domingo, 3 de abril de 2022

Randomdarya. El regreso de Valkyon (fic AU)

Hi again, queridos míos!

Bueno bueno, no sé si sabéis que os vengo a traer. Si sois fieles seguidores de este caos que es mi blog, recordaréis que para San Valentín os dejé votar y elegir el tema, y había salido un Muy Interesante ValkyonxGardixLance. La verdad es que me costó un montón escribir el fic porque yo y el romance no casamos bien, y si no lo habéis leído pues aquí lo tenéis: click! El caso es que cuando me había puesto manos a la obra me di cuenta de que lo que llevaba escrito era demasiado dramático e intenso para un fic de San Valentín. Me dio pena borrarlo así que lo guardé para acabarlo más tarde.

Y ESE DÍA HA LLEGADO.

Así que lo que aquí os presento es un Pedazo de Drama de Hurt&Confort de los de toda la vida, la tragiquísima historia de Valkyon x Gardienne x Lance ok no, no es para tanto, no me hagáis caso. El qué pasaría si Valkyon regresase a la vida después de que mi niña Cyn hubiese rehecho la suya con Lance.
Obviamente este fic es totalmente un AU y no tiene nada que ver ni con la historia de NewEra, ni con la historia de mi fic random, es solo por el placer del drama. Siento el par de easter eggs que os he metido, pero sin darme cuenta ya había escrito un trecho con los personajes de mi fic  (???) así que bueno, nunca es mal momento para hacer autobombo. Si no sabéis quienes son Landrah y Kaelan, os remito a fic: aquí os dejo el último capítulo en salir, el 6, donde están listados los demás!
Espero que os guste la versión DRAMA del fic de San Valentín 2022~
De paso os dejo la playlist que me puse en repeat mientras escribía esta joya, por si queréis más ambiente para llorar durante las partes intensas (?) Click!


Disclaimer: liencias artísticas, poéticas, históricas y románticas a punta pala.


En fin, al tema, espero que os guste <333:

Randomdarya. El regreso de Valkyon


La vida en el cuartel había cambiado, de aquello no cabía duda, pero por fin sentía que había vuelto a integrarme en ella. Me había costado, había tenido mis más y mis menos con todos y cada uno de sus miembros, pero tras misiones, convivencia y mucha paciencia, todo parecía haber vuelto a su cauce. Nunca sería como antes; de vez en cuando la melancolía me envolvía de nuevo, pero tal y como me habían dicho en su momento, con el tiempo había sido más fácil pasar página. 
Mi nuevo jefe de guardia había ayudado bastante a ello.
No sabría decir como había sucedido, pero con el pasar del tiempo, y tras tener nuestros más y nuestros menos, logré aceptar que se trataba de una buena persona, y comencé a confiar en él como no había vuelto a confiar en nadie desde mi despertar. Pasábamos más tiempos juntos, descubriendo poco a poco que, pese a nuestro turbulento pasado, teníamos más cosas buenas en común. Nos compenetrábamos bien. Con el tiempo nos convertimos en un buen combo en misión, y nos hicimos buenos amigos.
 Y finalmente nos enamoramos.
Seguía teniendo miedo, seguía sintiendo que no tenía derecho a ello; por irónico que pareciese, él también pensaba lo mismo. Así que tras superar nuestras reticencias, aceptamos torpemente que nuestros sentimientos eran correspondidos y que reprimirlos no era la solución. Hacíamos una pareja extraña; discutíamos bastante. El amor no me había hecho ser menos combativa, y que el chico disfrutase poniéndome de los nervios no ayudaba. A veces me recordaba a Valkyon, y aquello me causaba una punzada de dolor y arrepentimiento en el corazón. Pese a ello, hice todo lo posible por enterrar esos pensamientos y centrarme en que por fin había alguien para mí. Alguien dulce y atento, pese a que a veces me sacase de mis casillas o buscase provocarme porque le gustaba ver la pasión que me invadía cuando discutía con él. Era un chico peculiar, aquel dragón, pero yo también era un espécimen raro; quizá pese a todo, sí estuviésemos hechos el uno para el otro.
Por primera vez en mucho tiempo, podía decir que era feliz. 


Sin embargo, pocos meses después, mi recién ganada estabilidad empezó a tambalearse. 

Tal y como había desaparecido, la isla de Memoria volvió a aparecer. No sabíamos a ciencia cierta cuánto tiempo había pasado, ya que la Guardia se había enterado del acontecimiento por mera casualidad. No obstante, de la noche a la mañana se transformó en una de las preocupaciones principales del Consejo, y no era para menos; al haber desaparecido con nuestro despertar, el que hubiese regresado podía estar relacionado con algún otro acontecimiento crucial para Eldarya. 
Para mí fue una noticia agridulce, porque su regreso me daba cierta paz: no en vano aquel era el lugar sagrado de los dragones, donde supuestamente el alma de Valkyon tendría que descansar. No obstante, no estaba segura de querer saber nada al respecto; era una herida que me había costado mucho cerrar y que prefería no tocar, por lo que intenté distanciarme todo lo posible del tema.
Sin embargo, la Guardia no parecía compartir mis planes. La situación de los portales y la Tierra seguía siendo la principal preocupación, por lo que la mayor parte de los esfuerzos se habían centrado en eso, haciendo que efectivos importantes, como Lance o Nevra, estuviesen continuamente en misión. La aparición de la isla fue repentina y no parecía presagiar nada bueno, por lo que el Consejo dictaminó enviar de inmediato una pequeña misión de reconocimiento, compuesta idealmente por gente que ya hubiese estado en la isla antes de su desaparición. Como aengel y mano derecha de Lance en la Obsidiana, y dada mi desgraciada historia en aquel trozo de tierra, fui una de las primeras candidatas. En ausencia del dragón, Leiftan era la segunda persona más adecuada, por lo que se nos encomendó la misión junto con una pequeña escolta, para no llamar aún más la atención ni generar un pánico innecesario. 
No era más que una misión como otra cualquiera, o de eso quería convencerme, pero me resultaba imposible mantener a raya el nerviosismo que me suponía pensar en pisar aquella isla de nuevo. Nada bueno había pasado allí y los dramas del pasado estaban demasiado frescos en mi mente. Seguramente mis reticencias se habían podido leer claramente en mi rostro y Huang Hua había tenido la delicadeza de ofrecerme la opción de rechazar la misión y dejársela a otra persona, pero en el fondo sentía que era mi responsabilidad.  En parte, se lo debía a Lance; aunque el chico estaba en otra misión, si yo rechazaba ir él sería la siguiente persona más adecuada para investigar la zona, y estaba segura de que para él sería aún más duro si cabe.
Venga Cyn, solo tienes que ir, comprobar que todo sigue igual y volver triunfante. Seguro que Lance estará orgulloso cuando se lo cuente. 


Desembarcamos en la playa, que seguía aparentemente como la había visto por última vez hacía siete años. En general, a medida que avanzábamos, todo parecía como siempre. Quizá el tiempo siempre estuviese detenido en aquel lugar; dado todo el trasfondo mágico con el que cargaba, no me extrañaría en absoluto. Leiftan parecía ser de mi misma opinión, a juzgar por la mirada crítica con la que analizaba hasta las piedras del tortuoso sendero que nos llevaba al corazón de la ciudad abandonada.
—Esto está un poco abandonado...—murmuró Mathieu una vez entramos en la plaza, en la que la fuente con la estatua parecía seguir igual. El agua era cristalina y las hierbas y nenúfares crecían ajenos a todo.
—Siempre estuvo así. —Repuse, y aunque estaba segura de que se debía a la naturaleza del lugar, no dejaba de analizar hasta la más mínima grieta buscando un cambio. Pero nada. Miré a Leiftan en busca de apoyo para mis teorías. —¿Es normal que este así? Que no haya cambiado...¿nada?
El muchacho me dedicó una sonrisa débil, encogiéndose de hombros.
—No lo sé, pero no lo descartaría. Incluso cuando la...visitamos por primera vez, había permanecido inalterable durante siglos. No creo que siete años hayan sido...
—Siete años y una desaparición. - Apunté yo, y llevada por una nueva idea, me acerqué para rozar la piedra de la fuente. Mi mano fue recibida por el áspero y sólido tacto de la piedra, descartando que todo aquello fuera una ilusión...o al menos, una de mala calidad. Landrah pareció comprender mis intenciones, y sin mucho miramiento le dio una patada a una de las columnas caídas y agrietadas que reposaban por aquí y por allá. La punta metálica de sus botas hizo que la grieta se abriese más y que el trozo de mármol se partiese con un "crack" sordo, haciendo que sus pedazos golpeasen el suelo sonoramente. El ruido no fue mucho pero el eco y el total silencio del lugar lo amplificó. Una bandada de familiares, seguramente drayafels, echó a volar desde una de las montañas que rodeaba la ciudad. Leiftan y Mathieu alzaron una ceja reprobatoriamente, pero la chica ni siquiera los miró.
—Sí, todo parece bastante real, la verdad. —Comentó, cruzándose de brazos. 

Investigamos a fondo el resto de las ruinas, rodeados por una brisa cálida y familiar que sin embargo no lograba apaciguar mis nervios. El anormal silencio de aquella isla siempre me había puesto los vellos de punta, y aunque en esta ocasión no teníamos que buscar a ningún enemigo oculto, no podía evitar estar en guardia. 
Aquí no hay nadie Cyn, ya no está la loca de MarieAnne y Lance ya no es.... Lance ahora está contigo. No hay nadie aquí. 
Las ruinas de la academia, así como los innumerables tomos que se apilaban llenos de polvo en sus estanterías, parecían seguir en su sitio. La luz del orbe mágico que había conseguido crear iluminaba bastante bien la estancia, y aunque Mathieu había preferido observar con aire aburrido desde la puerta, Landrah había entrado a curiosear con nosotros. La chica sacaba y volvía a guardar sin ningún tipo de cuidado aquellos viejos tomos, haciendo que algunos soltasen polvillo o que incluso sus propias tapas se desprendiesen ligeramente. Leiftan la miraba con cierto horror, aunque notaba que el chico se veía incapaz de llamarle la atención. 
—Podría llevarle uno a Kaelan, de recuerdo. ¿Cuál crees que le gustará?— Murmuró la chica, subiéndose a una de las ruinas para alcanzar una de las estanterías superiores. Me acerqué para cotillear con ella, pero aquellos libros no estaban en un idioma que yo supiese entender. 
—Chicas, creo que no es...—comenzó Leiftan, pero su voz se vio solapada por la de la enana.
—¿Crees que esto es élfico? — Comentó, mostrándome una página al azar de un ajado tomo con las páginas amarillentas.
—¿Me lo preguntas a mí? —Repuse, girándome hacia nuestro compañero. —Leif, ¿esto es élfico?
El chico suspiró, se acercó y tras echarle un vistazo por encima de mi hombro, volvió a suspirar.
—Sí, aunque no creo que...
—Perfecto, este servirá. —Concluyó triunfalmente la muchacha, y se guardó el libro en el zurrón. 
—Landrah, no puedes...
—Eh, espera, ¿esto también es élfico, no?— Dije, ojeando las páginas de otro tomo, cuyo lomo parecía decorado con dibujos de plantas. Se lo mostré orgullosa a Landrah.— Yo le voy a llevar este.
Mi amiga alzó una ceja, cruzándose de brazos con cierta diversión pintada en el rostro.
—¿A Kaelan?
—Claro, a quién si... —me detuve, pillada en falta. Carraspeé. —A-a Lance, claro, a Lance...
—Chicas...—Leiftan intentaba, sin éxito, intervenir y evitar el expolio que estábamos llevando a cabo con fines poco éticos. Su leve queja no llegó a nuestros oídos, ya que Landrah todavía me estaba mirando con cierto aire censurador.
—Está bien, ¡demonios! ¡Es para Kaelan! ¿Por qué no puedo llevarle un recuerdo yo también?
—Porque ya tienes novio. — Rebatió la chica, quitándome el tomo y posándolo en una estantería al azar antes de darme la espalda y echar a andar hacia la puerta. Leif suspiró con cierto alivio al ver que al menos íbamos a dejar de robar cosas.
—Oh, vamos, Lan', es mi amigo, ¡solo le llevo un regalo a mi amigo! —Rebatí, y volví a escurrir el libro dentro de mi bolsa antes de salir detrás de ellos. —Además, nunca está de más... 

Las continuas intervenciones de Landrah contribuían a exasperar a Leif y poner nervioso a Mathieu, pero en mi caso me ayudaron a calmarme y el resto de la inspección de las ruinas fue mucho más llevadero. El sol comenzaba a ponerse y las colinas que rodeaban la ciudad proyectaban ya su larga sombra sobre la plaza. Llegados al teatro, solo nos faltaba por comprobar la parte de los templos sobre el acantilado. Leiftan sugirió que lo dejásemos para la mañana siguiente y así partir tras dar un último repaso a la zona, pero la idea de pasar un día más en aquella isla no me ilusionaba para nada. La idea de pulular por ella de noche tampoco se me hacía muy atractiva, pero el sol no se había puesto aún y tampoco nos quedaba mucho por comprobar. No me costó convencer a Mathieu y Landrah de que subiésemos a echar un vistacito rápido a la parte superior del acantilado. 
El camino seguía siendo el mismo: a penas un sendero abierto entre la maleza, en el que sin embargo no parecía haber huellas del paso humano. Tras caminar unos metros entre brezos y arbustos, llegamos a la planicie que daba paso a lo poco que quedaba de los templos. La luz anaranjada de los últimos rayos de la tarde los iluminaba ya casi desde abajo, cada vez más cerca de fundirse con el horizonte. El viento, que en mis recuerdos azotaba aquel lugar con fuerza, parecía haberse calmado y solo una suave brisa, ya fresca, movía las hojas de la vegetación. Todo parecía, al igual que el resto, igual que siempre. Cuando me giré para encarar a mis compañeros, vi una cierta aprehensión en el rostro de Leiftan, que intentó sonreírme cuando se percató de mi mirada.
—Cyn, creo que ya vale. No hace falta que vayas... —Sacudí la cabeza, sonriendo ante la consideración del chico. Podía sentir perfectamente la lástima que sentía al recordar todo lo que había pasado en aquel lugar. Por mi parte intentaba centrarme solo en la misión, y no en los recuerdos que allí había enterrados.
—No pasa nada, no te preocupes. Será solo un vistazo rápido. 
—Podemos dividirnos para explorar la zona, si queréis. No es mucho terreno y todos estaremos en el campo de visión del resto. Así será más rápido.  —Propuso Mathieu, lanzando una mirada al atardecer sobre el mar. La brisa se estaba volviendo algo más fuerte a medida que la luz disminuía. Asentí antes de que Leiftan pudiese objetar nada, y me dirigí a una de las ruinas, viendo como mis compañeros avanzaban hacia el resto. 
Una vez más, todo parecía igual que siempre. La luz bañaba los restos de las columnas amontonados aquí y allá, y entre las grietas de las baldosas crecían pequeñas plantas, aprovechando el abrigo que la roca les daba del viento implacable. No obstante, algo llamó mi atención: una sombra extraña, oculta tras una de las grandes bases de las columnas. Instintivamente llevé mi mano al puñal, aunque en seguida pensé que en caso de necesitar defenderme, mis poderes iban a ser más útiles. Pese a todo, tomé el arma y me acerqué con cuidado por uno de los lados, intentando ver de qué se trataba. Un extraño gruñido me sobresaltó y el dueño de la sombra salió de un salto de su escondite: un enorme drayafel. O bueno, enorme en términos de drafayel; más o menos debería ser del tamaño del familiar de Lance. Por lo visto aquella extraña mutación parecía haber llegado hasta allí también. El animal me miró, posado sobre la base que en otros tiempos había sujetado una columna de mármol, y volvió a sacudirse. Una rápida mirada me hizo ver que tras él había una especie de nido. El bicho no apartó la mirada de mí, y comprendí que lo más sensato era dejarlo en paz. No me creía capaz de mirar a Lance a la cara si le contaba que un drayafel me había perseguido por acercarme a su nido. Lentamente retrocedí y salí del templo en ruinas. 
Bueno, pues ya estaría...¿um?
Unos metros más allá, aterrizó otro drayafel. El animal me observó pero no me prestó mayor atención y con paso cómico siguió andando hacia el borde del acantilado, tras uno de los templos.
¿Qué es esto ahora, un resort para dragoncitos? Quizá a Lance le hubiese gustado venir y... o no. No creo que pudiese con tantos recuerdos. Ni siquiera yo...
Me alejé de las ruinas, oteando rápidamente el horizonte en busca de mis amigos: unos metros más allá, Leiftan esperaba sentado sobre un bloque de piedra. Entre las matas de brezo se podía ver el pelo de Landrah y entre las ruinas del templo más alejado había una figura que supuse era Mathieu. Saludé a Leiftan para tranquilizarlo, y me dispuse a dirigirme hacia él, ya que había acabado con mi parte. Sin embargo, un nuevo drayafel aterrizó a medio metro de mí. Di un respingo, sorprendida, pero el animal simplemente me ignoró y se dirigió con paso seguro a la parte trasera de las ruinas, al borde del acantilado.
¿Anidarán allí? ¿Me asomaré y habrá una pared entera de nidos de drafayel?
La curiosidad se apoderó de mí, especialmente teniendo en cuenta que hasta hacía cinco minutos no sabía que los drafayels anidasen. Volví a hacerle un gesto a Leiftan para indicarle que iba a mirar algo más, y con sumo cuidado me acerqué a la zona por la que habían desaparecido aquellas criaturas.
No sé si meterte en un nido de dragoncitos es una buena idea Cyn, no tienes aquí a ningún dragón que hable por ti y como crean que vienes a robar huevos o ...
Me asomé tentativamente tras el muro de piedra que me separaba de los dos o tres metros de acantilado que quedaban. Media docena de drayafels parecían dormitar, apurando los últimos rayos de sol que calentaban la pared y el suelo. Unos metros más allá, sentadas justo en el borde, una de esas criaturas hacía compañía a una figura humana recortada a contraluz. 
Por un instante, el mundo dejó de girar. 
Quizá era una alucinación. Quizá era cosa de la isla: aquel lugar nunca había sido del todo "normal". Nunca había pasado nada "normal" en aquel pedazo de tierra extraña. 
O quizá era un truco de mi mente; me había convencido hasta tal punto de que aquella misión ya no podía afectarme, que mi mente se estaba vengando de mí ante mis intentos por suprimir mis sentimientos.
Pero allí estaba Valkyon, de espaldas a mí, al borde del precipicio. 
Como una de las últimas veces que lo había visto.
Tenía que ser mi mente, sí. Era una jugada cruel que me estaba haciendo a mí misma. Tras todo este tiempo de tira y afloja con mis amigos, con este mundo, con mi nueva vida, parece que aun no había aprendido a gestionar bien mis sentimientos y aquello estaba estallando de forma cruel.
Cerré los ojos e intenté respirar profundamente, pero mis latidos desbocados hacían que el aire entrase a trompicones en mis pulmones. Me estaban temblando las rodillas, y la mano que aún mantenía apoyada en la pared se estaba convirtiendo en mi único anclaje a la realidad.
No pasa nada, respira, todo está bien. 
Pero allí estaba. Valkyon seguía allí, por mucho que respirase o abriese y cerrase los ojos.
Es una alucinación, solo eso, ahora solo vete de aquí, solo...Leif, ¿me oyes? ¿Le...
Llamar mentalmente la atención de mi amigo para que intentase sacarme de allí era lo único que podía hacer, necesitaba que alguien volviese a traerme al mundo real. No obstante mis ruegos mentales se vieron interrumpidos por el ruidito característico de los drayafels. El que estaba sentado junto al muchacho inclinó su gran cabeza contra la del chico, llamando su atención y haciendo que comenzase a acariciar su lomo con aire ausente. El animalito parecía complacido, pues comenzó a ronronear. 
Yo comencé a marearme. 
Parecía demasiado tangible para...para ser...pero no podía ser de otra forma, ¿no? Una leve esperanza aliñada con un pánico atroz comenzó a nacer en mi pecho, y de haber podido habría gritado su nombre, pero la voz me había abandonado. Las fuerzas también parecieron dejarme, y el puñal que aún sostenía se escurrió entre mis manos y cayó al suelo con un tintineo metálico, que hizo que el drayafel mirase en mi dirección alarmado, y alarmando de paso al muchacho, que lo imitó.
Seguramente Valkyon dijo mi nombre, dijo algo, pero el palpitar de mis sienes ofuscó cualquier sonido  y solo escuchaba el latido de mi sangre contra el cráneo. Dejé de ser consciente de lo que estaba pasando y solo veía retazos, como si aquello fuera un sueño. Cuando logré volver más en mí, el que había sido mi jefe de guardia se encontraba solo a unos pasos de distancia, observándome con la misma sorpresa y ansiedad que se debían de pintar en mi cara.
—¿Val...kyon...?— murmuré. Estaba algo atontada y no podía evitar recorrerlo con la mirada: seguía siendo tal y como lo recordaba. Su pelo, sus cicatrices...nada parecía haber cambiado. Sus ojos dorados me miraban con cierta aprehensión, como si la que fuera una visión fuese yo. 
—Cyn...¿eres tú, verdad? — Su voz llegó esta vez hasta mis oídos, haciendo que me estremeciese. Asentí torpemente, notando cómo los ojos se me inundaban de lágrimas. 
— Valk...— musité, pero un sollozo ahogado me impidió continuar. El chico ante mi se estremeció, y con paso dubitativo se acercó, rodeándome con unos brazos temblorosos cuyo agarre se hizo férreo una vez me hubo tocado y hubo comprobado que de verdad estaba allí. Permanecí inmóvil, superada por los acontecimientos, pero una vez hubo hundido su rostro en mi cuello y noté el latir de su corazón contra el mío, comencé a llorar. 
Valkyon me apretó aun más fuerte contra su pecho. El volver a sentir aquel calor familiar después de tanto tiempo, después de convencerme que nunca más volvería a sentirlo, era sencillamente demasiado para mí. Era incapaz de controlar mi llanto pese a que bajo mis sollozos escuchaba al muchacho susurrarme palabras tranquilizadoras. Tras unos segundos eternos volví a ser capaz de controlar mi cuerpo y con brazos débiles le devolví el abrazo, notando su cuerpo estremecerse bajo mis manos. 
El muchacho se separó ligeramente, lo que me asustó e hizo que aferrase sus ropas con la poca fuerza que me quedaba. Si ahora mismo desaparecía, no estaba segura de poder soportarlo. Sin embargo solo se incorporó lo suficiente para posar su frente contra la mía; sonreía pese a que las lágrimas también habían trazado un par de senderos por sus mejillas. Una de sus manos fue a acariciar mi rostro, apenas un roce contra mi piel.
—Estoy aquí. —Susurró, al notar que seguía sujetando sus ropas con fuerza. Sus dedos pasearon bajo mis párpados, intentando borrar las lágrimas que no dejaban de caer. —Lo estaré siempre.
Noté el suave roce de sus labios contra mis mejillas; primero una, después otra. Dubitativo, se detuvo a milímetros de mi boca. Todo pudo haber acabado ahí. Y de haberme encontrando en pleno uso de razón, quizá no hubiese ido más lejos. Pero en mi mente solo había espacio para aquel chico, que había sido una de las personas a la que más había querido en mi vida y a la que me habían arrebatado hacía años, dejándome completamente sola en un mundo que me era ajeno. Y ahora estaba allí, de nuevo ante mí, entre mis brazos. Así que ajena a todo lo pasado y presente, busqué sus labios como llevaba deseando hacerlo desde que había vuelto a despertar. 

—¡Cyn! ¿Qué ha...? — No tuve que girarme para comprobar la expresión de Leiftan pues su sorpresa fue tan fuerte que inundó mi mente como una ola, seguramente de la misma manera que habría hecho la mía unos minutos antes. Me separé ligeramente de Valkyon, sin soltarle la mano por miedo a que volviese a desaparecer, y enjuagándome las lágrimas me giré hacia el aengel.
—Supongo que si tú también lo ves, no me he vuelto loca entonces, ¿no? —solté una risita nerviosa, intentando quitarle hierro al asunto. Leif no acertó a decir nada, y poco después Landrah y Mathieu aparecieron tras él. Ambos nos observaban confusos.
Explicarles quién era a Mathieu y Landrah no era fácil, pero aun lo era menos explicar porqué me había afectado tanto su regreso. Sin embargo parecieron sospechar algo y decidieron ahorrarme preguntas complicadas y mayores quebraderos de cabeza que, en mi estado actual, no estaba preparada para tener. Pese a todo, superado el shock inicial y disipada la paranoia de que aquello fuese solo un mal sueño o un truco cruel, mi mente decidió privarme de toda calma. ¿La merecía, acaso? 
Me sentía el peor de los seres sobre aquella tierra por haberme olvidado, aunque hubiese sido por un segundo, de Lance. Una vez nuestros labios se hubieron separado, la realidad me asaltó como un pinchazo amargo. No debería haber hecho eso. Pero...¿podría no haberlo hecho? 


El regreso al cuartel fue para mí como una especie de sueño, algo ajeno a mí, una realidad con la que no acababa de conectar. Valkyon estaba allí, junto a mí, vivo. Tras el estupor inicial, Leiftan se dio cuenta de que mi estado no era quizá el mejor para llevar las riendas de la situación, así que se encargó él de interrogar a nuestro amigo sobre su regreso. Por mi parte, permanecí sentada junto al aengel, pero sin ser capaz de apartar la mirada del dragón. Temía que si le quitaba el ojo de encima fuese a esfumarse. 
Valkyon tampoco tenía muy claro qué había pasado: estaba bastante seguro de haber muerto. Es más, tras nuestra lucha, recordaba haberme visto y presenciar cómo Leif y yo desaparecíamos para siempre en el cristal. Durante los siete años en los que estuvimos dormidos, su alma había vuelto a Memoria aunque a penas recordaba nada de aquello. La desaparición de la isla, que hasta ahora se había asociado a nuestro despertar, fue para él solo un chispazo; un abrir y cerrar de ojos tras el cual se despertó de nuevo, en carne y hueso. Se planteó volver a Eel, pero rápidamente se dio cuenta de que ya no estaba en Eldarya: extraños familiares y nuevas plantas que no reconocía comenzaron a dejarse ver por la isla. Aquello llamó mi atención, por lo lógico de la respuesta: la isla no había desaparecido, solo había sido transportada a la Tierra. Por suerte debió de aparecer en algún punto alejado de la costa, puesto que nadie se acercó a ella. Sin embargo, hacía relativamente poco otra especie de chispazo tuvo lugar, y Memoria volvió a Eldarya, y para sorpresa de Valkyon, él no volvió a ser simplemente un espíritu. No sabía calcular cuánto tiempo llevaba allí, ya que aunque nosotros hubiésemos descubierto la reaparición de la isla hacía unos días, lo cierto es que debían de haber pasado algunas semanas. 

Obviamente su aparición en el cuartel causó un importante revuelo entre los pocos que lo recordaban y lo habían enterrado siete años atrás. Durante unos días apenas pude ver a Valkyon, ya que Ewelein y Huang Hua lo retuvieron entre pruebas médicas, análisis e interrogatorios. Se mandó otra expedición a Memoria para analizar más detalladamente el terreno pero tuve la suerte de que Mathieu sirviese como humano oficial y no se me requiriera allí de nuevo. En cuanto Huang Hua lo hubo soltado, Nevra, Chrome, Jamon, y en resumen los pocos que quedaban de nuestro mundo de hacía siete años lo acapararon por completo. Pese a que al principio me molestó, el visible cambio de humor en Nevra hizo que lo dejase estar, y de paso intentase aprovechar para aclarar mis ideas; lo que al principio era ansiedad por no tenerlo a la vista rápidamente se transformó en aprehensión por cruzarme con él. Además, claro está, Lance también pasó largo tiempo con su hermano, superado el shock inicial que fue el encontrárselo al regresar de su misión. Yo no...había tenido la oportunidad de poner al día a Valkyon sobre nuestra situación, así que le había pedido a Lance que no le dijese nada hasta que...bueno, hasta que lo hiciese yo. Todavía no sabía cómo iba a enfrentar ese hecho. Quizá me estuviese preocupando por nada, en Memoria simplemente nos habíamos dejado llevar por el momento, pero nada me garantizaba que después de siete años sus sentimientos hacia mí fuesen los mismos. Intentaba ignorar la molesta voz de mi cabeza que me recordaba que sus circunstancias se asemejaban bastante a las mías y por tanto para él aquellos siete años podían no haber significado nada tangible. Sinceramente, no estaba aún preparada para enfrentarme a tomar ningún tipo de decisión al respecto. La culpabilidad y los sentimientos reencontrados me carcomían y nunca pensé que algo tan maravilloso como volver a ver al muchacho podría convertirse en una carga tan pesada. Porque yo ya tenía a alguien; a Lance. En parte me alegraba y emocionaba saber que por fin podrían reencontrarse y empezar desde cero, sobre todo porque sabía el peso que Lance cargaba desde hacía siete años. Pero por otro lado...no podía evitar pensar en la situación en la que me dejaba todo aquello. ¿Qué debía hacer?

Vivía muy ocupada con mi crisis interna, tanto que comencé a evitar a Lance también, por si acaso. El chico no era tonto y en seguida comprendió a que se debía mi sigilo al salir o entrar de su habitación y la distancia de unos dos metros que mantenía en público con él, pero no dijo nada. Solo tras cierta ocasión, en la que me había tirado tras unos arbustos al ver la silueta de Valkyon mientras acompañaba a Lance a entrenar, el muchacho me había recomendado que hablase con su hermano de una vez. Así que haciendo de tripas corazón, sin tener claro qué iba a decirle, decidí seguir su consejo. 
Lo encontré, como siempre, en el cerezo, donde no le habían pasado inadvertidas las dos estatuas que ahora decoraban el lugar y que renovaban mi vergüenza ajena cada vez que entraba allí. 
Son...bonitas. 
Comentó por todo saludo el chico, que seguía contemplando las estatuas. Después se giró hacia mí, con una sonrisa algo incómoda. Siento que no nos hayamos podido ver estos días. 
Hice un ademán nervioso con la mano, quitándole importancia.
No pasa nada, no se revive todos los días. 
El chico se acercó un poco más, pero mantuvo una distancia prudencial. La situación era incómoda incluso sin necesidad de que yo dijese nada. Quizá se arrepentía de haberme besado. Quizá sí que para él habían pasado cosas en esos siete años y algo había cambiado. Pensarlo me entristecía, y aquello solo hacía que me sintiese más culpable.
Verás...
Yo... comencé, pero me detuve al darme cuenta de que le había cortado.  Perdona, dime.
Valkyon sonrió pero en seguida frunció el ceño, apartando la vista.
La verdad, estoy todavía un poco superado por la situación. No sé qué porqué estoy aquí y... todo ha cambiado. 
Asentí, comprendiendo perfectamente cómo se sentía. Apreté los puños, luchando contra la urgencia de acercarme y tomarlo en mis brazos... como me hubiese gustado que hubiese hecho él, si hubiese estado aquí cuando yo me había despertado. Pero eso ahora solo complicaría las cosas. 
Pero quería...hablar sobre lo nuestro. Sobre lo que teníamos antes...bueno, antes de todo esto.
Tragué saliva; no esperaba que fuese él quien sacase el tema, pero había venido expresamente para tener esa conversación. No obstante, aun no estaba mentalmente preparada para ella. Ni físicamente, mi resistencia a la hora de correr dejaba mucho que desear. No se me había ocurrido aún una forma delicada de comentarle a alguien que acababa de resucitar que durante su muerte me había ido con otro. Con su hermano. Solo de pensarlo, palidecía.
Cyn, igual estás haciendo un mundo de esto. Igual no quiere estar contigo, si quiera. Quién sabe, igual se enamoró de alguna muchacha interesante allí en el más allá, igual...igual ya no te quiere....y se soluciona todo solo, ¿de acuerdo?
Pese a lo lógico del razonamiento, no podía evitar sentir una punzada de dolor ante la idea de que Valkyon ya no me quisiese...había sido mi amigo, mi compañero y mi ancla en aquel mundo inhóspito y...
...y ahora tienes a Lance, por el Oráculo. Céntrate. 
Ante el silencio del chico asentí levemente, instándole a continuar. 
Creo que necesito tiempo. Para pensar, para...asimilar todo esto.
Sí, sí, claro.  Concedí yo a toda prisa, y sin darme cuenta había tomado sus manos entre las mías. Valkyon se sorprendió inicialmente, pero sonrió. ¿Cyn, qué demonios estás haciendo si puede saberse? CÁLMATE. Yo...lo entiendo. He pasado por lo mismo así que te comprendo. Tómate el tiempo que necesites, si quieres puedes hablar conmigo, o con Leiftan...mejor con Leiftan, la verdad... sobre, bueno...lo que quieras. 
No has cambiado nadaComentó con una sonrisa ante mi evidente nerviosismo.
No he tenido mucho tiempo para cambiar, la verdad. En fin, si era eso lo que querías decirme, por mi no te preocupes porque...
No era solo eso. Me tensé involuntariamente, clavando los dedos en sus manos y haciendo que el chico frunciese el ceño. 
Cálmate, Cyn, cálmate.
¿Ah, no? Musité, intentando disminuir la presión de mis dedos. 
No. Sea cual sea la conclusión a la que llegue, solo quiero que sepas que...no he dejado de quererte. — Lo dijo como si tal cosa, como si no hubiese sido nada importante. Se me había olvidado ya cómo era Valkyon para aquellas cosas. Me sonrió ligeramente y soltó mis manos antes de despedirse y dejarme allí, clavada en el sitio, notando aún sus palmas calientes en mis dedos y las lágrimas en mis ojos.
Sacudí la cabeza rápidamente, intentando recuperar el control sobre mí misma antes de que empezase a llorar como una fuente.
No, no, no, no. Eso...eso no quiere decir nada, no tiene porqué...Demonios, Valkyon, ¿porqué no habrás revivido antes?


—¿Ya se lo has comentado?
Hola a ti también, ¿Eh?
 Mascullé mientras jugueteaba nerviosa con los cierres de una de mis muñequeras de cuero. Lance cerró la puerta de mi habitación tras de sí, apoyando la espalda contra la puerta. Suspiró ante mi visible nerviosismo.
Hola, ¿ya se lo has comentado? Os he visto hablar hace un rato.
Le sostuve la mirada durante aproximadamente tres segundos antes de apartarla y centrarla en la interesantísima hebilla de mi muñequera.
No.  Musité, buscando alguna excusa convincente que no pasase por admitir que en realidad no quería decírselo. Por el Oráculo Cyn, eres el demonioEs que...bueno, ha dicho que necesitaba tiempo para adaptarse, ya sabes, pensar en sus cosas, en los cambios...
Sí, también me lo ha dicho a mí. Pero creo que lo mejor para todos sería que supiese cuanto antes...que tú y yo estamos juntos. 
Eh, cuando yo me desperté no se me dijo cuanto antes que tú seguías vivo.  Rebatí, sintiéndome atacada. Lance volvió a suspirar, pero intentó mostrarse paciente conmigo.
Apuesto a que ahora se arrepiente de habérsele adelantado a su hermano...oh, por el Oráculo, Cyn, ya vale.
Exacto, y no fue la mejor decisión. ¿No te habría gustado que te lo hubiesen dicho, para poder asimilarlo?
Sí...mascullé, sintiéndome como una niña pequeña que sufría una regañina. 
Pues esto es lo mismo, Cyn. Es mejor decírselo antes de que algún día nos vea y...bueno, ya sabes.
El chico parecía incómodo y supuse que la imagen mental de ser descubiertos por Valkyon no era agradable ni siquiera para él, pero no pude evitar suspirar.
Es que no es fácil, ¿sabes? Decirle que ahora estoy contigo...es que es...es tu hermano, y mi jefe de guardia y...
Tu jefe de guardia ahora soy yo.  Comentó con visible diversión Lance, alzando una ceja. Ya veo. Parece que tienes un patrón, ¿eh?
Mortificada, enterré el rostro entre las manos. 
—Oghh, gracias Lance, pero lo mío ya estaba siendo un viaje por el país de los remordimientos.El chico rio por lo bajo mientras tomaba asiento junto a mí. Me asomé entre los dedos, dedicándole una mirada acusadora.  ¿Por qué a ti no te afecta tanto, si puede saberse? ¡Le has levantado la novia a tu hermano!
¿Ah? Quizá porque la novia no ha puesto mucha resistencia a...comenzó, mientras se mesaba el mentón, pero le corté de un codazo en las costillas.
¡Opuse resistencia! ¡Intenté matarte, ¿qué más pruebas necesitas?! El muchacho parecía estar disfrutando de mi crisis de nervios, pero se limitó a alzar las palmas en señal de rendición. Me dejé caer sobre el colchón. Aún con las manos sobre la cara, musité:  ...es que le quie..ería mucho, Lance. 
Lo sé. 
El tono del chico recobró su seriedad, y la falta de más respuesta no hizo sino alimentar otra ansiedad en mí. Me incorporé de golpe de nuevo y me incliné hacia delante, para poder verle bien la cara.
Pero también te quiero mucho a ti. De verdad. Mucho. 
Lance parpadeó sorprendido un par de veces al encontrarse con mis ojos ansiosos y escrutadores a escasos centímetros de su cara. Sonrió de nuevo y asintió, tranquilizador.
También lo sé.
Por si acaso. Mascullé yo. Ya tenía suficientes problemas, no necesitaba que la cosa empeorase más todavía.  Sé que tengo que decírselo por si...por si acaso. 
Y porque debe saberloAñadió el chico, mirándome con media sonrisa. No le voy a ocultar mi relación a mi hermano.
Ya, ya. Murmuré, aunque el solo comentario hacía que me sonrojase. Demasiadas cosas vergonzosas en una sola frase. 
Va a ser verdad que tienes un patrón, Cyn. No habría más gente en este dichoso cuartel que su dichoso hermano, de verdad, todo lo que te pase es poco y....
¿Quieres que lo haga yo?  Noté los dedos del muchacho acariciar ausentes mis manos, llamando mi atención y sacándome de mis pensamientos y flagelaciones mentales. Si va a ser tan difícil para ti, no tienes porqué hacerlo. Somos dos en esto.
Clavé mis iris en los suyos, meditabunda. La idea era tentadora, dejarle el trabajo sucio a Lance. Sí, sería lo más sencillo, pero...tarde o temprano tendría que mirar a Valkyon a la cara y enfrentarme al hecho de no haber tenido el valor suficiente para habérselo dicho yo. Sacudí levemente la cabeza.
No, lo haré yo. La convicción en mi voz brillaba por su ausencia, pero confiaba en que si me repetía varias veces que aquello era lo mejor, me lo acabase creyendo.  Es solo que...es difícil, ¿sabes? Nunca creí que volvería a verlo...supongo que tú tampoco, vaya. Pero... pero ahora está aquí y, me parece maravilloso, y no quiero...no quiero amargar el momento. Si él...si él decide empezar de cero, perfecto. Todo será como debe ser. Pero sino...no quiero partirle el corazón. No se lo merece, nadie se merece despertar después de siete años para encontrarse solo...no quiero que pase por eso también. 
Lance pasó un brazo sobre mi hombro y me atrajo contra sí, depositando un beso tranquilizador sobre mi cabeza.
Lo sé. Y sé que harás lo correcto. Murmuró contra mi pelo.  Entiendo que Valkyon se enamorase de ti...
Me crispé ligeramente.
Por favor, deja de decir esas cosas, me estás martirizando.  Mascullé, a medio camino entre el sonrojo de vergüenza y la palidez absoluta. Supongo que era la forma del chico de quitarle hierro al asunto, pero cada vez que mi mente recordaba la situación en la que me encontraba, mi ritmo cardiaco daba un paso más hacia la taquicardia.
Perdona, lo siento. Y tomándome por los hombros, me obligó a levantarme y plantarme frente a él. Con una sonrisa ausente colocó uno de mis mechones de pelo, que tras mi crisis había acabado en mi cara.— Y si al final decides irte con él, no te reprocharé nada.
¿Qué? Y-yo no...¡yo no me voy a ir...con... con nadie. Repuse, acalorada, poniendo los brazos en jarras. Aunque te concedo una cosa, Valkyon era menos exasperante que tú. Bueno, es...bueno, ¡mira, no sé! Si es que me lo he buscado yo solita, es que...
El muchacho me observaba divertido, aunque hizo un ademán de acercarme a él, llevando una de sus manos a mi cintura. Todavía mosqueada, la aparté. 
No, no, ¿Sabes qué? Lo solucionaré. 
Ajá. Repuso el chico, sin mucho convencimiento, antes de volver a intentarlo. Volví a apartar su mano.
No voy a irme con nadie porque nadie va a querer que me vaya con él. Será eso, sí. Ha pasado mucho tiempo, Valkyon querrá empezar de cero y ya está. Todo se solucionará y para tu desgracia no podrás librarte de mí. 
Inflé el pecho intentando insuflarme algo de fe tras ese discurso, pero Lance simplemente asintió y finalmente logró plantar sus manos en mis caderas y atraerme hacia él.
—Está bien, te creo. Podré vivir con ello. Y antes de que pudiese seguir con mi discurso, selló mis labios con un beso.
Se lo dirás y ya está. No puede salir nada mal, Cyn.
Probablemente desde ese mismo momento Lance ya sabía el desenlace de todo aquello. Yo sin embargo estaba aún demasiado concentrada en negar la realidad; en aferrarme a la idea de que las cosas eran como debían ser, y que cualquier cambio sería un error. Pese a todo, cuando sus labios se separaron de los míos, dejaron tras de si un leve atisbo de culpa y un ligero sabor a despedida. 


—¿Estáis...estáis juntos?
No puede salir nada mal, no.
Me llevé la mano al puente de la nariz, intentando respirar profundamente. Nada me había preparado para aquella conversación aunque, ¿cómo iba yo a saber...a imaginar, siquiera, que podría pasar esto?
De verdad, Cyn, ¿cómo no se te ocurrió que Valkyon podría resucitar y...? Oh, por el Oráculo, ¡¡¿quién piensa eso?!! Pero si lo hubiese sabido...¿si lo hubiese sabido, qué? ¿Me habría aguantado las ganas de...? Oh, por todos los demonios, ¡Cyn, céntrate! No eres una viuda de guerra, no tenías porqué estar para siempre...aunque podría haberlo hecho, ¿no? ¿Es eso? ¿Es que soy débil, verdad? Maldito sea el Oráculo y maldita sea la hora en la que resucité yo, desde el primer momento SABÍA que estaba mal estar con Lance, pero nooo, decidí ignorar la moralidad y seguir con mi vida porque "me merecía un premio". Pues toma tu premio. Ahora es doble. Por idiota, Cyn, porque eres una...
Valkyon, ajeno a mi crisis interna, seguía observándome en silencio esperando por una respuesta que por mi parte no iba a llegar. Mi mente era un caos de auto acusaciones y no me veía con fuerzas para hilar dos palabras con sentido, así que me limité a permanecer allí, con la mirada clavada en el suelo y los dedos paseando nerviosamente entre mi frente y mi nariz mientras mis mejillas iban subiendo de tono cada segundo que pasaba.
Tras mi última conversación con Lance me había armado de valor y había citado a Valkyon en el comedor, un día cualquiera, a una hora poco concurrida. Bueno, en realidad había dejado que pasasen un par de días antes, por todo aquello de darle tiempo al chico para pensar, con la esperanza de que él solo llegase a la conclusión de que ya no me necesitaba en su vida. Todo sería mucho más fácil si al pensar en esa posibilidad no me recorriese un pinchazo de dolor y arrepentimiento. No quería admitirlo porque sabía las complicaciones que conllevaba, pero en el fondo sabía que seguía enamorada de él. Como también lo estaba de Lance... Quizá la solución más justa fuese simplemente no estar con ninguno, pero no nos íbamos a engañar: no gozaba de tanta abnegación como podría esperarse de un aengel. Los quería mucho, a los dos, pero aquello no era posible. Tenía que elegir. O más bien, ya había elegido cuando había decidido comenzar mi historia con Lance. Ahora simplemente tenía que llevar mi decisión hasta el final.
 Porque eso era lo correcto, ¿no?
Así que allí me había plantado, y aunque había intentado empezar con una conversación distendida, me di cuenta de que no podía continuar con aquello mucho más o simplemente me desmallaría de los nervios. Sin muchos miramientos y con una ausencia de tacto vergonzosa, le había confesado a Valkyon que su hermano y yo estábamos juntos. Estaba bastante segura de que la cosa habría ido sensiblemente mejor si no hubiese sido porque segundos después Lance apareció por el comedor, desconocía si intencionadamente para venir a apoyarme o meramente por casualidad, y se había acercado a tiempo para escuchar mis palabras y poder recibir la mirada confusa y ojiplática de su hermano. Dada la situación, mi actual jefe de guardia - solo de formular esa frase en mi cabeza, con el adjetivo "actual", hacía que palideciese tres tonos - había tomado aire y había tomado asiento junto a mí.
Y ahí estábamos. 
Mi silencio ya se estaba prolongando más de lo humanamente normal.
Espera una respuesta, genio. Oráculo, llévame contigo por favor, sácame de aquí y méteme en ese cristal otra vez, está demostrado que no debería de haber salido. 
Lance, que se encontraba a mi derecha, hizo ademán de colocar su mano sobre mi hombro, pero entre mis dedos pude captar la mirada de pocos amigos que le lanzó su hermano y que hizo que se replantease el gesto. Carraspeando, llevó su mano junto a la otra sobre la mesa y respondió por mí.
—Sí. 
El silencio volvió a caer, pesado. Seguro que si afinaban el oído podían escuchar los latidos de mi corazón. 
¿Los dragones tienen buen oído, si quiera? Nunca lo he...¡Céntrate, Cyn! Eres una persona adulta, madura y responsable y debes enfrentarte a esto como tal. No es el fin del mundo. Solo debes decirle al amor de tu vida que lamentablemente en su ausencia has encontrado a otro amor de tu vida que casualmente es su hermano, el que intentó mataros y en teoría con él lo consiguió, pero... oh, Oráculo, hubiese preferido enfrentarme a otro fin del mundo. Creo que en su momento no lo pasé tan mal como ahora.
Carraspeé, me retiré la mano de la cara, y con una profunda inspiración, volví a abrir los ojos mientras ocultaba mis manos temblorosas en el regazo para que no me delatasen.
Sí. Yo... 
no te disculpes, no te disculpes, no has hecho nada malo, no podías saberlo, no te...  Lo siento, de verdad. 
Fantástico, Cyn, cúbrete de gloria.
¿Cómo...?
¿...pasó? Pues, eh...pasó, y ya está.  No es algo que...pudiese controlar. Y solo de pensar en aquello hizo que mi rostro mutase a un tono bastante semejante al de un tomate maduro. Volví a carraspear, esforzándome por hacer contacto visual con el chico. Lo siento de veras, Valkyon. Nunca creí que...de haberlo sabido, quizá...demonios, habías muerto. Te lloré. Nunca creí que pudieses resucitar. Creí que simplemente no volvería a verte. 
Las palabras salían a borbotones de mi boca, pero nada de aquello era lo que de verdad quería decir. Mi mente y mi boca no parecían estar conectadas, y no hacía más que soltar disculpas defensivas aunque, ¿de qué me estaba defendiendo? Probablemente la persona que más duramente me estaba juzgando en aquella mesa era yo misma. Valkyon inspiró profundamente, pero acabó asintiendo.
Lo entiendo.
No pude evitar esbozar una sonrisa amarga al pensar que siempre había sido así: calmado, comprensivo, reflexivo. En realidad no tenía miedo de que me juzgase, solo temía romperle el corazón y romper el mío de paso, otra vez. Pese a sus palabras, apretó los puños que descansaban sobre la mesa. Se me partía el alma de verlo.
Con cuidado, llevé mis manos temblorosas hasta las suyas, temiendo que me rechazase. Pero no lo hizo y simplemente volvió a clavar la mirada en mí.
Solo quiero saber....¿De haberlo sabido, me hubieses esperado?
Me tensé, porque notaba que la mirada de Lance también estaba pendiente de lo que fuese a decir.
S...seguramente. Yo...te quiero, de verdad. 
Pero entre Lance y yo, le elijes a él, ¿Verdad? Mis dedos se crisparon sobre sus manos, pero fui incapaz de retirarlos. Era esa la pregunta a la que evitaba dar respuesta; verme confrontada a ella de forma tan directa se sintió como una bofetada. ¿Era necesario apuñalarme de aquella manera? Aquello no estaba siendo un paseo tampoco para mí...aunque suponía que no tenía derecho a quejarme. Aparté la mirada, avergonzada conmigo misma, incapaz de responder a aquello que el muchacho necesitaba saber. Ni yo misma lo sabía.
Valkyon, no...comenzó con tono conciliador Lance, pero para su sorpresa y la mía, su hermano lo miró con una cara de pocos amigos que pocas veces le había visto.
Estoy hablando con ella, hermano. 
No es eso, es que no imaginé que... empecé, decidida a recurrir de nuevo a mi única carta, repetir que no contaba con su revivir. Valkyon no me dejó terminar, aprovechó para tomar mis manos que reposaban sobre las suyas y pasó los pulgares con dulzura sobre ellas. Notaba a Lance crisparse por momentos y aquello no era algo muy habitual.
Lo sé. Pero estoy aquí. Como te dije en el acantilado, lo estaré siempre. Cuando te besé me di cuenta de que...
—¿Te besó? cortó Lance, que pese a mantener un tono calmado no había sonado especialmente tranquilo. 
¿Leiftan...? LEIFTAN, SÁCAME DE AQUÍ. 
Eh...
Lance, quizá deberías dejarnos a solas para... Valkyon había recuperado de pronto el tono autoritario de jefe de guardia que hacía años que no escuchaba y que se parecía asombrosamente al de Lance. 
No, quiero escuchar lo que os tengáis que decir. Si a Cyn no lo importa. 
Oráculo, por favor que me parta un rayo ya, acaba con esta locura. ¡LEIFTAAN!
Quiero hablar con ella, hermano.
Adelante. Concedió Lance, con cierta sorna, en un tono que nunca había esperado que usase con su recién recuperado hermano. Lentamente escurrí las manos fuera del alcance de las de Valkyon, que solo tenía ojos para el otro dragón.
A solas.
No veo porqué.
¿Tienes miedo de que te la quite? ¿Como hiciste tú? No pude ver la reacción de Lance porque casi me atraganté con mi propia saliva ante aquel golpe bajo que jamás me esperé por parte de Valkyon. 
Ha tenido que ser dura la estancia en el más allá, porque sino...
El silencio volvió a caer, pesado. De reojo, comprobé que la expresión de Lance era de amarga sorpresa. Valkyon le sostuvo la mirada durante unos segundos antes de apartarla, visiblemente arrepentido por su arrebato a juzgar por cómo apretaba los puños sobre la mesa. 
Esto es culpa tuya. Haz algo. 
Bu-bueno... carraspeé, ganándome de nuevo la atención de ambos. La mirada abatida de Valkyon, sentado frente a mí, no hizo más que destrozarme por dentro. Podía imaginarme perfectamente cómo debía sentirse: solo, perdido tras siete años en los que el mundo había cambiado sin él...y ahora por fin se había reencontrado con su hermano y única familia, pero ¿para qué? ¿Para discutir con él? ¿Para seguir sin cerrar las heridas que se habían abierto hace años? ¿Para abrir otras nuevas?
Era cierto que si la relación entre ellos se deterioraba sería solamente por mi culpa.
Lo siento. Lance abrió la boca pero alcé una mano para hacerle callar. Si me interrumpían ahora perdería el poco temple que había conseguido reunir. Ha sido un error. Todo esto...sí, ha sido un error. No pienso ser la razón por la que, después de todo por lo que habéis pasado, os peleéis. Necesito tiempo para...ordenar mis ideas. Lo siento, de veras, Valkyon. 
Y sin darles tiempo a responder, me fui del comedor. 


Los días que siguieron a nuestra catastrófica conversación no fueron mucho mejores. Evité a ambos muchachos en la medida de lo posible, en un patético intento de poner en orden mis ideas y sentimientos. Lo único que conseguí de todo aquello fue una opresión mayor en el pecho y la sensación de que lo estaba haciendo todo más difícil para todos. Tardé bastante en llegar a la conclusión, en parte porque no quería admitirlo, de que solo quería evitar tomar una decisión. Una decisión que sospechaba tenía clara, pero no por ello dolía menos. 

Lance parecía haber comprendido a la perfección que necesitaba mi espacio; no hablamos más de lo estrictamente necesario por nuestra relación de jefe y guardiana, y si bien aquella nueva tensión entre nosotros me resultaba violenta, el muchacho siempre tenía una tímida sonrisa de silencioso apoyo preparada. No estaba segura de si aquello facilitaba las cosas o si, por el contrario, solo las hacía más difíciles. 
Valkyon también pareció respetar mi decisión, si bien la situación entre nosotros era bastante más incómoda. Cada vez que nos cruzábamos notaba su mirada sobre mí, esperando algún tipo de acercamiento que no estaba preparada para hacer. Nos limitábamos a observarnos en silencio durante unos segundos hasta que su expresión melancólica me superaba y tenía que apartar la vista; no habría cosa que me más me hubiese gustado que olvidar todas mis preocupaciones, todo lo que nos rodeaba y volver a lanzarme a sus brazos, intentar borrar de un plumazo aquel ceño fruncido del que me sentía responsable. Pero no podía. 
Así que al igual que él, apretaba los puños y me iba por mi lado, diciéndome que en realidad no tenía derecho a lamentarme cuando era yo la que estaba alargando aquella situación. Pero simplemente, no sabía qué hacer.

Supongo que de los tres, Valkyon fue el que menos aguante tuvo ante una situación que, a todas luces, no debería haber llegado a esos niveles si yo hubiese sabido gestionar mis sentimientos. Una tarde, saliendo de mi habitación para reunirme con los demás para entrenar, el muchacho decidió poner fin al acuerdo de mutua ignorancia que nos había impuesto.
—Cyn, espera. No pude evitar tensarme de manera más que visible al escuchar la voz del chico. Aunque no dejaba de repetirme como un mantra que el hecho de que estuviese allí era un milagro por el que debía dar gracias, el tener que poner espacio entre nosotros había sido una tortura, igual que lo era tener que enfrentarlo ahora, sin haber llegado a una conclusión. Pero a esas alturas hasta yo misma sabía que era poco probable que eso llegase a pasar.
H-hola.  Murmuré, intentando aparentar normalidad, pero claramente aquello no era mi fuerte. El muchacho me observaba con expresión triste, pero pese a todo me sonrió.
Sé que habías dicho que necesitabas tiempo, pero...necesito hablar contigo. Lancé una rápida mirada por encima del hombro del chico, oteando el pasillo en busca de alguna forma de huir de aquella situación. ¿Te molesta...?
Cyn, no puedes huir siempre de él. Le querías. Es tu amigo. Haz el favor.
N-no, no te preocupes. Dime. 
¿Te importa que sea en mi habitación?  La pregunta me pilló por sorpresa, haciendo que me tensase de nuevo y que el muchacho volviese a esbozar una sonrisa melancólica.  O donde tú prefieras. No creo que el pasillo sea el mejor lugar...
No, claro que no. Eh...te sigo. Repuse, intentando relajarme, pero la idea de tener que enfrentarme a lo que fuese a decirme sin posibilidad de escapatoria no me resultaba nada atractiva. Además, una parte de mí se sentía inmensamente culpable por el mero echo de cruzar aquella puerta aunque solo fuese para hablar. Pero no había nada malo en aquello, ¿no?


La nueva habitación de Valkyon no conservaba, como era de esperar, ninguno de los objetos que habían decorado la antigua. Al igual que la mía en su momento, no era más que una estancia impersonal a la que con el tiempo yo había ido dándole forma. Valkyon no llevaba el suficiente tiempo allí como para haber podido dejar su huella en ella, y la estancia, ordenada y luminosa, se me antojaba algo fría. Tomé asiento dubitativa en la silla que había frente al escritorio, a los pies de la cama. Valkyon dudó durante un segundo pero finalmente se sentó al borde de la cama, por lo que giré  la silla para poder encararlo. Apretando las manos sobre las pantorrillas, inspiré entrecortadamente.
Tú dirás.
—Sé que me has estado evitando.
 No había reproche en su voz, ni tampoco era una pregunta, por lo que permanecí en silencio, luchando por mantener el contacto visual pese a que la vergüenza me pedía que evitase sus ojos, visiblemente apenados. Siento haberte puesto en una posición complicada, no era mi intención. 
Tragué saliva; la única que tendría que estar disculpándose era yo. Sin darme cuenta ya había apartado mi mirada de la suya.
No, no tienes porqué, he sido yo que...comencé, pero por el rabillo del ojo pude ver como sacudía la cabeza.
No. Quería disculparme. No actué bien, la tomé con mi hermano y solo conseguí preocuparte y hacer que te sintieses incómoda. No era lo que quería, lamento no haber podido controlarlo.
Mis ojos buscaron de nuevo los suyos llevados por la curiosidad, pero descubrí que él tampoco estaba mirándome a mí. Apretaba los puños sobre el regazo, al igual que yo. Parecía completamente perdido y desubicado, y sólo entonces me di cuenta de lo egoísta que había sido: lo había dejado completamente solo con aquella carga sumada a la que ya suponía despertar en un mundo que había cambiado sin ti. Los ojos comenzaron a arderme pero no era el momento para llorar.
Siento de veras no haber estado ahí para ti. Solté, llamando su atención y consiguiendo que volviese a mirarme. Tendría que...oh, Oráculo, tendría que haberte ayudado estos días. Yo lo pasé muy mal cuando desperté, pero al menos estaba Leiftan... yo... he sido muy egoísta. Lo siento de veras, Valkyon. 
No es culpa tuya, tranquila.  El chico se inclinó ligeramente hacia delante para posar una mano sobre una de mis rodillas con sumo cuidado, haciendo que mis ojos dejasen los suyos y librándome así de tener que seguir enfrentándome a la tristeza que había en ellos.  Admito que todo es...difícil de asumir, y que han pasado muchas cosas, pero...lo llevo bien. Aunque hubiese preferido poder verte y hablar contigo como antes
Lo sie... el muchacho sonrió, y aunque hizo amago de deslizar su mano por mi pierna hasta encontrarse con la mía, se detuvo a medio camino, retirándola y volviendo a enderezarse. 
Estos días he intentado convencerme de que lo mejor es que os deje en paz, a Lance y a ti.
Esp...¿qué? Busqué ansiosa de nuevo su rostro para encontrarme con la misma sonrisa melancólica.
Mis sentimientos por ti no deberían de interferir en vuestra relación. Si de verdad quieres estar con él, no hay nada que pueda hacer y me hará feliz solo saber que sois felicesNoté esta vez el calor de sus dedos sobre una de mis manos, pero era incapaz de apartar la mirada de la suya. Algo dentro de mí quería gritar, quería evitar que siguiese hablando, decirle que no quería eso. Pero, ¿qué quería yo? El silencio se instaló de nuevo durante unos largos segundos, en los que el chico llevó su mirada ausente a nuestras manos, sus dedos acariciando tímidamente el dorso de mi mano. Suspiró. O eso me gustaría decir. Te prometo que lo he intentado, estos días: dejar de pensar en ti, dejar de pensar en nuestra vida de... hace siete años...Dejar que las cosas sigan como están ahora, puesto que he sido yo el que ha llegado tarde. 
Tragué saliva, notando de nuevo aquel molesto escozor en los ojos. Todas y cada una de las fibras de mi cuerpo me gritaban que lo tomase entre mis brazos y así evitase seguir presenciando los esfuerzos sobrehumanos del chico por no derrumbarse. Sus ojos seguían clavados en los dedos que acariciaban ausentes mis manos.
N-no has llegado tarde, es que... es... —la voz me fue fallando mientras luchaba contra el nudo en mi garganta, y finalmente solo pude susurrar unas palabras que no estaba segura de si habían llegado a sus oídos ....no creí que volvería a verte.
Lo sé. No podía pedirte que me esperases. Alzó la vista para toparse con expresión de total desasosiego, pero pese a todo esbozó una tímida sonrisa de ánimo.  No tenías ninguna garantía de que fuese a volver, ni yo mismo lo habría esperado. Y me alegro de que hayas podido encontrar la felicidad de nuevo. 
Aquellas palabras sonaban tanto a despedida que de forma inconsciente mis dedos enlazaron los suyos, por miedo a que fuese a separarse de mí de nuevo. Una leve sorpresa hizo que el muchacho alzase las cejas ante mi movimiento, tras lo cual estrechó mis dedos entre los suyos.
Pero aunque lo he intentado...aunque intente convencerme de que debo apartarme y dejar que sigas con tu vida, yo... no puedo. No si no me lo pides tú, Cyn.
Sus iris ámbar se clavaron en los míos con una intensidad que me robó el aliento. ¿Desaparecería aquella opresión en el pecho si le respondía? ¿Tenía claro acaso qué quería responder?
Necesito que me digas que no quieres estar conmigo, que prefieres a Lance. Que ya no me quieres. Lo necesito para poder pasar página, aunque dudo que vaya a dejar de quererte. Así que, por favor...dime que ya no me quieres.
Algo se rompió dentro de mí al escuchar ese ruego desesperado, al notar la angustia en su voz y en sus dedos temblorosos mientras se aferraban a los míos. No sé en qué momento las lágrimas habían comenzado a correr por mis mejillas.
Pe-pero es que....yo te quiero, Valkyon. 
Era increíble lo que me había costado redescubrir algo que siempre había tenido claro. Lo difícil que había sido ponerlo en palabras de nuevo. El sentimiento de liberación duró apenas un instante, ya que el chico desenlazó nuestros dedos. La ansiedad se apoderó de mí durante un instante: ¿había hecho mal? Mis dudas se disiparon cuando, tomando mi rostro entre mis manos, apoyó la frente contra la mía, como había hecho en nuestro reencuentro.
Bien. ¿Y quieres estar conmigo?
Yo...s-sí. El chico me rodeó con sus brazos, permitiendo hundir mi rostro lloroso en su hombro. Una nueva preocupación afloró de nuevo, impidiéndome disfrutar del momento. Pero...Lance...
Valkyon se separó para dedicarme una sonrisa tranquilizadora mientras limpiaba con cuidado los surcos que mis lágrimas habían dejado por mi rostro. 
Lo sé. Es mi hermano y daría lo que fuese por verle feliz. Pero no a ti. Nunca a ti. Así que tómate el tiempo que quieras para tomar la decisión. Elijas lo que elijas, quiero que seas feliz. 
Acariciando su rostro, me di cuenta entonces de que, a mi pesar, ya había elegido desde el momento en el que lo había visto sobre aquel acantilado.
El beso que compartimos sabía a lágrimas pero también a felicidad.


—¿Puedo pasar...? 
Lance parecía estar concentrado en unos informes bajo la luz de la lámpara de su escritorio, en aquella habitación que ya conocía bien. En la que seguramente no volvería a entrar. Inspiré profundamente; era algo que debía hacer. El huir se había acabado.
—Claro, dame un minuto
 El muchacho no se había girado siquiera al escuchar mi voz, ni por su tono parecía especialmente sorprendido por mi presencia allí. Puede que ya lo supiese...no, no podía ser eso. Había tomado aquella decisión poco después de mi conversación con Valkyon, una vez me hube calmado. Esta vez tenía que hacer las cosas bien; no merecía la pena seguir alargando aquella situación. Eché un vistazo a la cama, sopesando si tomar asiento, pero sentía que aquel ya no era mi lugar; que no era más que una intrusa entre aquellas cuatro paredes que me habían dado cobijo durante los meses anteriores. Volví a notar la amarga sensación de culpabilidad, pero ya había tomado una decisión y estaba segura de que, pese a que doliese, era la correcta.
Lance pareció finalizar su trabajo, y tras ordenar los papeles que cubrían su mesa en un montoncito, posó la pluma en su lugar y se giró para encararme. Me dedicó una sonrisa benevolente que no estaba segura de merecer, y se incorporó.
Siento...siento mucho el haberte evitado estos días. Necesitaba pensar y, creo que ya sé...por eso quería...quería decirte que...
No te preocupes. Lo sé. Fruncí el ceño ante su interrupción; no tenía muy claro a qué parte de mi discurso se estaba refiriendo. El dragón dio un paso más para acercarse a mí. 
S-si me dejas, te prometo que puedo explicarte lo que... suspiró levemente, posando una mano sobre mi hombro.
—Ya lo sé, Cyn. Lo supe desde el momento en que vi cómo lo mirabas; de la misma manera que hace siete años. Tragué saliva, apartando la mirada avergonzada por no haber tenido siquiera el valor necesario para decírselo. Una vez más se había encargado él de hacer el trabajo duro. Noté sin embargo un leve apretón en el hombro, llamándome a mirarle a la cara de nuevo. No pasa nada, es normal. Ni para ti ni para él han pasado siete años. Aunque dudo mucho que de haber sido el caso, lo vuestro se hubiese desvanecido.
Yo lo...lo siento, de verdad. Sé que no es un consuelo, pero...el tiempo que hemos pasado juntos...ha sido lo mejor que me ha pasado desde que desperté. De verdad.  Clavé mi mirada sobre la suya en un intento de transmitirle que de verdad sentía aquellas palabras. Eran ciertas. Me gustaría...me gustaría poder decirte todo lo que has significado y significas para mí, pero...
Pero la voz se me quebraba. 
Lance sonrió con ternura mientras la mano que apretaba mi hombro revoloteó hasta el contorno de mi rostro.
—Lo sé, Cyn. Nos lo hemos pasado muy bien, ¿Verdad? 
Pese a su tono tranquilo, aquella frase me rompió por dentro. Aunque mi decisión fuese clara, no por eso dolía menos tomarla. Seguía queriendo al muchacho ante mí, aunque no fuese de la misma forma. No tenía derecho a llorar, pero de nuevo mi cuerpo no atendía a la lógica de mi mente; me di cuenta de que  todos mis intentos por aguantar las lágrimas habían sido en vano cuando los dedos del muchacho limpiaron una diminuta gota salada de mi barbilla. 
S-solo quiero que sepas que eres muy importante para mí y... y no por esto voy a dejar de quererte.
El dragón sonrió mientras con aire ausente comenzó a apartar alguno de los mechones de pelo que enmarcaban mi rostro para que evitar que se quedasen pegados a los surcos de mis lágrimas.
—Lo sé. Te quiero, Cyn. Pero sé que esto es lo mejor. Ya me interpuse entre vosotros una vez; me niego a repetir el mismo error.
N-no puedes pa-pasarse toda la vida co-como un mártir... musité, aunque mi discurso hubiese quedado bastante más digno sin mis sollozos entrecortados. Sonrió no sin cierta diversión.
—Tampoco puedo pasármela como un villano. Pasó los dedos por mis cabellos y tras inclinarse levemente, posó un delicado beso sobre mi cabeza. Déjame hacer algo bueno por una vez. Siempre te estaré agradecido por el tiempo que hemos pasado juntos.
Está bien...lo siento. mascullé, derrotada, pero notando por fin cómo el peso de la culpa se iba desvaneciendo.
El dragón se separó de mí, poniendo entre nosotros una distancia que seguramente sería la que nos esperaba de ahora en adelante. Nos observamos durante unos segundos, sopesando todo lo que habíamos pasado juntos. No, no me arrepentía de nada de ello. No me arrepentía de haberme dado a mí misma la oportunidad de descubrir la persona que había tras la fachada del dragón. No me arrepentía de haber pasado tiempo con él, ni de quererle. Ni tampoco lo haría de admitir que, pese a todo, mi corazón siempre iba a estar con Valkyon, y ahora la vida me había dado una nueva oportunidad parar estar junto a él. Entre las lágrimas, le dediqué la sonrisa más sincera que pude componer antes de dejarle tranquilo de nuevo. 
Antes de ir corriendo a abrazar a Valkyon otra vez.
Y esta vez, para no volver a soltarlo.


FIN


Desde aquí quiero pedir oficialmente disculpas por el nivel de CULEBRÓN que me he marcado, es que me encanta el drama, el sufrimiento, LA GENTE LLORANDO algo se habrá notado, ok no. 
Siento si me he venido muy arriba, nunca sé controlar muy bien cuánto drama es necesario sjsjs en fin, espero que os haya gustado o que al menos os haya tenido un ratito entretenidos. Esto es lo que pasa cuando me dejáis escribir por libre, razón por la cual ya veis que es muy mala idea (??)

En fin, si os ha gustado y demás pues venid a contarme cositas~~ y si no, pues oye, ¡también! Contadme vuestras impresiones, qué os gustaría leer, etc, porque si os molan los AU de la historia original y ajenos a mi fic, puedo escribir alguna tontería más. 
Sea como sea, aquí os dejo por el momento~~ 


See you!



8 comentarios:

  1. LO AME! Tengo que admitir que este reencuentro era una de mis mayores esperanzas el año pasado (al menos en los primeros capítulos) sobre todo porque mi cuenta era ruta valk. Así que al igual que en el ultimo capitulo del fic de Cyn, cumpliste otra de mis fantasías u objetivos en este AU y (como amante del drama que soy) de una manera impecable! Sin mencionar que las cavilaciones de Cyn son todo lo que esta bien en este mundo XD. Como siempre quedare a la espera de el próximo cap y ahora también del próximo AU si decides seguir subiendo algunos! Nos leemos :3

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    1. Me alegro de seguir cumpliendo tus sueños entonces <333 Muchas gracias por venir a leer y comentar incansablemente, te adoro!
      Nos leemos <33

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  2. Pensaba que quedarían los tres juntos LOL, en todo caso estoy llorando fuertemente así que esto se lleva el puesto a mejor One-Shot de Valkyon, espero con ansias el siguiente UWU :3

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    1. (En el de San Valentín se quedan los tres juntos, por si te has quedado con ganas (?) ) De todas formas mi objetivo era haceros llorar así que estoy satisfecha (? Gracias por leer y comentar <333

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  3. Quiero más fics! Quiero más fics! Por cierto has cambiado lo colores del blog?

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  4. DIOSSSSS!!!!!!!! CASI LLORO, espero no ser la unica team Lance, de verdad me dolio horrible que se quedase con Valkyon uff, soy ruta nev(o lo era), me abriste ls ojos soy team Lance necesito una historia en la que se quede con el y no lo deje 0>0 me encanto aunque sufri mucho me lo metiste increiblemente en la mente no e dejado de pensar en esto, TE FELICITO QUE BIEN ACTUAS DE ESO NO ME CABE DUDA CON TU PAPEL CONTINUA TE QUEDA BIEN ESE SHOW TE FELICITO QUE BIEN ACTUAS

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  5. porfavor escribe un fic de Lance y terminen juntos y este Valkyon gracias ame el fic aunque llore

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  6. creo que me puse asi por que estoy en una situacion similar, contra la espada y la pared el amor es tan dificil y sobre todo si eres timida y no sabes confesarte pero, este no es lugar para pedir consejos pero voy a hacerlo, si alguien es experto en esto del amor porfavor denme algun consejo

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