domingo, 28 de noviembre de 2021

Anime. Heike Monogatari


Hi!
Volvemos con anime porque no todo va a ser fic, queridos. Hoy os traigo calentito del horno un anime que acaba de finalizar su emisión.

 Bien, como siempre y antes de empezar :buena parte de la reseña es mi opinión personal e intransferible, y como digo siempre, cualquier otra es perfectamente respetable. 

Whatever, sin más dilación:

Heike Monogatari




Título: Heike Monogatari
Año: 2021
Género: drama, histórico, sobrenatural?

Reseña: Estamos en el Japón del siglo XII, en concreto en los años 1180 durante las Guerras Genpei. Nuestra protagonista es una niña mendiga llamada Biwa, que tras perder a su padre, un músico ciego mendicante, es "adoptada" por Taira no Shigemori, heredero del clan Taira aka el Heike. La niña, al igual que Shigemori, tiene un ojo de cada color: en el caso del hombre, su ojo diferente le permite ver las almas de los muertos. En el caso de Biwa, puede ver quién va a morir y cómo. Como comparten "maldición", Shigemori la acoge en su familia y la niña pasa a presenciar y narrar la caída del Heike.


Es un anime de 11 episodios, que cuenta por tanto el conocido Heike Monogatari o Cantar del Heike, una epopeya clásica de la literatura japonesa, pero en este caso desde la perspectiva de una niña que es testigo de todos los acontecimientos. 


Los personajes: no me voy a parar mucho aquí porque hay cien mil personajes y voy a ser sincera, a día de hoy todavía no tengo muy claro quién es quién. Hablaré de la prota y poco más.

Biwa: una niña que se queda huérfana cuando su padre, músico ciego, muere a manos de unos soldados del Heike. Es rebelde y no le da miedo hablar o hacer frente a quien sea, pese a que no es más que una plebeya adoptada por unos nobles. Madura muy rápido y pese a que es la protagonista, no es más que una espectadora de la historia.


La trama: Como os decía, Biwa se queda huérfana por culpa de los soldados del Heike. Furiosa y desolada, intenta atacar al que es la cabeza del clan, Taira no Shigemori, pero este se compadece de ella, y tras pedirle perdón le ruega que se quede con él y su familia. Ambos comparten un singular ojo de un color diferente que les permite ver a los muertos (en el caso de Shigemori) y ver cómo va a morir alguien (en el caso de Biwa). Cuando Biwa le explica lo que ve, Shigemori le pide que lo ayude con su poder a evitar la caída de su clan, pero ella se niega. Decide entonces quedarse con el Heike, ya que no tiene a dónde ir. 

La historia nos cuenta cómo el clan Heike va cayendo en desgracia durante los años sucesivos hasta su total extinción. Narra sucesos triviales de la vida diaria de los protagonistas, ya que Biwa pasa a vivir con los hijos de Shigemori; pero también cuenta los importantes hechos históricos de la obra original: muertes, traiciones, guerras, etc.
En cierto momento, tras la muerte de Shigemori, sus hijos echan un poco de mala manera a Biwa, en parte para evitarle el destino funesto al que ya ven que se están dirigiendo. La niña decide entonces buscar a su madre, a la que nunca conoció pero que sabe que, como ella, tiene los ojos de colores dispares. Sin embargo, una vez logra su objetivo decide que lo que quiere es presenciar la caída del Heike para así, como música mendicante, poder narrar su historia y hacer que no caiga en el olvido. Pese a lo duro de la decisión, decide volver con el Heike y estar presente en las muertes y desgracias que ya había visto a través de su ojo.

Como veis, el anime es un DRAMA. Es un drama MUY GORDO. No me leído el Heike Monogatari pero sospecho que es bastante fiel dada la cantidad de muertes, desgracias y suicidios que cuenta. Tiene también muchos momentos distendidos, del día a día, sobre todo al principio. Más o menos logra un equilibrio entre el drama y la calma, aunque siempre tiene como un aura de nostalgia. La forma de narrar es un poco liosa (a veces hay saltos temporales que no explican o no se explicitan bien) pero uno se acaba acostumbrando.



Opinión personal:  me ha gustado aunque tengo que admitir que, sin ninguna noción previa sobre el Heike Monogatari, el anime resulta muy lioso al principio y por el medio, y al final porque aparecen muchos personajes, hay continuos cambios de bando, batallas entre facciones, muere gente y aparece gente nueva... Pero en líneas generales es muy bonito y logra tocarte la fibra, porque te presentan muy bien el mundo interno de los personajes. No son simplemente nobles y guerreros, te hablan también de sus miedos, de sus penas, y en general les dan a todos una dimensión más humana que hace que te encariñes con ellos. 


Sobre el dibujo y la animación:  es un dibujo sencillito con colores planos y que recuerda un poco a un dibujo de acuarela. Los personajes tienen rasgos muy sencillos, pero pese a ello, el resto de elementos están muy cuidados y tiene infinidad de detalles. Es un anime muy bonito de ver, la verdad. Visualmente es muy agradable, muy dulce. Además, usa muchas referencias poéticas y visuales para suavizar las partes más duras; por ejemplo, muchas veces cuando muere alguien ponen simplemente imágenes de flores siendo cortadas. 


El final: pues un drama, no os voy a engañar. Es un final cerrado porque el anime no hace más que narrar una obra literaria y, quitando la licencia poética de añadir a Biwa y sus poderes, es fiel a la obra original y a la historia que acaba mal.



En resumen: es un anime dramático pero muy bonito, tanto a nivel visual como a nivel de historia. Tiene una animación muy delicada, muy bonita y dulce, pese a que hay escenas de batallas bastante duras. En general no es muy explícito en cuanto a muertes, trata todo el tema de forma muy poética, siempre con metáforas y alegorías. Puede resultar algo pesado a nivel de personajes, porque son muchos, pero creo que merece la pena. Si os gusta el tema histórico os gustará, porque parece bastante fiel a la obra original. 


Si tuviese que puntuarlo, le daría un 8


Well Well, esto es todo~ Espero que os haya gustado la reseña -esta vez ha quedado cortita, lo siento- y si lo habéis visto, espero que vengáis a contarme vuestras impresiones.


Esto es todo por el momento~~
See you~~~


lunes, 22 de noviembre de 2021

Randomdarya. Fic capítulo 4

 


Hi! Aquí estamos, otra vez! 

Antes de empezar y como siempre, muchas gracias por leer y por vuestros comentarios en los episodios anteriores, me alegro mucho de que os guste <33 así que seguiré proporcionándoos fic en la medida de lo posible disculpadme si tardo un poqito, la vida me supera a veces jusjus

Para quién se haya perdido el anterior o no sepa de qué hablo, he comenzado a escribir una Historia Seria Propia. No sé si ponerle título o qué hacer, así que de momento solo numeraré las entradas como si fueran capítulos. Aquí os dejo los episodios anteriores:
- Fic capítulo 1! 
-Fic capítulo 2!
-Fic capítulo 3! 

Esta vez os traigo un fic...bueno, ya lo veréis (?) Como la última vezintentaré traeros al menos un episodio cada mes, pero espero me disculpéis si me retraso un poco (y os juro que intentaré traeros fics más de seguido si la vida me lo permite).
No os doy más la tabarra, os dejo leer:


RANDOMDARYA

-Pásame el tercer tomo. Cyn, ¿me has oído?
-Sí, sí, ya v...
-¿A qué estás esperando? -la voz del vampiro sonaba ligeramente irritada. Le lancé una mirada fulminante por encima del hombro desde lo alto de la escalera que se suponía que debía de sujetar. Obviamente el vampiro parecía desatender sus labores y centraba su atención en el informe que estaba elaborando.
-A encontrarlo, demonios. Alguien lo ha cambiado de sitio y... ahí estás. - El libro, de lomo oscuro y desgastado, descansaba un par de baldas por encima de lo que le correspondía. Subí un par de peldaños más, intentando no pensar en la preocupante distancia que había entre el suelo y yo. Me estiré para alcanzarlo, reticente a seguir subiendo por aquella precaria escalera, pero ese simple movimiento hizo que se tambalease ligeramente. - ¡Nevra por el Oráculo, sujeta la dichosa escalera!
 El resoplido exasperado del chico llegó hasta mis oídos, varios metros más arriba. De reojo, vi como posaba una mano ausente en una de las patas, pero ni de lejos aquello podía llamarse "sujetar". Molesta, olvidé por un momento que lo estaba en peligro era mi propia seguridad y sacudí yo misma la escalera, que se tambaleó de arriba abajo.
-¡SUJÉTALA BIEN, DEMONIOS! -Mi grito me granjeó una mirada de desaprobación por parte del vampiro, que esta vez sí, clavó los dedos en la madera, devolviéndole la firmeza a la escalera.
-¡Estamos en una biblioteca! - Me reprimió con un grito susurrado. Tenía razón, de acuerdo, pero en mi defensa debía decir que a esas horas no había nadie allí. Todo el mundo estaba comiendo y solo los dementes - y las pobres desgraciadas que habían sido asignadas como su ayudante - estarían allí a tal hora.
-Será también la escena de un crimen si no sujetas bien la escalera. - Mascullé, mientras volvía a estirarme hacia el libro. 
-Si no bajas ese libro en diez segundos, ten por seguro que lo será. -Replicó el chico por lo bajo, pero el silencio reinante en la sala hizo que sus palabras llegasen a mis oídos. 
Respira Cyn, respira. Primero consigue el libro; luego se lo podrás lanzar.
-Aquí tienes. - Repliqué con una sonrisa forzada una vez mis pies tocaron de nuevo el estable suelo. Aunque lanzarle el libro habría estado bien, prefería contar con la seguridad de estar de nuevo en tierra firme. Nevra me arrancó el libro de las manos sin mirarme siquiera, como llevaba haciendo ya casi una hora. Por suerte para todos aquel era el último libro que tenía que consultar. Se dirigió hacia el escritorio más cercano sin dejar de hojear el libro, y tomando asiento, comenzó a anotar cosas. Por mi parte, ante la ausencia de nuevas órdenes, me dejé caer pesadamente en el sillón más cercano. Una hora subiendo y bajando escaleras podía resultar agotadora.
-¿Puedo saber qué...?-comencé tras unos interminables segundos de silencio.
-No, no puedes. 
Entrecerré los ojos, clavándolos en su espalda hasta que mi mirada fulminante surgió resultado y el vampiro suspiró. Pese a todo, no respondió a mi pregunta y continuó pasando páginas y garabateando cosas.
-¿A cuál de los dos crees que odia más? - Comenté al cabo de un rato desde mi cómoda posición en el sillón. Había subido las piernas a uno de los reposabrazos y esperaba indolente nuevas instrucciones por parte del muchacho. Tras unos segundos, Nevra se giró buscando mi rostro.
-¿Qué?
-Huang Hua. ¿A cuál de los dos crees que odia más? 
-No sé a qué te refieres. -Repuso el chico, alzando una ceja. Pese a todo, parecía haber captado su atención.
-Alguna oscura razón tendrá para obligarnos a pasar tiempo juntos, ¿no crees? Sabe que no nos soportamos y ya ves, me ha designado como tu ayudante hoy. 
Un leve resoplido escapó entre sus labios, que a su pesar formaron una casi imperceptible sonrisa.
-Puede que tengas razón. -El silencio se instaló de nuevo sin que ninguno de los dos encontrase nada que añadir. Las cosas no podía decirse que hubiesen mejorado mucho entre nosotros, pero al menos había momentos de paz...que no duraban mucho si se nos forzaba a hablar demasiado tiempo. Nevra pareció comprender que ese podía ser uno de aquellos momentos, por lo que se giró de nuevo hacia su escritorio. - Puedes irte ya, no voy a necesitar nada más.
-Muy bien. -Me levanté de un brinco, deseando ir por fin a comer. Al pasar junto al chico disminuí el paso, dubitativa: ¿debería invitarle? ¿Recordarle al menos que era la hora de comer?  Concluí rápidamente que ya habíamos llegado a ese punto de nuestra convivencia en el que podíamos tolerarnos, pero que si forzaba un poco más acabaríamos a gritos de nuevo, por lo que decidí que era mejor dejarlo estar. Le lancé una última mirada desde la puerta. -Diría que ha sido un placer, pero a ti no te voy a mentir, Nevra.
El vampiro no alzó apenas la vista del papel que estaba repasando, pero una leve sonrisa se dibujó en sus labios.


El comedor estaba casi vacío, y solo un puñado de mesas estaban ocupadas por algunos rezagados que como yo, llegaban tarde a la comida, junto con otros que alargaban la sobremesa antes de volver de nuevo a sus quehaceres. Tras pasarme por la cocina y tomar uno de los famosos bocadillos de Karuto -a aquella hora ya no se podía esperar un plato caliente - barrí con la mirada la estancia en busca de un lugar para sentarme. No me hizo falta buscar mucho por un gutural "¡CYNNNN!" se escuchó de pronto, y en cuestión de segundos adiviné que su procedencia era la enana de pelo rizado que sacudía enérgicamente el brazo en mi dirección. 
Tomé asiento en la mesa en la que Landrah y Mila tomaban tranquilamente unas cervezas. Para mi sorpresa no había rastro de Yvair, aunque entre sorbo y sorbo Landrah me explicó algo de una misión de última hora. Seguía quedando con ellos bastante a menudo, y siempre que nuestras obligaciones lo permitiesen. Había mejorado notablemente mi comprensión de lenguaje de signos, aunque seguía siendo bastante inútil a la hora de señar. También había mejorado en los entrenamientos, aunque eso apenas se notaba porque cada vez me lo ponían más difícil y en general todos los combates acababan conmigo mordiendo el polvo. Pese a todo, mis compañeros decían ver una clara mejora y yo no era nadie para llevarles la contraria. 
Comí en silencio mientras las chicas parloteaban de cosas sin importancia, se quejaban de Lance y hablaban del hermano de Yvair. El elfo estaba siendo el tema de conversación cuando Landrah se calló de golpe, lo que sin duda llamó mi atención. Siguiendo el recorrido de su mirada y esperado toparme con Kaelan, comprobé que al que observaba con tanta intensidad era a un muchacho que yo no conocía. Creo. Yvair caminaba pocos pasos detrás de él, ambos en nuestra dirección.
¿Lo conozco? Vamos Cyn, haz memoria. ¿Por qué eres tan desastrosa  para esto?
El chico, de más o menos mi estatura, había ignorado por completo a mis amigas y me escrutaba desde detrás del cristal de una especie de monóculo que llevaba sujeto a la cabeza mediante una fina correa, como si de un parche se tratase. Me pareció extraño, pero en seguida me di cuenta de que se debía a que las orejas de gato que emergían entre su despeinada cabellera probablemente no podían sujetar unas gafas al uso. 
-Oh, ¿pero qué tenemos aquí? -El extraño muchacho parecía dispuesto a tomar asiento a mi lado, pero la rápida mano de Yvair lo tomó por el cuello de la camisa y tiró de él hacia atrás, reclamando el asiento para sí. El chico protestó pero recibió por toda respuesta una mirada de advertencia del elfo, al cual, me anoté mentalmente, tenía que agradecer más tarde su rápida acción. Aquel chico no me daba muy buena espina.
-¡Eso digo yo, mira lo que tenemos aquí! - soltó Landrah, posando de golpe la jarra de cerveza en la mesa, una sonrisa salvaje pintada en el rostro. - Así que te has dignado a aparecer de una maldita vez. Dime, ¿te han vuelto a echar, a que sí?
El interpelado solamente sonrió, se dejó caer en la silla libre y posó perezosamente las botas sobre la mesa. Lancé una mirada rápida a Mila, sentada frente a mí. No es que mi comprensión de la lengua de signos hubiese mejorado notablemente, pero había frases y palabras que ya era capaz de entender sin ayuda, y la chica siempre era muy paciente conmigo: hablaba despacio y repetía los signos las veces que fuera necesario. Me sentía un poco idiota al no haber aprendido mucho más en todo aquel tiempo, pero me había prometido a mí misma que aprendería lo suficiente como para comprender a la chica sin necesidad de ayuda.
-Él es Drev, está en nuestro grupo. -Asentí agradecida, señando un disimulado "gracias" que sin embargo no pasó inadvertido ante el chico.
-Hey Mila, ¿qué le estás contando de mí? - Por toda respuesta la chica le dedicó una sonrisa inocente a la que el interpelado respondió sacando la lengua. Luego volvió su atención hacia mí. -¿Y bien? Nadie parece ir a presentarnos, por lo que empezaré yo: Drev, para servirte, preciosa. ¿Y tú eres...?
-Drev por el amor de...-comenzó Yvair, pasándose la mano por el ya agotado rostro, seguramente sopesando hasta qué punto se podía considerar blasfemia tirarle los tejos a la Salvadora de Eldarya. Empezaba a sospechar que quizá había algo más problemático que Landrah en aquel grupo. 
Así que este es Drev...
Landrah lo había mencionado un par de veces, pero desde que me había acoplado al grupo no había tenido oportunidad de coincidir con él. Supuse que se debería a alguna misión.
-Soy Cyn, encantada. Supongo. - Musité, lo que ocasionó una risita en Landrah, que le daba otro sorbo a la cerveza.
-Oh, te puedo asegurar que no es para estar encantada.
-¿Ya vas a empezar, Lan'? Llevo un mes fuera, ¿no me has echado de menos? -Ronroneó el muchacho, estirando la mano hasta rozar aquella con la que Landrah sujetaba la jarra. La chica apartó la mano, con una mueca asqueada, pero eso no pareció importarle a Drev: aprovechó el gesto para sujetar la jarra y llevársela consigo, ante una ofendida Landrah que tardó dos segundos en levantarse dando un sonoro golpe en la mesa con ambas manos.
-¡Trae eso acá dichoso...!
-Siempre están así, te acostumbrarás. - Pese a que intentaba trasmitirme cierta tranquilidad, Mila no podía ocultar su deleite ante la escena. Especialmente su deleite ante el visible tic en la ceja derecha de Yvair.
-Así que Cyn, ¿Eh? -Drev se recostó en la silla, levantando las patas delanteras de esta. Le dio un trago largo a la cerveza de Landrah, que por lo visto había pasado a ser suya. - Y dime cielo, ¿en qué guardia estás? No te había visto por aquí, ¿Eres nueva?
Alcé una ceja; por lo visto alguien no había pasado mucho tiempo por la zona del cerezo. 
-Sí bueno, algo así. 
-Es la Salvadora de Eldarya, pohka indigente. -Espetó Landrah, mientras miraba con recelo su antigua bebida. El chico, que había vuelto a darle un trago a la jarra, casi se atragantó al escuchar a su amiga. Mientras tosía, lanzó una mirada interrogante a Mila, que asintió.
-Es verdad, es la aengel.
-¡Bueno, bueno, bueno! ¡Tremenda pieza habéis pescado mientras no estaba! -El chico le dio una sonora palmada en el hombro a Yvair, que suspiró. Cada vez me compadecía más del pobre hombre: parecía una pobre mamá gallina rodeada de hijos hiperactivos. 
-Drev por el Oráculo, compórtate.
-Por supuesto, por supuesto, ¿por quién me tomas? - Tras dedicarle una amplia sonrisa al elfo, volvió su atención a mí. - Así que la Salvadora, ¿eh? ¿Y qué haces juntándote con los comunes mortales, princesa? ¿Has elegido a nuestro humilde grupito para llevarlo por la senda del bien?
El tono irónico del chico no me gustó nada, pero a juzgar por el manotazo en la mesa, a Landrah tampoco. 
-Estoy en la Guardia Obsidiana, común mortal. Así que entreno con tus amigos. -Le di un mordisco ausente a mi bocadillo. -Y descuida, contigo no iría a la senda del bien, ni a ningún lado.
La carcajada fue general, y el chico comenzó a mutar de color hasta un delicioso rojo tomate. La verdad, quizá hablar con la boca llena no había sido mi mejor decisión como Salvadora de Eldarya, pero al menos había logrado que se callase. Yvair se retiró con disimulo una lagrimilla del ojo izquierdo mientras intentaba dejar de reírse. Le dio un par de bruscas palmadas en la espalda a su amigo, quién carraspeó y fingió estar muy ocupado ajustándose bien su monóculo.
-Veo que os llevaréis bien. 
-No me gusta la dinámica de este grupo. -Masculló el chico, dándole otro trago a la cerveza. - He hecho todo lo posible por regresar pronto a vuestro lado, y me encuentro con que habéis fichado a la Salvadora para reíros de mí. 
Sin dejar de sonreír dulcemente, Mila le señó una frase que no fui capaz de comprender; por suerte Landrah se inclinó hacia mí para retrasmitirme la jugada.
-"Claro Drev, si no logramos que te expulse como expulsó al mal de Eldarya, nadie podrá hacerlo." -La muchacha se rio, pero rápidamente su expresión mutó a otra más seria. - Oye, ¿cómo es que has vuelto tú solo? ¿No estabas con Natara?
Alcé una silenciosa ceja; aquel nombre me sonaba pero no sabía muy bien de qué. La banshee captó rápidamente mi confusión.
-También es de nuestro grupo. -Sonreí, ligeramente avergonzada por no haber podido ocultar mejor mi expresión de besugo desubicado, pero era cierto que a Mila no se le escapaba una. Sin embargo, la ausencia de respuesta por parte de Drev llamó su atención de nuevo.
-Ya, bueno...-murmuró mientras paseaba el dedo por el borde de su jarra, ya casi medio vacía.
-No me digas que te ha echado. -Comentó con sorna Landrah, pero la ausencia de réplica por parte de su amigo hizo que se inclinase más hacia delante. -¡¿Te ha echado?!
-Drev...
-Por el amor de...¿qué demonios has hecho esta vez? 
-¿Yo? ¡¿YO?! ¡Yo no he hecho nada! - se excusó el chico. Por mi parte, no tenía ni la más menor idea de sobre qué estaban hablando, pero al menos el espectáculo era interesante. - ¡Estaba haciendo mi trabajo muy bien, es más! Lo que pasa es que Natara no tiene sentido del humor, y...
-Dichoso pohka... -masculló Landrah, riéndose entre dientes. -¿Ya has ido a decírselo a Lance?
-Oh por el Oráculo Lan', no creo que a Lance le importe que Natara y yo hayamos tenido un pequeño...desacuerdo, y...
-Tan pequeño no sería si te ha mandado a casa. - Observó Yvair, que pese a que intentaba aparentar la seriedad que supuse la situación requería, no podía evitar que una sonrisilla asomase a sus labios. - Si ya has acabado una misión, tienes que hacer el informe.
Drev suspiró teatralmente, estirándose.
-Lo sé, lo sé. 
-Tendrías que haberlo echo ya. -Apuntilló Landrah, que parecía disfrutar con la situación. Mila observaba la escena complacida; le dijo algo a su vez a Drev, pero pese a que no pude comprenderlo en su mayoría supuse que también le recordaba que debía de haber hecho el informe.
-Oh, Mila, ¿tú también? Seguro que la Salvadora, en su clemencia y comprensión, me entiende, ¿no?
-Me llamo Cyn, Gato con Botas. - Repliqué, aunque obviamente mi referencia calló en saco roto y solo obtuve una mirada extrañada por parte de los presentes. 
-Claro, claro, Cyn, verás...
-Seguro que ni siquiera has avisado de que has vuelto. -Continuó pinchando la enana, que tras ponerse prácticamente de pie sobre la silla, alargó la mano hasta alcanzar su jarra de cerveza y tirar de ella hacia así. 
-No, pero, por otro lado, hasta que no dé el aviso, no he vuelto oficialmente así que...déjame disfrutar de mi cerveza en paz. -Con un movimiento rápido, interceptó y recuperó la jarra, para frustración de Landrah, quien sin embargo pareció ver algo que la hizo replantearse volver a la carga. Diligentemente volvió a sentarse, y rápidamente identifiqué la causa de su cambio de comportamiento, pero me limité a observar curiosa. Drev parecía ajeno a todo aquello, y continuaba parloteando. - Cuando haya bebido, descansado, y esté de mejor humor, me dejaré caer por ahí y le diré a Lance que acabo de llegar, así que, si os pregunta, no me habéis visto, ¿De acuerdo?
-Tomo nota.
La sonrisa se congeló en el rostro del chico al escuchar la voz del dragón a su espalda. Yvair saludó con un gesto de cabeza al muchacho, pero las demás estábamos demasiado ocupadas intentando mantener la compostura. Mila apoyó los codos en la mesa y entrelazó las manos delante de la boca, clavando la vista en una de las vetas de la madera de la mesa en un intento de ahogar la risa; Landrah por su parte no apartaba la vista de su amigo, que había comenzado a titubear palabras inconexas. 
-Eh...ho...hola jefe, cuá-cuánto tiempo... yo...así que y-ya sabías que ha-había vuelto...yo..
-No, a decir verdad estaba buscando a Cyn. - Al sentirme arrastrada a la conversación abandoné mi estado risueño para escrutar de cerca al dragón. ¿A mí? ¿Para qué? ¿Alguna otra misión de tres al cuarto? Pese a lo que acababa de decir, su mirada no se posó ni un momento sobre mí. - Y no te esperaba aquí. ¿Vuestra misión no se suponía que debía alargarse un poco más?
-Eh, s-sí, claro...-el chico hasta ahora confiado y descarado parecía estar pasando el mal trago de su vida, y por lo visto, sus amigas lo estaban disfrutando. A juzgar por la expresión de regocijo de Landrah, seguro que hubiese  matado por tener unas palomitas allí. Yvair, por su parte, lucía su ya habitual expresión de vergüenza ajena.
-¿Entonces? - Le instó a continuar Lance, alzando una ceja.
-Yo, eh...he regresado antes.
El dragón lo observó en silencio durante unos largos segundos.
-Ya veo. Espero con ansias tu informe, Drev. Me intriga mucho saber la razón de tu regreso. 
-Cl-claro, claro, jefe. Ahora mismo, en cuanto acabe de.... -la dura mirada del muchacho hizo que Drev reconsiderase su situación, y a toda velocidad se levantó de la silla. - Ahora mismo voy a hacerlo.
-Muy bien. - Tras observar de reojo al chico, la atención de Lance se volvió a mí. - Cyn, si no te importa hay algo de lo que quiero hablar contigo.
Me importa, pero bueno.
Asentí sin decir nada, me levanté, y  tras despedirme rápidamente de mis amigos, seguí al chico y a Drev, que caminaba ligeramente por delante de nosotros, fuera del comedor. 


Tras despachar a Drev y seguirlo con la mirada hasta que lo vio entrar en la Sala del Consejo, mi jefe de guardia se volvió hacia mí, con aire dubitativo. Parecía estar sopesando algo, o esperando a que hablase yo. Pero yo no tenía razón alguna para hablar con él, ¿no? Desde nuestro pequeño altercado de camino a los dominios de Aïne el chico había tenido la delicadeza de no volver a sacar el tema y de comportarse como si no hubiese pasado nada. No me agradaba mucho que hubiese vuelto a tener un cierto grado de confianza hacia mí, pero al menos había entendido a la primera que había una línea que no podía cruzar. En ocasiones me frustraba todavía aquel grado de madurez del dragón; sería mucho más fácil para mí poder odiarlo si me amargase la vida como Nevra. Pero no, Lance era correcto, respectaba mi espacio y no hablaba conmigo más de lo estrictamente necesario, aunque siempre desde la cordialidad. Volviendo a la razón por la que me había reclamado esta vez, seguía siendo un misterio para mí. O bueno...
¿Será por lo de las armaduras del otro día? Sabía que tenía que haber pegado aquella pieza que se rompió pero... uf, en este maldito mundo no hay super glue. 
-Antes de que digas nada, cuando yo llegué aquello ya estaba...-comencé, casi segura de que el chico estaba esperando a que confesase por fin. Lance enarcó las cejas, sorprendido por mi intervención.
-¿De qué estás hablando?
-¿Um...? ¿No es por el asunto de las armaduras de la forja? -Tanteé. 
-No. 
-Ah, pues...
-Pero me interesa, ¿qué ha pasado con las armaduras de la forja? -El chico cruzó los brazos sobre el pecho, dedicándome aquella expresión petulante a medio camino entre la seriedad y la sonrisa que solía poner cuando hablaba conmigo. Hice acopio de todo mi autocontrol para no poner los ojos en blanco y me encogí de hombros, fingiendo inocencia.
-Nada que yo sepa. ¿Para qué me querías?
-Es sobre tu próxima misión. - Resoplé de forma inconsciente. Últimamente era Lance quien se encargaba de encasquetarme las misiones, ya que la mayoría de las cosas que se me confiaban eran pequeñas y sin importancia. Por un lado estaba bien no tener que ver la cara de Nevra continuamente, pero comenzaba a echar de menos el tener un poco de acción. Aunque por lo visto, en aquel cuartel no existía el término medio entre Misiones Que Atentaban Seriamente Contra Mi Vida y Misiones Que Amenzaban con Matarme de Aburrimiento. - Quería pedirte tu opinión.
-¿Qué? ¿Esa es mi misión? -Observé a Lance con recelo más disimulado. El muchacho había echado a andar y lo seguí de forma inconsciente. 
-No. Quiero tu opinión sobre tu próxima misión. Huang Hua me ha comentado que podrías ayudar a Mathieu a preparar los informes sobre los objetos terrestres que encontramos en los dominios de Aïne. Habría que hacer una ficha de todos ellos e ir catalogando su potencial peligrosidad. Mathieu regresó hace un par de días de su visita y ha traído algunos apuntes que hay que cotejar y pasar a limpio.
-¿Y quieres mi opinión? Me parece un tremendo aburrimiento. 
Lance sonrió, divertido ante mi arrebato de sinceridad. Se notaba bastante que no estaba acostumbrado a tratar conmigo sin que yo estuviese a la defensiva. Yo también me sorprendía a mí misma cuando se me escapada un poco de simpatía en su presencia. 
-Lo supongo, pero eres la única humana además de él.
-¿No es este uno de esos casos en los que puedo usar mi privilegio de estar en la guardia Obsidiana y decir que escribir informes no está entre las aptitudes de mi guardia?
-Puede. Yo al menos, soy de esa opinión. De ahí que quisiera consultarlo contigo. -Alcé una ceja, desconfiada ante aquel inusual derroche de generosidad. Aunque, conociendo a Lance, quizá todo era una pregunta retórica y solo quería darme la ilusión de poder elegir. Le dediqué un leve gesto de cabeza, instándole a continuar. - En breves habrá una expedición de la guardia que partirá a otra misión...más interesante.
-No sé si tenemos la misma noción de "interesante".
-No puedo darte detalles, pero creo que podrías ser útil si Huang Hua decide incluirte en ella. 
-Ajá. ¿Y? ¿Me haces elegir entre una muerte por aburrimiento y una posible muerte real?
Lance se pasó la mano por el pelo con un suspiro mal disimulado. Luego volvió a cruzar los brazos sobre el pecho en un intento de aparentar seriedad pese a la sonrisa que asomaba en sus labios. Sin darme cuenta habíamos llegado ante la puerta de la biblioteca.
-Te doy dos opciones: ayudar a Mathieu o prepararte para la misión. 
-A la que no sé si iré, ni si quiero ir.
-Te he dejado junto a los papeles de Mathieu lo que necesitas saber para prepararte para la misión. Puedes echarle un vistazo y, si no te gusta, ponerte con las fichas de objetos humanos. Lo dejo a tu elección.
-Esp...-mi jefe de guardia me dio la espalda sin darme tiempo a replicar, dejándome con la palabra en la boca ante las puertas de la biblioteca.
En fin, veamos cual de las dos misiones es más inofensiva.


Lance había sido bastante críptico en cuanto a la misión se refería, pero cuando vi la montaña de papeles con la caligrafía ininteligible de Mathieu me di cuenta de que pocas cosas podrían ser más mortíferas que hacer frente a eso. Tras apartar con cuidado los papeles, inspeccioné los pocos documentos y libros que mi jefe de guardia había dejado. Un par de horas después lo único que había sacado en claro era que aquella misión conllevaría un viaje al desierto. No tenía constancia de desiertos en Eldarya, aunque haciendo memoria, Mathieu siempre se quejaba de aquella dichosa pregunta de la Boltue en el desierto, así que seguramente era porque los había. Obviamente, diferían bastante de los desiertos de la Tierra...al menos, de momento. Sea como fuere, tras leer sobre fauna, flora y pueblos que no me decían nada, concluí que a primera vista la misión no parecía muy peligrosa. Quedaba excluida la posibilidad de que nada ni nadie intentase ahogarme, y dadas las circunstancias,  aquello me llamaba la atención. Pese a todo, nada me aseguraba que no hubiese perdido la tarde a lo tonto, ya que por lo que Lance me había dado a entender, ni siquiera estaba oficialmente asignada como miembro de aquella misteriosa expedición.


-Veo que te has decantado por la misión. 
Pegué un respingo, totalmente pillada por sorpresa mientras afilaba con cuidado la hoja de mi daga. Mi jefe de guardia rio por lo bajo a mi espalda, ganándose una mirada hostil por mi parte.
-Disculpa, pensé que me habías oído entrar.
-Pues no. - Mascullé, guardando la daga en mi cinto ante la mirada escrutadora de Lance. Lo último que quería era algún comentario impertinente sobre el anterior dueño de mi arma. - ¿Cómo sabes lo de la misión, ahora lees la mente?
-No. Mathieu me dijo solamente que sus papeles estaban tal y como los había dejado, por lo que supuse que ese era el caso.
-Entre enfrentarme a una muerte incierta o a ese galimatías de papelajos, creo que prefiero la muerte. ¿Me vas a contar algo sobre la misión o simplemente me vais a soltar en el desierto sin más?
El chico sonrió ligeramente, algo que hacía bastante a menudo desde que nuestros encuentros eran breves pero diarios. Aún no estaba segura de si estaba cómoda con esta nueva "familiaridad", pero era un hecho innegable que me costaba mucho estar callada, y al chico mis comentarios mordaces parecían divertirle. 
-Venía a buscarte por eso, hay una reunión para ultimar los detalles de la misión.
-¿Ultimar? - Observé al muchacho con cierto escepticismo, sopesando si me merecía la pena montarle un numerito por la clara negligencia a la que me estaban sometiendo. Lo único que yo sabía de aquella misión eran un puñado de datos aleatorios sobre los desiertos de Eldarya, que seguramente me vendrían de perlas para un Trivia, pero lo más probable es que no fuesen de mucha ayuda a la hora de sobrevivir a lo que quiera que me fuese a enfrentar. Una vez más, el chico pareció leerme la mente, y tras invitarme con un gesto a seguirme, volvió a hablar con cierto tono tranquilizador.
-¿Te has leído los libros que te dejé?
-Sí, pero dudo que...
-Te serán útiles, ya lo verás.
-¿Por qué? ¿Vamos a ir a participar en una yincana? ¿Voy a tener que raspar agua de la corteza de los cactus y seguir a pequeñas mousarosas del desierto para buscar comida? 
-Puede. - Repuso el dragón no sin cierta ironía, pero aquella falta de información había empezado a dejar de ser divertida. Me resigné y lo seguí hasta la sala del consejo, esperando que al menos Huang Hua pusiese fin a tanto secretismo. 



-Buen...¿eh? -Me detuve de camino a mi asiento habitual, suspicaz. En la sala se encontraban los ya habituales jefes de guardia, acompañados por Ewelein, Mathieu y Karenn. Nevra también estaba, como siempre, pero había una ausencia notable. - ¿Hoy no está Huang Hua? 
-Tenía que atender otros asuntos. -Respondió a mi espalda Lance antes de ir a ocupar su asiento. Escruté de nuevo la sala, comprendiendo que entonces quien presidía aquella reunión era mi queridísimo amigo el vampiro.
Genial.
-Ya estamos todos, así que seré breve. - Comenzó, mientras ordenaba un montoncito de papeles que descansaban ante él, separando uno de ellos, al que le echó un rápido vistazo. - Finalmente la misión a Mritasya estará formada por Chrome, Karenn, Mathieu, y... Cyn.
-Creí que mi hermana había hablado de Koori para esta misión. -Apuntilló Huang Chu, lanzándome una rápida mirada. Nevra suspiró sin ningún disimulo.
-Y así iba a ser, pero tras la última reunión Lance propuso que fuese Cyn en su lugar. - Mientras Nevra rebuscaba en su montoncito de papeles, miré de reojo al dragón. Últimamente no dudaba ni un segundo en proponerme para misiones; ¿quizá empezaba a encontrarme insoportable y solo quería tenerme lejos? - Tras analizar su petición y sopesar las dificultades de la misión...estoy de acuerdo con él. 
-¿Por qué? No te ofendas Cyn, pero no creo que tus capacidades sean...-comenzó la chica, tan práctica y directa como siempre. Sacudí la mano con aire ausente.
-Ah, no me ofendo, tranquila. Cosas peores me han dicho en esta misma sala.
-Aunque el poder de Koori es sin duda útil, Cyn puede crear escudos. Dado que se encontrarán la mayor parte de tiempo en campo abierto, su poder resultaría indispensable en caso de ataque.
-¿Cómo que en caso de ataque? -musité, sentándome más derecha en la silla. En ninguno de todos aquellos papelajos que Lance había puesto a mi disposición se hablaba de la posibilidad de que alguien nos atacase. Es más, no habían sido más que tratados de geografía, botánica y biología sobre los desiertos de Eldarya. Comenzaba a pensar que quizá no había recibido la instrucción necesaria y que había aceptado demasiado rápido. Los presentes ignoraron mi intervención y Huang Chu por su parte asintió ante el razonamiento de Lance, sin añadir nada más.
-Bien. Aclarado esto, pasemos a la misión...
-A mí creo que no se me ha informado del todo. -Interrumpió Mathieu, quien había levantado la mano pero no había esperado a que nadie le concediese turno para hablar. Nevra lo observó contrariado.
-A mí tampoco. - Apostillé yo, más por contribuir al tic de la ceja derecha del vampiro que por otra cosa. 
-Si los humanos me dejan...-comenzó, con un tono para nada amigable, tras el cual repasó rápidamente el primero de sus papeles. - Vuestra misión al desierto de Mritasya consistirá en encontrar el asentamiento de Arsj Vismarya y lograr interrogar a Deo, el...
-¿Qué son los Arsj Vismarya?
Nevra me miró, irritado, dispuesto a replicar pero Lance se le adelantó.
-Quizá deberías empezar desde el principio, Nevra. Como no estaba seguro de si finalmente iría en esta misión, no he querido darle mucha información para no...comprometer la situación. 
Observé a Lance, que había intervenido en mi favor, y asentí complacida. Después me di cuenta de que él había sido entonces el culpable de que yo estuviese allí sin ningún tipo de información. 
La mente sibilina de los dragones, vaya maravilla...
-De acuerdo. -Concedió el muchacho, aunque no parecía nada contento con la situación. - Mritasya, como espero que sepas, es un desierto. Se encuentra hacia el sureste, por lo que...
-Solo se puede ir en barco, lo sé. También sé que lo habitan diversos bichitos y que cada x tiempo te puedes encontrar con un manantial de agua y unas cuantas palmeras. Los desiertos en la Tierra funcionan de forma similar.
-Perfecto. Vuestra misión será ir allí. El desierto es un lugar difícil de cartografiar y está en constante cambio, pero... -procedió a revolver entre sus papeles hasta obtener el que buscaba: un burdo mapa que nos mostró sin mucho detalle - ...la Guardia de la Sombra ha conseguido información fiable sobre su distribución actual.
-¿Actual? 
-Cada tres o cuatro meses se da un fenómeno natural, una especie de tormenta de arena enorme, y todo cambia de sitio. - Explicó Chrome, quien sin embargo solo obtuvo como respuesta la mirada escéptica del resto de jefes de guardia. - Bueno, todo no, pero las dunas si, por lo que cambian las rutas y...
-Lo han entendido. Lo importante es que llevamos varios meses preparando esta misión y por fin hemos logrado un mapa fiable, por lo que no podemos retrasarla más. Cabe decir también -Nevra clavó sus ojos en Mathieu y en mí, lanzándonos una mirada bastante amenazadora - que esta vez se trata de una misión muy delicada, que se ha preparado en total secreto, por lo que espero que sepáis mantener un perfil bajo y realizarla sin problema y sin llamar la atención...pese a que no seáis de la guardia Sombra.
-¿Es una especie de misión de infiltración o algo así? - Preguntó visiblemente emocionado Mathieu, ganándose más de un suspiro entre los presentes. 
-Sí, algo así. - Concedió Chrome, que parecía igual de emocionado que él, para desencanto de Nevra. 
-Y claro, enviar a la Salvadora de Eldarya es sin duda la mejor forma de mantener un perfil bajo. - Apunté, sonriendo con cierta superioridad. El vampiro no me dedicó ni una mirada mientras volvía a buscar algo entre sus papeles.
-No te preocupes por eso, no creen en ti.
-¿Qué? ¿En sentido figurado? ¿Igual que tú no crees en mí? 
-No, en sentido literal. 
Fijé mi mirada sobre el muchacho, que parecía totalmente tranquilo con aquella afirmación, que sin embargo escapaba totalmente a mi comprensión.
-¿Disculpa? -Acerté a decir, bajando rápidamente la vista a mis manos para comprobar que no eran traslúcidas y no era yo una especie de proyección en la que se podía o no creer. Yo estaba allí, estaba viva - de momento -,  ¿había gente que ponía en tela de juicio mi existencia? Nevra no parecía prestar atención a mi singular crisis existencial, por lo que el siguiente rostro que busqué fue el de Lance, que intentaba visiblemente esconder la sonrisa que mi reacción le había causado.
-El desierto de Mritasya es un lugar inhóspito, y siempre lo ha sido. 
-Sí, incluso cuando las cosas iban muy mal aquí debido al cristal, no notaron apenas cambios. No podían ir a peor. -Intentó explicarme Chrome. - Quiero decir, es cierto que se incrementaron los terremotos, y que se abrieron un par de grietas en el suelo, pero...no era un lugar que gozase de vida. Y tras vuestro sacrificio, tampoco ha mejorado. No deja de ser un desierto, al fin y al cabo.
Intenté asimilar toda aquella información, pero me costaba juntar las piezas del puzle.
-Ellos por tanto no notaron ningún cambio, ni para bien ni para mal, y al ser una comunidad bastante....aislada y retraída, simplemente no dieron crédito a la historia de unos Salvadores de Eldarya. Y más cuando siguen viviendo en el mismo erial. 
-Y por eso puedes ir sin miedo, nadie se arrodillará ante ti. - Cortó Nevra, quien había encontrado su siguiente papel y parecía haberse cansado ya de tanta explicación. Por mi parte, seguía ojiplática ante aquella información; todavía no sabía cómo sentirme al respecto. - Como decía, vuestra misión será internaros en el desierto y llegar a Suvarna, el asentamiento principal del pueblo Arsj Vismarya. Os haréis pasar por una pequeña comitiva de féericos de la Corte Unseelie que necesita que un alquimista trasmute una eldocrosita.
-¿Qué es una r...?
-Una piedra preciosa que no se encuentra en la naturaleza. Solo se obtiene por trasmutación. Y hay muy pocos alquimistas con los conocimientos para ello. 
-Entonces -volví a intervenir yo, sin dar tiempo para que Nevra retomase la palabra - nuestra excusa es que necesitamos ese pedrolo mágico...por lo que supongo que en el pueblo de Arsj Vislaria...Vismarya...hay un alquimista que sabe hacerlo.
-Sí. Es más, es el único conocido actualmente. 
-Supongo que habéis escogido esa excusa precisamente por eso. 
-Exacto.
-¿Y para qué queremos la piedra, exactamente? -Intervino Mathieu.
-¿En realidad? Para nada. Pero diréis que es para la dote de Karenn. Las damas de alta alcurnia suelen hacer excentricidades de ese estilo. En la misiva que ya hemos enviado dijimos que con la eldocrosita espera poder destacar entre las pretendientas del príncipe de la Corte de las hadas.
-¿La corte de las hadas tiene príncipe? - Pregunté, curiosa.
-Por algo se llama "Corte". 
-Yo creía que habíais dicho que tenía una Reina...cuando hablamos de la Dama Aïne...-haciendo memoria, en una ocasión había llamado a Aïne "reina" pero me habían corregido, diciendo que la reina no era ella. Nevra me observó un segundo con una media sonrisa.
-No hablamos de esa corte. -Fruncí el ceño pero al mirar a Karenn comprendí por su sonrisilla divertida que en esta caso, la Corte  a la que se refería era a la de las hadas malas.
-Diremos que somos féericos de la Corte Unseliee. - Aquello encendió alarmas en mi cabeza: ¿qué clase de pueblo iba a acogernos si decíamos que éramos hadas malas?
Pues más gente mala, Cyn, vaya pregunta.
-Exacto. Os haréis pasar por féericos Unseliee y os reuniréis con el pueblo Arsj Vismarya, al cual ya hemos avisado de vuestro viaje y vuestras intenciones. En principio hemos recibido una respuesta favorable y os dejarán tratar directamente con Deo, el alquimista que ahora se encuentra allí. 
-¿Y qué queremos exactamente de él en realidad? -Intervino de nuevo Mathieu, recibiendo esta vez una fría mirada por parte de Nevra.
-Eso no es de vuestra incumbencia. Se trata de una misión muy delicada, por lo que solo Karenn sabe qué es lo que debe hacer una vez os encontréis con él. Cuanto menos sepáis los demás, mejor cumpliréis vuestro papel. Las nagas son una raza desconfiada y muy sibilina, cualquier paso en falso podría ser crucial.
Aquello llamó completamente mi atención: ¿nagas? Tenía una ligera idea de qué eran las nagas, pero en ningún momento se había mencionado nada sobre el tema.
-Espera, espera, en mis apuntes no decía nada de "nagas".  -Dediqué una mirada de reojo a Lance, que no pareció sentirse aludido por mi enfado. 
-¿Qué apuntes?
-Los libros sobre el desierto que Lance me dejó para preparar la misión, ahí no se hablaba de nagas.
-Eso es porque las nagas no son criaturas del desierto.-Suspiró Nevra, que por su expresión parecía estar a punto de dimitir como sustituto de Huan Hua, harto ya de tantas preguntas.-La situación es...
-¿Entonces no vamos al desierto? -Interrumpí, genuinamente confundida. 
-¿Vas a dejar de interrumpirme? - El tono del chico había recuperado la mordacidad habitual con la que se dirigía a mí, prueba de que su paciencia parecía haber llegado a su fin. Cosa que por otro lado, no comprendía, cuando lo único que yo quería era información sobre mi misión.
-¿Vas a explicarte bien? -Rebatí, molesta.
-Ya vale, vosotros dos. -Fue Karenn la que intervino, aunque por otro lado, probablemente fuese la única que se atreviese a hablarle así al chico. Después se giró hacia mí. - Las nagas no son criaturas del desierto, pero este pueblo en concreto habita allí. Como es un caso...aislado, no encontrarás nada sobre ellas en los libros sobre geografía. Pero siempre puedes pasarte después a leer sobre ellas, hay varios libros en la biblioteca.
-De acuerdo...-concedí, todavía desconfiada. Había algo en toda aquella historia que no me cuadraba, y la información inconexa que estaba recibiendo no ayudaba. En teoría teníamos que ir a un desierto, cuya configuración cambiaba cada poco tiempo, a buscar a un poblado de nagas haciéndonos pasar por unos féericos oscuros en busca de una piedra extraña. De pronto me asaltó una duda aún más evidente, y en la que sin embargo no había reparado hasta ese momento. -Yo solo tengo una duda más: ¿Por qué tenemos que inventarnos todo ese asunto de la piedra y de las hadas? ¿No podemos ir como la Guardia,y ya está?
Se produjo un silencio general, seguido de un intercambio de miradas bastante explícito entre los jefes de guardia, Nevra y Ewelein.
Ya verás, a ver dónde me he metido esta vez...
 Fue finalmente la elfa quien habló.
-La guardia no es bien recibida entre los Arsj Vismarya. 
-¿Qué les habéis...?
-De la misma forma que, de creer en la Salvadora, tampoco tú serías bienvenida.  
-¿Qué? ¿Por qué?
Ewelein parecía dispuesta a responder a mis dudas, pero el vampiro le dedicó un gesto con la mano para que se detuviese.
-Es un pueblo hostil y exiliado, y eso es todo lo que necesitas saber. Si tienes alguna duda más, Chrome y Karenn podrán contarte los pormenores durante el viaje, pero esta reunión ya se ha alargado más de lo previsto. Si tenéis otro tipo de cuestión que queráis discutir.... ¿no? Perfecto. Doy por concluida la reunión, entonces. Partiréis pasado mañana.


Como Nevra había dispuesto, embarcamos rumbo al desierto de Mritasya sin retraso alguno, lo que me permitió solamente preparar mi petate y perseguir a Lance en busca de alguna pista más. Por desgracia aquella misión debía de ser de máximo secreto, porque mi jefe de guardia se negó a darme más detalles y me recomendó que reservase mis preguntas para el viaje, cuando Chrome podría respondérmelas sin problema. Aquello no me gustaba nada, pero tampoco me queda otra alternativa. Para colmo de males, Huang Hua parecía no estar en el QG, hecho que tampoco me tranquilizaba y comenzaba a sospechar que estaba pasando algo que no me querían contar...como siempre. Tras la reunión fui a buscar las ropas que habían encargado para mí a Purriry: era un sencillo vestido de seda oscura que no dejaba a penas piel al aire. En teoría habían intentado aunar el estilo de los féericos Unseliee con la practicidad de la ropa adecuada al desierto, aunque tenía mis dudas sobre si aquella tela tan oscura no iba a cocerme viva. También me facilitó un par de mudas de ropa más, todo consistente en faldas y blusas de colores claros y sosos, bastante alejados de su habitual proceder. El vestido y aquella ropa eran por tanto lo más "normal" y discreto que la purreko había cosido para mí en mucho tiempo, aunque se debía solo al papel que debía cumplir en aquella misión y no a una elección personal, ni mía ni de Purirry. En la tienda me había cruzado con Karenn, que a diferencia de su hermano y de Lance, había tenido el detalle de revelarme algo más sobre la misión, aunque eso sí, con total disimulo. Íbamos a hacernos pasar por un pequeño séquito de Unseliee, formado por una dama de alta alcurnia, sus dos guardas y su dama de compañía, papel este último reservado para mí. Me aliviaba que por una vez mi participación fuese a ser discreta, a decir verdad: no solía irme muy bien cuando era el centro de atención. Quizá esta vez nadie atentaba contra mi vida, ¿quién iba a querer atacar a una dama de compañía anónima?



-Repasemos entonces, ¿Mathieu? 
-Me llamo Raine, soy un féerico y vengo de Slyhade, una ciudad en el norte del Reino Unseliee. Soy...
-No es un Reino, es una Corte. -Le corrigió Karenn, que llevaba ya un par de horas ante un espejo intentando recrear un peinado que supuse sería típico de los féericos. El vaivén del barco, aunque discreto gracias al buen estado de la mar, no parecía ayudarla. Mathieu suspiró, hastiado.
-Bah, ya lo sé, ya lo sé. No os preocupéis, no meteré la pata. -Masculló el chico desde su posición al timón.
-Tú no hables y listo. -Le aconsejé, mientras intentaba desenredar uno de los múltiples collares que Karenn debía ponerse. - Hablando de nombres, ¿en serio no puedo cambiar el mío? Iona no me gusta. 
Mi mohín de enfado no pareció surgir efecto sobre nadie, y Chrome solo me dedicó una mirada compasiva mientras sacudía la cabeza. Llevábamos dos días ya en alta mar y si los vientos continuaban siendo favorables, llegaríamos en uno, a lo sumo dos días. A bordo de nuestro aburrido barco matábamos el tiempo repasando nuestros perfiles falsos y los pormenores de la misión: por lo visto, si salía de aquella no podía olvidar drle las gracias a Lance por haberme propuesto para una misión en uno de los sitios más inhóspitos y mortíferos de Eldarya. Si aquello no era prueba suficiente de que en el fondo seguía siendo malvado y quería matarme, no sé qué podría serlo. Al ver mi cara de funeral Chrome intentó quitarle hierro al asunto diciendo que no era la primera vez que iba allí y que había salido con vida, pero aquello no me tranquilizaba todo lo que debería. Y más vista la reticencia que habían mostrado todos a la hora de hablar de las nagas a las que íbamos a visitar.
-Por el Oráculo, ¿vais a contarme de una vez que pasa con ese pueblo de los...Asr...Asj...?
-Arsj Vismarya. -Anotó Karenn, que parecía ligeramente satisfecha con el recogido que acababa de hacerse. Tras asentir ante su reflejo, soltó el fino alfiler que mantenía el pelo en su lugar permitiendo que este le cayese en cascada sobre la espalda. Volvió a atárselo como siempre y se levantó en dirección al timón gobernado por Mathieu.
-Chorme, esta vez dejo que lo expliques tú. Mathieu, cámbiate conmigo, yo me encargo del timón.
El chico asintió, pese a que el barco era pequeño y desde la zona de mando se podía escuchar perfectamente la conversación dado que el mar estaba tranquilo y en calma. Chrome lanzó una mirada lánguida a la vampiresa, que simplemente le lanzó un beso y le dejó con la tarea de darnos clase, cosa que no parecía gustarle mucho. Pese a todo se recompuso rápidamente, y sin mostrar molestia ninguna, se sentó ante nosotros de piernas cruzadas, bien erguido, como un profesor dispuesto a explicar la lección del día.
-Bien. Los Arsj Vismarya son un pueblo de nagas, ¿sabéis qué son las nagas? ¿Cyn?
Alcé una ceja ante la seriedad con la que se estaba tomando el chico su papel de docente.
-Son unas criaturas mitad serpiente mitad humano...¿no?
-Más o menos, sí. No son una raza muy sociable, pero se rigen por estrictas normas de conducta y cortesía y en general...
-Cielo, vete al grano. - Interrumpió Karenn desde el timón. El chico carraspeó antes de continuar.
-Vale, vale. En resumen, las nagas son criaturas semi acuáticas, viven siempre junto a pozos, ríos y esas cosas. Necesitan agua para sobrevivir.
-¿Y estas son una mutación o algo así?
-No. Son un pueblo exiliado. -Mathieu y yo permanecimos en silencio, observando al chico algo desubicados. Chrome sonrió con cierto orgullo por haber causado tanto efecto en su audiencia.
-¿Y por qué?
-Sucedió hace mucho tiempo, poco después de que los féericos se instalasen en Eldarya, por lo que las razones ya no...bueno, no se conocen a ciencia cierta. Por aquel entonces había un único pueblo de nagas: al instalarse en Eldarya se acordó que dejarían de lado las viejas tradiciones, porque... era un nuevo mundo y debían instaurar nuevas normas, o algo así. Más transigentes y tolerantes. - Miré por encima del hombro del chico: Karenn ponía los ojos en blanco, divertida. Seguro que ella sabía con más detalle todo aquello pero disfrutaba torturando al lobo. - No obstante no todos estuvieron de acuerdo y se formó una facción de nagas que defendían las viejas tradiciones, que por otro lado eran...bastante duras. No llegaron a un acuerdo y hubo una lucha bastante sangrienta. Los que defendían la tradición acabaron perdiendo y fueron desterrados.
-Supongo que, con la suerte que tenemos, esos son los Arsj Vismarya.
-Sí. Primero fueron llamados "Arsj Zapya", que es una especie de burla hacia ellos: quiere decir "sangre maldita". Cuando se instalaron en el desierto y formaron una comunidad, pasaron a llamarse a sí mismos  "Arsj Vismarya", que significa "sangre olvidada"...En el fondo siguen creyendo que tenían razón y que su castigo fue injusto, y se dice que esperan el momento oportuno para salir del desierto y acabar lo que sus antepasados empezaron.
-Que supongo será...
-Masacrar al resto de nagas e imponer las tradiciones y leyes antiguas, que consideran justas, sí. -Asintió Chrome, ante mi expresión de ligera perturbación. 
-Pero la Guardia no tiene mucha relación con las nagas en general, ¿por qué tanto secretismo?
-Ah, porque odian a la Guardia también. - Canturreó Karenn de fondo, disfrutando visiblemente de nuestras caras.
-¿Y quién no? -Mascullé, no tan sorprendida como debería. - ¿Y qué les hemos hecho nosotros?
-Su exilio no fue un camino de rosas.
-Qué esperar de un exilio. -Comenté, haciendo reír al chico. Era agradable poder interrumpir sin que nadie me apuñalase con la mirada.
-No solo fueron exiliadas, sino que, para aumentar su castigo, las arrastraron hasta la zona más inhóspita e inhabitable para una criatura acuática. En cierto modo, fueron víctimas de su propio deseo: fueron las últimas nagas a las que se les aplicaron las leyes y castigos antiguos.
Asentí, intentando procesar toda aquella clase historia.
-El desierto...¿y por qué no se han ido nunca? Dudo que nadie esté montando guardia. - Apuntó Mathieu, y por primera vez asentí ante su lógico razonamiento.
-¿Recordáis que os he dicho que las demás nagas las llaman "sangre maldita"? Están malditas de verdad. -Me recosté en mi asiento, cruzando los brazos sobre el pecho. Aquello se estaba poniendo realmente interesante, era una pena no tener palomitas. - No sé hasta qué punto es cierto, pero esa facción tiene un fuerte y férreo respeto por las tradiciones y la ley. Si en el pasado se les lanzó o no un maleficio, no lo sé, pero se les prohibió abandonar el desierto bajo castigo divino y nunca lo han incumplido. 
-Entonces no debemos tomarnos muy enserio sus amenazas de masacre, ¿no?
-Nah. La maldición no es más que un cuento de viejas y los Arsj Vismarya unos cobardes que prefieren malvivir en ese erial a desafiar las leyes porque entonces estarían incumpliendo lo que ellas mismas defendían. - Comentó la vampiresa, que a todas luces hubiese preferido unas nagas más combativas y ríos de sangre. Chrome puso los ojos en blanco, sonriendo de lado.
-Lo sea o no,  sí que existía alguna especie de condición bajo la cual podrían abandonar el desierto, pero...no me acuerdo y tampoco es lo que nos interesa. El caso es que, tiempo después, cuando se creó la Guardia para proteger al cristal y mantener la paz, los Arsj Vismarya enviaron una misiva pidiendo justicia. 
-Y déjame adivinar, no se la dimos.
-Abogaron directamente al Oráculo, que obviamente no respondió. -Comentó Karenn con cierta sorna. - Así que culparon a la Guardia alegando que el "no posicionarse" era posicionarse del lado de las otras nagas. Cosa que en teoría es cierta, pero bueno.
-Como son un pueblo recluido además de hostil, reciben rara vez visitas del exterior y con el paso del tiempo dejaron de creer en el Oráculo, y por ende...
-...no creen tampoco en los Salvadores. -Añadí, ganándome un asentimiento de aprobación. -Déjame resumir entonces: ¿vamos a ir a ver unas nagas vengativas y enfadadas cuyo objetivo es acabar con el resto de su especie si se da la oportunidad, y de paso, con la Guardia por no haber hecho nada?
-Más o menos. -La expresión sonriente y orgullosa de Chrome poco tenía que ver con la naturaleza de la  información que acababa de confirmarme. - ¿Alguna pregunta más, niños?
-¿A qué se supone que vamos, entonces?
-Muy buena pregunta Mathieu. - El chico me dedicó una leve reverencia desde su sitio. No obstante, la sonrisa del lobo se crispó ligeramente.
-Vamos a...
-Vamos a interrogar a su alquimista. 
-¿Por qué? ¿No hay suficientes alquimistas en la guardia Absenta? - ¿No podemos ir a interrogar a Ez?
-Se trata de uno especial...es un nubero, además de alquimista. 
-No sé qué demonios es un...
-Es una especie de encarnación de un espíritu de las tormentas. No abundan y en general no son sociables, pero Deo es toda una excentricidad. O eso dicen. -Comentó la chica, que se apoyaba indolente sobre el timón con aire aburrido. - El caso es que tiene una combinación de poderes y conocimientos únicos y podría ser rico y respetado, pero viaja como un vagabundo por Eldarya, por lo que es difícil dar con él. Estuvo muchos años desaparecido, pero resulta que estaba con los Arsj Vismarya. Así que vamos a tener una pequeña charla con él.
-¿Sobre qué?
Chrome y Karenn intercambiaron miradas durante un segundo, antes de esbozar ambos una sonrisa avergonzada. Suspiré, restándole importancia a su secretismo con un gesto vago con la mano.
-No lo podéis decir, está bien. 


Viajar en barco nunca había sido de mi agrado dada mi habitual tendencia a ahogarme, pero una vez alcanzamos tierra firme me di cuenta de que lo peor estaba a punto de empezar. Kilómetros y kilómetros de suave y dorada arena se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y el horizonte no era más que una ondulante línea fruto del calor. Junto al mar la brisa hacía bastante llevadera la temperatura, pero una vez comenzamos a adentrarnos en el desierto las cosas cambiaron drásticamente. El sol caía a plomo sobre nuestra cabezas, y el calor resultaba insoportable; además, la climatología de aquel peculiar desierto incluía unas fuertes ráfagas de aire que surgían de la nada, levantaban un buen remolino de arena y desaparecían a los pocos segundos. En ocasiones el soplo de aire resultaba un pequeño alivio, pero la mayor parte de las veces las corrientes eran como llamaradas y la piel que llevábamos al descubierto escocía como si nos estuviesen quemando. Chrome dirigía la marcha, mapa en mano, y aunque quería confiar en él, con el paso de las horas mi fe flaqueaba. ¿Cómo demonios podía orientarse con aquel papelajo y una brújula cuando no teníamos ni un solo punto de referencia? No había rocas, ni caminos, y para mi angustia el viento borraba rápidamente nuestras huellas. Comenzaba a pensar que si las nagas no habían salido de allí en todos esos años no era porque no hubiesen querido quebrantar las leyes divinas, sino porque no habían sido capaces. Cuando el sol comenzaba a deslizarse por el horizonte y el calor empezaba a disminuir, vislumbramos una especie de zona pedregosa. Chrome nos observó lleno de orgullo, ya que habíamos llegado a uno de los puntos marcados en su mapa: hicimos noche allí para evitar despistarnos y alejarnos de la ruta trazada. La noches en los desiertos de Eldarya, fueron, para mi sorpresa, más llevaderas de lo esperado. Sin entender muy bien en qué fenómeno natural o geográfico se basaba, descubrí que las temperaturas no descendían tanto como en los desiertos de la Tierra: seguía haciendo calor, sin descanso. Mucho más tolerable, eso sí, gracias a la ausencia del sol, pero era una temperatura considerablemente alta. Karenn me explicó que precisamente por eso el desierto de Mritasya era un castigo tan horrible: no existía una tregua, el calor era constante. Por esa razón aquella noche dormimos solo un par de horas, y aprovechando la claridad de la noche regada de estrellas, continuamos avanzando de madrugada. 
Nuestro avance por el desierto duró unos tres penosos días más, durante los cuales lo más reseñable que vimos fueron piedras, a la sombra de las cuales nos parábamos a descansar durante la mayor parte del día, avanzando sobre todo por la noche para evitar las horas de sol más duras.  Casi toda nuestra carga se podía resumir en reservas de agua, por lo que no tuvimos que lamentar ninguna baja por deshidratación, si bien estuve a punto de sufrir un golpe de calor en un par de ocasiones. Mathieu y Karenn llevaban el viaje con bastante más dignidad, y solo Chrome parecía ser tan sensible como yo al calor. En cierto momento me pareció ver la silueta de un dromedario recortarse sobre una duna; no sabía si era el calor, el cansancio, una alucinación o que por allí había un portal, pero concluí que lo mejor era guardarme el descubrimiento para mí: si allí había un portal, prefería ignorarlo a verme obligada a volver a ese infierno para inspeccionarlo. 
Era ya bien entrada la tarde cuando a lo lejos vi lo que parecía una torre. Lo achaqué al típico espejismo producido por el calor.
Espera, ¿y por qué demonios voy a querer ver una torre y no un charco con unas palmeras?
-Por favor dime que es eso de ahí. -Mascullé, tironeando de la manga de Chrome y señalando el torreón que se recortaba sobre el cielo azul, unos cientos de metros más allá. El muchacho comprobó el mapa, miró la torre, volvió a mirar el mapa, y tras girar la brújula un par de veces y dar una vuelta sobre sí mismo, asintió, triunfal.


La ciudad estaba amurallada, aunque solo se pudo apreciar una vez estuvimos más cerca. Un único torreón, a todas luces un puesto de vigía, se alzaba sobre la que supuse sería la puerta principal, que sin embargo no dejaba de ser una especie de discreta hendidura en la roca. El conjunto, visto desde fuera, parecía una inmensa mole de piedra arenosa que se fundía con su entorno, y en la que parecía haber una sola puerta. Supuse que de haber más o haber sido más grandes, los vientos del desierto se las habrían llevado por delante sin problema. Avanzamos cautelosos, la marcha encabezada por Chrome y cerrada por Mathieu. Una vez llegamos a la sombra de la muralla, que ya era alargada debido a la baja posición del sol, Chrome gritó algo en una lengua que desconocía. No obtuvo respuesta alguna, pero por el rabillo del ojo pude captar un destello metálico en lo alto de la torre. Me tensé instintivamente, recordando que la única razón para que yo estuviese allí era que podía crear escudos para protegernos. Esperaba que no fuese a ser necesario, porque a decir verdad no tenía aún muy claro cómo funcionaban mis poderes. Karenn depositó suavemente la mano sobre mi hombro, dedicándome un mirada tranquilizadora. Asentí ligeramente.
Claro Cyn, no tienen por qué matarnos de entrada, primero tienen que descubrir que somos de la guardia y que nos estamos colando en su erial...
La discreta puerta se abrió y de ella salieron lo que supuse eran dos nagas. Nunca había visto una, por lo que su imagen me sobrecogió ligeramente: pese a tener cabeza, brazos y torso humano, a partir de la cintura su cuerpo mutaba en una vistosa cola de serpiente, sobre la cual se erguían alcanzando una altura que debía de rondar los dos metros. El resto de la cola serpenteaba en la arena detrás de ellos, lo que hizo calcular que tranquilamente podían tener otros dos metros más de cola. Su sola presencia resultaba imponente, y su mirada acerada oculta casi bajo los pañuelos que les cubrían la cabeza tampoco me tranquilizaba. Los que supuse eran los centinelas encararon a Chrome, lanzas en mano, pero el lobo no se mostró intimidado en ningún momento. Les dedicó un pequeño gesto de cabeza a modo de saludo y recitó un par de frases más en la que supuse sería la lengua de las nagas antes de cambiar a la nuestra.
-Somos el cortejo de lady Diadora. Hemos recibido el permiso del sumo Consejo de Suvarna para entrar en la ciudad y entrevistarnos con el alquimista.
Los guardas intercambiaron una mirada rápida, y sin mediar palabra, uno de ellos serpenteó de vuelta al interior de las murallas. Minutos más tarde reapareció, y con simple y seco gesto de cabeza, le indicó a su compañero que nos dejase entrar. Cuando tras cruzar el umbral cerraron la puerta atrancándola con un sólido travesaño de madera, no pude evitar pensar que aquello podía acabar muy mal si nos descubrían. 


La ciudad era sobria y silenciosa, como si estuviese deshabitada.  Las casas parecían estar construidas con el mismo material que la muralla, y a penas se apreciaban ventanas en ellas, seguramente en un intento de evitar que el calor se colase dentro de los hogares. Ordenadas pulcramente en torno a calles rectas, daban la sensación de ser criptas, con una pequeña puerta cerrada y a penas aberturas por las cuales pudiese entrar la luz en el interior. 
Recorrimos lo que parecía ser la calle principal hasta llegar a un edificio más alto y grande que el resto, pero sin llegar a elevarse por encima de muralla. Pese a todo, resultaba imponente y todo un cambio con respecto al resto de la arquitectura del lugar: para acceder a él había que subir una pequeña escalinata, y la puerta estaba flanqueada por cuatro columnas a cada lado, talladas en la roca de los muros. Al acercarnos más pude comprobar que no se trataba de columnas normales, sino que lo que había tallado eran las figuras de 8 enormes nagas, cuyos rasgos y formas el tiempo y la arena habían ido borrando. Nuestros escoltas nos indicaron el camino y tras subir la escalinata, nos internamos en el edificio.

La oscuridad total del lugar no ayudó a que me tranquilizase; es más, entré ligeramente en pánico durante unos segundos, creyendo que ahora cerrarían la puerta detrás de nosotros y nos dejarían ahí para que muriésemos de inanición. Por suerte, antes de que la histeria se apoderase de mí mis ojos comenzaron a adaptarse a la nueva iluminación, que aunque discreta, cumplía su función. Nos encontrábamos en una enorme sala, sin ventanas, cuya luz provenía únicamente de unas lámparas de aceite adosadas a los muros. La ausencia de aberturas en las paredes por lo menos tenía la parte positiva de que la temperatura allí dentro era mucho más soportable. Mirando en torno a mí comprobé, no sin espanto, que las paredes estaban talladas por dentro: eran lisas hasta la altura a la que se encontraban incrustadas las lámparas, pero a partir de ahí la roca estaba tallada con formas y rostros ligeramente demoniacos. Supuse que serían más nagas, a juzgar por las colas que podían verse, pero las tallas eran muchas y se entrelazaban sin dejar espacios libres, por lo que no resultaba fácil distinguir figuras concretas. Solo se podían ver una amalgama de rostros terroríficos y escamas, que la iluminación de la sala hacía aún más tétricos. Mathieu observaba con interés la llamativa decoración, y Karenn parecía encontrarla de su gusto, a juzgar por el interés con el que su mirada recorría la habitación, acompañada de una sonrisa. No sabría decir si solamente estaba actuando o si de verdad le gustaría aquello para su habitación. 
En la parte lisa de las paredes se abrían infinidad de cavidades que daban a largos pasillos, por lo que supuse que todas las habitaciones de aquel lugar convergerían en el recibidor en el que nos encontrábamos. En el centro de la sala, se alzaba una especie de altar del que brotaba un olor dulzón a incienso. 
Nos van a acabar enterrando vivos, ya verás...
Los centinelas se habían quedado fuera, y durante unos minutos fuimos los únicos en la sala, en la que reinaba el silencio. Poco después comenzó a escucharse una especie de siseo, continuo y cada vez más cercano. No tardamos en averiguar que se trataba del peculiar sonido que ocasionaban las escamas de las nagas al deslizarse sobre la piedra. De uno de los pasillos emergió una naga, una mujer joven, de cabellos oscuros y largos que pese a estar intrincadamente trenzados llegaban hasta el suelo. La cola y las escamas eran de un tono rosáceo apagado, casi sucio. Se cubría con una sencilla túnica traslúcida de color tierra, y sus ojos dorados parecían brillar en la oscuridad. Nos sonrió, y la lengua viperina que asomó entre sus dientes hizo que se me pusieran los vellos de punta.
Nos observó en silencio, sin pronunciar palabra pero sin borrar la sonrisa de sus labios, que se me estaba antojando más tétrica con cada segundo que pasaba. 
Maldita sea, no tenía que haber preguntado nada, quizá si no supiese que son malas no creería que me van a matar en cualquier momento. Céntrate Cyn.
-Soy Diadora, dama de la Corte Unseliee. - Karenn se adelantó ligeramente, aunque permaneció entre Mathieu y Chrome, y le dedicó una ligera reverencia a la naga. - Os agradezco que vuestro pueblo haya decidido permitirnos visitaros a vosotros, y a vuestro alquimista. Es un honor estar aquí, pero no abusaremos de vuestra hospitalidad.
La naga sonrió aún más, haciendo que sus ojos se convirtiesen en dos rendijas de oro líquido.
-El honor es nuestro. -Su voz era suave, apenas un susurro. - Soy Vhatraryi, miembro del Consejo. Os acompañaré a vuestros aposentos para que podáis descansar antes de la recepción de esta noche.
-No tendríais que haberos molestado, Sura Vhatraryi. No es mi deseo importunar al Consejo por algo tan banal. 
-No es molestia. -Una hilera de dientes blanquísimos y afilados como cuchillas asomó entre sus labios cuando volvió a sonreír. -No tenemos muchas visitas. 


-No quiero ser alarmista pero creo que la cena vamos a ser nosotros. - Murmuré mientras cumplía con mi papel como dama de compañía y ayudaba a Karenn a peinarse. Después del escueto y tenso recibimiento, nos habían conducido por uno de aquellos pasillos hasta unas escaleras que llevaban a un piso superior. Tras dar varias vueltas y lograr que al menos yo me desorientase por completo, nos presentaron nuestras estancias: una para nosotras, y otra para los chicos. De haber estado allí Nevra seguramente habría montando un buen escándalo al vernos separados unos de otros en territorio enemigo, pero Chrome era lo suficientemente listo como para aceptar la situación para no levantar aún más sospechas. Así, me había visto a solas con Karenn en una habitación, de nuevo, sin ventanas, de planta circular y tapizada por alfombras. Las camas parecían poco más que un enorme cojín cubierto de más y más almohadones, y estaban completamente rodeadas por una especie de seda opaca que parecía una mosquitera. Cosa curiosa, porque por allí no había visto ni un solo ser vivo que no fuese mitad serpiente. La habitación era enorme, así como las camas, pero teniendo en cuenta que una naga podía alcanzar tranquilamente los cuatro o cinco metros de largo, no me sorprendió mucho. Una mesa baja sobre la que reposaba una jarra repleta de agua, un espejo de cuerpo entero y un enorme tocador, con espejo también, completaban la decoración. Aunque no era excesiva, sí que resultaba bastante más lujosa y sobre todo, menos amenazante que la del recibidor. Sin embargo, al igual que allí, el aire de la estancia estaba cargado con el dulzón aroma a incienso, procedente de un pequeño incensario situado sobre el tocador. Era un olor que no me gustaba: pegajoso, pesado, hacía que el ambiente estuviese más cargado de lo que ya estaba ante la falta de ventanas. A Karenn sin embargo no parecía importarle.
-No te preocupes, Cyn. Todo va perfectamente. - Comentó ausente la vampiresa mientras se ponía uno de los pendientes que llevaría esa noche. Como su papel consistía en hacerse pasar por una noble malcriada de la corte féerica, podía permitirse un vestido pomposo y joyas. Como dama de compañía me tenía que conformar con un recatado moño, una blusa y una falda larga, aunque en el fondo agradecía no tener que llevar nada que me fuese a impedir huir en caso de necesidad. Pese a que me habían dicho que todo iba bien en repetidas ocasiones,  había decidido esconder mi daga en los pliegues de mi falda; los demás estaban demasiado confiados para mi gusto.


La recepción consistió en una copiosa cena llevada a cabo en otra sala bastante similar al recibidor, pero bastante más iluminada. De camino allí no hice más que corroborar que aquel edificio era un laberinto de altos y estrechos pasillos que desembocaban en enormes salas, sin ventanas. Supuse que la oscuridad era el precio a pagar por una temperatura tolerable.
Bueno, habrán tenido tiempo de sobra para llegar a esta conclusión...
La mesa a la que nos sentamos era redonda y baja; o bueno, baja para una naga. Comprendí que era así porque no tenían forma de sentarse en una silla convencional con aquellas aparatosas colas, por lo que tomaban asiento sobre cojines en el suelo, enroscando sus largas colas como podía hacer una serpiente normal. Aquello no me tranquilizó mucho. Para nosotros, seres con piernas, nos trajeron unas sillas de madera, sin duda lujosas por las tallas que las adornaban, aunque ya algo desmejoradas por el tiempo. Como las nagas eran tan altas, incluso enroscadas sobre sí mismas, la mesa tenía la altura perfecta para nuestras sillas. En un semicírculo ante nosotros se situaron ocho de ellas, las que supuse formaban el consejo. Me llamó la atención que había una silla de más: para el alquimista, quien sin embargo no había aparecido aún.
¿Y si no está aquí y hemos venido para nada? 
Durante la velada las nagas se comportaron con amabilidad  cortesía, aunque eran parcas en palabras y la mayor parte del tiempo solo se limitaban a sonreírnos, cosa que no me tranquilizaba en absoluto. Por mi parte, intenté cumplir con mi papel de dama de compañía y pasar lo más desapercibida posible mientras masticaba en silencio el contenido de mi plato, formado en su mayor parte por frutas deshidratadas y algo que supuse era carne encurtida. No quise pararme a pensar de dónde o de qué era aquella carne, cuyo sabor desaparecía entre las mil especias que condimentaban el plato. Chrome y Mathieu también se limitaron a mantener un perfil bajo, por lo que la atención recayó únicamente en Karenn, que por suerte debía de haber estudiado las normas de cortesía de aquel pueblo a la perfección. Cada vez que se servía, dedicaba una rápida frase en la lengua naga que yo intentaba reproducir por lo bajo cuando era mi turno para echarme, pero al comprobar mi fracaso, decidí que quizá lo más sensato era no volver a servirme más comida. De todas formas en teoría yo era una sirvienta y no debía abusar así de la hospitalidad de los anfitriones de mi señora. 
La conversación fue escueta aunque en ningún momento se apreció tensión; las nagas hablaban de forma suave, muy bajo, y apenas intervenían, limitándose a hacer una pregunta corta y a esperar a que Karenn desarrollase. Al revés, mi amiga no había sido capaz de sacarles más de dos o tres frases, que siempre comenzaban con un "agradecemos vuestro interés" y acababan con un "gracias a los dioses". Pese a la dificultad de diálogo, Karenn tuvo la oportunidad de contar nuestra coartada: necesitaba que el alquimista trasmutase para ella una eldocrosita, con la que estaba segura que su dote sería más que suficiente para conseguir la mano del príncipe Unseliee. Aunque les habíamos traído pequeños presentes, como incienso y frutos secos, la vampiresa les prometió que cuando estuviese en el trono les enviaría un merecido regalo por su inestimable ayuda. Yo no estaba segura de hasta qué punto nos convenía engañar así a unas criaturas que de entrada ya odiaban a la Guardia y que seguramente tras descubrir el engaño no iban a estar muy contentas.
La cena llegó a su fin, sin rastro del alquimista. Karenn lanzó una rápida mirada al asiento vacío, antes de darle un sorbo a su té y centrar de nuevo su atención en las nagas.
-¿No nos acompañará esta noche Deo? 
Una de las nagas hombre llamada Pallav, sonrió ante la pregunta de la chica.
Ya estamos con las sonrisitas.
-Es un hombre muy ocupado, no hemos querido importunarlo. -Entrelazó las manos, cuajadas de anillos, delante del pecho. - Os aseguraremos una audiencia con él mañana.
-Os lo agradezco, Sura Pallav. - Concedió Karenn con una sonrisa a juego con la de su interlocutor. Parecía estar dispuesta a añadir algo más, pero uno de los sirvientes entró en la sala con unas extrañas y lujosas copas, colocando una delante de cada comensal. Nuestros anfitriones tomaron las suyas, alzándolas ligeramente en nuestra dirección. Al igual que mis compañeros, me apresuré a imitarlos, para después llevarme el misterioso líquido a la boca. Su olor amargo recordaba al vino rancio, y no pude evitar una mueca de asco que no pasó desapercibida a Karenn, quien me lanzó una mirada  censuradora muy en la línea de las que su hermano me dedicaba. Haciendo de tripas corazón, me bebí todo el contenido, confirmando que estaba asqueroso.
-Gracias por honrarnos con vuestra presencia. Siempre es un regalo recibir visitas. -La mujer que había hablado tenía los largos cabello ya salpicados con mechones canosos, los cuales sin embargo llevaba trenzados y adornados con cuentas doradas. - Os dejaremos descansar de vuestro largo viaje.
Hasta yo interpreté que aquella sonrisa amable acompañada de esas palabras no era sino una invitación para que nos marchásemos de una vez de la sala y dejásemos de hacer preguntas. Sin demora, nos despedimos cortésmente y nos dejamos guiar por un sirviente rumbo a nuestras habitaciones.


-Pero, ¿tú no crees que nos van a comer? - Murmuré en la oscuridad de la habitación, una vez nos hubimos cambiado y acostado. Me estaba costado horrores dormirme, y el sabor agrio de aquel brebaje seguía en mi boca. Escuché la risita apagada de mi amiga.
-No creo. ¿Te dan miedo?
De no haber sido porque, al apagar la lámpara, la oscuridad en la habitación se había vuelto total, le habría dedicado una mirada elocuente a mi amiga. 
-Estamos encerradas en un edificio sin ventanas en mitad de un desierto con unos bichos con cola de serpiente que nos miran raro. ¿Debería no tenerlo?
-No les des tanta importancia. -Repuso la chica, acompañada de un frus-frus de telas. - Creen que con sus cuentos de viejas, sus paredes esculpidas y esas sonrisitas insistentes pueden asustar a cualquiera, pero dudo que puedan hacer nada.
Se me ocurrían un par de cosas, que iban desde comernos hasta asfixiarnos con sus colas, pasando por un amplio espectro intermedio que incluía abandonarnos en el desierto o dejarnos encerradas en esa misma habitación, que sin ningún tipo de luz se me antojaba una cripta. No obstante Karenn no parecía nada impresionada, y ante la imposibilidad de conocer la opinión de los chicos, opté por confiar en ella.
-Ah, una cosa C...Iona. ¿Podrías no poner esas caras cuando comes?
-¿Caras? -Susurré, algo ofendida. - Ese vino estaba asqueroso, bastante he hecho bebiéndomelo. ¿De qué será?
-¿Vino? -Repuso Karenn. 
-¿No era vino? Oh por  el O...por favor, no me digas que era sangre o algo así.
Una leve risita reverberó en la estancia.
-Entre otras cosas.
Fantástico. Ahora sí que estoy más tranquila.


Al día siguiente no pusimos un pie fuera de aquel extraño edificio. Esperaba algún tipo de tour, o de visita guiada, o de algo, pero supuse que el calor del desierto no se prestaba a esas cosas. No obstante, se nos permitió vagabundear por el interior de la construcción, aunque siempre supervisados por la atenta y dorada mirada de Vhatraryi, a la que parecía que habían encomendado vigilarnos. Karenn cumplió muy bien su papel de curiosa noble Unseliee, por lo que empleamos la mañana en visitar salas cubiertas de tallas, altares y hasta una modesta biblioteca. Lancé una miradita a los chicos, pero Chrome permanecía impasible y Mathieu parecía tan interesado como la vampiresa en todo aquello. Llegó la hora del almuerzo sin que nadie intentase almorzarnos a nosotros, aunque esta vez solo comimos en compañía de nuestra guía. Ante la falta de más seres viperinos, Karenn se atrevió a incidir más en sus preguntas.
-Decidme, Sura Vhatraryi, ¿por qué Deo ha decidido instalarse con vosotros? 
La naga, como siempre, sonrió taciturna.
-También nosotros nos sorprendimos ante su propuesta. -Vhatraryi no elaboró más, pero mi amiga no parecía dispuesta a dejarse despachar con esa simple respuesta.
-Será un honor saber que un ser como él, nómada por naturaleza, ha encontrado aquí un lugar de su agrado.
-Lo es. -Tras darle un largo sorbo a su té, volvió a fijar sus iris dorados en la muchacha. Cada momento que pasaba daba gracias a que mi papel fuese tan secundario y así no tener que soportar esa mirada clavada sobre mí. - Cuando en su viaje se detuvo aquí, en Suvarna, decidió que quería quedarse para poner al servicio de nuestro pueblo sus amplios conocimientos. Es un regalo de los dioses; ellos han querido que esté aquí para poner por fin término a nuestra...penitencia. 
Karenn asintió, satisfecha, como si compartiese su punto de vista, aunque a mí se me había erizado hasta el vello de detrás de las rodillas. 
-No puedo sentirme más honrada entonces de tener la oportunidad de hablar con él. Estoy deseando conocerlo.
-Es un hombre muy ocupado, pero esta noche podréis hablar con él. - Haciendo un gesto a uno de los sirvientes para que se acercase, dio por finalizada la conversación plantando de nuevo ante nosotros aquellas temibles copas de lo que yo quería seguir llamando vino. Observé la mía con aprehensión: todavía tenía el regusto rancio del trago de la noche anterior, no quería volver a pasar por aquello. Tampoco quería faltarle al respeto a la naga, pero mi asco visceral hacia aquel mejunje era superior a mi miedo. Me llevé el cáliz a los labios, me los mojé ligeramente en aquel líquido asqueroso y, al bajar la copa hasta mi regazo, me levanté disimuladamente la falda y  vacié el contenido de la copa sobre mis enaguas. La tela blanca comenzó a teñirse de un tono parduzco muy sospechoso, similar al de la sangre seca. Dejé caer de nuevo el faldón que cubría mis enaguas, como si no hubiese pasado nada. No había sido la mejor jugada de mi vida, pero la falda era de color tierra por lo que si la mancha llegaba a calar por lo menos no se notaría...mucho. Agradecí en silencio a Purriry por haberme hecho aquella falda doble tan propia de las sirvientas. 
Mi acción pareció pasar desapercibida y poco después nos levantamos para poner rumbo de nuevo a nuestros aposentos. Pese a todo, decidí no mencionar el asunto a Karenn para evitar posibles reprimendas y una vez allí, alegando que tenía calor -cosa que también era cierta- me cambié de ropa. El aroma dulzón del incienso solapó el tufillo pútrido que ahora manaba de ella.
A saber de qué bicho será esa sangre....

La tarde transcurrió sin altercados, aunque Karenn ya había ganado la confianza suficiente como para pedirle a Vhatraryi poder visitar "las maravillas de su pueblo" más allá de las cuatro paredes en las que nos habían acomodado. Como mucho se nos permitió una pequeña visita guiada por los alrededores del edificio una vez el sol comenzó a descender y la noche estaba a punto de caer. Aunque mi primera impresión sobre el lugar no varió mucho - seguía pareciéndome un enorme cementerio - sí es cierto que nos enseñaron un pequeño oasis formado por una laguna y un poco de vegetación, que debía de ser la base de la subsistencia de aquella gente. Por lo demás, no parecían tener más construcciones notables y si bien sí escuchamos de vez en cuando el siseo que hacían las colas de las nagas al deslizarse por la arena, tampoco vimos a nadie más. Una vez finalizada nuestra visita tuvo lugar de nuevo una cena con los ocho miembros del Consejo, no más tensa pero sí más aburrida que la anterior, ya que Karenn iba quedándose sin preguntas. Comimos en silencio, con la notable ausencia del alquimista, aunque mi amiga decidió no remarcarlo a la espera de obtener alguna explicación. Yo seguía dudando de la existencia de aquel hombre, ¿y si simplemente nos iban a ir postergando la cita con él para tenernos allí y luego matarnos? Esas cosas ocupaban mi mente mientras masticaba ausente un dátil deshidratado. 
Finalizada la cena volvió a tener lugar la horrible aparición de aquellas copas con sangre sospechosa. Aunque esta vez me arriesgaba aún más, ya que debía evitar que me viesen ocho nagas sibilinas, intenté llevar a cabo de nuevo mi jugada. Sin embargo, mis manos temblorosas me jugaron una mala pasada y la copa se me escurrió de entre los dedos, cayendo al suelo con un tintineo metálico.
Bueno, es el mismo resultado pero con más show...
Karenn me lanzó una mirada censuradora en la que pude ver con claridad a su hermano, antes de dirigirse a nuestros anfitriones.
-Lo lamento, mi sirvienta es muy torpe. Por eso no suelo dejar que beba, pierde capacidades muy rápidamente. -No me ofendí ante aquello pero sí que intenté mostrarme avergonzada, inclinando la cabeza mientras murmuraba una disculpa. Cuando alcé la vista, la naga de cabellos canosos me dedicó una sonrisa benevolente que no obtuvo el resultado deseado. 
-No pasa nada, es muy joven aún.
-Lo es, Sura Shanta, por eso espero que este viaje le inculque la disciplina y modales que le faltan.Bueno Karenn, te estás pasando un poco ¿no?
La mujer sonrió de nuevo y con un pequeño gesto, hizo que un sirviente me trajese otra copa. 
-Oh, no es necesario. Mi sirvienta no merece tanta cortesía, y más teniendo en cuenta que no sabe apreciarla.
Eso, eso, no merezco más mejunje ponzoñoso, castigadme con un buen aliento para el resto de la noche.
-No os preocupéis, lady Diadora, sabemos que no ha sido un acto voluntario.
El sirviente depositó la nueva copa ante mí, por lo que no me quedó más que intentar sonreír y murmurar un largo y repetitivo agradecimiento por la consideración y generosidad. Intentando evitar la mueca de asco que me producía el solo olor de aquello, procedí a tragarme aquel líquido del infierno ante la atenta mirada de todos los demás comensales, que se dieron por satisfechos una vez hube vaciado mi copa.
Creo que voy a vomitar...
Contuve la arcada con toda la estoicidad que fui capaz, pero al menos el centro de atención pasó de mí a Karenn de nuevo.
-De nuevo nos disculpamos en nombre de Deo por no haber podido acudir a la cena. - Comenzó uno de los hombres, cuya voz al menos era ligeramente más potente que la del resto. - Podréis ir a hablar con él ahora, sino os importuna la hora.
-Desde luego que no, os lo agradezco. - Karenn les dedicó una leve reverencia antes de incorporarse. - Mis acompañantes...
-...podrán retirarse a sus aposentos. No queremos abrumar a Deo ni interferir demasiado en su atareada jornada. - Cortó una de las nagas, con tono dulce, pero sin dar lugar a ningún tipo de réplica. La vampiresa sonrió y, guiada por Vhatraryi, abandonó el salón por un pasillo diferente al nuestro.



-¿Y bien? -pregunté a bocajarro una vez Karenn hubo entrado en la habitación, cerrando la puerta tras de sí. La chica me sonrió con cierta dejadez, gesto que me recordó mucho a la sonrisa de las nagas e hizo que me estremeciese. 
No me digas que es contagioso...qué ganas tengo de que nos larguemos de aquí.
-Todo ha ido bien. -Respondió, escueta, mientras se sentaba ante el tocador. Me deslicé fuera mi cama para ayudarle a quitarse las joyas.
-¿Qué es "todo"? ¿El asunto del pedrolo de nuestra coartada o lo que venías a preguntarle?
-Lo de la piedra. Mañana por la tarde a más tardar la tendrá preparada, así que con un poco de suerte podremos irnos esa misma noche. -La chica hizo una pausa y se pasó la mano por los ojos. Parecía cansada; cada día me recordaba más a Nevra y no estaba segura de que eso fuese bueno. - Sobre el otro asunto, he tanteado un poco el terreno. Si de verdad está aquí por su simpatía con las nagas, no podemos arriesgarnos a que nos descubra.
-Por favor no me digas que todo esto va a ser para nada. -Mascullé, yendo a sentarme junto a la mesa mientras Karenn acababa de cambiarse de ropa.
-Cyn, no creía que fueses tan miedica.
-¿Ah,no? Un error por tu parte. Ya me han intentado comer demasiados bichos en este mundo, no quiero seguir sumando razas a mis depredadores naturales. 
La muchacha sonrió y se dejó caer sobre la cama. 
-No te preocuuuupeees. Son estúpidas e inofensivas.
Alcé una ceja ante ese comentario; había algo que no me cuadraba. Según mi experiencia, la Karenn de ahora solía ser mucho más responsable y consciente de las amenazas. Por un momento volví a barajar la posibilidad de que todo aquello fuese una alucinación, pero tampoco tenía motivos para que fuese así. En principio, Mathieu y Chrome se comportaban de forma normal...o al menos, lo habían hecho los cinco minutos que los había visto.
-Creo que no hemos visto a las mismas na...
-Cyn, ¿me pasas un poco de agua? -Me interrumpió, sin incorporarse. Zarandeé ligeramente la jarra, pero ya no contenía nada. Me la había bebido toda intentando arrancar aquel sabor asqueroso de mis papilas gustativas.
-No queda, quizá deb...
-¿Puedes ir a buscar más? Creo que no me encuentro bien. - Aquello hizo que me levantase como un resorte y corriese a su lado. La vampiresa me observó con cierta diversión, recostada sobre su cama y con los ojos entrecerrados.
-No me mires así, no me voy a morir. -Bromeó, mientras se estiraba como un gato. - Lleva un rato doliéndome la cabeza, creo que es sed... esa sed, pero dudo que aquí pueda conseguir sangre, así que...un poco de agua no estaría mal.
-Claro, claro, ahora mismo voy. - Rápidamente me volví a poner mis ropas de sirvienta, y tras recogerme de nuevo el pelo a toda prisa, le lancé una mirada preocupada.
-¿Es solo eso? ¿Quieres algo más? Tal vez debería avisar a Chro...
-No seas ridícula. Lo último que nos hace falta es que se le olvide dónde estamos y eche a perder nuestra perfecta actuación. Traéme solo un poco de agua, ¿quieres? Creo que soportar tanta pedantería ha agotado mis energías.
-De acuerdo...vuelvo enseguida. - La chica alzó la mano para despedirse de mí, y con una lámpara de aceite, abandoné la habitación a toda prisa. 

Solo cuando ya llevaba caminado un buen trecho me di cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba ni a dónde me dirigía, y que quizá vagar sola y de noche por aquel lugar no había sido un plan muy brillante. 
Eres inocente, Cyn, eres inocente. Una dulce e inocente sirvienta. Hazte la tonta, tampoco tienes que fingir mucho...
Esperando cruzarme con alguien que pudiese guiarme hasta las cocinas o darme un poco de agua, recorrí pasillos y escaleras con una jarra en la mano y la lámpara en la otra. No había nadie. 
Bueno, se acabó, a este paso puede que la necesite ayuda sea yo.
-¿Hola? ¿Hay alguien por aquí? - Llamé, y mi voz reverberó por el pasillo sin obtener respuesta alguna. Mi temor por las nagas a parte, de verdad necesitaba encontrarme con alguien: llegados a este punto ya ni siquiera sabría volver a mi habitación. Maldije a Lance de nuevo por haberme hecho creer tan magistralmente que esta misión era mejor que hacer papeleo.
Si salgo viva de esta, se va a enterar, se va a enterar ese dragón de...
Un ruido captó mi atención: pasos. Por un momento sentí miedo, después recordé que estaba buscando a alguien, y por último me alegré inmensamente al darme cuenta de que si se trataba de pasos humanos, estos solo podían pertenecer o Chrome o a Mathieu. Más segura todavía, intenté caminar en dirección a las pisadas.
-¿Hola? 
Las pisadas se detuvieron, así que corrí buscando a su dueño. Al doblar la esquina casi choqué con una figura oscura, que por desgracia no pertenecía a ninguno de mis amigos. Un hombre de edad avanzada, con largos cabellos y barba cana, me observaba con curiosidad. Llevaba un gran sombrero calado que solo me permitía ver parcialmente su rostro, y vestía una túnica negra y raída que a todas luces no parecía adecuada para el clima en el que nos encontrábamos. Su piel cerúlea llamó mi atención, como lo hicieron sus manos huesudas, una de las cuales sujetaba un largo bastón negro. Supuse que se trataba del alquimista.
-Dis-disculpe, no era mi intención...-noté la punta de su bastón bajo mi barbilla, obligándome a alzar el rostro para enfrentar a los dos pequeños brillos plateados que eran sus ojos. El anciano me escrutó con la mirada durante unos segundos antes de alzar imperceptiblemente las cejas.
-Vaya, vaya...-cambió el bastón por sus delgados dedos azules, sujetándome la barbilla con fuerza. - Pero si tenemos aquí a la Salvadora de Eldarya.


CONTINUARÁ~~~


Lo siento, SIEMPRE he querido poner un "continuará" y huir impunemente muahaha.
En fin, aquí lo dejo de momento porque sé que si os hago fics muy largos luego son más pesados de leer, así que prefiero dividirlos para
-tratar mejor el tema
-tener más material
-poneros nerviosos y teneros un mes esperando por la continuación
no me tiréis piedras
En fin, espero que os haya gustado este capítulo y os prometo que traeré el siguiente lo antes posible para no dejar la historia en el aire~~ Disculpad del retraso esta vez, me vine muy arriba con el lore y los nombres y encontrar diccionarios de sánscrito no es fácil (??)

En fin,espero vuestros comentarios, impresiones y amenazas, como siempre <33

Nos leemos!~~