martes, 27 de agosto de 2019

Libros. Shinsengumi, los últimos samuráis del shogun



Hi!!

Disculpad la sequía de libros, el verano no está siendo todo lo prolífico que debería en cuanto a lecturas >.<

Hoy vengo con un libro un poco diferente a lo habitual, ya que no es ficción/novela/narrativa, sino que se trata de un libro sobre Historia. Japonesa, claro está. Del periodo Edo, faltaría más. Ella loca con sus obsesiones.

Hoy os traigo:

Shinsengumi. Los últimos samuráis del shogun





•Autor: Romulus Hillsborough
•Editorial: Satori Ediciones
•Ambientación/género: manual "histórico" sobre la situación política y social del Japón de 1860 y sobre el Shinsengumi.
•Páginas: 271

•Reseña: como no es una novela ni "literatura" propiamente dicha, os contaré un poco por alto de qué va el libro y qué se trata en él.  A priori, podría ser un manual de historia sobre el Shinsengumi, que como el título bien recoge, se trató de la última "policía militar" bajo las órdenes del Shogun (el líder militar de Japón hasta el fin del periodo feudal y la Restauración Meiji). No obstante, el libro cuenta con una pequeña introducción a la organización social y política de la época, y en general nos ofrece un contexto histórico del Japón de mediados del siglo XIX. Si bien el eje central es el Shinsengumi, el libro narra todos los cambios sociales y políticos, los conflictos, y la participación de otros personajes históricos ajenos a dicho grupo durante los años de activo del Shinse. Así que, a grandes rasgos, es una visión por alto en todos los cambios que tuvieron lugar entre 1864 y 1868, con especial enfoque en el Shinsengumi, pero sin olvidar al resto de participantes.

•La historia: tampoco me voy a explayar mucho aquí. Como ya he comentado, se trata de un manual "de historia" narrado eso sí, de una forma bastante literaria (sobretodo en las introducciones a cada capítulo). Ya en el prefacio el autor nos avisa de que ha intentado captar la esencia más que enumerar hechos y datos, y que por muy fiel a las fuentes que sea, no se debe olvidar que muchas veces esas fuentes tampoco son fieles a la realidad. 
Lo interesante del libro es que no es solo un manual sobre el Shinsengumi al principio me decepcionó un poco ni sobre su estructura ni leyes,sino sobre su función y papel en la época en la que surgió. Me sorprendió un montón que el libro comenzase a narrar con todo detalle años antes de la fundación del cuerpo militar, contándonos un montón de datos e historias sobre otras personas que nada tuvieron que ver con el Shinsengumi, pero cuyas acciones tuvieron cierta repercusión en su creación. Así que, en general es un libro sobre ese periodo de la historia japonesa, sus guerras y sus enfrentamientos entre facciones políticas, con especial incapié en la imagen del Shinse pero sin centrarse únicamente en ellos. 
En cierto modo está muy bien porque, personalmente, me ha aclarado muchas lagunas sobre las alianzas entre facciones y lo que defendía cada una de ellas, asuntos de los que tenía unas pequeñas nociones debido a jugar al Hakuouki, pero que no tenía nada claros.



Como no es narrativa, no me voy a poner a hablar de los personajes y demás (ya que de todas formas ya el propio libro nos habla de los principales personajes de esa época), así que voy a hablar un poco del libro en general, en el aspecto organizativo:
El libro cuenta con unos cuantos mapas de Edo, Ezo, Kioto y Japón en la época, lo cual está muy bien para ubicarse cuando te cuentan que X clan viajó de X ciudad a X sitio. Tiene también una pequeña nota sobre la pronunciación de los nombres japoneses, que nunca viene de más, y como todos los libros, prefacio y prólogo.
Además, cuenta con un par de fotos (las pocas que se conservan) de Kondo e Hijikata, y en general, narra de forma cronológica mediante capítulos todo lo acontecido en Japón desde ya unos años antes de la creación del Shinsengumi, hasta su disolución y final.
Pero lo más mejor (?) son los dos apéndices: el primero explica ciertos nombres, términos o batallas que tuvieron lugar en la época o están relacionados con la narración de alguna forma, para que contemos con un poco más de contexto a la hora de comprenderlo todo. El segundo, nos habla sobre los supervivientes del Shinsengumi y qué fue de ellos y de sus descendientes tras finalizar la guerra.
Tenemos también una tabla cronológica de la correspondencia entre los años "occidentales" y los periodos japoneses, y un glosario de términos y nombres que me ha encantado porque explica de forma breve un montón de nombres, tanto de personas como de lugares. Finalmente, como todos los manuales, tiene una bibliografía enorme. Que diréis,  ¿qué nos importa la bibliografía?, pero la verdad es que me parece super útil por si alguien quiere profundizar más en el tema, ya que cita fuentes inglesas y japonesas que quizá de otra forma no podríamos saber ni que existen.



•¿Cómo acabé yo leyendo esto?: a ver, es que en el título pone "Shinsengumi", ¿qué más queréis de mí? Ya cuando me enteré por abril-mayo de que lo iban a sacar, estaba esperando atenta a que llegase el día. Ha sido una de las adquisiciones de libros más premeditadas y esperadas de mi vida. Lo Necesitaba.


•¿Conclusión?: como decía, no es una novela, y si no os llama mucho la atención la historia japonesa probablemente no os guste, porque no deja de ser un libro de historia. Si os va la historia de Japón, os lo recomiendo vivamente porque analiza todo el periodo del último shogun de japón y del fin del cierre del país al extranjero, además de hablar del Shinsegumi y de los samuráis en general.



Y bueno,esto es todo~~ Perdonad que la reseña sea corta, pero no tenía muy claro cómo abordar un libro de historia así que me parece que lo mejor es presentarlo y que cada cual tome su decisión si le interesa o no ^^~~ 

En fin, seguiré con los libros en la medida que mi tiempo me lo permita~~ 
See you~~ 

lunes, 19 de agosto de 2019

Anime. Tate no yuusha

Hi!
Bueno pues esta semana toca anime de nuevo~


Bien, como siempre y antes de empezar :buena parte de la reseña es mi opinión personal e intransferible, y como digo siempre, cualquier otra es perfectamente respetable. 

Hoy os vengo a hablar de:

Tate no Yuusha no Nariagari




Título: Tate no Yuusha no Nariagari 
Año: 2019
Género: fantasía/aventura

Reseña: Naofumi es un chaval que vive su vida normal hasta que un día es absorbido por un libro y transportado a lo que a todas luces parece un reino mágico de corte medieval. Allí descubre que ha sido convocado, junto a otros 3 chicos, para convertirse en los Héroes que salvarán a ese mundo de su destrucción. A cada uno se le da un arma, excepto a Naofumi que le toca el escudo, que además parece no gozar de muy buena fama en aquel reino. Así pues, desde el minuto 1 el reino entero, el rey, y los otros 3 héroes comienzan a putear marginar y maltratar a Naofumi, llegando a acusarlo de haber violado a una joven y relegándolo a poco más que un paria. El muchacho, solo y pisoteado en un reino que no conoce, debe entonces buscarse la vida para salir adelante, y decide comprarse una esclava, una niña llamada Raphtalia. Junto a ella, poco a poco va aprendiendo a sobrevivir en ese mundo donde la gente le odia solo por ser el Héroe del Escudo, y pese a ello, continua entrenando para defender a esa misma gente de las Olas Apocalípticas que asolan el reino de cuando en cuando.


Es un anime de 24 episodios, que sigue la dinámica de los animes de fantasía centrados en el viaje y desarrollo del héroe y protagonista, y sus acompañantes. Sin embargo, el anime se presenta bajo el filtro de un videojuego, donde el propio Naofumi puede consultar el menú de mando y ver los stats de los enemigos, etc.


Los personajes: tenemos a una tropa bastante grande de personajes, porque pese a no ser los protagonistas, sí que aparecen a menudo, generalmente para hacerle la vida imposible a Naofumi. Hablaré un poco por alto de ellos, y solo de los que aparecen en los primeros episodios para no hacer spoilers:



-Naofumi. Nuestro prota, un estudiante de Universidad que se ve arrastrado a un reino mágico con un "arma" mágica impuesta, un escudo, que solo le ha traído disgustos y odio, porque por razones que desconocemos en aquel Reino se dedican a hacer bullying al héroe que porta el escudo. Es un chaval práctico, que trabaja duro pero que está lejos de ser el típico prota SuperPositivo: se enfada, se frustra, muchas veces se deja llevar por la ira y acaba dando la razón a los que lo insultan. Pese a todo, es maduro, responsable y se preocupa por las escasas personas que confían en él.

-Raphtalia. Una niña demi-humana (medio mapache?) que es vendida como esclava y comprada por Naofumi para que sea su espada (ya que él solo tiene permitido usar el escudo y por tanto, no puede luchar de forma ofensiva). La chica se encariña rápidamente con su nuevo amo, que la trata  como una igual y se preocupa por su bienestar. Al subir de nivel crece también y durante todo el anime es una muchacha de la edad de Naofumi, que se ve a leguas que está enamorada de él aunque él no lo ve.

-Izuki, Ren y Motoyatsu. Los héroes convocados junto con Naofumi, del Arco, la Espada y la Lanza, respectivamente. Rápidamente le dan la espalda al prota, y el tercero se ensaña bastante con él (no por nada personal, es solo que no es de muchas luces). En general están bastante desaparecidos durante gran parte del anime, o solo causan problemas al mundo y a Naofumi, hasta que este los mete en cintura.

-Filo. Una cría de Filoleal, que es lo que viene a ser una especie de avestruz-gallina gigante de colores. Naofumi la compra también al esclavista y se la lleva para que tire del carro.  No os cuento más.

-Myne/Mein. Una muchacha que primero se une a Naofumi como única acompañante peeeeero que acaba siendo una zorra de mucho cuidado de esas que estás todo el anime esperando a que desaparezca de una vez, porque tiene ese tipo de personalidad infantil, manipuladora y petarda que siempre logra alcanzar un nuevo nivel en lo que a Insoportable se refiere.


Como curiosidad, muchos de los personajes secundarios, sobretodo los acompañantes de los otros Héroes, se parecen mucho, muuucho a diferentes personajes de Fire Emblem, ya que recordemos el anime se presenta como un "videojuego" en el que los Héroes pueden subir de nivel, ver el menú, etc.



La trama: pese a que parece el típico anime de aventuras/fantasía en el que el prota y su grupo trabajan y luchan poco a poco para ir mejorando, a la hora de la verdad se aleja un poco del cliché. Tenemos que empezar por la situación y carácter del propio Naofumi, bastante lejos del prota "Torpe pero Positivo", que pese a las adversidades sonríe y solo ve el lado positivo de la vida y de la gente, y se marca discursos en los que explica porqué se esfuerza día tras día para proteger a los demás.
Naofumi es un chaval normal y corriente que es tratado de forma lamentable simplemente porque le ha tocado un escudo que ni siquiera quería, y tiene que aguantar humillaciones, risas, vejaciones, insultos y acusaciones de todo tipo. Y se harta de ello.
Es un prota bastante más "realista" que los que estamos acostumbrados a ver en este tipo de animes, porque rápidamente todo ese bullying le afecta (como afectaría a cualquiera) y se deja llevar por la rabia, la frustración y la ira, desistiendo de intentar limpiar su nombre y dejándose llevar por lo que dicen de él. Es un poco un "¿pensáis que soy malo? Ahora os voy a dar una razón para que lo penséis de verdad".
Es por tanto un personaje más "humano": se enfada, ve que debe buscarse la vida como sea en aquel mundo hostil y no duda en recurrir a la compra-venta de esclavos, a pedir dinero por sus servicios (cuando un prota normal lo haría de manera altruista "ayudar porque es mi deber"), etc.
Pero todo esto no le hace "malo", simplemente le hace una persona con defectos reales, lejos de ese altruismo llevado al límite y eterna positividad de los personajes de otros animes. Pese a todo eso, sigue teniendo buenas intenciones, sigue ayudando al pueblo llano y a aquel que le pida ayuda (aunque sea a cambio de dinero), y su forma de pensar práctica resulta más útil muchas veces que la de los otros héroes, que al tener todas las facilidades no se esfuerzan todo lo que deberían.

El anime por tanto se centra, como otros muchos, en cómo Naofumi se trabaja poco a poco su reputación y sus poderes, y como junto a sus acompañantes va mejorando a costa de duro entrenamiento. Lo que lo hace "original" es el realismo con el que el chico responde a todas las trabas que le ponen continuamente, actuando a veces sin pensar y guiado por el cabreo y la frustración, como haríamos muchos.



Como otros animes de este corte, se deben enfrentar a tramas palaciegas, ataques de bandidos, plagas, sequías, hambrunas, deben ayudar al pueblo y en ocasiones arreglar los estropicios que los otros héroes causan sin darse cuenta, al tomarse todo como si de un videojuego se tratase. En efecto, está ese aspecto de que el propio Naofumi ve todo como un videojuego (ve el menú de opciones, los stats, el mapa, los niveles,etc) pero pese a ello sabe que es un mundo real cuyos habitantes necesitan su ayuda. También están las Olas, los ataques que aparecen de cuando en cuando y que son la principal misión de los Héroes, para las que sin embargo no están muy preparados.


Haciendo un poco de spoiler, os contaré por alto la trama: Naofumi aparece en ese reino en el que por razones que aún no sabemos, todos Odian Bastante al Héroe del Escudo y le hacen bullying gratuito. Cuando el Rey llama a una serie de personajes secundarios destinados a ser los acompañantes de los héroes, nadie escoge ir con Naofumi, excepto una chica llamada Mein que accede ir con él. La muchacha resulta ser la princesa, además de una zorra, y por alguna razón que escapa a mi comprensión dice a todo el mundo que Naofumi intentó violarla. Así, la ya pobre impresión que tenían del chaval por tener el Escudo empeora aún más y pasa a ser un paria. Por si fuera poco, cada vez que Naofumi hace algo, Mein, que va junto con el héroe de la lanza, tergiversa lo ocurrido para que parezca que Naofumi es Malvado y un Demonio y todo el mundo le odie. Más. Aún.
El chaval se busca la vida como puede, sin ayuda de nadie, y tras comprar a Raphtalia y a Filo va mejorando poco a poco mientras recorren el reino ayudando a los habitantes a cambio de una compensación. Obviamente, siempre que pueden, el Rey o Mein o el héroe de la Lanza aprovechan para culparle de algo, meterse en su camino y arrebatarle lo poco que tenga. Cuando ven que tiene compañeros y gente que confía en él, empiezan a decir que es un esclavista y que todo el que lo acompaña es porque le ha lavado el cerebro con su escudo malvado.
Sea como fuere, Naofumi poco a poco va mejorando, ignorando todo el odio que cae sobre él y arreglando los desastres que causan sin querer el resto de Héroes. Acaba mostrándose el más capaz y más fuerte, y hace las paces con los demás para enfrentar a un enemigo común: las Olas que azotan el reino. También logra poco a poco ir limpiando su nombre.


Opinión personal:  Me ha gustado quizá sobretodo por el personaje y la personalidad de Naofumi, más que por lo original que pueda llegar a ser la trama o cualquier otro aspecto. Creo que lo mejor es que el anime consigue generar algo en el espectador, y ese algo generalmente es Frustración y Enfado. Me pasé casi todo el anime muy frustrada porque cuando alguien venía a hundir un poco más la imagen del prota solía recurrir a la estratagema de "es que les lava el cerebro". Y si Rapthalia u otra persona lo defendía, básicamente la ignoraban diciendo "no sabes lo que dices, te controla con su escudo demoníaco". Y creo que esa continua sensación de frustración y cabreo es lo que hace que el anime te llame la atención, porque te tiene pendiente y deseoso de que Naofumi los mande a todos a freír espárragos.


Sobre el dibujo y la animación:  nada reseñable, tiene un dibujo muy cuidado  y las escenas de acción están muy bien animadas. Demasiadas lolis para mi gusto, eso sí.


El final: es un final muy abierto, ya que justo en los 2 últimos episodios nos ofrecen una información muy novedosa y reveladora sobre las Olas y su naturaleza, que a todas luces da lugar a una segunda temporada.


En resumen: si os gustan los animes de corte aventura/fantástico (y probablemente si os gusta SAO, nunca lo he visto pero creo que también se presentaba como un videojuego) dadle una oportunidad si no lo habéis hecho aún, porque se la merece. El prota es totalmente lo mejor, porque ya no tenemos a un chico despreocupado e inútil cuyo positivismo y candidez le lleva a sobrellevar los problemas: el prota se deja llevar por la ira, como una persona normal, y tiene un montón de defectos y actitudes nada propias de un "Héroe". El anime es largo pero no tiene apenas relleno y en general todo está bastante hilado.



•Si tuviese que puntuarlo, le daría un 9.

Y pues esto es todo por el momento~~ Como siempre, si lo habéis visto o pensáis hacerlo, os invito a venir a aquí a contarme cositas y decir qué os ha parecido~~~~

Well well, see you~~ 

martes, 13 de agosto de 2019

Randomdarya. ep 26 Ruta Lance (fic)


Hi again!
POR FIN he podido cambiar la cabecera del Randomdarya~~~ seis meses más tarde


Bueno pues aquí estamos, porque me he dado cuenta de que este año el Randomdarya está muy abandonado y habrá que hacer algo al respecto.
Así que, para ir empezando, he decidido tirar de mi hype interno tras el episodio 26 y gracias a vuestros votos y atención por Twitter, ficcionar el episodio 26 (como hice en su día con el 17) pero enfocándolo hacia la Ruta Lance mucho más de lo que ha hecho el juego.
Sé que hace tiempo pidiendo ideas me habíais puesto unas cuantas (entre ellas narrar un episodio desde el punto de vista de otro pje, o hacer un antes/después de opiniones sobre el juego) y las tengo apuntadas para ser desarrolladas, don't worry~~ Pero como siempre os digo, sigo aceptando sugerencias (?) vosotros pedid y se os dará~ Sobretodo porque últimamente estoy centrando mucho la sección en Lance, así que si tenéis sugerencias para el resto de muchachos, soy todo oídos~~


Whatever, whatever, vamos al cogollo del meollo:
Esta entrada no es más que el episodio 26 de Eldarya ficcionado y narrado como si la Ruta Lance fuese posible y se iniciase durante el episodio. Osea, que lo haré más romanticón e intentaré evitar cualquier atisbo de síndrome de Estocolmo y suavizaré un poco la agresividad de Lance, que al pobre chaval le va a dar algo con tanta tensión. Espero que os guste igual aunque le haya bajado un par de revoluciones al chico.
Bueno, que pese a todo lo que yo me invente, esto estará plagadito de SPOILERS del episodio 26 y HASTA el episodio 26.

En fin, al tema, espero que os guste <333:

Episodio 26, Ruta Lance:



-¡¡VALKYON!!-Grité desesperada, inclinándome demasiado sobre la barandilla del barco, clavando las uñas en el acero. Mi captor debió interpretar aquello como un intento de lanzarme al agua, y rápidamente sentí un fuerte tirón de mis ropas. Choqué contra el pecho del chico, pero me aparté de él en un parpadeo para encararlo.
- ¡¿A ti te parece normal?! ¡ES TU HERMANO!! ¡¡¿Vas a dejar que lo maten?!!
Lance parecía inusitadamente calmado pese a mis gritos histéricos, aunque el leve fruncimiento de sus cejas me indicaba que no le estaba gustando nada la manera en la que estaba dirgiéndome a él.
-Él se lo ha buscado. Y ahora, no hagas ninguna tontería o...
-¡¿Que se lo ha buscado?! ¡¡¡Has sido TÚ!!! ¡¡Maldito pedazo de....!! -escupí, mientras alzaba el puño para propinarle un buen golpe. No estaba tan loca como para tirarme al mar con esas cosas, pero quizá si lograba dejarlo fuera de combate podría...
El muchacho interceptó mi golpe sin ninguna dificultad, y pude leer en sus ojos que aquel vano intento de sublevación había agotado su paciencia. Llevó su otra mano a mi garganta, alzándome unos centímetros del suelo.
-Escúchame bien, preciosa. Aprecio tu carácter, pero de ahora en adelante deberías tener más cuidado de con quién la tomas. -El agarre en torno a mi cuello se hizo más fuerte, obligándome a boquear para poder tomar un par de entrecortadas bocanadas de aire - No te preocupes por mi hermanito, si tiene lo que hay que tener saldrá de esta sin problema. Sino, es que no merecía la pena.
Y con esas palabras, me lanzó con sorprendente facilidad contra el mástil.
Todo se volvió oscuro.


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No sabría decir cuanto tiempo había pasado una vez la luz del sol volvió a colarse entre mis párpados. Aún mareada y dolorida, mi primer instinto fue intentar llevarme las manos a la cabeza, para palparla en busca del foco del dolor. Aquello se quedó precisamente en eso, un intento, pues ambos brazos estaban atados a mi espalda y al mástil del barco. No tuve mucho tiempo para pensar en lo que había pasado cuando la voz falsamente adulzada de Lance se escuchó a mi espada.
-¿Has dormido bien?
El chico caminó lentamente hasta aparecer en mi campo de visión, y se sentó sobre la cubierta a pocos metros de mí.
-Creo que no me has oído, ¿has dormido bien?
-Me duele la cabeza. - Respondí secamente, y su boca se torció en una sonrisa.
-Qué pena. Pero intentaste atacarme y no me dejaste más remedio que defenderme, ¿Sabes?
Chasqueé la lengua apartando la mirada, irritada por su forma de reírse de mí, pero mi gesto solo causó que su sonrisa se ensanchase un poco más.
-Ibas a matar a Valkyon, maldita sea. Más te vale que no le haya pasado nada o...
-¿O qué? ¿Vengarás a tu novio? - Replicó, y creí entrever genuina curiosidad en sus palabras.
-No es mi novio. - Mascullé por lo bajo, pensando en lo vergonzoso que era tener que darle explicaciones sobre mi vida sentimental a mi captor. Al hermano de mi crush. ¿Qué culpa tendría yo si Valkyon no se enteraba de nada?
Cuando alcé la mirada esperaba encontrarme la sonrisa socarrona de Lance, pero el chico me observaba con aire serio.
-Él se lo pierde.
-¿Qué...?
Mi pregunta confusa se quedó en el aire, y Lance se levantó, dando por finalizada la charla.
-Sigamos rumbo a Memoria.
-¿A Memoria? ¿Por qué? - Pero de nuevo mi pregunta no obtuvo respuesta.


Las horas pasaron y el sol fue ganando terreno en el cielo, mientras la tripulación de Lance iba y venía ignorando mi presencia, aún atada al mástil. El calor apretaba mientras yo intentaba ocultarme bajo la delgada sombra del palo, soportando estoicamente el sol y la sed. O bueno, quizá no tan estoicamente como creía, pues mi captor apareció al cabo de unas horas con un cuenco de agua en las manos.
Sin mediar palabra se acuclilló ante mí, acercando el cuenco a mis labios. Pese a todo no abrí la boca, paseando mi mirada recelosa del dulce agua al rostro del chico y viceversa. Tras unos segundos Lance pareció comprender el porqué de mi recelo, y tras poner los ojos en blanco dio un buen trago al líquido.
-Ya ves, no está envenenada, no me he muerto. Bebe de una vez.
Volví a lanzar una mirada desconfiada al agua. Tenía sed, pero mi tozudez era bastante mayor que mis ganas de beber. Seguía enfadada porque me hubiese arrastrado de aquella forma, por lo que le había hecho a su hermano, y por tener que estar atada al palo mayor de aquel barco.
-¿Prefieres morir aquí, o voy a tener que darte de beber yo? -Masculló Lance, con un deje de impaciencia en la voz.
-Solo estoy esperando a ver si el veneno hace efecto. -Repliqué, sosteniéndole la mirada. Alzó una ceja, divertido por mi respuesta.
-Por suerte o por desgracia, no hay veneno, pequeña, aunque si sigues dándome trabajo quizá me lo piense mejor. Bebe.
Colocando el cuenco en mis labios, Lance me obligó prácticamente a beber, aunque en el fondo mi cuerpo agradeció aquel dulce líquido. Una vez hube bebido todo el contenido, el muchacho me dedicó una mirada satisfecha y con cuidado pasó el dedo por mi barbilla y las comisuras de mis labios, secando el agua que mojaba mi rostro.
Por un momento hasta me pareció una persona atenta.
-Si me soltases podría hacerlo yo. -Puntualicé, mientras el chico acababa de secarme la barbilla.
-Ya, pero nada me garantiza que no se te pase por tu pequeña cabecita alguna otra idea estúpida, como intentar escapar.
-¿Qué quieres de mí?
-Nada en especial. - Respondió, con aire resuelto mientras se incorporaba. - Simplemente eres mi garantía de que la Guardia no interferirá en mis planes.


Los días pasaron sin gran novedad, navegando hacia Memoria. En cierto momento,y  para mi espanto, Lance decidió que era una buena idea ir a hacerle una visita a un kraken que pululaba por los mares de Eldarya. Desde mi posición privilegiada, atada al mástil, pude observar como el muchacho parecía hacer buenas migas con aquella bestia, que rápidamente se unió a los traidores como séquito del barco en el que nos encontrábamos. Durante la charla de Lance con el kraken tuve la suficiente intimidad como para poder soltar mis cuerdas, y pese a que no tenía ningún sitio al que ir, sería para mí una pequeña victoria ver la cara del chico al saberme libre. Para mi decepción, cuando Lance regresó al barco y me encontró de pie ante él y no atada al mástil, solo me dedicó una mirada curiosa, e ignoró mi recién adquirida libertad. Como no pareció importarle, a partir de ese momento me dediqué a vagar por el barco en general, y a observarle en particular.

Después llegó ese sueño.
Bueno, en realidad no fue un sueño.
El Oráculo intercedió por mí de alguna forma, permitiendo que me manifestase en espíritu en el QG. Mi estancia allí fue breve, demasiado, y apenas logré comunicarme con Miiko y HuangHua para contarles a dónde me llevaba Lance.
Porque poco después, el Oráculo murió.
Aunque era reticente a creer que un ente incorpóreo y sobrenatural pudiese morir, notaba su ausencia dentro mí. Aquello me aterraba, pero me había obligado a relegarlo a un segundo plano de mi mente, quizá esperanzada de que se solucionase solo y el Oráculo volviese a resurgir de un obligado letargo una vez hubiésemos solucionado...lo que fuese que hubiese que solucionar.


Tras aquello, mi vida como grumete se volvió un poco más dura, en parte debido a que Lance decidió que se había acabado lo de ser una rehén pasiva y que iba siendo hora de que ayudase en las tareas del barco. Estaba acabando de fregar la cubierta cuando reparé en la figura del muchacho, apoyado sobre la barandilla del barco y perdido en sus pensamientos.
"Si le empujase ahora..." pensé, pero rápidamente deseché la idea. Seguramente el kraken lo pescaría de nuevo y la que acabase en el fondo del mar sería yo. Así pues, me limité a acercarme para hablar.
-¿Qué quieres?- Me espetó el chico, sin apartar la vista del horizonte.
-Hablar.
-¿De qué?
-No sé, de ti. -El muchacho giró levemente la cabeza hacia mí, mirándome de arriba abajo.
-Fingir que te intereso no te conseguirá un trato especial.
-No es eso, solo quiero...
-Si no tienes nada que decir, lárgate.- Me cortó, con cierta exasperación, como si hablar conmigo le supusiese un gran esfuerzo. Aquella tontería logró enfadarme.
-Por el Oráculo, eres como tu maldito hermano...-farfullé, mientras recogía la fregona y el cubo y me iba a grandes zancadas.
-¿Qué has dicho? - La voz de Lance tenía un deje divertido, como si sacarme de mis casillas le pareciese interesante.
-¡Nada! Tú y tu hermano, no sabéis lo que es una charla informal. Debe ser de familia. - Grité, mientras me alejaba.


--------------

Pocos días después llegamos a Memoria. Lance decidió instalar el campamento en el bosque, para mi profundo desencanto, así que tuve que conformarme con colocar mi camastro lo más lejos posible del lugar de la muerte de Mery.
Mientras montaba la que supuse sería mi tienda, el muchacho apareció de la nada, quedándose de pie con los brazos cruzados sobre el pecho, observando con aire divertido cómo me peleaba con el camastro.
-¿Podrías a ayudarme?
-No. - Contestó simplemente, ignorando mi mirada de odio. - Mañana me llevarás a donde se encuentran los míos. Ahora quiero que me enseñes la isla.
-Pero...
-Venga.
Y sin esperar por nada más, el chico echó a andar.
-Pero si veo que te las arreglas muy bien tú solo... -anoté, al ver como se alejaba sin esperar si quiera por mí.
-¡Venga!


Comenzó pues mi breve periodo como guía turístico de Memoria, pese a que la isla no me traía muy buenos recuerdos y caminar por ella hacía que se me pusiesen los pelos de punta. Todo estaba siempre demasiado tranquilo, sospechosamente tranquilo. Mal que me pesase, el saberme acompañada por Lance me tranquilizaba un poco, sobretodo porque veía difícil que encontrásemos a algo peor que él. Aunque pasamos la mayor parte del recorrido en silencio, el muchacho me hizo preguntas puntuales sobre la isla, a las que no supe responder con mucha seguridad, ganándome miradas de reprobación por su parte.
-Ya vale, ¿No? - Me harté, después de tener que soportar su ceño fruncido por octava vez. - No sé nada de esta isla, no sé que esperabas de mí.
Lance ignoró mi queja y se acercó al acantilado, peligrosamente cerca del borde.
"Y ahora lo empujo y..." volví a pensar, pero deseché de nuevo la idea. Si bien estaba allí en contra de mi voluntad, el chico había sido bastante correcto conmigo y quizá lo mejor sería ganarme su confianza y no despeñarlo por aquel saliente.
-Ya está bien por hoy, volvamos. Mañana me llevarás con los dragones. 
-Espera, ¿qué? Yo qué sé dónde están los dragones ...- comencé, intentando seguirle el paso.
-Sé que lo sabes, ahórrate el numerito. 
-Podrías al menos pedirlo por favor. -Refunfuñé, más por intentar hacerle de rabiar que por verdadera molestia. En el fondo confiaba en que los dragones fuesen lo suficientemente listos como para ocultarse y que por mucho que él quisiese, no encontraría nada.


Volvimos al campamento, donde Lance me dejó sin mucha ceremonia rodeada de sus secuaces. Como no tenía nada mejor que hacer, intenté entablar conversación con ellos, con vistas a conocer mejor sus motivaciones. Lo que empezó como una conversación civilizada casi acabó en las manos, debido en gran parte a mi escasa paciencia.
-¡¿En serio?! ¿Así que, "como el mundo no merece ser salvado", lo vais a destruir?  ¡¿Quiénes os creéis que sois para decidir eso?!
-Humana, vigila tu.... -comenzó Orion, el desgraciado con el que había comenzado una inocente charla hacía unos minutos, pero que mostraba signos de quedarse sin paciencia.
-¡¿Con qué derecho vuestra opinión vale más que el mundo entero, EH?! -Grité, levantándome e ignorando por completo que se había empezado a formar un corro a nuestro alrededor, y que para mi desgracia, nadie allí compartía mi postura.
-Humana... - Mi interlocutor se alzó también, imponente y amenazante, pero mi enfado me impedía hacer caso a mi instinto de conservación, que me gritaba que no era ni el momento ni el lugar para montar un numerito semejante.
-Además,  ¡¿Vas a destruir Eldarya porque una vez la Guardia te mandó matar y desobedeciste?! ¡¡Os estáis comportando como la gente que decís que odiais!! ¡Vais a matar a miles de personas porque sí!
Aquello pareció agotar la paciencia del hombre, que alzó un puño que a todas luces se dirigía hacía mí. Cerré los ojos, esperando un impacto que nunca llegó.
-Suficiente. -Lance no necesitó alzar la voz para hacer callar a todo el corrillo que nos rodeaba, y que comenzó a dispersarse rápidamente. Abrí un ojo para ver cómo el chico soltaba el puño de Orion, que bajaba la cabeza en señal de sumisión. Acto seguido me lanzó una mirada de soslayo.-Suficiente para ti también. Vete a tu tienda.
Estuve tentada de replicar, pero me conformé con lanzarle una mirada cargada de odio a Orion y marcharme con toda la seguridad y aplomo que pude reunir.


Apenas me había dejado caer sobre el camastro cuando Lance apareció en la entrada de mi tienda, vistiendo una sonrisa de superioridad que solo sirvió para avivar más mi enfado.
-Debes de ser muy estúpida para montar semejante numerito vista la situación en la que te encuentras. - Comenzó, disfrutando visiblemente de mi enfado. - Cualquiera de estas personas te mataría si se lo ordenase, no hagas que les apetezca hacerlo sin mi orden. 
-Aunque me matasen me llevaría al menos el consuelo de que después los matarías tú a ellos. - Repliqué tajante, mientras comenzaba a deshacer la cama para acostarme.
-¿Ah? ¿Por qué habría de hacerlo?
-Porque me necesitas viva para encontrar a los dragones, y conociéndote dudo que tuvieses el autocontrol suficiente como para no matar a quien te prive de la llave para ello.
-Um...-Lance parecía sorprendido y complacido por mi razonamiento, dejando pasar incluso la pulla hacia su corto temperamento. Aunque seguramente no era yo la más indicada para hablar. -Eres interesante, pequeña humana...
-Cóncedeme el favor de llamarme por mi nombre, estoy harta de oír lo de "humana". -Le corté, y aunque al principio parecía molesto por la interrupción, acabó por alzar una ceja, divertido.
-Muy bien, Cyn. Duerme, mañana te espera un largo día. - Lance abandonó mi tienda, pero desde fuera pude escucharle añadir. - Y deberías tener más cuidado, ese carácter tuyo algún día hará que te maten.
-Lo mismo te digo. -Espeté, pero el chico parecía haberse marchado ya, sin esperar a mi réplica.

Una vez Lance hubo dejado a la muchacha a solas en su tienda, volvió al centro del campamento, donde algunos de sus hombres seguían sentados al fuego.
-¿Quieres que vaya a atarla? -Preguntó un solícito Orion, que aún buscaba una excusa para hacer pagar a la joven su atrevimiento.
-No. 
-¿Por qué no?
Lance se giró hacia su subordinado, con cara de pocos amigos.
-Porque no. 
-Pero...puede intentar escapar o...
-No me hagas repetírtelo, Orion. -Susurró el muchacho, acercándose al hombre. - La chica es asunto mío y yo decido lo que se hace con ella. 
Orion parecía tener una réplica preparada, pero la mirada acerada de Lance cortó cualquier intento de respuesta.
-Por cierto. -La voz pausada y dulce del dragón nada tenía que ver con la mirada seria con la que barrió el claro en el que se encontraban sus compañeros. -No quiero que nadie le ponga un solo dedo encima a la humana. Estoy seguro de que no tendré que repetíroslo, ¿Verdad?
Sus ojos se detuvieron en Orion, que se limitó a apartar la mirada y asentir, como el resto de los presentes.
Una voz en su interior le señaló que estaba empezando a comportarse como Leiftan. Pero no, su interés no era preocupación, y se debía únicamente a la necesitaba para sus planes...¿Verdad?


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-Por última vez, ¿a dónde tenemos que ir?
Lance parecía exasperado, aunque aquello era algo a lo que había empezado a acostumbrarme.
-¿Y si me lo pides por favor? - Apostillé yo, sonriendo. Hacía unos minutos que me había sentado en la escalinata del ágora, primero observando cómo Lance inspeccionaba de nuevo la zona, y después limitándome a darle largas.
-Creo que no sabes con quién estás jugando, pequeña. -El muchacho dio un par de zancadas hasta encontrarse frente a mí, su rostro a escasos centímetros del mío. - Dime a dónde tenemos que ir.
-...por favor. - murmuré junto a su boca, apartándome rápidamente ante el previsible estallido de ira del muchacho. Su párpado inferior derecho tembló peligrosamente, y antes de que pudiese darme cuenta, su mano estaba en mi cuello.
Para mi sorpresa, no apretó.
El dragón se limitó a sujetar firmemente mi cuello para obligarme a alzar la barbilla y encararlo. Tomó una honda respiración, reuniendo probablemente resquicios de paciencia que ni siquiera él sabía que tenía.
-¿Sabes? Creo que me caes bien, Cyn. A mí también me sorprende. Pero no te confundas, nada me impide usar la fuerza si es necesario para sacar esas palabras de tu hermosa boquita. Así que sé buena, agradece mi benevolencia y no te compliques la vida, ¿de acuerdo?
Tragué saliva, el tono de su voz era mucho más amenazante que sus palabras. No tenía mucha más opción que obedecer, pero mi lado cabezota siempre había tomado las riendas en este tipo de situaciones, por malo que acabase resultando para mi integridad física.
-Por favor.-Musité. El chico por un momento creyó que rogaba por mi vida, así que tuve que sacarlo de su error. - Solo quiero que lo pidas por favor. ¿Crees que podrás, todopoderoso Dragón Malvado?
Un segundo.
Dos.
Diez.
El tiempo se escurría lento mientras esperaba a que el muchacho me partiese el cuello. Para mi sorpresa, se limitó a mantenerme la mirada. Después, cerró los ojos durante un momento que me pareció eterno, y me soltó, dándome la espalda.
-Creo que ya entiendo porqué Valkyon...
-Sí, ahora que lo dices, ¿no tienes forma de saber si tu hermano sigue vivo? Más te vale que siga vivo, o.... -comencé de nuevo, haciendo caso omiso de mi voz interna que me recomendaba que ya había jugado bastante con mi vida por esa mañana.
-Llévame a la Guarida de los Dragones. Ya. -Me cortó el chico, que ya había echado a andar sin dirección aparente. - Por favor.
-¿Veeees? Pidiendo las cosas bien, se consiguen. -Canturreé para aparentar despreocupada; no quería que Lance creyese que le tenía miedo a él o a lo que podía hacerme. Eso era darle un poder sobre mí que no estaba dispuesta a ceder. - Vamos, es por aquí.
Le di un par de amistosas palmaditas en la espalda cuando llegué a su altura y seguí andando, con todo el aplomo y desenvoltura posibles. En realidad no me importaba llevarle a la Guarida de los Dragones, confiaba ciegamente en que aquellos seres de luz no dejarían que entrase en su morada de ninguna de las maneras. Incluso tenía la secreta esperanza de que una vez nos acercásemos, lo expulsasen de su dominio, si es que conseguía siquiera tocar la puerta. Todo aquel numerito no era más que para mostrarle que no temía nada de lo que pudiese hacerme, y sobretodo, porque cada segundo que lograse mantener a Lance lejos de su objetivo, era un segundo de ventaja para la Guardia.


Entramos en la Academia y sin mucha ceremonia conduje a Lance por los oscuros corredores hasta las grandes puertas que daban paso a la guarida. No dejó de sorprenderme el hecho de que me siguiese sin poner el más mínimo reparo, seguramente porque no me consideraba lo suficientemente atrevida como para llevarle por un camino equivocado.
-¿Cómo se abren? - Preguntó, una vez hubo superado sus 5 segundos de sorpresa al ver las imponentes puertas.
-Eh...había que decir algo...-murmuré, y recité sin mucha seguridad el trabalenguas que funcionaba como contraseña. Tenía miedo de haberme inventado algo, pero Lance pareció conforme con la fórmula, así que supongo que todo lo que había repetido tenía sentido. Sin esperar mucho más, el muchacho procedió a recitar aquella retahíla.
Sin éxito.
Una, dos, tres veces.
-Maldita sea...prueba tú. -Me increpó.
-¿Yo porqué?
-Eres la elegida del Oráculo y demás tonterías, ¿no? Prueba. -Me acerqué a las puertas con paso dubitativo, aunque sospechaba que el muchacho tenía razón y que quizá solo yo podría abrirlas. Para mi sorpresa y para frustración de Lance, no fue así. Comenzó a dar vueltas por la sala como un león enjaulado, parándose de vez en cuando para gritar ante las puertas la fórmula mágica.
-¡Maldita sea,  ¿ahora qué?! -Estalló, dando un sonoro puñetazo a una de las cabezas de dragón que ornamentaban la entrada. -¿Hay algo más? Tiene que haber algo más.
-Umm....-murmuré, mientras notaba su mirada penetrante clavada en mí, a la espera de una respuesta. - Puede...la última vez tuvimos que esperar a que hubiese luna llena. Quizá...¿solo se abran entonces?
Lance fijó sus ojos en mí durante un segundo, antes de lanzar un grito de frustración. Dio un par de vueltas más, pagando su odio a patadas contra la puerta, hasta que pareció calmarse un poco.
-Vámonos. 

El camino de vuelta al campamento estuvo cargado de silencios. El muchacho parecía todavía muy cabreado, y yo por mi parte era lo suficientemente lista como para saber cuándo mi vida podía peligrar de verdad si decía algo. Una vez en el campamento, Lance me despachó con un gesto señalando mi tienda, y desapareció.


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-¿Qué demonios estás haciendo aquí?
-¡¿Qué demonios estás haciendo TÚ?! - Repliqué, al ver salir a Lance de entre la espesa nube de humo que invadía la sala de las puertas. Hacía un rato que me dedicaba a pasear por las ruinas de Memoria, seguida de cerca por Orion, cuando una fuerte explosión había sacudido el aire. Pese a que el hombre se me pegaba como una lapa, conseguí darle esquinazo -gracias a una certera patada en la espinilla-  para entrar en la Academia y encontrarme a un Lance que a todas luces había puesto una bomba a las puertas. Sin resultado.
-Solo estoy probando medidas alternativas para abrir estas condenadas puertas. Aunque parece que...-el muchacho interrumpió su despreocupado relato al ver entrar corriendo a Orion, que por fin me había dado alcance. El hombre me agarró violentamente por el pelo, probablemente con el objetivo de sacarme a rastras de allí.
-Suéltala. - Lance no necesitó alzar la voz para que su subordinado se detuviese en seco.
-Me ha atacado y luego... -pese a la fuerza con la que me sujetaba, mi mente estaba lo suficientemente despejada como para empezar a elaborar una excusa. Para mi sorpresa, no fue necesario.
-Creo que haberte dicho que no quería que le tocaseis un solo pelo. -Susurró el chico, acercándose peligrosamente a nosotros. -Suéltala si quieres que esa mano tuya siga pegada al resto de tu cuerpo.
Orion obedeció de mala gana, y yo me llevé las manos a mi dolorida cabeza. Lance me miró con aire exasperado, y colocando una mano en mi hombro me obligó a avanzar en dirección al exterior. ¿Qué demonios había pasado? Le lancé una mirada de soslayo, intentando adivinar algo en su expresión que me explicase porqué el hombre que me había secuestrado a punta de cuchillo ahora no quería que sus gorilas me maltratasen.
-¿Está listo el ariete? -Preguntó el muchacho a uno de sus subordinados de camino a la Academia, ignorando mi mirada curiosa.
-Mañan...
-¿El ariete? -Interrumpí yo. - ¿Para qué demonios quieres un ariete? ¿Crees que si una bomba no ha roto las puertas, lo hará un trozo de madera gigante?
El dragón puso los ojos en blanco, propinándome un leve empujón.
-¿No te callarás nunca?
-Es difícil estar callada cuando tengo que ver cómo hacéis majaderías. -Gruñí, mientras me masajeaba aún el cuero cabelludo. De pronto, noté cómo la mano distraída del chico se posaba en la zona dolorida. Sorprendida por la suavidad de su gesto, me giré de nuevo hacia él, pero cuando nuestras miradas se cruzaron retiró rápidamente la mano. Después me propinó otro leve empujón en el hombro, obligándome a mirar al frente y a avanzar.
-Venga, al campamento.


La noche cayó y con ella una aparente calma, en parte sobretodo a que Lance estaba allí sentado y no poniendo explosivos bajo puertas mágicas. El chico parecía absorto en afilar su cuchillo, y aunque quizá no fuese el momento más adecuado para acercarme a hablar con él, no tenía sueño ni nada mejor que hacer.
Apenas me había sentado frente al joven peliblanco cuando una serie de extraños ruidos procedentes de las ruinas cruzó la noche. El dragón me lanzó una rápida mirada, y con un gesto llamó a un grupo de sus esbirros. Sin esperar por mi opinión al respecto, me tomó de la mano para levantarme de mi recién adquirido asiento, dándome a entender que yo también tenía que ir.

Cuando llegamos a la plaza, decenas de draflayels volaban a nuestro alrededor. El muchacho parecía visiblemente molesto por la presencia de los familiares, y su mano fue a su cinto en busca de su arma. Antes de que tuviese oportunidad de blandirla contra los pequeños dragones, mi mano buscó instintivamente a su antebrazo. El chico me miró, molesto y furioso.
-¡Déjalos! Nos llevarán junto a los dragones, la última vez también aparecieron.
A regañadientes el muchacho se sacudió mi agarre y guardó el arma, y con un gesto me dejó encabezar la comitiva.

Al llegar al acantilado, la cantidad de animalitos aumentó, comenzando a rodearme. Giré varias veces sobre mí misma, intentando seguir su vuelo hipnótico con la mirada, hasta que se dispersaron y yo retrocedí unos pasos, chocando contra algo. O contra alguien. Di un respingo, girándome sobresaltada.
-Soy yo. - Constató Lance, casi tranquilizador, colocando una mano sobre mi hombro al ver que mi mareo me impedía conservar el equilibrio.
Me giré levemente, encarando su rostro, que para mi sorpresa no estaba surcado por sus habituales líneas de enfado. Me miraba con cierta curiosidad, y hasta que no apartó la mirada algo turbado no me percaté de que llevaba un rato mirándole a los ojos. Había algo en aquellos ojos que no parecía malvado.
-Yo...-comencé, todavía sin apartar la mirada, pero sus dedos se crisparon sobre mi hombro y una voz imponente y tan antigua como el tiempo resonó entre las ruinas del acantilado.
Fafnir.
-Hijo de dragones, elegida del Oráculo, ¿por qué armáis tanto alboroto en nuestra isla?
-Ha sido él. - Respondí rápidamente, esperando a que Fafnir le diese su merecido de una vez por todas. - Él ha roto el cristal y luego ha venido a poner dinamita en vuestras puer...
La mano enguantada de Lance vino a cubrir mi boca con rapidez, y sin dudarlo ni un segundo, le mordí.
-¡¿Pero qué has...?! -gritó el muchacho, retirando la mano de golpe. Le encaré de nuevo.
-¡Ha sido un mordisquito de advertencia! Ya que estoy aquí por tu culpa, tengo derecho a contarle a Fafnir mi versión de los hechos. -Lance me fulminó con la mirada, pero antes de que tuviese oportunidad de replicar, la omnipresente voz de Fafnir se hizo escuchar.
-Ya lo sé todo, pequeña. 
-¿Qué? ¡Pero él es malo y quiere...! -Comencé.
-¡Cállate! 
-¡Cállame!
-¡Suficiente! - Estalló Fafnir,para nuestra genuina sorpresa, especialmente la mía, que creía que aquel ser de luz era afable y paciente. Tras carraspear, hizo caso a omiso a las miradas de odio que intercambiábamos el muchacho y yo,  y nos informó de que se nos permitiría entrar de forma excepcional en sus dominios ante la insistencia de Lance. Después, probablemente cansado de soportarnos, desapareció.
Los compañeros del peliblanco se fueron y nos quedamos solos en el acantilado, Lance mirando al lugar en el que una vez había estado la silueta del otro dragón, y yo observándole a él, esperando al momento en el que se giraría y me gritaría por haberle mordido y esas cosas. Efectivamente, el muchacho se giró de nuevo hacia mí, y tras mirarme fijamente durante un tiempo que me pareció eterno, suspiró de forma teatral mientras se pasaba una mano por la cara.
-Me agotas, humana.
Quizá por lo distendido de sus palabras, me atreví a hacerle una pequeña reverencia burlona.
-Siempre es un placer.
Se limitó a alzar los ojos al cielo con aire exasperado y a empujarme de nuevo al pasar a mi lado, indicándome que ya era hora de volver. Pese a todo,me pareció ver una sonrisa asomar en sus labios. O quizá fuese un efecto óptico ocasionado por la luz de luna.
-Cállate y vámonos. 

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Me encontraba ya ante las puertas de la morada de los dragones, todavía somnolienta. El sol comenzaba a despuntar por el horizonte cuando Lance había entrado en mi tienda y sin mucha ceremonia me había sacado prácticamente a rastras.
-¿Y yo porqué tengo que ir? -Mascullé mientras lo seguía a duras penas a través del sendero. - Eres tú el que quiere hablar con ellos, no yo.
-Quiero que entiendas porqué este mundo debe perecer. -Arrugué la nariz, intrigada por aquella revelación. ¿Qué sentido tenía eso? No estaba allí porque quisiera unirme a su grupo, ni él tenía razón alguna para justificarse ante mí. Al fin y al cabo, me había llevado allí a rastras. ¿Ahora de pronto quería que entendiese sus motivos? ¿Buscaba quizá que perdonase sus acciones, o algún tipo de validación por mi parte? Pero, ¿por qué?
-Pfff. -Resoplé.- ¿Y no lo puedo entender a otra hora? Las 4 de la tarde me parece un buen momento.
Lance miró sobre su hombro con cara de pocos amigos.
-Empiezo a arrepentirme de haberte sacado del QG.
-Tranquilo, es un sentimiento muy habitual, en el QG se arrepienten de haberme metido dentro. -Repliqué encogiéndome de hombros, lo que causó que la expresión de Lance mutase a una mucho más distendida. Pese a la situación, y a que nunca compartiría sus ideas y objetivos, comenzaba a pensar que nos entendíamos bien.

Lance me "invitó" a hacer los honores, y con mi dudoso conocimiento de la lengua original, repetí aquel trabalenguas que constituía la contraseña para entrar en la guarida de los dragones. Fafnir apareció al momento, y aunque le pedí una audiencia privada para explicar con calma -y sin las interrupciones de Lance- en qué situación me encontraba  y todo lo que aquel muchacho había hecho, para mi indignación y sorpresa al gran y sabio dragón no parecía importarle. Ya lo sabía todo pero confiaba ciegamente en poder encarrilar a mi acompañante. Pese a....la tolerancia hacia su persona que había desarrollado en aquellos días, dudaba mucho que tal cosa fuese posible. Fafnir no dio más importancia a mis lógicas preocupaciones, y pasó a mostrarnos la que era la morada de su pueblo.


Durante un tiempo que no supe calcular, Fafnir nos guió por pasillos y salas, algunas totalmente maravillosas e inverosímiles. Tierras verdes y rosadas, páramos de lava... a Lance sin embargo todo aquello no parecía sorprenderle. El muchacho tuvo el chocante detalle de ayudarme a respirar con un conjuro cuando vio que el cargado y cálido ambiente de la sala de lava amenazaba con asfixiarme. Le dediqué una sonrisa genuinamente agradecida cuando la garganta dejó de arderme, pero él se limitó a apartar rápidamente la mirada y concentrar sus esfuerzos en increpar y cuestionar cada palabra de Fafnir.
-Me gustaría mostrarte porqué tus padres decidieron sacrificarse. - Sentenció Fafnir, devolviéndonos a la sala central, tras soportar estoicamente los comentarios no muy agradables de mi acompañante.  -Pero primero, dime, ¿por qué te asociaste con el daemon?
Mi concentración, que hacía tiempo había pasado a centrarse en la decoración de la sala y no en la discusión de los dragones, volvió de nuevo a sus voces.
-¿No me preguntas quién es el daemon? 
-Oh no, sé que no puedes revelar su identidad. - Repuso Fafnir con naturalidad, para sorpresa tanto del chico como mía. -Veo la marca de vuestro pacto grabada en tu alma.
-¿Marca? ¿Pacto? ¿Él tiene alma, en serio? - Interrumpí, pero Fafnir hizo caso omiso a mi última pregunta y Lance se limitó a poner los ojos en blanco.
-No puede revelar el nombre del daemon o morirá. Así que, ¿por qué asociarse a él?
El muchacho se encogió de hombros.
-Quería vengarse de humanos y féericos, y de este mundo, por lo que compartíamos objetivo.
-¿Vengaros?
Aquella pregunta fue la chispa que desencadenó el ánimo de Lance.
-Los humanos os obligaron a sacrificaros, y los féericos no hicieron nada! Creásteis este mundo para ellos, ¿a cambio de qué? ¡NADA! ¡Deberíais haber luchado contra los humanos, haberlos matado! ¡Somos más fuertes, más poderosos!
-Sí, somos más fuertes...pero también más sabios. Pronto lo entenderás. -Respondió paciente Fafnir.
-Bah.
El gran dragón de luz hizo un ademán al orbe cristalino que se alzaba en la sala.
-Entra en el orbe y lo comprenderás.
Y sin esperar respuesta, desapareció en él.
Me giré hacia Lance, que sin embargo no parecía dispuesto a avanzar. Di unos pasos hacia él, pero no pareció molestarle mi cercanía.
-Deberías ir. No pierdes nada. Salvo quizá tu encantadora tozudez con respecto a lo de matarnos a todos, quién sabe.
El muchacho fijó su mirada en mí, como si no hubiese reparado en mi presencia hasta ese momento. Continuó mirándome sin decir nada y comencé a sentirme incómoda, por lo que en un intento de poner fin a tanto contacto visual mi mano revoloteó rápido hasta sujetar la suya.
-Venga, no tenemos todo el día. -Murmuré, tirando del chico, que sorprendentemente no sólo no se libró de mi agarre, sino que tampoco opuso resistencia.
Y juntos entramos en la esfera.


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Fafnir nos había mostrado el pasado de la isla Memoria, cuando los dragones aún pululaban por aquellos paisajes y Eldarya no había sido creada todavía. Nos mostró a aengels, dragones y fenghuangs llegando a la conclusión de que el sacrificio era necesario.
Y nos mostró a la madre de Valkyon y Lance, que pese a todo, defendía a los humanos y a la paz entre las razas. Incluso si no estaba de acuerdo con la idea de sacrificarse.
Yo asistía a todas esas revelaciones que no tenían que ver conmigo, pero que sí resultaron interesantes para comprender mejor el porqué de la decisión de los dragones. Y del estigma hacia los daemons.
Por extraño que pareciese, Lance se limitó a observar en silencio, y cuando Fafnir consideró que ya habíamos visto suficiente por el momento, el muchacho desapareció fuera de la morada de los dragones.
Miré dubitativa a las puertas cerradas ante mí, y dado que poco podía hacer, partí en su busca.


-¡Eh, Lance! -grité, dándole por fin alcance en el sendero que conducía al acantilado. El muchacho fingió no oírme y siguió su camino. -¡EH!
-¿Qué quieres ahora? -Escupió, girándose hacia mí de forma brusca. Ya estábamos otra vez, se había vuelto a enfadar. ¿Por qué, esta vez? ¿Acaso no le había gustado que las cosas no fuesen como él había creído que habían sido?
-Eh...no sé, ¿estás bien?
-¿Es que no me vas a dejar en paz nunca? - Resopló exasperado.
-No. -Me encogí de hombros. - A mí tampoco me hace mucha gracia, pero la verdad es que estoy preocupada por ti.
-¿Qué? - Su rostro fue la viva imagen de la confusión durante una décima de segundo, antes de recuperar su habitual expresión ceñuda. Le sostuve la mirada todo lo que pude, pero al cabo de unos segundos comencé a sentirme incómoda y me obligué a hablar para romper el silencio.
-¿Y bien? Después de haber visto todo eso, ¿Cómo estás? -Insistí, acercándome a él. Quizá no esperaba llegar tan lejos, o seguramente esperaba que se apartase, pero antes de darme cuenta el espacio que nos separaba se había reducido a unos escasos centímetros. Sus ojos me recorrían con cierta sorpresa, como si me viesen por primera vez, mientras yo esperaba por una respuesta que ya supondría que no iba a llegar. Con aire ausente alcé una mano que probablemente quise llevar a su mejilla, pero aquel movimiento pareció despertar a Lance de su trance, que apartó la mirada rápidamente y retrocedió para luego darme la espalda y echar a andar.
Me quedé ahí, con la mano en el aire, sin saber muy bien qué había pasado, viendo al muchacho alejarse.
Cyn, ¿pero qué demonios haces?
-¿Qué haces ahí pasmada? Ven! -su voz me sacó de mi ensimismamiento, y comprobé que se había detenido a unos metros, esperando a que me pusiese en marcha.
-Eh...claro.


Dimos un rodeo muy extraño durante el cual la confusión de Lance se fue transformando gradualmente en irritación, y luego en enfado. No tenía muy claro si era hacia mí, hacia los dragones o hacia él mismo, pero no creía que fuese el momento para preguntar. Cuando llegamos al acantilado el dragón se dejó caer sobre una de las ruinas y se pasó la mano por el rostro, en ese gesto que yo ya había comenzado a asociar a sus momentos de duda y cansancio.
-¿De verdad que no quieres hablar de ello? -Aventuré, sentándome con cuidado sobre una columna abatida, frente a él. - Por la experiencia que tengo con Valkyon, si hubiese visto lo que has visto tú tampoco diría nada pero...
-¡Yo no soy mi hermano! - Estalló el joven, haciéndome dar un respingo. Algo había notado.
-Precisamente, Valkyon fingiría que no ha pasado nada y me ignoraría, pero veo que tú necesitas desahogarte. -Continué, con tono paciente. Lance clavó su mirada en la mía, irritado.
-Deja de fingir que te importo, sé que me odias.
Parpadeé un par de veces, muda. No sé que me sorprendía más, si la frase en sí o el rencor cargado en ella. Como si le molestase que le odiase. Aunque, ¿le odiaba?
-Hombre, es que me has secuestrado. -Puntualicé. Lance apartó la mirada, ceñudo, y masculló algo que no alcancé a escuchar, pero que seguramente era alguna maldición en mi contra. - Pero no te odio. Simplemente tenemos intereses opuestos y me molesta un poco que no intentes entender los míos. Y bueno, que me hayas secuestrado también me molesta un poco.
-No pareces sin embargo muy afectada por tu secuestro.
-Es que eres un secuestrador un poco extraño.
-No soy un secuestrador. -Rebatió Lance, molesto. Interesante.
-¿Ah no? Pues ese suele ser el término que se usa para...
-¡Mi objetivo no era secuestrarte! Solo necesitaba algo para salir de allí...cuando esto acabe podrás largarte a donde quieras, estoy cansado de tenerte siempre detrás. -Masculló, rehuyendo mi mirada, y su voz cada vez fue más débil hasta perderse.
El silencio se instaló de nuevo entre nosotros. Aproveché para observar de nuevo a mi interlocutor, con interés renovado. ¿Era culpabilidad eso que veía? ¿Se sentiría mal por haberme tratado como me trató, por haberme sacado a rastras? ¿Era su forma de pedirme perdón?
Los ojos de Lance se cruzaron con los míos, pillándome in  fraganti y sacándome de mis cavilaciones.
-¿Qué?
-Eh..no, nada...¿me vas a contar entonces qué te preocupa?
Lance no contestó al momento. El silencio volvió a caer, pero cuando ya creía que no obtendría una respuesta, su voz sonó de nuevo.
-No entiendo porqué mi madre escogió sacrificarse y abandonarnos. Debería habernos sacrificado con ella.
-Era vuestra madre, era normal que quisiese que os salvaseis, y no condenaros antes de nacer.
-¡No nos preguntó! Hubiese preferido morir.
Lo miré largo y tendido. No creía que de verdad pensase eso, simplemente estaba frustrado. No obstante, no pude evitar pensar qué hubiese pasado si la madre de los chicos hubiese tomado otra decisión. Las repercusiones de ese acto. Lance nunca hubiese acabado con el cristal, y quizá el daemon no hubiese encontrado el apoyo necesario para llevar a cabo sus planes. Por otro lado nunca le hubiese conocido, ni a él ni a Valkyon, pero, ¿quién dice que yo estaría aquí, en Eldarya, si él no hubiese existido para amenazar el cristal? Seguiría en mi mundo...tranquila...a salvo...
Sacudí la cabeza. Era mejor no darle muchas vueltas.
-Quizá hubiese sido mejor, sí...-susurré, sin dejar de mirarlo, perdida en mis pensamientos.
El chico, que había fijado su mirada en el suelo, alzó el rostro ante mis palabras. Por extraño que pareciese, no había ira en mirada, sino... ¿decepción?
-Claro. -Contestó, con un inusual tono cortante. - Tú querido cristal seguiría entero y...
-Peeero. -Le corté, antes de que cayese en una espiral de dramatismo. - Estás aquí. Y mientras estés, siempre puedes cambiar, enmendar tus errores.
-Ya. -Farfulló, mostrándome que no compartía para nada mi punto de vista.
-Además, puede que me hayas secu....traído aquí sin mi total consentimiento, pero creo que me alegro de que vuestra madre no os sacrificase, a tu hermano y a ti. Valkyon ha sido muy bueno conmigo, siempre me hablaba de ti....y aunque obviamente hubiese preferido que las circunstancias fuesen otras, me alegro de que en realidad no estuvieses muerto y haber podido conocerte, Lance.
El dragón me observó como si, de nuevo, me viese por primera vez. O como si no estuviese seguro de que la chica sentada ante él era la misma con la que había hablado hasta ahora. Probablemente pensaría que me había vuelto loca ya o que tenía síndrome de Estocolmo...aunque quizá aquí no supiesen qué era eso.
Esperé que algún comentario mordaz se escapase de sus labios entreabiertos, algo, pero no obtuve más que sus iris azul hielo clavados sobre los míos. Ladeé ligeramente la cabeza, esperando por su reacción, pero el chico parecía haberse quedado sin palabras.
-Y-yo... -Sus ojos dejaron los míos para ir a sus manos. Por un momento, el malvado hombre sentado ante mí me pareció solamente un muchacho perdido y atormentado. En el fondo no era malo, ¿verdad? Necesitaba saberlo. Necesitaba oír su versión de los hechos.
-Cuéntame. - Dije con tono conciliador, tras dejar mi asiento sobre la columna y sentarme a su lado.

Dio comienzo a su relato: cómo él y su hermano surgieron del calor del volcán, cómo la gente del poblado los acogió...cómo tuvieron que vivir.
-Toda nuestra vida hemos debido esconder nuestra verdadera naturaleza. Crecimos creyendo que los dragones habían creado Eldarya por voluntad propia...cuando en realidad se sacrificaron!
-Por voluntad propia. - Apostillé yo, pero el chico ignoró mi apunte, levantándose de golpe.
-¡¡Nadie hizo nada para evitarlo!! ¡Nadie se lo impidió, nadie les ayudó! ¡Los féericos no se merecen este mundo!
-¡Tus antepasados lo hicieron PARA los féericos! Si los matas su sacrificio sería para nada!
-¡No sabes lo que han hecho! - Rugió Lance, pero si creía que eso bastaría para amedrentarme, estaba muy equivocado. Me incorporé de golpe, sujetándolo por un brazo para obligarle a quedarse quieto y mirándome.
-Cuéntamelo. -La tranquilidad y seriedad de mi tono logró turbar al chico, que tras serenarse me relató cómo los féericos en general, y la guardia en particular habían perseguido a los dragones que habían quedado con la esperanza de que su sacrificio ayudase a preservar el equilibrio del mundo.
Entendía el rencor del muchacho. Entendía lo traicionado que debía de sentirse por todo un mundo, que primero había dejado que una raza se sacrificase por su bien, y luego había cazado a los supervivientes. Pero entenderlo era una cosa, y apoyar el genocidio de millones de inocentes que no eran culpables de los errores de sus antepasados...
-Lance...- comencé, mirándole a los ojos. - Lo entiendo.
Supongo que el muchacho se esperaba cualquier cosa menos eso. Su mirada atónita lo delataba.
-Te entiendo. Comprendo perfectamente cómo debes sentirte al ver cómo el sacrificio de tu pueblo fue pagado con desprecio y más sacrificios innecesarios. Pero - Continué, escogiendo las palabras con cuidado. No me había dado cuenta, pero mi mano había comenzado a recorrer su brazo de forma ausente, probablemente intentando calmarlo con el vaivén de mis caricias. - esos tiempos han pasado. La Guardia ha cambiado, y los que cazaron a tu gente no son más que parte de pasado. En Eldarya viven miles de inocentes que no tuvieron nada que ver con aquello, seguramente muchos se escandalizarían como yo al escuchar lo que sus antepasados hicieron. No merecen morir por los errores de sus predecesores.
Lo vi en sus ojos. Comprensión. Derrota. Cansancio.
Lo vi en cómo paseó su mirada de la mía a la mano que aún reposaba en su antebrazo.
¿Lo había conseguido? Parecía que sí. En el fondo veía que había entendido mis argumentos, de la misma forma que yo había comprendido los suyos. Él sabía que tenía razón. Que había culpables, sí, pero también muchísimos inocentes que merecían la oportunidad que su madre les había dado a él y a su hermano.
Pero supongo que las cosas no eran tan fáciles.
-Tengo que volver. Necesito saber el porqué de la decisión de mi madre.
El dragón se sacudió con delicadeza mi agarre, y echó a andar en dirección al templo. Con un suspiro, seguí sus pasos.


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Fafnir nos mostró justamente lo que Lance quería ver: a su madre, Tia, tomando la que sería la decisión más importante de su vida -sus hijos. Valkyon y Lance se libraron de perecer porque no podían decidir, al no haber nacido.
Después vimos los últimos momentos de sus progenitores, que para sorpresa del chico, habían compartido con su familiar humana.
-¿Existen entonces más dragones? -Preguntó exaltado mi compañero.
-Mestizos,sí. Pero sus poderes nunca igualarán los de un dragón puro como tú. Sin embargo, la sangre se ha ido diluyendo con los años y lo que queda de dragón en ellos es muy leve.
-En los que sigan vivos. -Apostilló Lance, todavía rencoroso.
-Sí...pero el mismo caso puede aplicarse a Cyn. Su sangre aengel está muy diluida y es de las últimas de su raza...
-Espera, ¿qué? - Cortó Lance, clavando la vista en Fafnir para luego pasearla sobre mi figura.
-Eh...
-¿No lo sabías?
-Fafnir...- murmuré yo, sintiéndome por primera vez vulnerable bajo la mirada escrutadora del muchacho. ¿Me haría algo, ahora que sabía qué era? ¿Me culparía por la traición de mis antepasados a los suyos?
Lance dio un paso hacia mí, y yo retrocedí. El temor debía de poder leerse en mi cara, ya que al ver que me estaba asustando, se detuvo en seco. Apretó los puños y gruñó mientras daba una patada al suelo.
-Ese maldito...ahora entiendo porqué te tiene tanto aprecio. - Parecía enfadado, pero...¿No conmigo? - Solo le importas porque solo quiere ac....
La frase quedó en el aire cuando el chico cayó fulminado al suelo. De rodillas, jadeante, se agarraba el pecho con una mano mientras intentaba incorporarse con la otra, sin éxito.
-¡Lance! - Me arrodillé ante él, que apretaba los dientes mientras su frente comenzaba a perlarse de sudor. Seguramente se debía al pacto que había sellado con el daemon: se había pasado de la raya.
-Llévemoslo al mundo real!


El fogonazo de luz dio paso a las ya conocidas cuatro paredes de la sala del orbe. Lance yacía ante mí, inconsciente, y de Fafnir no quedaba ni rastro.
-¿Fafnir...? -llamé, tímidamente, pero no obtuve más respuesta que el eco de mi voz. Así que se había ido sin más, cargándome el muerto. Ups, espero que no.
Eché un vistazo al cuerpo del muchacho, desmayado en el suelo. Debía sacarlo de allí de alguna forma y luego pedir ayuda. Con cuidado, giré su cuerpo hasta dejarlo tumbado de costado: respiraba entrecortadamente y estaba bañado en sudor.
No sin dificultad, pasé uno de sus brazos sobre mis hombros e intenté levantarme con él a cuestas.
-Por el Oráculo, y menos mal que no es Valkyon...-gruñí, mientras hacía un esfuerzo sobrehumano por no dejarme sepultar bajo su peso muerto.
A duras penas me arrastré fuera de la sala, llegando a las grandes puertas exteriores.
-¡Fafnir, es un buen momento para ayudarme! - Grité, un poco desesperada. Podía sacarlo de allí, pero no tenía ni idea de qué debía hacer o cómo curar su extraña condición. Al llegar a los escalones, la gravedad hizo lo suyo y estuve a punto de caer, arrastrada por el peso del chico. Con un movimiento no demasiado delicado, volví a cargarme a Lance, esta vez sobre mi espalda, y comencé a bajar con cuidado. Para mi sorpresa, mi extraña carga se movió.
-¿Ng...? Cyn...? - su voz ronca no era más que un susurro interrumpido por su respiración, demasiado agitada e irregular.
-Chist, no pasa nada. Voy a bajar estas escaleras con cuidadito y una vez fuera hablamos de lo que quieras, ¿Vale? No te muevas mucho y no te mueras. -Corté, concentrándome en la tarea ante mí.
Tras unos segundos tortuosamente eternos, logré arrastrar a Lance fuera de la cripta, hasta la Academia. Con toda la delicadeza que pude reunir, deposité su cuerpo contra una pared.
Su respiración había pasado a ser un hilo inapreciable, y por un momento temí lo peor. Pero el muchacho entreabrió los ojos.
-Menos mal. - Suspiré aliviada, pasando una mano por su frente y rostro para retirar el sudor que le cubría. Ardía. - Como te mueras me vas a complicar mucho la vida, ¿sabes?
Lance clavó sus febriles iris en mí, probablemente le costaba enfocar.
-¿Cyn...?
-Sí, sí, soy yo, estoy aquí. -Respondí, tranquilizadora. Acto seguido tomé aire, y: - ¡FAAAAFNIRRR! Maldita sea, ¿dónde está ese dragón...?
Volví a centrar mi atención en el chico, que intentaba alzar una mano en mi dirección sin mucho éxito. La tomé entre las mías.
-Escúchame Lance, voy a ir a buscar ayuda, ¿Vale? Y agua.
-No...qué..dat...
-Vengo en un momento. No-te-mueras.
Y salí corriendo de allí.


-¡¡ORION!! ¡Eh...! -¿cómo se llamaban los demás? No había tenido mucho tiempo para confraternizar con los secuaces de Lance, que en general me odiaban. - ¡¿ALGUIEN?! ¡Necesito ayuda, alguien!!
Recorrí la isla frenética, pero todo el mundo parecía haberse esfumado. En la playa vislumbré el barco que nos había traído, a lo lejos, lo suficiente como para no ver mis aspavientos desde la orilla.
-¡Sois una panda de incompetentes, ¿sabéis?!-Grité, pero nadie respondió. No me quedaba otra que volver junto a Lance y apañármelas yo sola.
Pasé por el campamento, recogiendo rápidamente una cantimplora y...¿qué más podía llevarme? No tenía ni idea de cómo se curaban los efectos secundarios de un pacto con un daemon.
A la carrera, recorrí el camino que llevaba a las ruinas, pensando a toda velocidad en qué podía hacer para que Fafnir escuchase mis gritos y viniese en mi ayuda. Absorta en mis pensamientos, no vi el obstáculo que se alzaba en mi camino hasta que no hube chocado contra él.
¡Por fin encuentro a alguien en esta dichosa isla!
-Aquí estás. Deberías mirar por dónde vas.
- Qu... ¡¿Lance?! - El chico que me miraba con cierto aire de superioridad y diversión parecía estar perfectamente, a diferencia de cómo lo había dejado minutos antes. -Estás..muy bien.
El dragón alzó una ceja.
-No en ese sentido...digo...bueno...¿no te estabas muriendo?
-Siento desilusionarte, pero no. ¿A dónde habías ido? ¿Acaso intentabas escapar?
-¿Disculpa? - Escupí, todavía sentada en el suelo y con la cantimplora en la mano. - Si hubiese querido escapar no habría tenido tantos problemas como me ha dado el intentar salvar tu culo.
-¿Um?
-Tus dichosos amiguitos han desaparecido, así que si tu vida hubiese dependido de ellos, no estaríamos hablando ahora.
Lance me miró fijante durante unos segundos. Y estalló en una carcajada. Fruncí el ceño, molesta por haberme preocupado por ese desgraciado que ahora estaba riéndose de mí. Me tendió una mano, que agarré de mala gana.
-Oh, no me digas que la pequeña humana estaba preocupada por mí. -Rezongó, sujetando aún mi mano.
-Te prefería cuando agonizabas murmurando mi nombre.
El chico soltó mi mano de pronto, y al buscar su rostro descubrí que estaba... ¿sonrojado?
-¿Paaasa algo? -Canturreé.- ¿Acaso no lo recuerdas? Creo que hasta me pediste que...
-No.-Me cortó, dándome la espalda. Agarró de nuevo mi mano y echó a andar conmigo a rastras.-  Vamos a ver a Fafnir.


Al llegar al templo el dragón estaba esperándonos.
-Buenas de nuevo Lance, ¿Cómo te encuentras?
-Mejor después de que compartieras tu energía conmigo...
-Pues cuando yo te llamé no apareciste... -mascullé, pero si el gran dragón me escuchó, prefirió ignorarme.
-¿Has entendido la decisión de tus padres?- La sonrisa calmada del joven se esfumó, y soltó por fin mi mano. Noté el cambio en el ambiente, en su postura, en su expresión.
Aquello no me daba buena espina.
-No.
Su respuesta cayó sobre mí como un jarro de agua fría.
-¿Qué? -Dejé escapar, más alto de lo que esperaba. Lance me miró por encima del hombro, carente de toda expresión.
-No te metas en esto, Cyn. -Después se dirigió a Fafnir de nuevo. - Pero he comprendido que no puedo hacer esto sin mi hermano.
-Espera, ¿qué? No, no puedes... -comencé, plantándome a su lado y sujetándolo por el brazo. Se giró más bruscamente de lo que esperaba.
-Te he dicho que... -su tono ligeramente más alto y amenazante dio paso a un silencio brusco. Dejó de clavar la mirada en mí para observar más allá de mi hombro.
-Vaya...tenemos visita. - Comentó de forma casual Fafnir, ignorando la confesión de Lance y nuestra pequeña refriega.
-¿Visita...? ¿La Guardia?
El peliblanco entrecerró los ojos, con frustración, y aprovechó que mi mano ya descansaba sobre su antebrazo para agarrarme por la muñeca.
-Tenemos que salir de aquí.
Y sin esperar una respuesta, me arrastró tras el fuera de la Academia.


Intenté seguirle el ritmo, más por mi forzada condición de muchacha-siendo-arrastrada que por verdadera voluntad propia. Lance se detuvo entre las últimas ramas que daban paso a la playa, y desde el refugio que los árboles nos ofrecían oteó el horizonte. Me asomé sobre su hombro, un puñado de barcos se dejaban ya ver en el horizonte.
-Lance, necesito hablar cont....
-¡¡No es momento para tus tonterías!! - Rugió el chico, visiblemente estresado por la repentina aparición de la Guardia en el tablero de juego. No me dejé amedrentar, aproveché su mano en mi brazo para sujetarle a su vez y obligarle a mirarme.
-¡SÍ lo es! ¡Y no me grites! -El muchacho me miró fijamente como si quisiera atravesarme con aquellos ojos acerados, pero al comprobar que yo no iba a claudicar y que le sostenía la mirada, desafiante, lanzó un gruñido de frustración.
-Cuando encuentre un buen escondite, podrás hablar de lo que te dé la gana.
De nuevo me vi arrastrada tras sus pasos.


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Tras la frenética carrera, nos detuvimos finalmente ante las ruinas del acantilado; Lance, frustrado. Yo, sin aire.
-N-no...creo que...este sea...un buen es..condite... -señalé, pero el chico se limitó a gruñir exasperado y llevarme con él al interior del templo.
-Servirá. 
Me dejé caer sobre un bloque de mármol, tratando de recuperar el aliento. Mi compañero sin embargo parecía mantener el tipo mejor que yo.
-¿Y bien? 
-¿Y...bien...? -repetí.
-Querías hablar. Habla.
Tomé aire. Debía intentar razonar con él, lo cual se anunciaba complicado en vistas a la escasa paciencia de la que ambos hacíamos gala.
-No lo hagas. Te he dicho que entendía tus razones, pero sé, SÉ que también has comprendido lo que te he dicho. -Lance apartó la mirada. Una brecha. Me incorporé para poder mirarle cara a cara. -  No tienes porqué hacerlo. No tienes porqué destrozar el legado de tu pueblo y de tu madre porque no hayan sabido cuidarlo como se debe. Puedes, y debes ayudar a que su sacrificio no fuese en vano, a que este mundo sea el lugar que ellos quisieron que fuese.
Silencio.
Su mirada perdida en el horizonte.
-No creo que ya se pueda hacer nada.
-¿Qué...? -su voz era un susurro que apenas pude escuchar por encima del rugir del viento en la atalaya.
-¿Después de todo esto? Eres muy ingenua, Cyn. -El tono del muchacho se alejaba mucho de su habitual enfado o burla. Me encaró de nuevo, regalándome una sonrisa irónica. Casi triste. - ¿Crees de verdad que me dejarán cambiar de bando después de todo esto? ¿Que me perdonarán la vida?
-¿Qu-qué...? ¡Claro que...! Yo intercederé por ti. Soy la dichosa elegida del Oráculo, algún poder tiene que darme eso. -Como respuesta solo obtuve una carcajada amarga. - No eres malo, Lance. Solo...increíblemente cabezota e impaciente, pero....
Con un movimiento rápido, el muchacho me empujó hasta que mi espalda tocó la pared tras de mí, acorralándome.
-¿No soy malo? -Su siseo rencoroso rozó mis labios. - No sabes nada, Cyn. Y lo que sabes, lo que te he hecho, debería ser suficiente como para que supieses que no soy nada bueno.
-¿Te he llamado cabezota y eso es lo que te importa? - Le reté yo, y muy a su pesar el dragón esbozó una sonrisa.
-Eres una muchacha...peculiar.
-Y tú, en el fondo, eres bueno.
Por un momento creí que todo podía salir bien. Que nada podía salir mal con aquel chico que ahora no apartaba sus iris de los míos. ¿Cómo podía ir algo mal si su mano subía lentamente por mi brazo hasta llegar a mi mentón?  Pero yo...¿qué sentía? ¿Estaba bien esto? ¿Estaba bien llevar mi mano a su mejilla, sintiendo cada vez más cerca su cálido aliento? No, no había tiempo para pensar es esas cosas. Había logrado convencerlo. No sabía cómo convencería a la guardia, pero ya pensaría en algo. Iría ahora mismo, les hablaría con calma y....
El momento se rompió.
Lance se separó de mí tan rápido que tras un parpadeo el muchacho estaba ya a unos pasos de mí, mirando hacia las ruinas.
-Espera...- comencé, intuyendo lo que venía ahora. Pero si yo iba antes, si yo hablaba...
El peliblanco se acercó de nuevo y colocó uno de mis cabellos tras mi oreja, con aire ausente.
-¿Sabes? Me hubiese gustado llevarte conmigo.
Sus labios se posaron en mi frente, ligeros y rápidos como el aleteo de una mariposa.
Un beso.
Un segundo.
Cuando quise darme cuenta el chico había tomado de nuevo mi brazo y me sacaba fuera del templo en ruinas.
Ahí estaban. Leiftan, Nevra, Ez...Valkyon. La confusión que me envolvía me impidió sentir alivio al verlo sano y salvo.
Sentí un tirón del brazo que me obligó a retroceder unos pasos, hasta que me espalda golpeó el pecho del dragón. Un par de pasos hacia atrás. Noté el aliento de Lance haciéndome cosquillas en el cuello.
-Lo siento, Cyn. 
-¿Qu...?
Por toda respuesta solo obtuve la fría hoja metálica de su cuchillo contra mi cuello.
-¿Qué? Espera Lance, no...
-¡Vosotros! ¡Un paso más y la humana acabará en el fondo del océano!
Sabía que no haría nada. No podía hacerlo. No era así.
Ellos no lo sabían, claro. Valkyon tampoco.
El que era mi jefe de guardia paseaba su mirada horrorizada de su hermano a mí, y al precipicio a escasos pasos de nuestra posición.
-Lance, no lo hagas!
Estaba aturdida, desorientada. ¿Cómo podía estar pasando eso? ¿Por qué no me dejaban arreglar las cosas, porqué no podía explicárselo a todos?
-Lance...-murmuré, desesperada por que prestase atención a mi voz. El chico ahogó mi súplica con sus gritos, destinados a su hermano.
-Ven conmigo, Valkyon. Sabes lo que la guardia les ha hecho a los dragones, no es nuestro hogar. ¡No les importamos y no dudarán en sacrificarnos por el bien de ese maldito trozo de cristal!
-Miiko nunca haría eso, hay otras salidas. ¡Vuelve conmigo!
Asistía a aquel momento como si fuese algo totalmente ajeno a mí. No podía moverme, no podía hablar. La frustración me nublaba y me hacía temblar, algo que los chicos, y sobretodo Valkyon, interpretaron sin duda como miedo. Pero yo no tenía miedo, yo solo quería hacer algo. Parar aquello.
Sin embargo ninguno de los involucrados parecía querer darme la oportunidad para ello.
Todo pasó demasiado rápido como para que pudiese salir de mi estado de shock a tiempo.
-Los dos sabemos que en cuanto dé un paso tus amigos me matarán.
-Iré contigo entonces, si sueltas a Cyn.
-¿Qué...? -Aquella frase fue como una descarga eléctrica. ¡¿¿Cyn, qué estás haciendo?! ¿Qué ESTÁN haciendo?! ¡¡HAZ ALGO!! -¡NO! ¡VALKYON, NO, ESO NO...esperad, no es lo que creéis, yo puedo....!!
Noté el cuchillo hundirse unos milímetros en mi carne. Probablemente un fino hilo rojo comenzó a bajar por mi cuello, a juzgar por la mirada horrorizada de Valkyon.
Lance volvió a susurrar en mi oído, desestabilizándome de nuevo.
-Gracias por todo, Cyn. Pero esto ya no es algo que se pueda arreglar. No me perdonarán, así que déjame estar con mi hermano.
-No...-murmuré, con lágrimas de frustración en los ojos. Aquello era una estupidez, aquello podía arreglarse si me dejaban explicarme. El muchacho no parecía dispuesto a darme esa oportunidad, ni mis amigos tampoco, al creer que mi desesperación se debía al miedo por estar prisionera y no a la imposibilidad de poner fin a aquello de forma pacífica.
Valkyon me miraba de una forma descorazonadora.
-¡Déjala!
-No, Valkyon, él no... -intenté gritar de nuevo, pero mi voz se había convertido en un hilo lloroso. Él no me quiere hacer daño, os está engañando. Solo quiere huir porque cree que lo mataréis. No es malo, ya no. 
-Es mejor así.
Los dos dragones intercambiaron una  mirada de entendimiento, y mientras Valkyon avanzaba hacia Lance, el muchacho aflojó la presión en mi cuello hasta retirar finalmente el cuchillo. Cuando hubo dado un paso hasta su hermano, me dispuse a seguirlo, pero un muro invisible se alzó entre nosotros.
Magia.
-¡No! ¡NO! ¡ESPERAD! VALKYON, ESPERA! LANCE! -grité, aporreando la pared mágica, ante la mirada compasiva del resto de muchachos allí presentes. - ¿QUÉ HACÉIS AHÍ PARADOS? ¡NO DEJÉIS QUE SE VAYAN!
-Chicos, no hagáis nada y cuidad de Cyn. -Valkyon dio sus propias órdenes, ignorando mis gritos.
-De acuerdo.
-¡NO! ¡NO DEJÉIS QUE SE VAYAN, LANCE NO ES COMO PENSÁIS, PODEMOS...! -mis gritos cesaron de pronto cuando sentí que mis amigos no me escuchaban. ¿No me escuchaban? Miré de nuevo el muro que se alzaba ante mí. Miré a mi alrededor, descubriendo que no era solo un muro, sino una especie de caja de fuerza mágica.
Estaba...¿insonorizada?
No me oían...
Dejándome llevar por mi frustración, arremetí a golpes contra las paredes. Puñetazos, patadas...los nudillos comenzaron a sangrarme.
-¡¡Cyn, no sé si nos oyes, pero detente!! ¡Te vas a hacer daño!
-¡¡NO!!! Yo...¡AGGGGHHHH! - propiné un último puñetazo a la barrera, enfadada, herida, derrotada. Las fuerzas me abandonaron cuando los hermanos desaparecieron de mi vista. Me dejé a caer de rodillas. - ¿Por qué, Lance...?! ¡NO ERES MÁS QUE UN MALDITO CABEZOTA, JODER!
-Lo siento.
-¿Qué? - Me giré de golpe, buscando el origen de la voz.
Entonces el suelo vibró.
Intenté incorporarme pero una nueva sacudida hizo que perdiese el equilibrio.
Mi cuerpo no llegó a tocar el suelo porque el suelo mismo comenzó a caer a su vez.
Y me precipité al vacío.

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Y bueeeeeno, este a sido el fic/ interpretación libre DEMASIADO libre del episodio 26 si fuese el comienzo de la ruta Lance y el muchacho estuviese menos loco  más tranquilo.
Espero que os haya gustado, y de nuevo espero que perdonéis mis licencias artísticas sobre la personalidad del muchacho~~
Ya me contaréis que os ha parecido, espero vuestras opiniones y comentarios <33 y como siempre, cualquier sugerencia para el blog, la sección, o una futura entrada es bien recibida~~~

Esto es todo de momento~
See you~~~