a su altura de camino a nuestra misión. Alcé los ojos, resoplando con cierta exasperación.
-No, me da más miedo lo que nos acompaña. -Haciendo una ligera inclinación de cabeza, señalé a Koori y Mathieu, que discutían unos pasos más atrás.
-No te preocupes, aunque no lo parezca, son buenos chicos.
-Eso lo dices porque no están en tu guardia. -Apunté, dándole un codazo cómplice.
-Exacto. - Chrome me guiñó un ojo. - En fin, como puedes ver la naturaleza ha recuperado su vitalidad.
-Ya veo, ya. -Lo que antaño no había sido más que una pradera, ahora estaba poblado por todo tipo de plantas, flores y frutos. Allá donde mirases, una explosión de colores recibía a la vista, y el ambiente estaba inundado con el dulce perfume de flores y frutas. -Parece ser que nuestro sacrificio ha sido un buen abono para las plantas...
-Y no sólo para las plantas, la comida ahora es comestible y deliciosa. Eldarya ahora es un paraíso.
-Claro, porque contáis con la presencia de un ángel como yo. - Canturreé, dando una vuelta sobre mí misma. Chrome rio, pero su expresión se volvió ligeramente melancólica.
-Para nosotros estos años han sido un poco duros, pese a todo. El luto, la marcha de Ezarel y Kero...- Chrome, ahora maduro y consecuente, me abrió su corazón por primera vez en su vida y me relató la crisis de conciencia que había sufrido tras nuestro sacrificio, debido a su implicación con Leiftan, Lance y su plan malévolo. Le di un par de palmaditas de ánimo en la espalda, dedicándole una sonrisa tranquilizadora.
-Como tanto os gusta recordarme: ha pasado mucho tiempo ya, Chrome. Además, ahora eres un respetable Jefe de Guardia.
-Cierto. - El chico me devolvió la sonrisa, y aliviado por el cambio de tema me habló un poco de su ascenso. - Ahora que lo dices, ¿qué guardia has...?
-Obsidiana.
-Oh, así que te has salido con la tuya.
-¿Disculpa? Deberíais sentiros orgullosos de haber logrado que los miembros creen un vínculo tan fuerte con su Guardia. -Proclamé, con la mano en el pecho. - Por cierto, ¿quién es mi nuevo je...?
-Será mejor que dejemos la conversación para después, Mathieu y Koori llevan demasiado tiempo sin vigilancia.
Alcé una ceja ante la inoportuna interrupción de mi pregunta vital, suspiré y lo dejé pasar. Cuando nuestros compañeros llegaron a nuestra altura, descubrí para mi genuina sorpresa que estaban hablando de mí.
-Koori por favor, ya vale...
-Es solo que me sorprendes, Mathieu. Creí que harías todo lo posible por pasar tiempo con la nueva...seducirla con tu intensa mirada...
-¿Qué? -intervine, pero estaba visto que mi participación no era requerida en aquella conversación.
-¡No he intentado nunca seducirla! -Se defendió el interpelado. Por mi parte no pude evitar una mueca que hizo reír por lo bajo a Chrome. Ni lo ibas a lograr.
-¿Ah no? ¿Ya no soy la única persona en la que no tienes ningún interés? Al fin podré compartir mi dolor con alguien...
-Venga jóvenes, ya vale. - Intervino el lobo, más para evitar que yo entrase al trapo en aquella pantomima que por acabar de verdad con la discusión. - Koori, déjale un poco...sino hablará mal de ti a sus admiradoras.
-¿Chrome, también tú?
-Eh, encima que te defiendo! No vayas ahora a hablarles mal de mí a tus fans, ¿Eh? Tengo una reputación que mantener. - Dramatizó Chrome, haciéndose el ofendido. Alcé una ceja, paseando la mirada de unos a otros. Así que lo que había presenciado la noche anterior era exactamente lo que parecía: Mathieu tenía fans.
-Tranquilo, no les diré nada de ti. - Suspiró molesto el chico.
-Ni de mi supongo...te gusta que tus admiradoras crean que tienen alguna oportunidad, ¿Verdad? Juegas con su pobre corazoncito.
-¿Alguien puede explicarme de qué va esto? - interrumpí, al comprobar que la conversación iba subiendo de nivel por momentos. Mathieu abrió la boca para responder, pero Koori se le adelantó.
-¿No las has visto? Al séquito de admiradoras que persiguen y adulan a nuestro DonJuan. No sabes lo afortunada que eres por estar en esta misión junto a él. Muchas matarían por tal privilegio. Sin embargo - Koori se llevó una mano dramáticamente al pecho -debo decirte que su corazón le pertenece ya a una joven kitsune.
-Todo tuyo, querida. - Repliqué, y me volví para mirar de arriba abajo al susodicho causante de tanto tanto revuelo. -¿Y puede saberse qué has hecho para tener fans?
-No son fans. - Me corrigió, y algo en el exasperado tono de su voz me hizo ver que ese era un tema recurrente para molestarle. Tomé nota mentalmente del hecho. - Son solo curiosos. Y su curiosidad no es solo por mí, sino por los humanos en general desde que has salvado al mundo.
-¿Ah? ¿Así que, teóricamente, son MIS fans?
-Bueno...
-Más o menos. - Intervino Chrome. - Desde tu hazaña se ha extendido la creencia de que todos los humanos sois héroes. Y Mathieu tampoco hace nada para sacarles de su error.
-¿Qué? Osea, que literalmente te estás aprovechando de MI fama y MI figura para ¿tener un grupito de groupies? - Solté, mirando acusadoramente al muchacho, que parecía ponerse nervioso por momentos.
-Bueno...sería algo idiota por mi parte no aprove...
-¡Esos fans son míos! ¡Yo me los he ganado con sudor, sangre y lágrimas!
-Vamos, vamos, chicos, no creo que debáis pelearos por... -comenzó Chrome, pero Koori le interrumpió, seguramente solo por el placer de avivar la discusión.
-Cyn tiene razón, la heroína es ella. Y que ahora se trate a todos los humanos como si fuesen héroes solo por eso, es bastante injusto.
-Gracias. -Concedí, para volver a encarar a Mathieu y plantar mi índice a escasos milímetros de la nariz del chico. - Así que ya estás contándoles a esa gente la verdad y devolviéndome a MIS admiradores. No te los mereces.
-Pero yo...ya te admira mucha gente, ¿Sabes? Eres la aengel que...
-¡También soy LA humana! ¡Única e irrepetible! ¡Y quiero mi porcentaje de reconocimiento por esa parte, también!
-Pero....-comenzó de nuevo Mathieu, sin saber muy bien cómo continuar la frase. Meterse con él resultaba divertido pero rápidamente perdía su interés; el chico se quedaba confuso a los dos o tres ataques y siempre se disculpaba o cambiaba de tema. Para mí, que había sido entrenada con las insinuaciones de Nevra, las puyas de Ezarel y los silencios de Valkyon, aquel chico no era más que un aperitivo del que me cansaba enseguida.
-Deberías hacerle caso, Mathieu. Al fin y al cabo, si en lugar de salvar Eldarya la hubiese condenado, no querrías que su fama se aplicase a ti. - Ronroneó Koori, a la que le dediqué una sentida inclinación de cabeza.
-Efectivamente. Si no hubiese sido por mí y mi divina y valerosa intervención, te habrían metido en una celda y allí seguirías todavía, ¿y así me lo agradeces, robándome la fama?
Chrome suspiró, poniendo los ojos en blanco no sin cierta diversión.
-Lo siento...gracias por...por bueno, haber hecho lo que hiciste. Me alegro de haber sido bien recibido.
Puf, este chico se rinde a la primera. No es divertido meterse con alguien así.
-Más que bien recibido, diría yo. - Anotó Koori. El rostro de Mathieu se crispó de nuevo, renovando mi interés en la kitsune y su innata capacidad para lograr molestarlo de forma infinita. Quizá debería pedirle unas clases al respecto.
-Vamos, Koori,no empieces...
-¿Qué? Uno es ser bien recibido y otro es aprovecharse de la admiración inmerecida de los civiles...
-Koori, déjale ya...él no tiene la suerte que tú tienes. -Intervino Chrome, aparentemente poniendo paz entre ambos contrincantes. El muchacho resopló con una mezcla de cansancio y alivio.
-Gracias Chrome, yo...
-...no tiene como tú la suerte de estar en la Guardia acertada. -Koori y Chrome rompieron a reír a carcajadas, haciendo que se me escapase una risita aliviada al comprobar que mi viejo amigo no había perdido su gusto por las bromas. Cómo se nota quién pertenece a la generación criada bajo el tormento de Ez.
Mathieu comenzó a mascullar, maldiciones primero y quejas después, para acabar echando pestes sobre el test de acceso a la guardia.
-Es culpa de la Etincelante y de su dichoso test. Ese test está mal, ya os lo he dicho. No es justo. - Continuó, como un niño pequeño con una perreta. - No es justo para alguien como yo, que viene de la tierra.
-Disculpa pero yo también lo he tenido que pasar y no me ha generado ningún trauma. -Intervine, algo molesta.
-¿Pero cómo demonios iba a saber yo qué es una dichosa Boltue? ¡Acababa de llegar! Ese test no está...
Resoplé exasperada, y volviéndome completamente hacia Mathieu, clavé mi índice en la coraza que cubría su pecho.
-Deja de llorar por el dichoso test. ¿Cuánto llevas aquí, un año? ¿Llevas un año echándole la culpa a las pobres Boltues de tu suerte? Escúchame bien, cuando yo llegué aquí tuve que pasar no uno, sino dos test. ¡Y con el segundo me encasquetaron un Corko! Así que deja de quejarte.
El chico me miró ojiplático durante unos segundos, y luego lanzó una miradita interrogante a nuestros compañeros. Koori sonreía, disfrutando a todas luces de la escena, y Chrome simplemente sacudió la cabeza mientras intentaba evitar que la risita que pugnaba por salir de sus labios lo lograse.
-Cyn es así, ya te acostumbrarás.
-¿Así cómo? - Interrumpí, mirando inquisitivamente al lobo. Chorme carraspeó.
-Pero también tiene razón, quizá ya va siendo hora que admitas tu derrota con la guardia. -Mathieu resopló pero no añadió nada. - Bueno chicos, ya basta de cháchara. Vamos allá.
Avanzamos por el bosque sin rumbo aparente, hasta que algo extraño entre la hojarasca llamó la atención de Koori. Siguiéndola, llegamos al claro de los champiñones que habían sellado mi destino tantos años atrás, pero las aparentemente inofensivas setitas blancas que recordaba se habían convertido en una clase de hongos rojos a todas luces venenosos. Los alrededores no presentaban mejor aspecto, el follaje había perdido su brillo verde y allá donde posases la vista las plantas parecían mustias y agonizantes.
-Hace siete años esto no estaba así. Quizá los champiñones solo soportaban el viaje de un humano. - Observé, y me volví para dirigirme a Mathieu. -¿Has sido tú, verdad? Todo lo que tocas...
-¿Qué? Yo no...
-No tiene nada que ver con Mathieu. - Cortó Koori con un tono inusualmente serio, mientras se acercaba para examinar más de cerca el terreno. - Hace una semana tampoco estaba así, y dudo que hayan crecido nuevos champiñones tan rápido.
-Interesante...¿no estábamos buscando una bestia salvaje o algo así? Quizá les haya dado un mordisco a las setas mutantes... -Chrome y Koori me fulminaron con la mirada, pero sin embargo Mathieu decidió seguir con mi hilo argumental.
-¿O quizá han sido los champiñones los causantes de los ruidos?
-¿Qué tonterías dices? -Espeté.
-Bueno Cyn, tu idea tampoco es que fuese... -Chrome intentó poner paz, sin éxito.
-Mi idea se basaba en animales intoxicados, no en champiñones mutantes parlantes.
-No he dicho que hablen, solo que pueden ser la fuente del ruid...
-Cyn tiene razón, dudo mucho que unas setas sean las causantes de los gruñidos que se han estado escuchando. - Intervino Koori, que sin embargo había dejado de lado su habitual tono jocoso. - Será mejor que sigamos.
-Humanos...-mascullé al pasar junto a Mathieu. Chrome puso los ojos en blanco cuando llegué a su altura y se inclinó sobre mi oído.
-Tú también lo eres...
-Bah.
Avanzamos en silencio a través de la maleza, pero el bosque parecía conservar su antiguo aspecto, lo que ya me parecía bastante tranquilizador teniendo en cuenta el tiempo pasado. La paz duró un suspiro porque unos pasos más allá comenzamos a escuchar unos misteriosos lamentos procedentes de un matorral. La Kitsune lo identificó rápidamente como un familiar herido, y efectivamente, a pocos metros nos topamos con una especie de ciervo, gimiendo y temblando de miedo y dolor. Koori me informó de que se trataba de un seifaun, aunque desconocía el origen de sus heridas. Por desgracia, Mathieu y yo pudimos identificarlas sin problemas: disparos. Nuestros temores se confirmaron al encontrar un casquillo de bala entre los matorrales sobre los que se hallaba el pequeño. Se lo mostré a mis compañeros, contándoles por alto mis sospechas sobre cuál podría ser nuestro nuevo problema, y tras tomar al animalillo en brazos, emprendimos el camino de vuelta al QG para informar de nuestros descubrimientos a HuangHua.
Obviamente, en aquel bosque las cosas nunca eran coser y cantar, y salir de allí sin sufrir ningún tipo de altercado no parecía ser posible.
Ya casi se podía ver el claro que anunciaba el fin de la arboleda cuando un siniestro gruñido se dejó escuchar. Es increíble que solo encontremos lo que venimos a buscar cuando es algo malo.
Chrome y Mathieu se situaron delante de Koori, que al portar al animalito en brazos no tenía posibilidad de defensa. Muy a mi pesar, y llevada por un ramalazo de confianza en mi fuerza y mis capacidades, les imité; decisión que lamenté aproximadamente 30 segundos después, cuando con apenas unos instantes de antelación Chrome movió las orejas y nos alertó de que la criatura que nos acechaba estaba preparada para atacarnos. Apenas tuve tiempo en pensar lo útil que era tener a Chrome y sus sentidos perrunos con nosotros, puesto que de entre las zarzas saltó una extraña bestia a todas luces nada amigable y probablemente sedienta de sangre. Era similar a un blackdog, pero con afiladas garras como cuchillas y cuatro siniestros pares de ojos rojos que clavó sin duda alguna sobre mí, haciendo que sospechase lo que venía a continuación.
Oh vamos, perrito, ¿en serio? ¿por qué todo me tiene que pasar a ....?
Sin que me diese tiempo a penas a blandir mi nueva espada, la bestia se abalanzó sobre mí, clavando sus colmillos amarillos en el antebrazo que había levantado de forma instintiva para protegerme el rostro. Lancé un alarido, solté la espada y sin ser consciente de ello le propiné una patada al bichejo, que soltó su agarre. Podría haber conservado algo de porte y dignidad de no haber sido porque de la impresión caí al suelo y solté un par de maldiciones a voz en grito mientras temblaba y apretaba el brazo herido contra el pecho. Durante ese par de segundos, el animal se había preparado de nuevo para el ataque. Cerré los ojos, las sienes me palpitaban por la adrenalina, así como el brazo, cuya sangre caliente empezaba a mojarme las ropas.
Mierda, mierda, mierda, revivir para esto. ¡Valkyon...!
Me sorprendí con el nombre de mi antiguo jefe de guardia en la punta de los labios. De no haber estado paralizada por el miedo, lo habría gritado. Era curioso como había asociado el que solo gritar su nombre serviría para librarme del peligro. Mi subconsciente había olvidado qué había pasado y dónde estaba por un momento, y había buscado a la persona que siempre estaba conmigo y siempre me protegía.
Irónicos últimos pensamientos.
Por suerte, no fueron de verdad mis últimos pensamientos.
Un gruñido gutural a mi espalda me sacó de mi estupor y para cuando quise darme cuenta, Chrome en su forma lobuna se había lanzado contra la bestia. No hizo falta comenzar una lucha encarnizada, ya que solo su presencia y gruñidos fueron suficientes para espantar a mi atacante. Una vez este último hubo desaparecido, el chico recuperó su forma y se inclinó a mi lado.
-¡¿Cyn, me oyes?! ¡¿Estás bien?!
-Espectacular intervención, Chrome...una pena que...no se te ocurriese antes... -mascullé, haciendo un esfuerzo sobrehumano por sobreponerme a la palpitación de mi herida.
-¡Tenemos que llevarla a la enfermería, está perdiendo mucha sangre!
La voz de Mathieu llegó a mis oídos como un lejano eco, ¿a qué se refería? No había sido para tanto, no....
Bajé la vista a mi brazo, que aún mantenía pegado al cuerpo.
Siempre había sido una persona bastante impresionable ante la visión de la sangre. Eso, unido al dolor creciente, hizo que al ver mi brazo, mano, y ropas empapadas de sangre, un mareo me sobreviniese.
-Oh no...-susurré, sintiendo como mis fuerzas me empezaban a abandonar.
-¿Puedes ir hasta la enfermería? -Mathieu me miraba preocupado; le devolví la mirada y abrí la boca, pero no me sentía con fuerzas para contestarle.
-Parece desorientada, ayudadla a que se levante y vámonos.
Chrome me levantó sin apenas esfuerzo y me apoyó sobre su hombro. Comenzamos a andar, y me maravillé de ser capaz de hacerlo a pesar de ver borroso y escuchar todo lo que pasaba como si me encontrase dentro de una piscina. La cabeza me daba vueltas y comenzaba a costarme centrar los pensamientos en el aquí y el ahora.
-Chrome, menos mal que has crecido...si esto pasa hace siete años, estaríamos jodidos...¿quién me arrastraría al QG?
-Vamos Cyn, ya llegamos.
-...aunque bueno, estaba Valkyon. Siempre estaba Valkyon.
Cuando volví a tener un mínimo de consciencia disponible pude ver cómo Chrome me ayudaba a tumbarme en la camilla de la enfermería.
-Oh...¿ya estamos aquí? ¿Eres un genio ahora, Chrome? Como Alda......Dalda...¿Adalric?
-¿Qué ha pasado?! -preguntó Ewelein, entrando en mi campo de visión. Mi amigo le contó los detalles por alto, pero intentar seguir la conversación me resultaba agotador. Solo cuando Ewelein se dirigió a mí volví a conectar con la realidad.
-¿Cuántos dedos tengo, Cyn?
Miré a Ewelein con extrañeza, ¿a qué venía esa pregunta ahora? Y más ahora que estaba tan borrosa. ¿Creía acaso que era adivina?
-Pues no sé...¿los de siempre? Chrome, cielo... cuéntaselos por mí, sé un buen chico.
El muchacho suspiró y Ewelein dijo algo que no llegué a escuchar. Lo siguiente que supe fue que la elfa me estaba dando de beber algo con un sabor extraño. No opuse resistencia y segundos después me quedé dormida.
Al volver en mí lo primero que vi fueron 8 pares de ojos observándome atentamente.
-Qu...-comencé, sin recordar muy bien qué había pasado. Volví a inspeccionar los rostros aliviados de mis compañeros. - Oh, no, no me digáis que... ¿Cuántos años han pasado esta vez?
-Tranquila, solo han sido quince...
-¡QU-!
-...minutos. - Chrome soltó una carcajada ante mi rostro desencajado por el shock. Me escurrí en la camilla, sin fuerzas para enfadarme si quiera.
-Muy bonito Chrome, atentar contra la salud cardíaca de la Salvadora de Eldarya de esa manera. En fin, gracias a todos por salvarme la vida...otra vez.
Ewelein me sonrió con benevolencia y tras asegurarme que la herida no era grave y que simplemente debería pasar para que me revisase el vendaje, me dio el alta. Mis amigos me ayudaron a incorporarme de nuevo y sin más dilación nos dirigimos a la sala del consejo a dar parte a Huang Hua de lo encontrado y sucedido. Una vez allí le mostré el casquillo de bala, pero la reacción de la fenghuang no era la que me esperaba: si bien parecía preocupada, no estaba sorprendida por el descubrimiento. Sus comentarios, enigmáticos y vagos, dieron a entender que contaba ya con información al respecto. Información que, por supuesto, no iba a compartir con nosotros aún.
Veo que las viejas costumbres no han cambiado.
Cansada y todavía presa de las emociones del día, dejé pasar la oportunidad de montar uno de mis afamados numeritos en pos de la verdad y me dejé arrastrar pasivamente por Chrome y compañía al comedor. Allí, ante un plato de comida caliente, mis compañeros intentaron quitarle hierro al asunto de que había salido bastante mal parada en mi primera misión y me propusieron que entrenase mis poderes de aengel: si habían servido para salvar al mundo, alguna utilidad podrían brindarme en el día a día. El problema estaba en que desconocía por completo cómo usar o siquiera cómo despertar aquel poder, y solo Leiftan podía ayudarme en aquella tarea. Tras nuestras últimas conversaciones el chico había dejado claro que no quería inmiscuirse en nada que tuviese que ver con la guardia, así que dudaba mucho que quisiera entrenarme. Por otro lado, si me presentaba ante él con carita angelical, le enseñaba el aparatoso vendaje de mi brazo y le suplicaba que me ayudase a defenderme, quizá tuviese alguna oportunidad. Animada con Chrome concluí que tampoco tenía nada que perder, así que le di un último bocado a mi comida y me encaminé con determinación hacia la habitación de Leiftan, donde probablemente estuviese recluido.
-Oh, hola. -Musité tras dar un respingo al casi chocarme con Nevra, que salía del pasillo de guardias. El chico me dedicó una tímida sonrisa, y por un momento se me olvidó la refriega que había tenido lugar durante nuestro último encuentro. Me miró como si esperase que dijese algo más, pero yo me quedé en blanco durante unos segundos. - ¿Qué...qué haces por aquí?
¿Cyn, de verdad?
-Venía a buscar unos papeles...¿me buscabas para algo?
-Eh, no, no. -Sacudí las manos, apurada. Nevra volvió a mirarme de arriba abajo, preguntándose seguramente porqué no me había apartado de su camino aún. Carraspeé. -No habrás visto a Leiftan, ¿Verdad?
-La verdad es que no, lo siento. Si me disculpas, estoy ocupado...
Estuve a punto de responderle, pero en su lugar tomé aire lentamente. No habíamos empezado con buen pie, y tras la última reunión las cosas no habían mejorado que digamos, pero Nevra era (o había sido) mi amigo, al fin y al cabo. La realidad ahora era esta y debería acostumbrarme a ello; nada me iba a devolver ni a mis amigos ni aquellos siete años. Con toda la buena voluntad que pude juntar, sonreí con cierta incomodidad e intenté comportarme como una persona madura.
-Lo imagino, pero bueno....me gustaría hablar contigo en algún momento.
-Claro, porqué no... pero ahora tengo bastante que hacer.
-Claro, claro, ahora mismo no. Bueno, eh...¿quieres...quieres que vayamos a tomar algo esta noche? Podríamos... -titubeé, aunque tampoco se me ocurría qué más podía añadir. Nevra apartó la mirada, incómodo.
-Lo siento, hoy ya tengo un...compromiso.
-Está bien, ¿mañana quizá?
-Tampoco puedo, lo siento. Estoy ocupado. -El chico no parecía estar a gusto dándome aquella explicación, que por otro lado era bastante vaga. Fijé la mirada en su rostro, confusa, intentando descifrar qué trataba de ocultarme. Sus ojos volvieron a rehuir los míos con cierta culpabilidad, haciendo que se me encendiese la bombillita.
-¿Ocupado ocupado, o ocupado versión Nevra? -Aventuré, precavida. El asomo de una sonrisa se dibujó en mis labios, pero al escuchar mis palabras mi amigo pareció crisparse y me clavó una mirada dura.
-¿Qué insinúas?
-Nada, solo hago una pregunta. Veo que has cambiado en muchos aspectos, pero en ese no. -Intenté mantener el tono distendido para que no lo tomase como un ataque personal, pero ya era demasiado tarde. En el pasado bromeaba con estas cosas, ¿por qué ahora le molestaba? Me dedicó una fría mirada acerada que me dio a entender que ese era un tema sensible. Como todos. Me encogí de hombros, suspirando. -Qué aburrido eres...
-No vengo aquí a divertirme. -Replicó, cortante. Comenzaba a molestarme su reacción a mi pequeño intento de volver a tender puentes. Oh, por el Oráculo, qué rápido ha escalado esto.
-No, para eso ya sales todas las noches, ¿Verdad? En fin, ¿con cuánta antelación hay que reservar para estar contigo? ¿Una semana, un mes? ¿Podrías darme cita para dentro de un mes, entonces?
-Cyn...
-No, "Cyn" nada. Antes no eras así de desagradable.- Rebatí, alzando un poco el tono.
-Las cosas han cambiado, ha pasado... -con un tono que deja entrever que su paciencia estaba a punto de acabarse, Nevra repitió aquella dichosa frase que hizo que levantase una mano a escasos centímetros de su cara, a modo de prohibición.
-No-lo-digas.
-Quizá el problema no seamos los demás, quizá seas tú. Deberías madurar. -Siseó, y aquel golpe me dolió en el orgullo más de lo que podía admitir.
-¿Qué? Disculpa si me he pasado los últimos siete años durmiendo y no he podido trabajar en mi personalidad, no ha sido elección mía.
Nevra suspiró con visible agotamiento. La idea de que me escudase siempre en mi sacrificio para evitar sus ataques verbales parecía molestarle, pero por mi parte sólo podía aferrarme a ese hecho.
-Escucha, Cyn... -retomó de nuevo un tono más conciliador, y yo me obligué a controlar mi temperamento. Ya era bastante difícil hablar con él, tenía que poner todo lo posible de mi parte visto que al menos intentaba hacer un esfuerzo por ser menos desagradable.
La puerta de una habitación se abrió entonces, dejando a Nevra con la palabra en la boca. Leiftan apareció en el pasillo, probablemente para comprobar a qué venía tanto revuelo. Mi interlocutor pasó a ignorar completamente mi presencia y clavó sus acerados ojos en el recién llegado, con cara de muy pocos amigos.
-Oh, mira quién ha decidido salir. ¿Ya te has cansado de jugar al ermitaño?
Leiftan fijó su mirada en el vampiro, pero no dijo nada. Aquello pareció enfadar más al muchacho.
-Tranquilo, puedes salir cuando quieras, nos las hemos apañado muy bien sin ti hasta ahora.
Un creciente malestar empezó a apoderarse de mí. Toleraba bastante bien (bueno, más o menos) las puyas de Nevra porque me creía capaz de rebatírselas, y porque sobre todo, estaba convencida de que yo tenía razón. Sin embargo, había algo en el tono y las acusaciones que el vampiro dedicaba a Leiftan que hacía que me hirviese la sangre. Quizá fuese por nuestro vínculo como aengels, o porque había asociado al muchacho con el único amigo que me quedaba, pero cada vez que Nevra abría la boca me entraban ganas de asestarle un puñetazo. Leif estaba bastante atormentado por sus acciones como para encima tener que soportar esos ataques gratuitos.
Cyn, contrólate, esto no va contigo.
-Entiendo tu enfado, pero no he venido a discutir, Nevra.
El tono calmado de Leiftan no hizo más que avivar la ira de su interlocutor.
-¿Ah, no? ¿A qué has venido? ¿A buscar a tu alma gemela?
Respira, Cyn, respira. Lo vas a empeorar sino.
-Si te refieres a Cyn, efectivamente iba a buscarla.-Al escuchar aquello di un par de pasos hacia el aengel, con el objetivo de arrastrarlo fuera del campo de explosión de Nevra, más para evitar que yo explotase con él que por verdadera preocupación por Leiftan. - Si me disculpas me marcho ya, no he venido a buscar pelea.
-Leif, yo también te estaba...
-Claro, tú nunca buscas pelea, ese no es tu estilo.
-Nevra...- gruñí, con tono amenazador sin apenas darme cuenta de que ya estaba interviniendo.
Cyn, No Intervengas. Si le odia, es su problema. Si te metes será peor. Ignórale.
-Si tienes algo que decirme, puedes hacerlo.
-Leif... -susurré, mirándolo suplicante. El chico tenía la vista clavada en el vampiro por lo que mi leve intento de evitar que le entrase al trapo fue en vano.
-Prefiero no hacerlo, saldrías muy mal parado.
-Oye Nevra, creo que ya bas...
-Pues entonces cállate. No eres quién para darme lecciones.
-¡Leiftan! -grité ligeramente espantada. Aquello no iba a acabar bien. Pese a que ahora me encontraba físicamente entre ambos, parecían ignorar por completo mi presencia y mis intervenciones.
-Si tienes alguna queja sobre mí, creo que ya sabes a quién transmitírsela. Huang Hua me informará de lo que le parezca de interés. Por poco que vaya a ser, como imagino que será el caso.
-Leif, no le entres al juego, por lo más sagrado...-supliqué, tras volverme hacia el muchacho y agarrar con cierta urgencia el borde de su capa. El chico me dedicó una rápida mirada, pero antes de que pudiese decirme algo Nevra ya estaba replicando.
-No te preocupes, ya le he dicho todo lo que pensaba sobre ti.
No, Cyn, no. Solo debes intervenir para mediar si se da el caso, nunca para...
-Pero vamos a ver, ¿a ti qué te demonios te pasa? La tomas conmigo, la tomas con Leif, ¡nos hemos sacrificado para que tu estúpido mundo siga vivo!
Nevra me observó como si fuese un insecto molesto que se hubiese colado en aquella conversación privada, y dio un paso hacia mí. Retrocedí un poco, algo impresionada por el respeto que infundía la furibunda mirada del chico, pero rápidamente choqué con Leiftan.
Genial, ahora soy el embutido de un sándwich de idiotas.
-Te recomendaría no meterte en esto.
-Oh, sí que me meto. -La ira y la impotencia comenzaban a apoderarse de mí, envalentonándome. Pese a todo, la vocecilla de mi cabeza seguía recordándome que lo sensato era irse de allí lo antes posible sin causar más estragos. - Lleváis media hora lanzándoos puyas e insultos como si fueseis unos críos. ¿Se puede saber cuál es vuestro dichoso problema?
-Pero Cyn, ha empezado él, me atacado sin que yo... -el tono lastimero de Leiftan hizo que me girase hacia él, y me habría hecho sonreír en otras circunstancias.
-No tendrías que haberle ech...
-"Cyn, íl mi hi itiquidi..." ¿cuántos años tienes? -se burló Nevra, sacándome aún más de mis casillas. Lo encaré de nuevo.
-¡¿Cuántos años tienes TÚ?! -le solté, con un grito agudo nada profesional.
-Parece ser que más que vosotros. Yo...
-¡¡Cómo vuelvas a decir algo de que han pasado siete años no respondo de mis actos, escúchame bien!! -Grité, volviéndome completamente hacia Nevra. Leiftan posó una mano tranquilizadora sobre mi hombro, recordándome por un segundo que aquella batallita no había empezado así y que ni siquiera iba conmigo.
Perfecto Cyn, ya estás otra vez gritándole a Nevra, justo como habías prometido No Hacer.
-¡¡Eres tú la que se comporta como una cría!! -La réplica del vampiro no hizo más que avivar mis ganas de gresca.
-¿YO?
-¡SÍ, GRITANDO Y DEFENDIENDO A ESE TRAIDOR! -Estalló.
-Nevra...
Ya está, ya está. Se acabó.
-¡ESE TRAIDOR SE HA SACRIFICADO POR ESTE PUÑETERO MUNDO! ¿Y SE SUPONE QUE TÚ ERES EL ADULTO MADURO? -Estallé a mi vez, sujetándole peligrosamente por la tela del kimono que cubría su pecho y sacudiéndolo. Había crecido hasta un poco más en todo aquel tiempo, así que me vi de puntillas para intentar acercar mi rostro al suyo, amenazante. Nevra solamente entrecerró los ojos y su voz bajó de tono a uno menos estridente pero más peligroso.
-Cyn, te lo advierto, si me vuelves a poner una mano encima...
-No te atrevas a amenazarla. -la fría voz de Leiftan a mi espalda me desconcentró por un momento, y aflojando mi agarre, me volví hacia él. Nevra dejó de mirarme para volver a centrar su ira en el otro muchacho. Sonrió con sorna, pero en sus ojos seguía leyéndose el enfado.
-¿Ah sí? Es verdad, eres un noble caballero en pos de su alma gemela. ¿Qué vas a hacerme? ¿Lo mismo que le hiciste a...?
-¡NEVRA! -Volví a zarandear la tela por la que la tenía sujeto.
-¿Eso es lo que quieres, no? Pues bien, estaré encantado de...
-¡LEIFTAN! -Me giré escandalizada otra vez hacia el aengel, poniendo una mano en su pecho para empujarlo lejos del vampiro que seguía teniendo sujeto. Si se iban a matar, me iba a pillar en medio.
Y esto es lo que pasa cuando intervienes, genio.
-Vamos, demuéstrame que sigues siendo el mismo traidor que..
-¡¡QUE OS CALLÉIS LOS DOS!!
-¡Cállate tú!
-Cyn, será mejor que no te metas. -Leif intentó retirar mi mano de su pecho pero en lugar de eso agarré sus ropas con fuerza, como ya estaba haciendo con Nevra. Inspiré profundamente, preparada para soltar el grito de mi vida.
-¡ESCUCHADME BIEN LOS DOS, NO SOIS MÁS QUE UNOS MALDITOS....!
-Ejem. -un sonoro carraspeo cortó mi frase por la mitad. Mis compañeros de trifulca se detuvieron también en seco, girándose hacia la fuente del sonido que había interrumpido nuestra batalla campal. Feng Zifu nos miraba con gesto serio e inexpresivo. - ¿Puedo saber a qué se debe esta...conmoción?
Un silencio total e incómodo se impuso. Feng Zifu, brazos cruzados sobre el pecho, paseó la mirada sobre la estampa que debíamos de presentar y alzó una ceja al toparse con que mis manos seguían sujetando fuertemente a los dos muchachos. Como pillada en falta, los solté al momento. Al verse libres los dos dieron un paso atrás rápidamente, alejándose de mí y del otro. Leiftan carraspeó mientras se colocaba las ropas, y Nevra hizo lo propio mientras mascullaba algo que, por suerte para él, no logré escuchar.
-Mis disculpas, Feng Zifu. -Con aire aún enfadado, el vampiro inclinó levemente la cabeza al pasar junto al fenghuang y abandonó el pasillo. El anciano clavó su mirada penetrante en nosotros dos, y sin mediar palabra, abandonó también el lugar. Miré a Leiftan de reojo.
-Bueno...eh...
-Perdona Cyn, pero creo que será mejor que vaya también. - Leif suspiró, visiblemente cansado.
Ah no. No me he dejado los pulmones ahí para nada.
-¡Espera! -Volví a sujetar a Leiftan por el borde de su capa, y este me miró interrogante. - Verás...eh...bueno, te estaba buscando... he ido de misión esta mañana y me han herido...
Dejé caer el silencio teatralmente, aunque tras ver cómo les había agarrado y gritado a Nevra y a él, dudaba mucho que pudiese jugar la carta de Humana Visiblemente Herida y Vulnerable. Pese a todo el chico me miró preocupado.
-...y me preguntaba sí...la verdad es que hasta que no me enseñaste a usar mis poderes, no tenía ni idea de qué hacer con ellos, y ahora tampoco sé cómo despertarlos de nuevo. Necesito aprender a defenderme ahora que... - no está Valkyon- todo ha cambiado, y creo que si supiese usar esos poderes sería lo suficientemente fuerte. Sé que has dicho que no quieres saber nada de nadie, pero...
-Lo siento Cyn. - Leif posó una mano comprensiva sobre la mía, y deshizo el agarre que tenía sobre él. Suspiró de nuevo.- La respuesta es no. No volveré a luchar.
-Pero...¡solo te pido que me enseñes a defenderme! Así, si en el futuro necesitan un aengel, tú no tendrás que...
-Yo no soy un aengel. Y es mejor que no te juntes demasiado conmigo.
Clavé mis ojos en los suyos.
-Sí lo eres. Y eres lo único que me queda, por favor...
El chico volvió a mirarme con ternura y tristeza. Ya habíamos pasado por esto.
-Lo siento Cyn, pero ya sabes mi respuesta. Sé que podrás hacerlo tú sola, y lo mejor es que no te acerques a mí.
-¿Qu...?
-De veras que lo siento, pero es lo mejor. - Y soltando mi mano, el chico me dio la espalda y abandonó el pasillo. Me quedé unos segundos en el sitio, en shock. ¿Qué no me acerque a él?
-¡Leif, espe... ¡LEIF! ¡NO PUEDES OBLIGARME A ESO! - grité desesperada, pero hacía ya unos segundos que había desaparecido de mi vista. Me quedé allí durante unos minutos más, sin saber qué hacer o qué pensar.
Mierda.
¿Qué iba a hacer ahora?
Durante unos segundos todos los pensamientos negativos que ya habían amenazado con sepultarme irrumpieron de golpe en mi cabeza: estaba sola, había pasado mucho tiempo, Nevra no era el mismo, todo había cambiado, Leiftan no me quería a su lado...
Oh, por el Oráculo, ¿qué voy a hacer?
Abatida, paseé la mirada por mis manos hasta que me percaté que el vendaje de mi brazo se había ido al traste, seguramente como daño colateral de la refriega en la que había participado. De forma automática y apática, arrastré los pies hasta la enfermería.
-Hola, Ewe, vengo a que me...-la frase quedó en el aire al no encontrarme con la cálida bienvenida de la elfa. Barrí la estancia con la mirada para descubrir que se hallaba junto al familiar que habíamos rescatado. Parecía estar recitando un encantamiento, así que simplemente me quedé allí quietecita y callada, esperando por mi turno.
Unos minutos más tarde la muchacha pareció rendirse y con un suspiro, se giró hacia mí.
-¿Pasa algo? -pregunté, intentando echar un vistazo por encima del hombro de Ewe. El pequeño cervatillo se encontraba sobre la camilla, con los ojos cerrados y respirando entrecortadamente. No tenía buena pinta.
-¿No habrás visto a Koori, verdad? - sacudí la cabeza y Ewelein suspiró de nuevo. - El pequeño se encuentra muy grave. Parece que tiene algo más además de la herida..ya que estás aquí, ¿podrías hacerme un favor?
-Claro, ¿voy a buscar a Koori?
-No, necesito que me traigas una decocción de tréboles de la fortuna.
-Eh, claro, claro...-asentí,no muy segura de acordarme de la forma de aquellos tréboles. - Ahora mismo voy a buscarlos. ¿En el jardín habrá, o tendré que volver al bosque?
-Basta con que vayas al laboratorio. - Sonrió la elfa, y yo dejé escapar un ruidito de alivio.
-¡Ah, eso es otra cosa! Estaré de vuelta en treinta segundos, ya verás!
-La verdad es que, Cyn...
Pero ya había abandonado la sala a toda velocidad.
....
Y la puerta no se abría.
Volví a intentar girar la manilla, sin éxito.
¿Ahora cierran de llave el laboratorio? Esto con Ez no pasaba...
Pasé pues a la segunda fase del plan: llamar educadamente. Tras dos o tres toques educados sin respuesta, mi paciencia comenzó a disminuir y opté por aporrear la puerta.
Nada.
¿Quizá no haya nadie...?
Acerqué el oído a la madera, y tras unos segundos pude escuchar un grito de euforia.
-¡Por fin! ¡LO SABÍA! ¡Sabía que este descubrimiento...!
-¿Huang Chu...?- musité, aunque no estaba todavía segura. Volví a aporrear la puerta y esta vez, la voz se dirigió a mí.
-¡Lárgate, Mathieu! ¡Ya te he dicho que no molestes!
Sí, o es Huang Chu o soy yo, y yo estoy aquí fuera así que...
-¡¿Cómo que Mathieu?! ¡Huang Chu, soy Cyn! Ábreme por favor!
No hubo respuesta, así que volví a alzar el puño para asestarle otro golpe a la madera cuando la hoja de la puerta se deslizó silenciosamente, haciéndome perder el equilibrio. Por suerte la muchacha parecía tener buenos reflejos, y se apartó grácilmente de mi trayectoria de caída, permitiendo que me reuniese con el suelo.
Ahora me odiará como odia al estúpido de Mathieu.
Para mi sorpresa la chica dejó escapar una risita que intentó contener a duras penas cuando me giré hacia ella.
-Perdona...¿Estás bien?
-S-sí, perdona por haber irrumpido así en tu laboratorio y en tu descubrimiento. -Murmuré, incorporándome rápidamente e intentando recuperar la dignidad perdida. -No te habría molestado si no fuese una urgencia, de verdad...
-No pasa nada. Si es una urgencia, adelante, pasa.
Paseé la mirada por la estancia, en busca del descubrimiento de Huang Chu, pero en su lugar me sorprendió el orden reinante.
-Woah, nunca había visto esto tan ordenado...
La chica sonrió, complacida.
-Gracias, es fundamental para trabajar bien. Por cierto, ¿al final en que Guardia...?
-Obsidiana. - Contesté automáticamente. Luego me di cuenta de que quizá había sido demasiado brusca y me dispuse a disculparme, pero la expresión de Huang Chu me dejó descolocada. Más bien, ella parecía descolocada.
-Ah, qué...bien...
-¿Pasa algo...? - sacudió la cabeza enérgicamente, azorada, y tras carraspear, recuperó la compostura que parecía caracterizarla. Alcé levemente una ceja.
Aquí sí que pasa algo.
-Te daré dos consejos entonces: no olvides que tu guardia no te define, y sobre todo, que no siempre tienes que obedecer a tu jefe.
-¿Oh? No creo que a mi jefe le vaya a hacer mucha gracia ese consejo... - sea quién sea mi jefe.
-Eso da igual, aunque fuese yo tu jefa te diría lo mismo. -La chica se encogió de hombros mientras yo intentaba dar forma al increíble poder de respuesta que me había proporcionado ese consejo. Ya tenía en qué escudarme (y a quién echarle la culpa) cuando quisiese molestar a cualquier miembro de la jerarquía. Sonreí, absorta. - ...imagina que soy tu jefa.
-¿Eh? ¿Eh? Sí, claro...imagino. Dime.
-Y te doy una orden que te parece inadmisible. -Asentí como una alumna presenciando la lección de su vida. -No tienes porqué seguirla ciegamente.
-¿No?
-No. Puede que lo haga por rencor, o que esté siendo manipulada, amenazada o hechizada, o simplemente busque hacer el mal...
-Ajá.
-No tienes forma de saber cuáles son mis razones. Por eso es tu deber desobedecer a tu superior si consideras que lo que te pide no es ético o adecuado. ¿No te parece?
-Sí, tiene sentido. -titubeé, ya que aunque había seguido su hilo argumentativo, mi cabecita solo estaba buscando las formas de usar aquella nueva arma en mi favor.
-Sin embargo, tengo que aclarar una cosa...-susurró Huang Chu, haciéndome un gesto para que me acercase. ¿Qué más podría revelarme? ¿Algo aún más importante y controvertido que me sirviese para vengarme de Nevra, quizá?-No le digas nunca nada de esto a Mathieu.
Parpadeé un par de veces, sin entender de todo aquella frase. Después sonreí ladinamente y le tendí la mano.
-Por lo que a mí respecta, eres una autoridad indiscutible.
Huang Chu me devolvió la sonrisa y me estrechó la mano.
Oh, nos vamos a llevar muy bien.
-No sabes lo que es lidiar con él a diario.
-Y espero no saberlo...-mascullé. - De todas formas, si ha sido culpa del test como dice él, ¿no se puede hacer nada?
-¡Ya se lo he dicho a todos los miembros de la Etincelante! Pero no hay manera. Sé que no es culpa suya tampoco, pero es agotador soportar a alguien que está donde no quiere estar.
Uf, tendrías que haberme visto a mí hace siete años.
-Además no nos entendemos. Ya sabes, cuando hay una incompatibilidad de carácter...
-Bueno, no sabría decirte si eso me ha pasado...-me mordí el labio, pensativa. - Es verdad que no he estado muy fina con Nevra, pero tampoco lo llamaría así...
-No me refiero en ese sentido. Imagínate, tú y Lance, por ejemplo. - La chica soltó aquello con tanta ligereza que casi me atraganté con la saliva. - Nunca os entenderíais.
-¿Qué...? Yo no llamaría "incompatibilidad de carácter" a la relación que tendría con alguien que ha intentado matarme y ha asesinado a...
-¿Pero ves el ejemplo? Pues lo mismo me pasa con Mathieu. - Continuó la muchacha, ajena a mi cara de espanto.
-Vale que Mathieu es cargante, pero no creo que... -comencé, pero la chica seguía echando pestes sobre nuestro amiguito sin escucharme. Todavía algo molesta por la mención a Lance, recordé a lo que había venido y corté su discurso. - Perdona que te interrumpa, me encanta hablar contigo, de verdad, pero venía por una urgencia...Ewelein me ha pedido una decocción de tréboles para tratar a un familiar herido y...
-Oh, dísculpame por haber cambiado de tema. Ahora mismo te lo busco.
Diligentemente Huang Chu se dirigió a una estantería en concreto, y sin perder un segundo tomó uno de los frascos para acto seguido tendérmelo. Me quedé unos segundos parada, sorprendida ante su eficacia.
-Gr-gracias. En fin, me voy, Ewelein estará esperando. -Y con esas, eché a correr dirección a la puerta. -¡Un placer hablar contigo Huang Chu, deberíamos tomar algo algún día!
-¡Cyn! ¡Menos mal que llegas, el seifaun está sufriendo una crisis!
-Perdona Ewe, tuve unos problemillas y...bueno, toma. - Le tendí el frasco y retrocedí unos pasos, en parte porque no quería ser una molestia, y en parte porque tampoco me apetecía ver al pobre animalillo sufrir. Me quedé allí quieta y callada por si se necesitaba algo más de mí, hasta que tras unos agónicos minutos regados por los grititos lastimeros del familiar, todo pareció volver a su lugar y el animalito se calló y recuperó su ritmo respiratorio normal. Ewelein parecía extenuada.
-Creo que...necesito dormir un poco. -La miré con preocupación: por lo visto recitar todos aquellos encantamientos y demás había drenado su energía. Le dediqué una sonrisa tranquilizadora y me senté junto al familiar.
-Vete a dormir, yo lo vigilo.
La elfa desapareció tras la cortina que separaba una de las camillas y poco después pude escuchar su respiración acompasada. Por mi parte, observé al bichito que dormía plácidamente, hasta que un movimiento demasiado brusco por mi parte pareció despertarlo. Abrió lentamente los ojos y me preparé para entrar en pánico, pero al contrario de lo esperado, no parecía asustado ni intentó huir. Me miró con curiosidad y poco a poco se fue acercando.
No te muevas, Cyn, no te muevas...
-¡Ay! - di un respingo cuando el pequeño saltó sin previo aviso sobre mis rodillas. Volvió a mirarme y le devolví una mirada cargada de pánico, pero parecía bastante más tranquilo que yo. Bostezó y se hizo bolita sobre mi regazo antes de volver a dormirse. Posé tímidamente una mano sobre su pelaje, pero no pareció importarle o al menos, despertarle.
Piensa que es un gato, Cyn. Al menos es suave, peor podría ser tener que acariciar un Corko...
El recuerdo de mi antiguo familiar me produjo una sensación agridulce. Sonreí algo entristecida mientras acariciaba el lomo del animalito.
El tiempo pasó sin que me diese cuenta, y solo la voz de Ewelein me devolvió a la realidad.
-Qué adorable. Veo que os habéis hecho amigos.
-¿Qu...?! ¡Oh, Ewe, vaya susto! - suspiré, pero el sobresalto hizo que el seifaun se despertase. Lo acaricié un poco más para tranquilizarlo.
-Parece que te ha adoptado, ¿Eh? -La elfa me sonreía, encantada. -Quizá deberías adoptarlo tú a él, ahora.
-¿En serio? ¿Puedo? - Alterné la mirada del seifaun a Ewelein, ambos mirándome esperanzados. - Es-está bien, ¿vas a ser mi familiar entonces?
El bichito me lamió la mejilla en toda respuesta.
-Parece ser que está de acuerdo. ¿Cómo vas a llamarlo?
Observé al cervatillo durante unos instantes, antes de mirar a Ewelein con cara de iluminación.
-¿Puedo llamarlo...Corko?
La elfa me miró confusa durante unos segundos, luego pusó los ojos en blanco y sonrió.
-Haz lo que quieras...
FIN
Bueno bueno, pues esto es todo por el momento.
Espero de todo corazón que os haya gustado o que al menos os haya tenido entretenidos un ratito mientras esperamos por el episodio 3~
Y también espero que os haya gustado el dibujito que he hecho para ilustrar el episodio, me sentía inspirada (?)
En fin, como siempre os digo, todo comentario, crítica, amenaza, alabanza, idea y demás son bien recibidos y os leo atentamente mientras maquino cual será la idea que usaré para el próximo fic~~
Hasta aquí la entrada de hoy, nos leemos~~
Soy la primera!!!
ResponderEliminarEstá genial Lyn, ya quiero ver el episodio 3
Me gusta mucho como lleva el "luto" tu Erika. Osea yo pienso que deberíamos recordar a nuestro anterior Li con mucha pena. También me gusta los sentimientos de soledad por el trol De Leif y Nevra Dx
(Chrome, menos mal que has crecido...si esto pasa hace siete años, estaríamos jodidos...¿quién me arrastraría al QG?
-Vamos Cyn, ya llegamos.
-...aunque bueno, estaba Valkyon. Siempre estaba Valkyon.)
Ésta parte me llegó el corazoncito qwq T^T
Y que genial el dibujo!!! A la espera del siguiente episodio! (a ver también cuando lo publican en el juego ¬¬)
Hola!!
EliminarMuchas gracias jo <3 me alegro mucho de que te haya gustado, tanto el fic como el dibujo ;; muchas gracias por leer y venir a comentar <333
Gracias, gracias, todo lo hago como labor pública (???) y respeto mucho tu decisión, yo pienso serle fiel también en la cuenta que tenía para él jusjus
ResponderEliminarLo habrá, don't worry òwó)9 gracias por leer y venir a comentar en casi todas las entradas, te adoro como fan incondicional <3
see you~~