domingo, 5 de septiembre de 2021

Randomdarya. Fic capítulo 2

 

 

Hi again! ¿Randomdarya? ¿Otra vez?

¡Efectivamente, queridos míos! Primero de todo, muchas gracias por leer y por vuestros comentarios en el fic anterior. Me alegro mucho de que os haya gustado, y pienso seguir escribiendo cositas en la misma línea, como véase esta entrada que os traigo hoy.

Pese a todo, tranquilos porque traeré fics de los de toda la vida, junto con alguna cosa sobre Origins, no va a ser todo Historia Seria Propia seria por llamarlo de algún modo, ya sabéis

Para quién se haya perdido el anterior o no sepa de qué hablo, he comenzado a escribir una Historia Seria Propia. No sé si ponerle título o qué hacer y si tenéis ideas soy todo oídos, así que de momento solo numeraré las entradas como si fueran capítulos. Si no os habéis leído el anterior, aquí lo tenéis: Fic capítulo 1! 

Os cuento cositas de este fic: he decidido seguir un poco la línea argumental del anterior, así que digamos que he comenzado una serie de fics paralela al desarrollo de la historia de Eldarya New Era. Osease, haré referencia a cosas que pasen en los episodios e intentaré que los fics vayan evolucionando junto con el juego, pero el 90% de lo que os cuente serán aventuras de invención propia, como la anterior. Es algo que me motiva un poco más que simplemente ficcionar los episodios, y espero que os guste! Como siempre, espero vuestras opiniones al respecto.

Este fic en concreto es quizá un poco menos sustancial que el anterior porque quería escribir algo más light como puente entre el anterior y la idea que tengo preparada para el siguiente ella, un paso por delante, ya tiene preparada la continuación que nadie le ha pedido. Así que me disculpo si es un poco más sencillito a nivel interacción con los chicos, este puede que sea mucha narrativa, pero os prometo que el siguiente será más trabajado. Solamente necesitaba introducir un poco el tema. En fin, no me enrollo más, disfrutad de los escritos:


RANDOMDARYA.


 -Conde..nado Leif...por tu culpa ten..go que... 

-Cyn no estar concentrada, dejar de hablar. -Me recriminó Jamon, acompañando sus palabras de una estocada más fuerte que logré parar a duras penas. Mis pies retrocedieron unos centímetros fruto del impacto.
-¡¡Estoy concentrada!! ¡¡RAAHH! -Tuve tiempo incluso de ver como el ogro ponía los ojos en blanco antes de parar con absoluta facilidad mi embestida y mandarme rodando por la hierba. Mi preciosa espada salió volando y tintineó varias veces al tocar el suelo. 
-Ser imprudente. 
Después de mi espectacular performance como croqueta humana, mis giros se frenaron y pude alzar la vista a tiempo para contemplar cómo mi amigo me miraba desde sus dos metros de altura con cierto deje reprobatorio, debido sobre todo al hecho de que el arma que tanto mimo había puesto en forjar había salido disparada. Suspiré, tendiendo una mano para que me ayudase a levantarme. 
-Cyn no centrarse en entrenamiento.
-Ugh, lo sé, lo sé. - gruñí, mientras intentaba devolver a su sitio los mechones de pelo que se me habían escapado del improvisado moño que me había hecho para entrenar. Llevábamos ya una hora y estaba totalmente bañada en sudor.- Pero no es justo, Jamon. Se supone que tengo poderes, podría mandaros a todos volando sin sudar una gota...
-Cyn no... 
-Pero noooooooo, el señorito He-Renunciado-A-La-Violencia no quiere si quiera enseñarme a usarlos, ¿y qué me queda? Tener que aprender a rodar por el suelo para evitar que hagan de mí un pinchito moruno. - Sacudí mis ropas para toparme con que una de las mangas de mi blusa nueva se había roto. Miré a Jamon con insistencia. - ¿Ves a lo que me refiero? Si Leiftan hiciese su trabajo, yo no tendría que comprarme una blusa nueva.
-Leiftan haber hecho su elección, Cyn haber hecho otra. Tener que vivir con ello.
-Pero lo que yo digo es que...
-Cyn ser buena guerrera. - Me interrumpió el ogro, tras recuperar mi arma y volver a tendérmela con mucho más mimo del que yo había empleado al haberla soltado a la primera de cambio. - Ser buena guerrera antes de tener poderes. Solo necesitar recuperar eso. 
Un pequeño gruñido de disconformidad escapó de mis labios, pero no me atreví a replicar ya que parte de mí se sentía algo halagada por el comentario. Creo que ni en mis mejores días como guardiana me habría calificado a mí misma como "buena guerrera", pero si Jamon lo creía, yo también quería hacerlo. Aunque puede que solo lo estuviese diciendo para evitar que dejase el entrenamiento a medias. 
-Necesitar recuperar motivación de antes. -Sentenció, con cierto deje solemne. Lo observé escéptica mientras envainaba la espada. Por hoy ya había tenido mi más que suficiente ración de rodar por el césped. 
-Mi motivación de antes era matar a Lance, pero creo que actualmente no está muy bien vista. Pero si me lo recomiendas tú, no tendré más que...
-Cyn saber de lo que yo hablar. - Jamon me interrumpió, mirándome como al caso perdido que era. - Cuando entrar en Guardia, Cyn estar motivada por aprender y luchar. Buscar la motivación de entonces. Volver a ser como antes.
Fruncí el ceño involuntariamente. 
Ya nunca podrá volver a ser como antes, Jamon. 
Intenté sonreír y evitar así caer en aquella espiral negra, que gracias a mis muchos esfuerzos, mantenía alejada de mí la mayor parte del tiempo. Jamon sin embargo pareció notar que algo no iba bien.
-Está bien, está bien. Pero vale por hoy, ¿de acuerdo? -Mi amigo me observó durante unos instantes más, en los que alcé las manos en señal de rendición, gesto que pareció convencerle finalmente. No obstante, parecía estar sopesando alguna idea, probablemente buscando cómo solucionar mi irremediable torpeza.
-Jamon pensar solución.
-De acuerdo...-concedí, para nada convencida con aquella conclusión, pero la necesidad de una ducha se hacía cada vez más patente a medida que el sudor comenzaba ya a chorrear por mi barbilla. Me despedí de Jamon y puse rumbo a los baños.


Desde mi última y algo traumática misión, me había quedado una cosa clarísima: seguía siendo una humana con bastante inclinación a ser asesinada por aquel mundo. Aunque la aventura con los kelpies solo había quedado en un buen susto, una semana de pesadillas y la renovación anual de mi miedo al agua y a todo lo que habitaba en ella, todo parecía indicar que pese que Eldarya se hubiese "salvado", eso no la hacía menos mortífera y peligrosa. Oficialmente, el suceso había sido solamente un desgraciado incidente, por el cual Erskine escribió una misiva a Huang Hua disculpándose de nuevo y asegurando haber dado castigo a mi atacante. Solamente yo sabía quién me había atacado de verdad, ya que fui lo suficientemente lista como para darme cuenta de que contar la verdad solo traería problemas diplomáticos; además, sino volvía a acercarme por allí no creía que me fuese a pasar nada. Pese a que en el fondo me molestaba no poder contar la verdad y que alguien le diese su merecido al kelpie, sabía que lo mejor era dejarlo pasar. No obstante, lo que no iba a permitir era que algo así me sucediese de nuevo: superado el susto, había tomado la firme resolución de empezar a entrenar más en serio, para al menos poder garantizarme una mínima posibilidad de éxito la próxima vez que estuviese en peligro. También me había dedicado a acosar a Leiftan, llorarle y rogarle su ayuda para despertar mis poderes, cosa que agilizaría bastante mi proceso de autodefensa, pero todo había sido en vano. Ya resignada, había optado por dedicarme exclusivamente al entrenamiento con Jamon, y pese a que había mejorado sensiblemente, seguía siendo bastante torpe. Por otra parte, durante aquel tiempo mi tormentosa relación con Nevra se había estabilizado un poco, y aunque seguíamos sin ser amigos y el vampiro tenía el don de buscarme las cosquillas, al menos ya no nos gritábamos por los pasillos. En cuanto a Lance se refería, la misión al menos había servido para que pudiese estar en la misma habitación que él e intercambiar algunas palabras, casi casi como una persona funcional. Seguía costándome mucho, sin embargo, ir más allá de lo estrictamente necesario y cordial, porque en el fondo seguía sintiendo que traicionaba a una parte de mí si de pronto le perdonaba todo. Pese a todo teníamos conversaciones de más de dos frases, y en alguna ocasión había podido comprobar como Huang Hua nos observaba desde la distancia con orgullo mal disimulado, y nunca perdía la oportunidad de felicitarme por mis progresos con el chico, achacándolos sobre todo a la convivencia de nuestra última misión. Por lo que parecía, el que casi me comiese un caballo malévolo le parecía un precio razonable a pagar a cambio de un poco de tranquilidad. 


Con el pelo aún enrollado en una toalla y un preocupante cansancio para ser solamente las doce del mediodía, salí de los baños en dirección a mi habitación. Con suerte podría holgazanear hasta la hora de comer, y quizá pudiese pasar la tarde con Koori, si no estaba muy ocupada; la kitsune y yo habíamos hecho muy buenas migas, teniendo en cuenta el desagrado que compartíamos hacia el resto de hombres en posición de poder en la Guardia. Tenía que admitir que sus razones eran mucho más lícitas que las mías, pues ya me había contado cosas sobre su vida y su triste pasado, marcado por aquel marido déspota y controlador que le había robado su legítimo puesto, poder y estatus. Elmismo marido al que había tenido que hacer frente en la misión a Gan..Gen...Genkaku, a la que yo había sido invitada pero cuya asistencia había declinado. Por suerte, visto el estado en el que la muchacha regresó al QG, aunque la paranoia le duró solo unos días. Pese a todo por lo que había pasado, especialmente tras haber tenido que revivirlo en su última misión, me sorprendía que fuese capaz de vivir una vida tan despreocupada y alegre. Tenía mucho que aprender de ella. 
Caminaba pensando en qué podía hacer hasta la hora de comer cuando oí mi nombre a mis espaldas. Me giré demasiado bruscamente y la toalla mal enroscada sobre mi cabeza se deslizó hasta el suelo, dejando que toda mi mojada melena me cayese sobre la cara.
-Perdona, no pretendía asustarte.
-Umpf. - Mascullé mientras me agachaba y buscaba con la mano aquel inútil trapo húmedo. Entre los mechones que ahora mismo debían de estar dándome el aspecto de la niña del pozo, vislumbré la mano de Lance tendiéndome la toalla. Murmuré un gracias mientras la tomaba y, tras volver a recogerme el pelo con ella, me levanté. - ¿Querías algo de mí?
-Acabo de hablar con Jamon sobre tus entrenamientos. -Comenzó el dragón, y no pude evitar apartar la mirada, algo molesta. Ahora se venía algún sermón sobre mis escasos progresos, estaba segura de ello, pero lo peor de todo era tener que escucharlo de boca de Lance. El que fuese mi jefe de guardia seguía haciendo que me sintiese violenta. El muchacho cruzó los brazos sobre el pecho, suspirando. - No vengo a reprenderte, si es lo que crees.
-¿Entonces? No necesito una charla motivacional ni nada así, Lance. Seguiré entrenando. Ahora, si me disculpas...
-De eso quería hablarte. - Me cortó el chico, antes de que pudiese seguir con mi camino. - Lo he estado pensando y creo que lo que necesitas es cambiar un poco de aires. Jamon es un excelente profesor, pero en tu caso creo que sería mas eficaz variar los enfoques de entrenamiento y no centrarse solamente en un estilo de lucha.
Alcé una ceja, sospechando a dónde podría llevarnos aquello.
-¿Y...qué propones?
-A partir de ahora entrenarás con el resto de la guardia Obsidiana. Contamos con distintos grupos que podrán enseñarte cosas diferentes, y así sabremos cuál es tu punto fuerte y cómo pulirlo. - Intenté no poner mala cara ante ese uso del plural tan familiar que el chico había utilizado. 
-¿Crees que si no he sido capaz de aprender a usar bien ese palillo que Jamon me ha hecho, voy a ser más diestra con un hacha o algo así?
-No tiene porqué significar un cambio de arma. En la Guardia hay luchadores muy diestros con diversas formas de luchar; quizá la que Jamon quiere enseñarte no es la adecuada para ti. ¿Era él quien te entrenaba antes?
La pregunta me pilló con la guardia baja; abrí ligeramente más los ojos, pero los aparté rápidamente de Lance. 
-No. -Mi escueta respuesta debió darle pistas más que suficientes de que había tocado el delicadísimo tema de su hermano sin quererlo, e incluso sin mirarlo a la cara pude notar cómo se tensaba. Carraspeó, y tras unos segundos de silencio, retomó el hilo de la conversación como si no hubiese pasado nada.
-Te espero mañana por la mañana en el kiosko para el entrenamiento; hoy puedes descansar.
Asentí con aire ausente, y retomé el rumbo a mi habitación, todavía absorta en aquella evidencia que ya Jamon había señalado esa misma mañana: la sombra de la ausencia de Valkyon parecía ser mayor de lo que creía. 


Oh por el Oráculo Cyn, ¿tienes que ir tarde siempre? ¿SIEMPRE?
Sin desayunar, porque me había dormido más de lo esperado, esprinté hasta el kiosko mientras rezaba para que Lance no me soltase un sermón. La noche anterior me había costado conciliar el sueño porque, aunque me doliese admitirlo, estaba nerviosa: la verdad era que no conocía a casi nadie de mi guardia. Nunca había sido una persona de círculos grandes, y en el pasado iba más que servida con mi pequeño grupo de amigos, por lo que nunca había tenido que interactuar en serio con el resto de mis camaradas. Desde mi despertar, tampoco había tenido tiempo para socializar mucho, en parte porque asumir que todo y todos habían cambiado me había llevado más de lo esperado; el tiempo había pasado y yo había aprendido a conformarme con la compañía de Koori, Adalric, Karenn, Chrome, y en ocasiones y a mi pesar, Mathieu. Como Huang Hua se había propuesto que afianzase lazos con aquellos con los que peor relación tenía, tampoco había tenido la oportunidad de hacer misiones con otros miembros de mi guardia. A decir verdad, pese a los altibajos de mi posición, siempre había sido un poco privilegiada: mis compañías solían ser siempre los jefes de guardia, y no el resto de miembros rasos. Por eso quería dar una buena impresión a aquellos nuevos compañeros a los que no conocía: lo último que necesitaba es que pensasen que era una snob y que pasaba tiempo con Nevra y Lance por gusto. Además, si iba a entrenar con ellos, siempre estaba bien evitar en lo posible convertirme en el blanco de odios.
Doblé la esquina a toda velocidad, a punto de llegar al Kiosko cuando vislumbré al dragón, brazos cruzados sobre el pecho, en mitad de mi camino. Por su aspecto parecía estar esperado por mí. Frené justo al llegar a su altura, llevando las manos a las rodillas e inclinándome ligeramente para recuperar el aliento.
-Aqu...í est..oy... 
-Ya lo veo. - El chico esperó paciente a que recuperase el aliento, y una vez comprobó que respiraba ya como una persona normal, echó a andar en dirección al kiosko. Le seguí a una cierta distancia, porque mis circunstancias personales a parte, que me asociasen mucho con el jefe no era algo que me conviniese si quería hacer amigos. 
Llegados al kiosko comprobé que ya había allí una veintena de personas congregadas, y supuse que el resto de efectivos de la Obsidiana o bien estaban de misión, o bien no respetaban mucho a su líder. Fuese como fuese, la falta de público me convenía. 
-Buenos días a todos. - Lance mantenía un tono cordial pero a la vez autoritario, y una vez se hubo situado en el kiosko, conmigo detrás, comenzó a hablar. - Gracias por haber acudido pese a lo improvisto del aviso. Lamento haber alterado vuestros horarios y espero que podáis transmitir lo que hablemos hoy aquí a los que no han podido venir. 
Desde mi posición, algo rezagada, comprobé de primera mano que, como Karenn y Chrome me habían comentado, Lance no parecía caer en gracia. Nadie respondía y tampoco le ponían mala cara, pero se limitaban a observarlo en silencio, con cierto aburrimiento mal disimulado en algunos casos. Y seguramente aquellos eran los más "leales" a su jefe, porque las ausencias eran más que claras y comenzaba a sospechar que no era posible que tanta gente estuviese fuera en misión.
Pobre, debe de ser difí....¿pero qué demonios, Cyn? ¿POBRE? ¡Que le zurzan!
-Me gustaría presentaros a Cyn, aunque es posible que ya la conozcáis. Es la última aengel y, desde su despertar, un miembro más de la Obsidiana, que fue su guardia y a la cual ha decidido volver. - Di un tímido paso al frente y sonriendo, agité la mano izquierda levemente, en un intento de saludo que se quedó en eso al ver que nadie respondía a ello. Pese a todo, sí que pude ver alguna mirada benévola y alguna sonrisa entre los presentes, cosa que me tranquilizó un poco. - Partiendo de hoy, me gustaría que la incluyeseis en vuestros grupos de entrenamiento. Espero que seáis comprensivos con ella, siete años en letargo pueden pasar factura a cualquiera.
Gracias Lance, déjales claro que soy completamente inútil de forma diplomática.
Carraspeé, antes de que el dragón continuase con su discurso, para intervenir. No me gustaba esta presentación de niña nueva en clase.
-Será...un placer para mí entrenar con vosotros, y espero que me tengáis un poco de paciencia...estoy un poco oxidada. - Un par de chicas en el frente me miraron con compasión. Lance estimó que las presentaciones ya habían sido echas, por lo que retomó la palabra.
-Yvair, tu grupo tiene entrenamiento esta mañana, ¿te importaría que Cyn os acompañase ya hoy?
-Por supuesto que no. Seréis bienvenida en nuestro grupo, Salvadora. - Busqué con la mirada al dueño de aquella potente voz, aunque resaltaba bastante. Se trataba de un hombre inusitadamente alto, de complexión fuerte y musculatura definida que podía apreciarse incluso a través de la camisa que cubría su pecho. Sus rasgos eran sin embargo bastante más delicados de lo que cabría esperar para una mole de músculos, y sus cabellos, rubios y largos, estaban recogidos con una intrincada serie de trenzas a ambos lados de su cabeza que desembocaban en una salvaje cola de caballo. Sonreí para intentar ocultar mi creciente preocupación. 
¿Mi primer día va ser entrenar con un vikingo? Voy a morir.
-Perfecto. Si alguien tiene algo que objetar... -la voz del chico dio paso a un silencio que sin embargo no parecía ser fruto del miedo o del respecto, sino de una general apatía. - Esto es todo, gracias a todos. 
Lance me dedicó una mirada que supuse era de ánimo, y sin mediar palabra se fue mientras la multitud se dispersaba. Tomé aire; ahora veríamos qué tal se me daba socializar sin apoyo externo, visto que el dragón no parecía dispuesto a hacerme de carabina. Y casi que era mejor así. Me acerqué al imponente hombre que había respondido al nombre de Yvair, dispuesta a presentarme. Para mi sorpresa, al llegar a su altura el muchacho me recibió con una inclinación de cabeza.
-Salvadora, es un placer...
-Oh, llámame Cyn. -Corté rápidamente, algo incómoda. Lo último que quería era tratamiento preferencial con los que se suponía que eran mis iguales. - Es un placer conocerte, Yvair. Muchas gracias por dejarme entrenar contigo...con vosotros.
El hombre sonrió, afable. ¿Cuántos años tendría? Se me daba fatal calcular la edad de nadie que no fuese de una especie claramente conocida...a todo esto, ¿de qué especie sería?
-El placer es mío. ¿Será la primera vez que entrenas con un grupo, verdad? -Asentí, algo avergonzada. En mi defensa me gustaría decir que en el pasado aquella modalidad no estaba implantada, y si lo estaba, entonces yo era una pésima guardiana. En mi caso la segunda opción siempre era válida. - Para que todos podamos usar el espacio de entrenamiento, Lance nos hace reservar la zona por grupos. Algunos van cambiando de grupo, en función de las plazas libres y otros tenemos un grupo más o menos fijo. ¡LANDRAH, VEN AQUÍ!
Aquel rugido me pilló totalmente desprevenida y pegué un bote que debió de verse a diez kilómetros a la redonda. La que supuse era la interpelada soltó una risotada a mi espalda.
-Mira lo que has hecho, ¡casi la matas de un infarto a la pobre! 
Yvair me miró algo azorado, pero sacudí la cabeza sonriendo, intentando quitarle hierro al asunto de que acababa de perder un par de años de vida. Noté entonces un par de toquecitos en el hombro y me giré para toparme con una mano morena plantificada a escasos centímetros de mi cara. La dueña me miraba sonriente desde su apenas metro cuarenta de altura, esperando a que se la estrechase.
-En-encantada, soy Cyn...-comencé, respondiendo por fin al saludo. La muchacha, pese a su escasa estatura y apariencia aniñada, correspondió apretándome con fuerza la mano. A mi cabeza acudió entonces aquella frase que Karenn repetía bastante: "esa panda de salvajes de la Obsidiana...".
Vamos Cyn, ni que tú fueses la más civilizada...
-Yo soy Landrah, la mejor luchadora de martillo de toda esta condenada Guardia. -La fuerza que cargaban aquellas pequeñas manos no daba lugar a dudas, y la chica no parecía dispuesta a soltar mi mano. - Pero qué modales los míos no demostrártelo, Salvadora.
-Estooo, puedes llamarme C... -comencé, esperando no ofenderla mientras intentaba escurrir mi mano de la suya, sin éxito.
-¿Echamos un pulso? 
Parpadeé confusa, sin apartar la mirada de sus ojos color vino, que resaltaban como pequeñas amatistas en su tez oscura. Tenía el rostro surcado de pecas y de algunas marcas cuyo origen no supe discernir, y el cabello rizado y salvaje estaba comprimido por una cinta a la altura de su nuca, y que parecía a punto de estallar. 
-¿Qué?
-Suéltala, Landrah. No le hagas mucho caso, Cyn, es algo especialilla. - El tono exasperado de Yvair dejaba entrever que estaba acostumbrado a tratar con la muchacha. Esta volvió a soltar una sonora carcajada, pero liberó mi mano, que apresuré a alejar de ella.
-Solo estaba presentándome, para eso nos has llamado, ¿no?- solo entonces me percaté de que otra muchacha, de más o menos mi estatura y apariencia mucho más delicada, esperaba paciente tras Landrah. Le dio un par de toquecitos en el hombro que fueron suficientes para que la muchacha asintiese y volviese a dirigirse a mí. - Esta es Mila, dice que es un placer conocerte.
-Eh...l-lo mismo digo. -Le dediqué la sonrisa más decente que pude componer. ¿Dónde me he metido, quién es esta gente? 
-Ejem. - Yvair carraspeó a mi espalda, llamando mi atención. - Ahora que las presentaciones ya han sido hechas, creo que podemos...
-Normalmente somos cinco, pero Drev y Natara están en misión. Ya te los presentaremos cuando vuelvan, ¿vale? - Landrah enganchó su potente brazo con el mío despreocupadamente y echó a andar en dirección contraria a la zona de entrenamiento. Le lancé una mirada confusa al resto, pero Yvair se limitó a suspirar y Mila a sonreírme.  
-Lan', ¿dónde demonios crees que...?
-A desayunar, por supuesto. ¿Has visto cómo está esta pobre chica? Se nota que lleva siete años sin comer. - La chica me guiñó un ojo, y dado que ya había sido echa prisionera, no tuve más remedio que sonreír ante el comentario. Tampoco iba a oponer ningún tipo de resistencia teniendo en cuenta que no había comido nada aquella mañana, por lo que me dejé arrastrar. 


Durante el desayuno pude aprender un poco más de los que serían mis compañeros de entrenamiento, pero sobre todo pude comprobar de primera mano cuál era la reacción habitual del resto de habitantes del QG al ver a un grupillo de la Obsdiana. Como siempre había ido sola o en compañía de alguno de los jefes a donde quiera que fuese, no había podido experimentar en mis propias carnes cómo era ser observado como si fueses un vikingo entrando hacha en mano en una aldea. Karuto frunció el ceño al vernos entrar, pero su expresión mutó totalmente al verme entre aquella gente; bien sujeta por el férreo brazo de Landrah debía de dar la impresión de ser una rehén, así que rápidamente le dediqué un gesto con la mano para indicar que, pese a lo que parecía, estaba allí por voluntad propia. Bueno, más o menos.
La chica solo me soltó para ir a acosar a Karuto y volver al rato con cuatro platos y una hogaza de pan del tamaño de mi cabeza. Tras sentarse, y ante mi mirada estupefacta, se sacó del escote de su apretado top de cuero un bote de mermelada que había traído ahí ante la falta de manos para portarlo. Sin más miramientos, se sacó una navaja de la bota y comenzó a cortar el pan.
Por momentos entendía a Karenn perfectamente, pero por otro lado nunca me había sentido tan identificada con alguien en aquella Guardia. Era la típica excentricidad por la cual Nevra ya me habría gritado. Pese a que miraba con total respeto y admiración las maniobras de Landrah, Yvair a su lado parecía estar pasando el bochorno de su vida. La chica se percató de ello, y riendo por lo bajo, le propinó un codazo nada delicado.
-Oh vamos, deja de mirarme así.
-Debo recordarte que hoy tenemos una invitada...-masculló el muchacho, quitándole el cuchillo y cortando un trozo de pan que acto seguido me tendió amablemente.
-Ño parefeh muy esfandalifadah ...-rebatió ella, masticando. Mila, por su parte, los observaba en silencio mientras esperaba a que yo terminase de untar la mermelada. Le ofrecí el cuchillo y me respondió con una sonrisa y un par de gestos con la mano.
-Oh. - Solté sin darme cuenta cuando comprendí qué estaba pasando. 
-Mila es muda. -Confirmó Landrah, que centró entonces su atención en la otra muchacha, que había comenzado a señar. Asintió un par de veces, antes de comenzar a retrasmitirme lo que le estaba contando. - Dice que no cree que sea un problema a la hora de entrenar, pero si tienes cualquier duda puedes pedirnos ayuda a nosotros. Además, te enseñaremos un par de señas que te serán útiles.
Paseé la mirada de una a otra, y después a Yvair, que también estaba atento a la conversación. Tenía sentido que si eran amigos todos supiesen utilizar el lenguaje. Por un momento me sentí un poco estúpida ante mi flagrante ignorancia.
-Yo eh...estaré encantada de aprender todo lo que quieras enseñarme, siento no saber señar. - La chica sacudió la cabeza mientras me dedicaba una sonrisa tranquilizadora. Cada vez que hacía ese gesto, sus cabellos cortos y azulados desprendían brillos irisados verdaderamente intrigantes. En general la muchacha parecía frágil y delicada, y no cuadraba para nada con la guardia en la que estaba.
-No te preocupes, para todo hay una primera vez. - Yvair volvió a centrar su atención en mí, intentando recuperar la presentación que su amiga había interrumpido antes. - Como decía, será un placer que entrenes con nosotros, Salv...Cyn. ¿Qué arma sueles utilizar?
-Eh... -  "el pánico" seguro que no es la respuesta que se espera - Ahora utilizo una espada que Jamon me ha forjado, pero antes...bueno, antes usaba una alabarda y... bueno, lo que tuviese a mano en ese momento.
Yvair me observó durante unos segundos con los ojos entrecerrados, mesándose el mentón. Mastiqué mi trozo de pan con algo de angustia, repasando mentalmente qué de todo lo que había dicho era la razón de ese juicio silencioso.
Ay dios, ¿lo habré dicho bien? El pincho ese largo se llamaba alabarda, ¿No? 
-¿Entrenabas con Valkyon? 
El bocado  de pan que acaba de tragar decidió irse directo a mi pulmón. El ataque de tos que sufrí no fue nada glamuroso, pero aquello me había pillado totalmente desprevenida. ¿Quedaba aún gente en la Guardia que hubiese estado al mando de Valkyon?
-¿Co...nocías a Valk..yon? -acerté a decir cuando el aire volvió a circular libremente por mi faringe. Justo a tiempo, porque Landrah ya se había levantado dispuesta a darme un par de palmaditas sanadoras en la espalda, que seguramente hubiesen acabado con alguna de mis costillas rotas. Con una de sus habituales carcajadas, se puso de pie en la silla de un salto, aprovechando su nueva altura para pasarle el brazo por el cuello a su amigo y tirar de él hacia ella.
-¡Chica, aquí donde lo ves, lleva en la Guardia desde el primer mandato de Lance!
-¿Qu..? ¿Pero cuántos años tienes? -Solté, y acto seguido me di cuenta de que quizá no había sonado muy educado. 
-Bastantes, ¿pero a que no los aparenta? Es que este abuelete es un elfo. - Apuntó Landrah. Yvair gruñó y se libró del brazo de la muchacha, colocándose bien la camisa. Landrah se dejó caer de rodillas sobre la silla, para conservar cierta altura. Por mi parte, no podía dejar de mirarlo anonadada. ¿Un elfo? ¿Aquel descendiente del mismísimo Thor, UN ELFO? ¿Un elfo como Ez? Era sin duda el elfo más ancho que había visto.
¿Pueden ponerse así de fuertes los elfos? ¿Es legal, si quiera? 
Ante mi total expresión de impacto, la chica se emocionó, e inclinándose sobre la mesa, me hizo un gesto para que me acercase.
-¿A que no lo parece? Sus hermanos sí son bastante más "habituales" en lo que aspecto se refiere. Tendrías que verlos, son...
El recién descubierto elfo agarró a la chica del cinturón y tiró de ella hacia atrás, haciéndola caer de nuevo en la silla.
-¿Has acabado ya de cuchichear sobre mis hermanos?
-La verdad es que no.
-Y eh...¿vosotras...qué sois? -me aventuré a preguntar, porque ahora mismo me esperaba cualquier cosa. Quizá Mila fuese una kelpie, quién sabe. Landrah se llevó el puño al pecho, llena de orgullo, y supuse que aquella había sido una buena pregunta.
-Yo soy una tenaz, fuerte y valerosa...
-Mestiza. -Apuntilló Yvair con aire ausente, apurando lo poco que quedaba ya en el bote de mermelada. La chica puso los ojos en blanco, pero continuó con su discurso.
-Enana. O bueno, en parte. Mi padre es un fuerte y tenaz enano y mi madre una hermosa lavandera. -Fruncí el ceño, bastante segura de que aquello último no me sonaba a criatura mágica en absoluto, sino más bien a profesión. La chica pareció captarlo. - Las lavanderas son un tipo de hadas acuáticas. En fin, viví y me crie en las minas, pero era demasiado alta para... Sí, reíros, reíros.
Yo escuchaba atenta, pero por lo visto mis otros dos acompañantes debían de saberse ya la historia porque estaban luchando por contener la risa. Supongo que no dejaba de ser chocante que alguien de metro y poco usase las palabras "demasiado alta". Landrah continuó como si tal cosa.
-...para las minas, así que decidí probar suerte luchando. ¡Y aquí estoy, la mejor guerrera de martillo de la Guardia, el azote de los malhechores! ¿Todavía os estáis riendo? Para que lo sepáis, ¡mi padre está orgullosísimo de mí! 
Asentí todo lo solemnemente que pude, paseando la mirada a Mila. Cuando notó que la miraba me sonrió y procedió a señarles a sus compañeros lo que debían trasmitirme.
-Mila es una banshee. -Comenzó Yvair, y pese a mis escasos conocimientos féericos, sabía de sobra que aquella no era una especie conocida por su amabilidad. Despacito, arrastré la silla unos centímetros más lejos de ella. - Pero nació sin voz. Para las banshees es algo imprescindible para...bueno, vivir. 
Y cazar.
-En resumen, su pueblo la repudió un poquito y acabó en la guardia. Lo bueno es que al no tener voz, desarrolló mucha fuerza física para compensarlo. - Sentenció Landrah, claramente orgullosa de su amiga, pero el hecho de que aquella información no casase con su apariencia de cristal no hacía sino aumentar mi desconfianza. 
-Bueno, ¿y tú? 
-¿Yo? -No sabía que contarles que no supiesen ya; eran las desventajas de ser una celebridad y encima tener poco misterio como persona. - Pues eh...soy medio aengel y medio humana, aunque...actualmente soy más humana que aengel porque no he recuperado mis poderes y necesito aprender a defenderme ya que la Guardia no piensa esperar a que los recupere para...
- ¡Pues a entrenar, entonces! ¡Haremos de ti una verdadera amenaza! - Proclamó a voz en grito Landrah, levantándose y apoyando una de sus botas sobre la silla. Pudo oírse a Karuto carraspear fuertemente desde la cocina mientras nos miraba con cara de pocos amigos. El elfo resopló, se levantó, y cargando con la chica como si de un fardo se tratase, nos hizo una seña a Mila y a mí para que lo siguiésemos. Una vez en el hall, posó a su hiperactiva carga y nos miró a las tres como el profesor que pasa lista en clase.
-Tengo que ir un momento al labo...- se detuvo al ver que Mila le señaba algo, de lo que Landrah no pareció percatarse pues estaba ocupada limpiando el cuchillo con el que habíamos cortado el pan antes de devolverlo a su bota. Yvair, centrado en Mila, puso los ojos en blanco. Curiosa, miré de reojo a la chica, que lucía una mirada y una sonrisa totalmente angelicales e inocentes. 
-Sí, tengo que llevarle su cuchillo, me había pedido que se lo afilase, pero vosotras podéis...
Mila volvió a señar, esta vez ganándose la atención de su amiga, quién abrió los ojos como platos y miró al elfo.
-¿Vas a ir a ver a Kaelan? ¡Claro que vamos contigo! -Yvair gruñó, llevándose el índice y el pulgar derechos al entrecejo, gesto que había visto hacer a Nevra las suficientes veces como para saber que era una respuesta natural a una situación que solía repetirse. 
-¿Quién es Kaelan? -me aventuré a preguntar.
-Mi hermano, está en la guardia Absenta. Quiere ser enfermero. - Pese a que escuchaba con atención a Yvair, no podía apartar la mirada de las chicas, que ya habían echado a andar a paso ligero.
Debe de ser una celebridad, el tal Kaelan...
Mi acompañante volvió a suspirar, masculló una disculpa por seguir posponiendo nuestro entrenamiento, y me invitó a acompañarlos. Llegados a la puerta del laboratorio, esta se abrió justo antes de que Landrah la aporrease. Huang Chu, que obviamente no se esperaba una comitiva delante de su laboratorio, dio un respingo pero se recuperó rápidamente, observándonos con ojo crítico. Su mirada se posó en mí, y me dedicó algo parecido a la silenciosa pregunta que Karuto me había hecho al verme entrar en la cocina acompañada de aquella gente. Le sonreí, inocente.
-Buenas, Huang Chu...-comencé, aunque no tenía muy claro qué tenía que decir, ni porqué había hablado yo cuando claramente era un daño colateral de aquella expedición. 
-Buenos días, ¿puedo saber que trae a mi laboratorio a gente que no es de mi guardia? - Aunque parecía apunto de salir a hacer algo, no dudó en plantarse, los brazos cruzados sobre el pecho, entre la puerta y nosotros. Yvair dio un paso al frente, apartando a sus amigas sin mucha delicadeza.
-Vengo a traerle a Kaelan su cuchillo de herborista, será solo un momento.
La fenghuang lo miró de hito a hito, después echó un rápido vistazo sobre su hombro, y aunque parecía algo reticente a dejarnos pasar, debía de llevar prisa. Se asomó a la puerta, llamó al interesado, y con un suspiro y mirándonos aún con desconfianza, se marchó.
-Qué...oh, hola, ¿has venido por lo del cuchillo? Te dije que no hacía falta que...oh. 
Oh, eso mismo digo yo. OH.
Un muchacho de apariencia ligeramente más joven que la de su hermano, en parte porque su piel no estaba marcada por cicatrices ni su musculatura demasiado desarrollada, clavaba sus iris marrones sobre mí. De rasgos angelicales, respondía bastante bien a la imagen canónica que tenía de los elfos, es decir: tan guapo que hacía daño. El pelo, más oscuro que el de su hermano, de un tono miel que no llegaba al castaño, caía sobre sus hombros, y los mechones delanteros estaban pulcramente recogidos en un pequeño moño tras su cabeza. Solo cuando el muchacho me dedicó una sentida inclinación de cabeza salí de mi total ensimismamiento.
-Es un placer conoceros, Salvadora de Eldarya.
-Y...y...o...eh... -Oh por el Oráculo Cyn, ¡respira! ¡forma frases! - Eh...puedes llamarme Cyn, el placer es mío.
Por toda respuesta el muchacho me dedicó una radiante sonrisa a la que se podría culpar del deshielo de los polos.
"El placer es mío"...Y tanto que lo es.
-¿A nosotras no nos saludas? - Pese al reproche, la voz de Landrah sonaba más dulce y coqueta de lo habitual. Kaelan les dedicó otra sonrisa.
-Por supuesto, disculpad. Es solo que no esperaba que vinieseis tan bien acompañados. ¿A qué se debe?
-Cyn entrenará con nosotros hoy. - Cortó su hermano, mientras rebuscaba entre los cuchillos de su cinto hasta dar con el adecuado. - Aquí tienes. No te molestamos más, tenemos cosas que hacer.
-Claro. Espero que tengamos la oportunidad de hablar más en el futuro, Cyn. Hasta luego, chicas. - Sonriendo de nuevo, nos despidió con la mano tras señarle la que supuse sería una despedida a Mila, que parecía también a punto de desmayarse. Yvair tuvo que darnos un empujoncito a las tres para sacarnos del trance que suponía mirar a su hermano.
-Por el Oráculo...-mascullé, todavía procesando que semejante criatura viviese en el mismo lugar que yo y nunca nos hubiésemos cruzado. Definitivamente tenía que relacionarme más con mis semejantes. Landrah tiró de mí hacia abajo y pasó su brazo sobre mi hombro para cuchichearme algo.
-¿Es guapo, verdad? Tendrías que ver a la hermana pequeña de estos dos, Leena es...
-Landrah, ¿qué te he dicho de mi hermana? - Gruñó Yvair, unos pasos por delante de nosotras. La chica me soltó y se encogió de hombros.
-No sé porqué no me dejas acercarme a ella, ¡la trataría como a una reina! No le faltaría de nada. 
El elfo miró por encima de su hombro y después puso los ojos en blanco.
-Ese es el problema. 


El entrenamiento fue instructivo pero casi mortal para mi persona. Mis nuevos compañeros, a diferencia de Jamon, no se dedicaban a la enseñanza y al entrenamiento de novatos y se notaba, pero lo compensaban con una paciencia y una atención infinita que en parte seguro que se debía a que al ser la Salvadora de Eldarya, no podían pegarme muy fuerte. Aquella fue la primera de muchas citas para entrenar, en las que no sólo aprendí a manejar otras armas (el nivel de destreza sin embargo era un tema a parte), sino también me enseñaron a mejorar la escasa técnica que Jamon había logrado implantar en mi torpe persona. Entre teoría y práctica, recibí otro tipo de enseñanzas bastante útiles, y aprendí algún que otro signo para comunicarme con Mila y así no depender tanto de sus intérpretes. Yvair me enseñó sobre todo a luchar con armas pesadas y a utilizar en mi favor la escasa movilidad que éstas me permitían; de Mila aprendí alguna que otra técnica con la que mejorar mi uso de la espada, tanto para esquivar como para atacar. Contra todo pronóstico, Landrah no me enseñó a utilizar el martillo, sino me dio otro tipo de sabiduría que estaba segura que Jamon no compartiría conmigo: el juego sucio. Eran pequeñas vilezas que sin embargo en un combate real siempre podían resultar útiles, ya que en una situación de vida o muerte los entresijos morales de tirarle arena al contrario no eran mi prioridad. 
Pese a todo, el sistema rotatorio que Lance había impuesto y las pequeñas misiones sin importancia que se me encomendaban de cuando en cuando para tenerme entretenida hacían que no siempre pudiese entrenar con ellos. Fui saltando de grupo en grupo, pasando por presentaciones y demás parafernalia una y otra vez, aunque aquello me sirvió para conocer mejor a mi guardia y para entender, cada día un poco más, la razón que tenía Karenn con lo de "aquella panda de salvajes". Tenía que admitir sin embargo que en general todo fue bien, aprendí mucho y mejoré bastante, y a excepción de aquel día en el que un par de gorrorrojos excesivamente motivados casi me hacen papilla con su maza, todo transcurrió sin incidencias. Cosa que para mí era un logro, dada mi predisposición a acabar en la camilla de la enfermería. 
El entrenamiento ocupaba por completo mis mañanas, y las agujetas mis tardes, así que en general no tuve ningún tipo de encontronazo con Nevra, Lance, y derivados. Era increíble pero comenzaba a sospechar que todo aquello de mejorar como guerrera no era más que un orquestado plan de los altos mandos para tenerme ocupada y lejos de ellos, especialmente del vampiro y del dragón. Aunque de momento parecía funcionar, si yo fuera ellos no me confiaría. Leiftan, por su parte, acudía de vez en cuando a presenciar mis combates. Poco después descubrí que lo que hacía era venir siempre a la carrera cuando notaba que estaba en peligro, gracias a nuestro extraño y a veces molesto vínculo sensorial. Aunque al principio saber que podíamos sentir lo que el otro sentía me resultaba incómodo, violento, y además una auténtica violación de la privacidad, sabía que quizá controlarlo no estaría en mi mano, al menos de momento. Y por otro lado, siempre era gracioso ver cómo tras pensar "este bicho me va a hacer picadillo con ese mazo con pinchos", Leiftan aparecía sin aliento para comprobar que, una vez más, era una falsa alarma. 



Había pasado ya casi un mes desde que mi entrenador no era Jamon sino el pueblo en general, cuando al pasar por el tablón donde ya tenía por costumbre anotar mi nombre y que después fueran los demás los que decidiesen o no adoptarme ese día, vi que alguien me había tachado.
-¿Pero qué demonios...? 
Por el pasillo pude ver a Lance, caminando en mi dirección.
-Así que aquí estás.
Tomé una profunda inspiración y conté hasta tres; a decir verdad, llevaba tanto tiempo sin tener que relacionarme con él que había perdido la práctica. 
Es tu...jefe, mal que te pese te ha ayudado, así que tienes que ser...correcta con él. Y es lo que Valkyon querría. Que fuese amiga de su ases... de su hermano. Es su hermano.
-Alguien me ha tachado de la lista. -Solté, evidenciando que toda aquella sesión de autoconvencimiento para entablar una conversación cordial y funcional había sido en vano.
-He sido yo.
Ya empezamos.
-¿Puedo saber por qué? - Cyn llevas un mes muy bueno, no lo estropees. 
-Hoy entrenarás conmigo, quiero comprobar tus progresos
-¿Qué? -Lo observé detenidamente, intentando buscar algún otro significado a esa frase. El muchacho alzó las cejas, sin saber qué más añadir porque la frase había sido clara como el agua. -¿Me estás pidiendo que luche contra ti? 
-Sí. 
-¿Puedes ponerlo por escrito? Luego la gente piensa que la mala soy yo. -Repuse con sorna, pero Lance solo esbozó una sonrisa irónica.
-Tranquila, no llegarás a hacerme nada de lo que se te pueda acusar después. Vamos.
-¿Pero qué...? -mascullé. ¿Acababa de reírse de mí? El debate interno que tenía con respecto a su persona, y que llevaba latente este último mes, surgió de nuevo. ¿Podía perdonarlo? O peor, ¿le había perdonado ya? Era cierto que durante la misión en el territorio kelpie Lance se había portado correctamente conmigo, e incluso me había...ayudado tras mi frenética huida por el bosque. Se había portado bien conmigo, mostrándose preocupado y comprensivo, y todavía me avergonzaba pensar que, por culpa del susto y la adrenalina, me había mostrado bastante vulnerable en su presencia y había dejado que me tratase como a la niña perdida que era. Aquello se unía a mis ya existentes reparos sobre si debería tratarlo con algo más que la necesaria cordialidad. ¿Había cambiado? Desde que me había despertado había podido comprobar, a mi pesar, que era verdad. No era el Lance de hacía siete años; no estaba fingiendo, no era una fachada. Pero me resistía a dejar el rencor y el dolor de lado: me había hecho mucho daño y aunque pudiese perdonarlo, no podía olvidarlo. No podíamos ser amigos, sin más. No podía, ni quería, permitirme ningún tipo de intimidad ni camaradería con él, porque sentía que traicionaba a mis principios, y a mi luto. Y aunque en esta parte del razonamiento siempre entraban en juego los últimos deseos de Valkyon, todavía no estaba preparada para cumplirlos como él habría querido.
Con un bufido de desesperación, seguí al muchacho mientras aún le daba vueltas al asunto.


-Genial, el que faltaba. -Mascullé, y tras un suspiro agregué en voz alta. - Buenos días Mathieu, ¿no deberías hacer cosas más propias de tu guardia, como recoger hierbas?
Mathieu, que esperaba en mitad del claro del cerezo apoyado en su imponente arma, arrugó la nariz visiblemente disgustado.
-Creía que había dejado claro que mi guardia no me...
-Sí, sí, lo sé, pero la vida no siempre es como queremos, ¿sabes? - Centré mi atención en Lance, que tomaba asiento bajo la sombra del gran cerezo. - ¿Y qué hace aquí, voy a tener público?
-No, el público seré yo. Quiero que luchéis vosotros.
Paseé la mirada de uno a otro; Lance parecía esperar ya a que comenzásemos, y Mathieu me sonreía con una cierta autosuficiencia.
-Tranquila, te prometo que no te haré a daño. 
-¿Qué? Esto no es lo que... -se me había prometido, me hubiese gustado decir, pero me di cuenta de que poco importaba ya. Encarando a Mathieu, desenvainé mi espada. - Oh, por el Óraculo, qué más da con quién me pegue. 
Me caéis los dos mal. Bueno Cyn, es hora de morder el polvo con elegancia.
Mathieu me observaba sonriente, instándome con un gesto de cabeza a que atacase primero. Le devolví la sonrisa con benevolencia.
-Los humanos primero, por favor. -Quería hacerlo bien; no por impresionar a nadie, sino porque dudo que pudiese soportar a Lance después. Mila me había enseñado sus tácticas de ataque, y entre ellas estaba la de dejar atacar primero al contrincante; era arriesgada pero al menos te daba una preciosa información sobre a qué te estabas enfrentando. Intentaría poner en práctica todo lo aprendido aquel mes.
-¿De verdad? Quizá después te arrepientas de no haber... -pese a que mantenía la sonrisa, el chico parecía algo confuso ante mi quizá excesiva confianza en mí misma. Puse los ojos en blanco, y mascullando una maldición, me lancé contra él.
Oh, al cuerno con la táctica.
Había sido un ataque directo y poco planeado, y por ende el chico lo detuvo fácilmente con su arma. Pese a todo, me llevé la satisfacción de ver su sonrisa ligeramente crispada por lo inesperado de mi embestida. Retrocedí de un salto antes de que Mathieu pudiese cambiar la posición de su espada de defensa a ataque. 
-Eso no ha sido muy...
-¿Me das clase o me matas? - Le interrumpí, volviendo a situarme a la defensiva. Lo último que necesitaba ahora eran lecciones de Mathieu. El chico lanzó una mirada a Lance, que asintió levemente, supongo que dándole a entender que las lecciones y las reprimendas me caerían después del combate, y no durante. Mi contrincante suspiró y sin esperar mucho más, cargó contra mí. 
Esquivé el golpe en lugar de pararlo, haciendo que el chico se proyectase ligeramente hacia adelante y aquello me diese algunos segundos para pensar; no era la primera vez que luchaba contra Mathieu así que sabía más o menos cuál era su proceder. Contaba además con la ventaja de que mi forma de luchar había cambiado enormemente debido a la amalgama de técnicas e información que había recibido, por lo que el chico no contaba con la misma información sobre mí. En lugar de aprovechar para atacarlo por detrás, lo más previsible y para lo que el muchacho ya estaba preparándose, simplemente di un salto hasta situarme de nuevo ante él y aprovechar el despiste para intentar una nueva finta, que esta vez logró esquivar a duras penas.
-Vaya...veo que has aprendido un par de cosas. -Comentó el chico, sonriendo.
Le devolví la sonrisa con cierto aire predador.
-Será un placer enseñártelas.
 

El combate fue bastante más largo de aquellos a los que estaba habituada cuando entrenaba. Tenía que admitir que comencé con un exceso de confianza en mis habilidades y sobre todo, en mi agilidad, ya que creía que si había sobrevivido a esos gorrorrojos psicópatas, Mathieu sería coser y cantar. Obviamente estaba olvidando el pequeño detalle de que Mathieu no medía casi dos metros de alto y de ancho, y pese a que su arma parecía más pesada que mi espada, era realmente rápido y ágil. Aunque intenté emplear todas las técnicas limpias y eficaces que Yvair me había enseñado, y realicé un par de muy buenas esquivas y fintas, rápidamente comprendí que aquel bailotear en torno al chico acabaría cansándome a mí antes que a él.  Pese a todo, parecía ligeramente confuso con mi técnica basada en huir de su arma y aprovechar los resquicios para amagar ataques que rara vez llegaba a concluir. Cuando me cansé de hacerme la interesante, comencé con estocadas más directas que sin embargo no me gustaban mucho, especialmente por la diferencia de fuerza entre nuestras armas; aquella reverberación que recorría mi brazo cada vez que mi arma entrechocaba con su descomunal espada no me gustaba nada. De vez en cuando captaba la mirada atenta de Lance por el rabillo del ojo, probablemente tomando nota de todos mis fallos.
Ese maldito dragón, le voy a enseñar yo lo que...
El arma de Mathieu pasó silbando peligrosamente cerca de mi mejilla izquierda, recordándome que debería dejar las maldiciones para más tarde. Ya estaba cansada de jugar limpio y sobre todo, de la creciente ventaja que mi adversario iba ganando a medida que yo me cansaba; aunque podía darme por satisfecha por haber durado tanto, quería ganar por una vez. Era hora pues de emplear alguno de los truquillos que Landrah me había enseñado; de aquella chica no se podía esperar nada bueno, era increíble lo demonizada que me tenían a mí cuando había gente en aquella guardia con ideas claramente peores que las mías. Así pues, tras lanzar un par de ataques que Mathieu se apresuró en bloquear sin mayor problema, aproveché el impulso para agacharme y...pasar bajo sus piernas. Aquello era mucho más fácil cuando medías un metro, claro estaba, pero por suerte el chico era más alto que yo. Durante mi recorrido, que apenas duró un segundo, no perdí la oportunidad de golpear su entrepierna con la empuñadura de mi espada. No le di muy fuerte, no era tan malvada...de momento. El resto ocurrió en un pestañeo: Mathieu se inclinó hacia delante, soltando la espada, y yo me levanté de un salto, aprovechando para propinarle un codazo en la parte baja de la espalda que terminó por desequilibrarlo y mandarlo al suelo. A partir de ahí solo tuve que plantar un pie sobre su espalda mientras con mi espada le daba un golpe a la suya para sacarla de su alcance. Cuando Mathieu, dolorido y confuso giró la cabeza hacia mí, pudo comprobar que mi hoja se encontraba junto a su cuello. 
-¿Te rindes?
-Ouch...pe..ro qué...-comenzó el chico, intentando moverse, pero solo apreté más mi pie sobre su columna para recordarle que lo tenía más o menos bajo mi control.
-Oh, creo que no te he escuchado bien. ¿Te rindes? -Mi vocecilla interna me decía que quizá estaba pasándome de sádica, pero el chute de adrenalina y confianza que suponía mi primera victoria me instaba a buscar que no quedase duda alguna. Lance apareció entonces en mi campo de visión.
-Suficiente. Suéltalo, Cyn. Has ganado.
Me giré de golpe, buscando algún tipo de expresión irónica en el rostro de Lance, pero solo me recibió una comedida sonrisa de satisfacción que contrastaba con sus brazos cruzados sobre el pecho en actitud severa. 
-¿He ganado?
-¿Qu..qué? ¡Espera, no es...!
-¡HE GANADO! -Vociferé, apartándome de un salto. Mathieu se giró hasta acabar bocarriba y me observó desde el suelo con cara de pocos amigos, para luego buscar consuelo en el dragón.
-¡Ha jugado sucio, no ha sido una victoria justa!
Por toda respuesta, le saqué la lengua.
-La vida no es justa, amigo mío. -Y canturreando, comencé a dar saltitos en círculo, espada en mano. Mathieu se incorporó mientras seguía lanzándole miradas lastimeras a Lance; el dragón suspiró.
-Tienes razón, no ha sido una victoria limpia. -Concedió, haciendo que me frenase en seco, y soltando sin muchos miramientos la espada, me encaminé a grandes zancadas hacia él, apuntándole acusadoramente con el índice. ¿Por qué siempre tenían que empañar mi felicidad? Había ganado el primer combate desde que me había despertado y ¿ahora resultaba que no contaba?
-Escúchame bien, no creo que TÚ precisamente seas la persona más indicada para hablarme de honest...
-Pero - me interrumpió Lance, sin apartar la vista de mi persona, a escasos centímetros de él. - Como Cyn ha dicho, la vida es así. En un combate real no puedes contar con la buena voluntad de tu enemigo. Has ganado Cyn, felicidades. Me alegro de ver que tu entrenamiento ha dado sus frutos.
Abrí la boca para replicar, todavía con la mano en alto, pero siendo sincera no esperaba que de verdad fuese a darme la razón a mí, ni mucho menos alabarme. Algo avergonzada por mi pronto, bajé la mano y la mirada.
-Vale...gracias. -Mascullé. Mientras tanto Mathieu se había levantado y había recuperado su espada, y me miraba todavía con cierto recelo. Intenté dedicarle una mirada compasiva pero me costaba horrores ocultar mi felicidad, pese a que el dragón acabase de perturbarla. -Lo siento Mathieu, la próxima vez te pegaré en otro sitio.
-Ya...no sé si querré que haya una próxima vez. 


-Hacía mucho tiempo que no tocaba reunión, ¿a las fauces de qué criaturas sospechosas me vais a arrojar esta vez? - Comenté alegremente, mientras tomaba asiento en mi lugar asignado en el consejo. Habían pasado ya unos días desde mi épica victoria sobre Mathieu, y había tenido la deliciosa satisfacción de poder recordárselo cada vez que lo veía. Es más, creo que era la primera vez desde que había despertado que había empezado a buscarlo a propósito. Aquella vez no fue distinta, y no pude evitar dedicarle una sonrisa ladina al verlo allí también; por toda respuesta el chico puso los ojos en blanco. Barrí con la mirada la sala; a los líderes de las guardias y a Nevra y Huang Hua se añadían Mathieu y Karenn, lo que me daba pistas sobre quiénes serían mis compañeros de misión. La presencia de Huang Chu también era algo novedoso, ya que solía estar muy ocupada y no acudía a las reuniones sin importancia a no ser que concerniesen directamente a su guardia. Supuse que era el caso. 
Huang Hua me dedicó una sonrisa tranquilizadora, pero ya había aprendido a no fiarme de eso.
-Os he reunido para explicaros cual será vuestra próxima misión. Hace ya meses que tenemos constancia de la presencia de objetos procedentes de la Tierra aquí. En la misión a Genkaku, se pudo comprobar que existía un portal abierto, que sin embargo, no parecía seguir siendo funcional. 
Lancé una rápida mirada Mathieu, que permanecía inalterable. Yo no había participado en aquella misión, pero lo que había llegado a mis oídos se resumía en kitsunes malvados y un portal abierto a la Tierra que por lo visto no era posible cruzar de forma segura. En realidad el asunto del portal era lo que menos había ocupado mi mente sobre aquella misión, ya que tras su regreso Koori estaba bastante alterada y había aprovechado para desahogarse y contarme el drama de su vida. No obstante, tenía curiosidad por saber cómo habría reaccionado Mathieu ante la posibilidad de volver a casa. Yo, de todas formas, ya no tenía casa alguna a la que volver.
-No obstante, hay un nuevo fenómeno que ha llamado nuestra atención. Desde hace tiempo una de las damas de la Corte Seelie ha estado realizando fastuosas fiestas y su popularidad ha crecido notablemente. Tanto que es casi imposible conseguir una invitación para sus banquetes.
-¿Y qué? -Interrumpió Huang Chu, alzando una ceja. - Las hadas siempre han sido conocidas por sus estrambóticas fiestas.
Intenté ocultar el suspiro de alivio que pugnaba por escapar de mis labios.
Gracias al Oráculo, esta vez hablamos de hadas.
-Lo curioso es que su creciente éxito se debe a que, por lo que se cuenta, tiene una extravagante colección de objetos...
-...creemos que se trata de objetos humanos. - Cortó Nevra, clavando su mirada en Mathieu y en mí. - Por lo que sabemos en cada una de sus fiestas presenta un objeto nuevo, así que sospechamos que esté utilizando un portal con la Tierra para obtenerlos.
-Osea, si he entendido bien, - Interrumpí, enderezándome en la silla para darme un aire de seriedad mayor. - ¿Nuestro problema es que hay un hada que viaja a la Tierra a buscar...cachivaches? 
Chrome, al que hacía tiempo que no veía, me dedicó una sonrisa divertida. Nevra por su parte, suspiró. Como siempre.
-Puedes decirlo así.
-¿Y qué tiene de malo? Me parece un buen hobby, coleccionar cosas. Es mejor que comer humanos. Cuando yo vivía en la Tierra, me gustaba guardar...
-No es tan sencillo. -Me interrumpió el vampiro, haciendo que alzase las cejas con ironía de forma involuntaria. 
En este condenado mundo nada es nunca "tan sencillo".
-De acuerdo, ilumíname.
-Lo que Nevra quiere decir -Huang Hua retomó la palabra antes de que los intercambios entre el chico y yo fuesen subiendo de tono - es que emplear un portal sin conocimiento, supervisión y de forma repetida es muy peligroso. Los portales desestabilizan ambos mundos, y generalmente no son estables. Cada vez que es usado, se vuelve más delicado e impredecible. 
-Así que iremos de nuevo a comprobar la situación, ¿no? -Intervino Mathieu, quién parecía ya versado en aquellas prácticas; cosa que sin embargo era normal, porque la presencia de un humano en este tipo de misiones ayudaba bastante a determinar si los objetos y demás procedían realmente de la Tierra.
-No va a ser tan sencillo.
-Efectivamente. La dama Aïne se ha ganado un éxito desmedido con su colección, y solo pueden visitarla un selecto grupo de invitados. 
-¿Y no estamos invitados? Somos la Guardia. -Intervine, dando por hecho que aquello nos confería un mínimo de autoridad. La sonrisa incómoda de la fenghuang me daba a entender que no era el caso. - Espera, ¿no será enemiga de la guardia, esa reina?
-No es una reina, es una dama. Es distinto. Forma parte de la corte pero tiene un título inferior. -Me corrigió Nevra.
-Gracias Nev, esa era la duda indispensable de mi pregunta. ¿Por qué no estamos invitados? ¿Son hadas malas? ¿Comen humanos? Por el Oráculo, decidme que n...
-¿Cómo van a comer humanos? - Mathieu me miraba entre divertido y extrañado. Le lancé una larga mirada cargada de sentido, girándome para encararlo.
-A ti te hace falta que te persiga un Kelpie. Así no te reirías tanto de...
-¿Qué...?
-Ejem. - Interrumpió Huang Hua, y solo entonces me percaté de las miradas de todos estaban puestas en nosotros. Carraspeé y volví a sentarme bien. - Cyn, existen muchos pueblos que no son nuestros aliados pese a que mantengamos buenas relaciones con ellos. No son un peligro, no te preocupes.
-Creo que la última vez escuché algo parecido... -comencé, y para mi sorpresa el que interrumpió el comentario sarcástico que pugnaba ya por salir de labios de Nevra no fue Huang Hua, sino Lance.
-La corte Seelie está formada, por así decirlo, por hadas "buenas". Existe una corte de hadas de naturaleza más hostil, pero no te preocupes: estas son totalmente pacíficas. 
Lo observé en silencio unos segundos, incómoda. El dragón había intervenido seguramente porque había visto de primera mano el terror en mis ojos en mi última misión; aunque intentase disimularlo con ironías, la idea de volver a encontrarme siendo la presa de alguna criatura me aterraba. Era evidente que aquello era una muestra de consideración y comprensión, además de un intento por tranquilizarme, pero no podía evitar sentirme incómoda. No me gustaba que Lance fuese el que mejor me comprendiese....era violento.
-Como bien ha dicho Lance, no tienes de qué temer.
-Además de que nadie ha dicho que vayas a ir tú. -Apuntilló Nevra, haciendo que girase la cabeza en su dirección, activada por un resorte.
-¿Qué?¿Y qué demonios hago aquí entonces?
-Nevra, Cyn... -Huang Hua nos lanzó una silenciosa y amistosa advertencia, antes de continuar. Se ve que el asunto de mi presencia en aquella misión podía esperar. - Pese a que lo hemos intentado múltiples veces, no hemos logrado obtener una invitación.
-Lo que no hace sino evidenciar que tiene algo que esconder. -Comentó Huang Chu, que pese a todo parecía estar siguiendo la conversación. Karenn y Chrome estaban inusitadamente callados, pero supuse que probablemente se habían encargado de obtener toda aquella información, así que no era nada nuevo para ellos.
-Eso es lo que trataremos de descubrir. Que no estemos formalmente invitados no nos veta de obtener una invitación por otros medios. Desde hace poco la Dama Aïne ha comenzado a repartir invitaciones para que hagan de premio en algunas competiciones y eventos de nobles y comerciantes allegados a su persona. Así da la posibilidad de asistir a féericos de menor rango y ajenos a la Corte Seelie, incrementando su fama y renombre. Hemos decidido que la forma más rápida es participar en alguno de esos eventos y obtener una invitación.
-La forma más rápida sería infiltrarse en su castillo. - Apuntilló Chrome, al que no le faltaba razón, pero solo recibió una mirada reprobatoria de Nevra.
-Eso le haría un flaco favor a la diplomacia. 
-¿Qué más da? ¿Qué va a hacernos, borrarnos de la lista de invitados? - Intervine con aire aburrido, apoyando la mejilla en mi mano derecha. Chrome parecía querer reírse de mi broma, pero la mirada del vampiro se lo impedía, y me dedicó solo una sonrisilla.
-Colarte en el territorio de tus aliados no es una buena estrategia para mantenerlos.
-Tampoco intentar comerte a la Salvadora de Eldarya lo es, pero ya ves, a Er... a los kelpies les ha funcionado.
-Cyn...- comenzó Huang Hua, pero yo no añadí nada más y Nevra parecía haberse quedado sin argumentos para replicarme. Le dediqué una sonrisa burlona a la que respondió poniendo los ojos en blanco, como era habitual. 
-Se te van a quedar ahí atrás los ojos de tanto hacer eso, Nev...
-Como iba diciendo - me pisó la fenghuang, antes de que la cosa pasase a mayores. - El plan inicial es obtener una invitación de forma lícita. De no lograrlo, pasaremos a medidas más drásticas.
-¿Y en qué tendremos que participar? -Intervino Mathieu, quien daba por sentado que estaba incluido en aquella misión.
-En un torneo de combates. -Todos parecían tranquilos ante aquella revelación, pero mis ojos se abrieron de golpe, mirando intensamente a la chica. ¿No lo diría en serio? Muy a mi pesar busqué a Lance con la mirada, deseando que interviniese para soltar alguno de sus pertinentes comentarios sobre mi incompetencia. No sucedió así. - Ya hemos dialogado con el organizador y, tras mucho insistir, se permitirá a la Guardia participar. 
-¿Mucho insistir?
-Por lo visto han alegado que nuestros miembros son "luchadores profesionales" y que sería injusto para el resto. Cosa graciosa, ya que allí solo luchan mercenarios y otro tipo de "profesionales" de las armas.
-Algo me dice que la Dama no quiere darnos ni la más mínima posibilidad de utilizar el plan A...-canturreó divertido Chrome, que veía cada vez más cerca su idea materializada.
-Quizá, pero no han encontrado razones para impedir que participemos. La única condición que han puesto es que solo podemos enviar a tres participantes, y no pueden ser los líderes de las Guardias. Por eso, tras hablarlo detenidamente, cada líder ha elegido a un miembro de su guardia para que la represente. Y por eso estáis aquí.
La sonrisa acogedora de Huang Hua contrastaba con mi cara de absoluto pánico, mezclada con cierta confusión mal disimulada al ser incapaz de apartar la vista de Lance.
-¿Tú...me has elegido...a mí? -Lance tardó en darse cuenta de que estaba hablándole a él, raro como era que yo empezase una conversación con su persona. Asintió, tranquilamente.
-Has mejorado mucho, creo que te mereces esta oportunidad.
-¿Oportunidad para qué? ¿Para morir? ¿Ese era tu plan desde el principio?
De fondo podía escuchar el runrún de otra conversación, probablemente Mathieu haciéndole la misma pregunta a Huang Chu, pero estaba demasiado concentrada en mi propio problema. 
-Oportunidad para aprender. Podrás tener combates de verdad, pero sin el peligro de una verdadera lucha. Las normas estipulan que está prohibido matar o herir gravemente. Será una experiencia muy valiosa.
Seguí observando anonadada al chico unos segundos, la boca ligeramente entreabierta pero sin saber qué articular con ella. Aquella situación simplemente me sobrepasaba; Lance priorizando mi aprendizaje como guerrera sobre el buen desarrollo de una misión.
-Pe-pero voy a perder...yo no, no he entrenado lo suficiente, no creo que...
-Lo sabemos. - Cortó Nevra, que parecía estar siempre atento para poder meterse conmigo. - Ni tu ni Mathieu tenéis muchas posibilidades de victoria, pero es necesario guardar las formas. Iréis como parte de la distracción, y Karenn será la que consiga la invitación.
Estaba lista para replicar, pero no veía el qué. Aunque lo odiase, tenía razón: Karenn era muchísimo superior a nosotros, especialmente a mí. Enviarme a mí, una inútil integral, junto con Mathieu que pese a todo podía dar algo de guerra, era una estrategia de distracción bastante buena. La Guardia no mostraría sus verdaderas fuerzas, y nadie sospecharía si solo uno de nosotros ganaba. Seguramente aquella Dama no vería como una amenaza que sólo una de sus invitaciones fuese a acabar en nuestras manos.
-Bien, aclarado esto - intervino Huang Hua, levantándose - el torneo tendrá lugar dentro de un par de semanas. Me gustaría que aprovechaseis para entrenar, porque pese a lo que diga Nevra, deberíais aspirar a ganar. De momento esto es todo; una vez logremos la invitación, hablaremos con más detalle de la siguiente parte de la misión. Podéis iros.


Durante las siguientes dos semanas entrené como si mi vida dependiese de ello...aunque teóricamente, así era. Pese a que Lance me había repetido varias veces las normas de los combates, en las que se prohibía matar, amputar o dejar impedido a nadie, aquello no me tranquilizaba tanto como el chico esperaba. Probablemente me había enfrentado a cosas mucho peores y peligrosas, empezando por el propio dragón, pero siempre tenía la certeza y tranquilidad de que había alguien conmigo; siempre estaban mis amigos, y ahora, incluso la presencia del idiota de Nevra o del dichoso Lance me proporcionaba un cierto alivio a la hora de enfrentarme a los peligros. Pero estar completamente sola en la arena, en un combate individual, sin posibilidad alguna de socorro...por una vez mi total supervivencia iba a depender de mi capacidad de luchar, ya que tampoco podría salir corriendo y abandonar el combate.
Así, presa de la paranoia, dediqué mis días a entrenar todo lo posible, con todo aquel que se pusiese a tiro; incluso me enfrenté un par de veces a aquellos gorrorrojos que se emocionaban demasiado cada vez que tenían un arma en las manos. Me apunté en todos los grupos de entrenamiento que tuviesen un hueco libre, aunque a veces me topaba con que alguien, presumiblemente Lance, me había tachado de algunos. Pese a todo, me dejé la vida en el entrenamiento, y a un par de días de nuestra partida rumbo a las arenas de combate, tenía las manos llenas de callos, además de agujetas, arañazos y magulladuras por todo el cuerpo. Aquello me daba, no obstante, una excusa perfecta para pasarme por la enfermería a comprobar si Kaelan, el hermano insultantemente guapo y deslumbrante de Yvair, estaba por allí para atender mis heridas. Solo tuve suerte una vez, y tras interrogar sutilmente a Ewelein en otra ocasión, descubrí que aún estaba en fase de aprendizaje y que tardaría en verlo por la enfermería. Por suerte para mí, acababa allí tan a menudo que seguro que acabábamos coincidiendo tarde o temprano. Huelga decir que mi jefe de guardia me prohibió terminantemente seguir con mi entrenamiento suicida durante los dos días previos a los combates, porque según él "si seguía así no podría ni sujetar el arma cuando llegase el momento". A regañadientes, dediqué esos dos días a descansar.

Llegado el día de la partida, descubrí que la comitiva estaba formada no solamente por nosotros los participantes, sino que también venía Ewelein, y cómo no, Nevra. Además de Leiftan, para mi genuina sorpresa, desesperación de Nevra y general incomprensión del resto del grupo. Por lo visto Huang Hua creía que hacer que el chico me viese en peligro durante los combates podría impulsarlo a actuar sin darse cuenta; aunque obviamente, si alguien externo a la arena interfería en uno de los enfrentamientos para ayudarme yo sería descalificada, pero las esperanzas puestas en mí eran tan bajas que a nadie parecía importarle ese hecho.
El viaje hasta el lugar en el que se celebraría el evento fue esta vez por mar, aunque me encargué de quedarme bien quietecita y lejos del agua durante todo el trayecto; pude aprovechar para conversar con Karenn, quien generalmente estaba demasiado ocupada, y  con Leiftan, al que tras su aislamiento voluntario no había visto mucho últimamente. Tras un viaje de día y medio, avistamos por fin el puerto; creo que era la primera vez que atracaba en un puerto "de verdad" y no en alguna playa sospechosamente desierta de algún lugar peligroso. La mejora era considerable, y en cuanto puse un pie en tierra me di cuenta de que aquello era lo más parecido a verdadera civilización que había visto en Eldarya: la ciudad estaba conformada por una gran cantidad de casas apiñadas, calles empedradas y tiendecillas y puestos humildes en cada esquina. Se escuchaba continuamente el runrún del gentío, olía a comida y a especias, las calles eran las más bulliciosas que había visto desde mi llegada allí, y comprobé que, al igual que en las ciudades portuarias de la Tierra, la población del lugar era una mezcla de razas. Ante mi expresión anonadada, Nevra me explicó no sin cierta petulancia que los territorios correspondientes a reinos de hadas eran mucho más "urbanos" y que en general se inspiraban aún en la organización tradicional de algunas ciudades terrestres. Aquello pude comprobarlo de primera mano al visualizar el enorme e imponente coliseo que ocupaba el centro de la ciudad, rodeado por un animado mercado. 


Al ir a anunciar nuestra llegada al encargado de todo aquel circo nos enteramos de que los combates habían empezado ya y que a Karenn le tocaría luchar ya esa misma tarde. Aquello enfureció a Nevra, que lo vio como una traba más hacia la guardia, pero su hermana parecía encantada de poder entrar en acción tan pronto, así que tras pasar rápidamente por la posada a dejar nuestras cosas, acudimos obedientemente a animar a la muchacha en su primer combate. La lucha fue rápida y la vampira ganó con aparente facilidad a su oponente, un enorme y pesado ogro para el cual la velocidad de Karenn fue imposible de contrarrestar. Tomé nota mentalmente sobre pedirle a la chica que entrenásemos juntas, pese a que ya me habían advertido de que no era una buena idea.
La segunda en combatir fui yo, que a la mañana siguiente tuve que enfrentarme a lo que supuse debía de ser algún tipo duende. Era rápido y un verdadero tormento, y lamenté amargamente que no me hubiese tocado un bicho gigante y lento como a mi amiga. No obstante, mis constantes entrenamientos con Landrah me habían enseñado a enfrentarme a enemigos escurridizos, y aunque acabé llena de cortes fruto de aquellas condenadas y molestas dagas que portaba y que no siempre lograba esquivar del todo, gané aquel asalto. Recurriendo al juego sucio, puede, pero en ningún sitio estaba escrito que no pudiese levantar arena y polvo con mis movimientos de forma que el campo de visión del pobre desgraciado se sumiese en la confusión. Pese a la victoria y al chute de adrenalina, en el fondo de mi mente latía una constante sensación de ansiedad y malestar que me había hecho estar mucho más tensa durante todo el combate. Lo achaqué primero a los nervios, pero rápidamente identifiqué la causa cuando por el rabillo del ojo descubrí a Leiftan en las primeras filas de gradas. Sus sentimientos se estaban proyectando de nuevo sobre mí y aquello no ayudaba mucho. Supuse que también estaría sucediendo lo contrario, que yo estuviese proyectando mis nervios sobre él y estuviésemos formando una cadena retroalimentada de preocupación y tensión. Cuando mi espada descansó por fin sobre la garganta de mi contrincante, noté el peso desaparecer, y poco después comprobé que el chico también lo había hecho. 
Superado el combate, me dirigí diligentemente a mi habitación en la posada donde Ewelein se encargó de todas mis heridas tras felicitarme por haber vuelto triunfante y de una pieza.


-Has ganado. -La sonrisa que vestía su rostro contrastaba con el tono apático con el que había dicho aquella frase. Se le notaba agotado; estaba agotado, lo sabía, podía percibirlo. No entendía muy bien porqué, pero sospechaba que la tensión del combate había atravesado nuestro místico vínculo y el chico estaba tan extenuado como yo. Eso, o se preocupaba demasiado, que también podía ser una opción a juzgar por los intensos ramalazos de preocupación que había percibido cada vez que me encontraba contra las cuerdas, y que no me habían ayudado mucho a concentrarme. Obviamente, no podía culparle: no controlábamos aquello.
-Ya ves, la humana a salvado el día por los pelos. - Comenté con aire jovial, pese a que los cortes recién vendados aún me escocían bajo las vendas. Leiftan se acercó para examinarme de cerca, buscando alguna otra herida, pero terminó suspirando con cierto alivio antes de clavar sus ojos en los míos.
-Cyn, yo...estaba realmente preocupado.
-Créeme que ya lo sé. -Había soltado el comentario sin pensar, y el chico apartó la mirada, avergonzado. Bien Cyn, tus habilidades sociales On Point como siempre. - Disculpa Leif, es solo que...no me gusta mucho esto de cotillear involuntariamente tus sentimientos. Es extraño.
-Lo sé, y te prometo que estoy buscando todo lo que puedo sobre el tema, pero de momento no he encontrado nada. 
-De acuerdo, de acuerdo. - De un brinco me levanté de la mesa sobre la que Ewelein me había hecho sentar para curarme las heridas, y me estiré para intentar desentumecer mis miembros doloridos. - Hazme un favor, vete a animar a Mathieu por mí. Creo que me voy a ir a dormir ya.
-¿Ya? -Leiftan tomó asiento sobre el catre, sin perderme de vista.
-Como he ganado, mañana tengo mi siguiente combate. - Intentaba sonar confiada, inflando el pecho mientras me llevaba la mano al corazón, pero en el fondo aquello no me hacía mucha gracia. Mi primera experiencia real de combate había ido bien, y no había sido tan traumático como cabía esperar, pero el ganar significaba seguir combatiendo. Y por mi parte, con un combate ya había tenido suficiente. Había hecho los cálculos y me esperarían por lo menos otros tres enfrentamientos más hasta llegar a la final. Lo cual era ser muy optimista, pero soñar era gratis. El muchacho me observaba con la preocupación escrita en el rostro.
-¿Vas a seguir combatiendo? 
-Sí, puesto que Míster-Necesitas-Luchar-De-Verdad decidió que tenía que venir aquí a entrenar. -Mascullé de mala gana, dejándome caer en el catre junto a él. Leiftan me miró de reojo, frunciendo el ceño.
-No creía que te importase tanto lo que Lance pensase o dijese.
-¿Q-qué? No es... -oh por el Oráculo Cyn, ¿te estás poniendo roja? ¿pero, TÚ ERES TONTA? -Me importa tres corkos lo que piense o diga o haga. Pero estoy harta de tener que escuchar como ÉL me alecciona. No tiene derecho. 
-¿Entonces?
-Quiero...quiero poder estar en mi guardia, Leif. - Suspiré, clavando la mirada en el paisaje urbano a través de la ventana. - Quiero saber defenderme sola, sin depender de que haya alguien para salvarme el culo.
Me giré para buscar la expresión del chico, que había permanecido en silencio durante unos segundos. Tenía la vista clavada en el suelo y ceño ligeramente fruncido; seguramente recordaba todas las veces que le había pedido ayuda para recuperar mis poderes.
-Yo...siento no poder ayudarte, Cyn...de verdad. Pero el verte en peligro...
-Lo sé, lo sé. - Repuse, dedicándole una sonrisa tranquilizadora pese a que seguía escociéndome su tozudez al respecto. No obstante estaba cansada y no me apetecía pasar por aquella discusión otra vez. A ver cómo digo ahora esto con delicadeza. - No es que no aprecie tu presencia, pero si lo vas a pasar tan mal...te pediría que mañana no fueses a verme. Va a ser mejor para los dos. 
El chico asintió, con la culpabilidad marcada en el rostro, y tras hacerme prometer que le vería después del combate del día siguiente, se marchó para dejarme descansar.


Tomé aire un par de veces antes de entrar de nuevo en el coliseo por la discreta puerta reservada a los participantes. El pasillo rodeado de antorchas que me había recibido la primera vez se abrió ante mí, aunque esta vez estaba algo más vacío; el bullicio y el ir y venir de los organizadores y de aquellos que esperaban su turno para luchar había disminuido considerablemente debido al avanzar de las rondas. Los pocos que esperaban allí, bien porque acababan de luchar, bien para hacerlo en la siguiente ronda, me miraban con escepticismo. Era ya una mejora; la primera vez que había pasado por allí había tenido que escuchar risitas y algún que otro comentario que me había hecho girarme sin miedo alguno al responsable y gruñirle. No había conseguido el efecto deseado, pero al menos prefería que me mirasen como a una loca que como a un cacho de carne. 
Lancé a mi paso miraditas a izquierda y derecha, pero esta vez nadie dijo nada; por desgracia, estaba tan concentrada en espantar a cualquiera que se me acercase que no pude evitar chocarme con alguien que se había cruzado en mi camino. Trastabillé a un lado, y tras unos aspavientos, conseguí no caerme. Las risitas no tardaron en hacerse oír.
Ni un solo día sin hacer el ridículo, gracias Oráculo por este don...
-Disculpa, no... - comencé, pero un brillo en el suelo atrajo mi atención. Me agaché para recogerlo, descubriendo que se trataba de un anillo.
-No tiene importancia. 
Me incorporé rápidamente, tendiéndole el anillo.
-Toma, tu...¿Eh? -La figura había desaparecido; miré a izquierda y derecha para encontrarme con que el improvisado público de mi reciente traspiés había vuelto a sus quehaceres, o al menos había apartado su atención de mí. Pude vislumbrar una silueta a contraluz ya en la puerta, pero un silbido me sacó de mi ensimismamiento: el combate iba a comenzar y yo seguía allí.
Miré de nuevo en dirección a la entrada, donde la figura había desaparecido; después miré el anillo. Era bonito, a decir verdad; dos aros dorados entrelazados. 
Pues bueno, para mí supongo.
Tras metérmelo en el bolsillo, eché a correr en dirección a la arena.


¿En qué momento creí que dejar que Lance tomase decisiones sobre mí iba a acabar bien?
-Mira qué tenemos aquí. ¿Te habías perdido, princesita?
Tragué saliva sin apartar la vista de la enorme mole de carne grisácea que se alzaba ante mí. Un orco. Era el primero que veía pero todo mi cuerpo estaba bastante seguro de que se trataba de eso, de un orco. Desde sus casi dos metros y medio de altura me observaba con una macabra sonrisa en el rostro. Su manaza derecha sujetaba una lanza tan alta como él, más gruesa que mi brazo y acabada en una afilada punta.
-¿No hablas, pequeña?- Su voz profunda y cavernosa retumbaba en el coliseo pese al ruido del gentío.
Inspiré entrecortadamente, intentando recuperar el aplomo y la compostura, o al menos, la voz.
Lance, te juro que te mato como salga de esta.
-Ya hablaré en tu funeral, bicho feo. -El orco me observó durante unos segundos antes de echarse a reír. Se oyó el silbato que daba comienzo al combate, y procedí a ponerme en guardia mientras recordaba lo que había aprendido luchando contra Jamon, Yvair, y demás gente por encima del metro noventa. Generalmente los bichos tan grandes solían ser muy lentos o torpes, así que lo primordial era esquivar y aprovechar su lentitud. Eso sí, a diferencia de con el duende de mi primer combate, tenía bastante claro que si me llegaba a rozar si quiera aquella lanza podría arrancarme un brazo sin problema. Las venas marcadas sobre sus bíceps ya me hacían sospechar que su fuerza bruta tenía que ser colosal. 
Venga Cyn, ya lo has hecho muchas veces, es solo pegar saltitos e incordiar, lo que mejor se te da y...
El silbido de la lanza cortando el aire me sacó de mis pensamientos; aunque bueno, quizá esa no fuera la mejor expresión. No estaba perdida en mis pensamientos, estaba completamente en guardia analizando mis opciones: simplemente el movimiento había sido tan rápido que no lo había visto. Por suerte la distancia me había salvado y el filo del arma había pasado silbando a escasos centímetros de mi nariz. Mi expresión perpleja le arrancó otra sonora carcajada a mi contrincante, que avanzó decidido en mi dirección.
¿Oráculo, estás ahí? Es un buen momento para venir a ayudar a tu elegida. 
Retrocedí, pero rápidamente me di cuenta de que cinco pasos míos equivalían a una zancada de aquella inmensa mole, por lo que si no quería acabar partida en dos, tenía que empezar a correr. Ya.
Venga Cyn, piensa, piensa, piensa...
Al trote, comencé a rodearlo para intentar atacar desde atrás, pero sin dejar de sonreírme de forma predadora el orco se giró siguiendo mi movimiento y volvió a cortar el aire con su lanza. Di un buen brinco hacia atrás para evitar que me partiese por la mitad.
¿Por qué demonios es tan rápido? ¿Por qué no me ha tocado un ogro feo y lento como a Karenn, y no este demonio?
Mi estrategia comenzó a basarse rápidamente en esquivar y huir, porque tras varios amagos dejé de plantearme siquiera el atacar. Como siempre, aquello jugaba en mi contra, porque me acabaría cansando yo antes que él, que lo único que hacía era girar sobre sí mismo y estirar el brazo para amenazarme con su imponente lanza. Ganar estaba descartadísimo, pero el verdadero problema era que ni siquiera sabía cómo perder sin perder de paso la vida.
Por el rabillo del ojo vislumbré una figura conocida en una de las primeras gradas: Leiftan. Maldecí para mis adentros; lo último que necesitaba ahora mismo era recibir sus hondas de estrés. Intenté ignorar su presencia, ya que hasta el momento no había sentido nada extraño.
-Veo que eres como un pequeño pimpel...va siendo hora de cazarte. -No sé qué me gustaba menos, el tono del orco o lo que iba implícito en esa frase: hasta ahora no estaba haciendo esfuerzos reales por acabar conmigo. Con espanto, observé como echaba a correr hacia mí.
¿Oráculo, me escuchas? Por favor haz que se tropiece, haz que se tropiece, haz que...
Con una última zancada, lanzó su arma con una fuerza desmedida en mi dirección; el Oráculo no parecía escuchar mis plegarias pero al menos mi cerebro tuvo el detalle de poner en práctica los frutos de mi aprendizaje con Landrah; agachándome, eché a correr contra el orco, esquivando la lanza y rodando sin problema por entre sus piernas. Aquello generó una buena nube de polvo que por desgracia solo me afectó a mí, pero me dio un tiempo precioso para incorporarme a la carrera y cargar contra la polvareda, con la esperanza de llegar hasta mi enemigo. Él, por su parte, había continuado su carrera hasta el muro donde ahora su lanza se hallaba clavada; la grieta que había dejado en la pared hizo que perdiese parte de la motivación que me estaba llevando a correr hacia a él, pero intenté no pensar en qué me pasaría si lograba darme. Aprovechando que estaba dándome la espalda, me lancé contra él: fue un ataque exitoso, ya que di en el blanco, una de sus pantorrillas, en la cual abrí un corte limpio del que empezó a manar una sangre blanquecina. Contuve una arcada que el miedo suprimió rápidamente al escuchar el gruñido furioso de aquel ser. El público gritó, enfervorizado al presenciar por fin algo de acción. De un tirón limpio mi oponente liberó su lanza de la piedra y sin girarse siquiera barrió a su alrededor. Tuve el tiempo exacto para tirarme al suelo y rodar, ya que la lanza limpió el espacio en el que anteriormente se encontraba mi torso. No había tenido tiempo de levantarme cuando de nuevo la lanza pasó describiendo un arco en la dirección contraria; el pánico se apoderó de mí al ser consciente de que me había acercado demasiado y ahora mismo ni siquiera tenía la posibilidad de ponerme en pie y huir sin arriesgar a que me partiese por la mitad. Tenía que crear una distracción antes de que el próximo recorrido de la lanza fuese a ras de suelo y me hiciese papilla. 
El orco dio un paso hacia mí, no necesitó más para colocar su enorme pie descalzo a mi altura. Dejando un pequeño reguero de sangre blanca a su paso, alzó el brazo que portaba el arma hasta lograr una altura casi irreal, claramente con el objetivo de dejarme clavada en el suelo. Sin pensarlo dos veces, tomé mi espada y la clavé trasversamente en uno de sus dedos, atravesándolo de lado a lado. Mi oponente soltó un grito de dolor, además de la lanza, que cayó a escasos centímetros de mí con un estruendo. Sin pararme a comprobar nada, tiré de la espada, que arrancó algo de carne al salir, y eché a correr.
Solo cuando llegué a la altura del muro contrario comprendí que no tenía dónde esconderme, ni a dónde huir. El orco por su parte había recogido su arma y corría en mi dirección, la furia hinchando cada una de sus venas. Miré rápidamente a izquierda y derecha, pensando en un plan, buscando alguna solución, pero la furiosa mole de carne ya estaba sobre mí.
¿Oráculo? Soy yo otra vez....este sería un buen momento para...
La lanza calló con todo su peso y con una velocidad vertiginosa, dejándome solo con la opción de cerrar los ojos, soltar la espada, cubrirme la cabeza con las manos y esperar el golpe de gracia.
Por tu culpa Lance, por tu culpa...pienso chivarme a tu hermano cuando lo vea en el más all-
Un ruido extraño, similar al crujido del hielo resquebrajándose me sacó de mi trance. Apartando un poco los brazos vi que la lanza se encontraba a unos treinta  centímetros de mi cabeza, detenida en el aire. Lo primero que pensé fue que mi adversario se había apiadado de mí, recordando esa norma insignificante por la cual no se podía matar. No obstante, al retirar del todo los brazos vislumbré, unos metros más allá, la expresión confusa del orco. Y luego lo vi:  casi transparente, un halo irisado me cubría como una cúpula. La lanza se había quedado encajada en aquel escudo mágico, y el crujir que se escuchaba era el que producía el propio escudo cuando el dueño del arma había intentado seguir empujándola hacia mi cabeza. 
Atónita, me giré hacia las gradas, buscando a Leiftan. Porque tenía que haber sido Leiftan. El chico me devolvió la mirada, igual de confuso que yo.
-¿H-has sido tú? - musité, perfectamente consciente de que no podía oírme pese a estar en la primera fila. Sin embargo, el patente desconcierto que podía sentir manar de él me estaba dejando claro que la respuesta era no. - ¿H-he sido yo?
Volví a centrar mi atención en el orco, que tras la sorpresa inicial parecía estar perdiendo la paciencia por momentos mientras tironeaba salvajemente de su lanza incrustada en mi escudo mágico, gruñendo y maldiciendo.
¿He sido yo? ¿En serio? Vamos a ver...
Sin apartar la vista de la lanza, di un pasito a la derecha, lo suficiente para apartarme de la trayectoria del arma. Después, dubitativa, hice un gesto con la mano en dirección a mi inesperada protección. El escudo parpadeó y de pronto desapareció, haciendo que la lanza quedase libre y que el orco, fruto del esfuerzo que estaba haciendo para sacarla, saliese despedido hacia atrás al no encontrar oposición.
-He sido yo...¡HE SIDO YO! ¡MIS PODERES HAN VUELTO! ¡CHÚPATE ESA, UNIVERSO! 
¡Tengo poderes, tengo poderes, tengo poderes! Chúpate esa Leif, CHÚPATE ESA LANCE, YA VERÁS CUANDO REGRESE Y...
Mi festejo no pudo extenderse  mucho más, ya que mi adversario estaba visiblemente más cabreado por aquel imprevisto, y con un rugido de ira, se lanzó de nuevo contra mí. El júbilo dio paso a la ansiedad, ya que desconocía si mis poderes habían vuelto del todo, y sobre todo, no tenía ni idea de cómo los había activado.
Venga bonitos, no quiero que me partan en dos...
Dubitativa, extendí las manos ante mí; no tenía claro si quería defenderme o atacarlo, o las dos cosas. Simplemente cerré fuerte los ojos y le prometí en silencio al Oráculo que si me sacaba de esta prometía portarme mejor y...bueno, hacer algo en su honor.
Para mi regocijo, una enorme burbuja brotó de la nada y englobó a mi adversario, levantándolo unos centímetros del suelo y deteniendo su avance.
Bueno, no es lo que esperaba, pero supongo que el pacifismo está bien...
Confuso durante unos instantes, cuando comprendió lo que estaba pasando comenzó a aporrear su improvisada cárcel, pero mis poderes parecían ser lo suficientemente resistentes como para mantener a aquella mole de carne e ira encerradito. Me giré hacia el público para hacer una reverencia, en vistas al fervor y griterío que había estallado en el coliseo. No había acabado de pavonearme cuando sonó el silbato que marcaba el fin del combate.
Esta vez sí que me sentía capaz, poderosa y victoriosa.



-¿Descalificada? ¿Por qué estoy DESCALIFICADA? - Mi tono había pasado de la sorpresa al enfado con asombrosa rapidez; quise echarle la culpa a la adrenalina que todavía corría por mis venas.
El organizador del evento, un tal Tíbar que por su aspecto deduje sería un elfo o un vampiro, se estrujaba las manos con patente incomodidad. Mi ligero estallido de ira le había hecho dar un respingo, y por primera vez me di cuenta de que la persona ante mí me temía; al menos, un poquito. No es que quisiese ser temida, pero nunca antes había recibido tal nivel de respeto como para tenerme miedo; la sensación era satisfactoria, aunque me recordé que aquello no era precisamente algo bueno.
-Disculpad, Salvadora, pero...hemos estado analizando la situación y no nos parece justo.
Estaba a punto de levantarme de la silla cuando la mano de Leiftan se posó ligeramente en mi antebrazo, pidiéndome calma. 
Tras mi clarísima victoria, Leiftan había acudido a mi encuentro para hablar de lo sucedido; no tuvimos sin embargo tiempo a intercambiar más que un par de palabras cuando un par de centinelas del coliseo nos pidieron que los acompañásemos. Parece ser que mi exhibición de poder no había pasado desapercibida, y entre los presentes había gente que había podido contemplar mi estatua y la del chico, así que rápidamente se extendió el rumor de que los salvadores de Eldarya estaban allí. Nos llevaron pues en presencia del organizador de todo aquel circo, un hombre de porte elegante y algo imponente, vestido con ropas lujosas y con el cabello pulcramente engominado hacia atrás. Pese a su apariencia, habían sido suficientes un par de gritos míos para que comenzase a sentirse incómodo; quizá Nevra debería de darle un par de clases.
La mano de mi compañero todavía sobre mi brazo me recordó que debía comportarme. Respiré hondamente.
-¿Qué no os parece justo?
-Sois...una de las criaturas más poderosas de Eldarya, Salvadora. -Alcé las cejas ante aquella clara muestra de adulación interesada, pero ante todo di gracias a que Nevra no estuviese allí porque seguramente no habría podido aguantarse la risa. -Vuestra presencia en mi coliseo es un gran honor, pero no me parece justo para con los demás participantes.
-Entiendo. - Asentí, pues no podía hacer otra cosa; no creía que fuese una opción decirle que no tenía poderes hasta hacía quince minutos. Tíbar relajó un poco los movimientos de sus manos, pero pese a todo la tensión seguía patente en su rostro.
-Siento de veras...tener que descalificaros, tanto a vos como a la Guardia, pero...
Me tensé en el sitio, volviendo a clavar la mirada en el pobre hombre, que se encogió un tanto.
Ah, no. Descalificar a la Guardia no. Nevra me asesina. Aunque... técnicamente sería culpa de Lance, y no mía, ya que fue él quien....no, no, descalificar a la guardia no.
Leiftan seguramente había sentido mi sobresalto, pues apretó un poco más su mano sobre mi antebrazo. Le lancé una mirada y el chico me correspondió con una sonrisa tranquilizadora, como ofreciéndose a intervenir. Sacudí ligeramente la cabeza y me volví de nuevo a Tíbar.
-Lamento el inconveniente que os haya podido causar, tanto nuestra presencia como mi participación no anunciada en vuestro torneo. -Hice una pausa tras la cual busqué emplear el tono más humilde e inocente que fui capaz de convocar dada mi escasa paciencia. - La Guardia no tiene culpa alguna; he sido yo quien les suplicó que me dejasen participar, ya que desde que oí de la existencia de este fantástico evento, no podía dejar pasar la oportunidad.
Mi interlocutor pareció relajarse un tanto, supongo que por los halagos y la miel de mis palabras. 
-Siento sinceramente el haber empleado mis poderes; mi objetivo era participar como una luchadora más, valiéndome solo de mi arma, pero...tuve un pequeño lapsus. Acepto mi expulsión, pero os rogaría que reconsiderareis la de la Guardia. Los logros de mis compañeros no deberían de verse empañados por mi error.
El alivio mezclado con incredulidad que Leiftan sintió ante mis palabras llegó hasta a mí, haciendo que me ofendiese un poco ante la falta de fe que parecía demostrar el chico hacia mi persona. Yo también sabía ser diplomática cuando quería; simplemente no solía querer.
Tíbar por su parte pareció meditarlo unos segundos hasta que concluyó que valía más la pena tener a los aengels contentos, así que finalmente cedió a mis palabras.
-De acuerdo. La Guardia permanecerá en la competición; para vos, Salvadores, os haré preparar un palco para presenciar el resto de los combates. - Se levantó y abrió un pequeño cofre que descansaba en una estantería tras su asiento. Sacó de él un par de anillos dorados, formados por dos aros ondulados y entrelazados entre sí.  Al verlos al trasluz se podían apreciar unos caracteres gravados en su parte interior, en alguna lengua desconocida para mí. Con solemnidad, nos tendió los anillos a Leiftan y a mí.
-Os ruego que aceptéis este pequeño obsequio como disculpa por las molestias y como agradecimiento por haber bendecido mi coliseo con vuestra presencia.
-¿Qué...? -murmuré, mientras tomaba con cuidado la joya y lo giraba con la mano; me resultaba familiar.  Leiftan, bastante más digno que yo, tomó el anillo y lo custodió con cuidado en su puño.
-Es una invitación para el banquete de la Dama Aïne. Solo deberían darse a los vencedores de los combates o a aquellos en nombre de los que participan, pero estoy seguro de que la Dama estará encantada de poder contar en su fiesta con la presencia de los dos aengels.
Oh....oh. 
-Muchas gracias por vuestro gesto, y disculpad si nuestra presencia os ha importunado. - Esta vez fue Leiftan el que habló, ya que yo seguía mirando anonadada el trocito de oro. Así que aquello era una invitación. LA invitación.
Oh.
Incapaz de articular palabra, dediqué una ligera reverencia de cabeza a Tíbar e imité a mi compañero, que ya se había puesto en pie y me esperaba para abandonar la sala.


Los tres días más que duró el evento resultaron bastante aburridos ya que sentarme en un palco a observar y ser observada no estaba entre mis planes. Aunque podría parecer mejor que arriesgar el pellejo en la arena, ahora que mis poderes parecían haber vuelto me sentía más respaldada a la hora de luchar. No había vuelto a usarlos pero notaba que estaban ahí, como una bolita de luz pequeñita y débil en mi interior; sería poco pero para empezar ya era una increíble mejora. Pese a todo, viendo a los demás combatir había llegado a la firme convicción de que continuaría puliendo mis habilidades bélicas, no fuese a ser que los poderes desapareciesen sin previo aviso, tal y como habían aparecido. 
Obviamente tuve que informar de lo acontecido al resto de mis compañeros, que se alegraron mucho por mí, en especial Nevra, que dijo que por fin me "había demostrado útil" al desaparecer de los combates con elegancia pero pese a todo lograr una de las preciadas invitaciones.
El anillo descansaba en mi anular derecho, aunque aún no había tenido el valor de confesarles que había otro oculto en el bolsillo de mi pantalón. Ya lo hablaría cuando llegase el momento.
En lo que a mis compañeros se refería, Mathieu aguantó un par de combates más que yo, pero terminó perdiendo; Karenn llegó a la final contra el campeón invicto, un mercenario por el que numerosos nobles se peleaban para que luchase por ellos en el coliseo y obtener así una codiciada invitación. Pese a la destreza y habilidad de mi amiga, no pudo arrebatarle el título; por suerte los tres primeros puestos obtenían la ansiada recompensa, si bien el ganar el torneo te proporcionaba una ingente suma de dinero junto con otros lujos que preferí no saber.
 

-Bueno, hemos conseguido lo que buscábamos. - Sentenció Nevra, visiblemente satisfecho con el segundo puesto de su hermana. Luego lanzó una mirada en nuestra dirección. - Y vosotros al menos habéis demostrado ser útiles...por una vez.
Leiftan entrecerró los ojos pero no dijo nada; yo posé de golpe la jarra de cerveza que me estaba bebiendo, ya algo achispada por el alcohol. Partiríamos rumbo a casa a la mañana siguiente; aquella noche Nevra nos había permitido el derroche de salir a beber una jarra de cerveza para celebrar el buen final de la misión. Ewelein había declinado la oferta, y Leiftan parecía estar arrepintiéndose de no haber hecho lo mismo. Por su parte Karenn observaba divertida el tira y afloja que me traía con su hermano, y Mathieu se había ausentado para hablar con unas chicas, ya que por lo visto su club de fans parecía estar expandiendo horizontes. 
-¿Por una vez? ¡Le estás hablando a la GRAN Aengel que con poderes y sin ellos HA GANADO TODOS SUS COMBATES! - Los ocupantes de la mesa contigua nos lanzaron una mirada intrigada, pero por suerte el bullicio del local tapaba bastante bien mis gritos. - ¡Si no me hubiesen descalificado, AHORA TENDRÍAMOS CINCO ANILLOS! Pero normal, me tienen miedo. Yo también lo tendría, porque...
-Tendríamos cuatro. -Me corrigió Nevra, que pese a intentar mantener el tono duro, no podía evitar una sonrisilla. -Deja de beber, ya ni siquiera sabes contar.
-Me sorprende que tú, Conde Draco, seas el que no sabe contar, tendríamos cinco porque...-de pronto caí en la cuenta de que la existencia del cuarto anillo no era de conocimiento público. - Ups.
Nevra entrecerró los ojos.
-¿Cyn?
-¿Nevra? - Repetí, observándolo inocentemente desde el borde mi jarra, a la que le di un sorbito ausente.
-Ahora tenemos tres anillos, ¿no es así, Cyn? - El chico me observaba atentamente, al igual que nuestros dos acompañantes. Leiftan fue el primero en comprender qué estaba pasando, y me miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.
-¿Has robado un...?
-Eh, eh, eh, yo no he robado nada. Acusar a la Salvadora de hurto, ya te vale Leif. - Y tras posar la jarra, revolví en mi bolsillo hasta obtener la joya, que deposité encima de la mesa, para sorpresa de los presentes. 
-¿Y de dónde ha salido?
-Se le cayó a alguien. -Karenn soltó una carcajada ante la simplicidad de mi respuesta; su hermano sin embargo me observó fijamente durante unos segundos que se me hicieron eternos. Finalmente, suspiró.
-Guárdalo, por el Óraculo, que nadie lo vea. Lo último que quiero es que no nos dejen salir de aquí por tu culpa.
-Creo que lo quieres decir es "gracias por tu inestimable contribución a esta misión". -Repliqué, pero el chico se limitó a, efectivamente, poner los ojos en blanco. Satisfecha, le di otro trago a mi cerveza, sin apartar la vista del vampiro, que se había levantado para irse.
-Gracias Cyn por tu infalible capacidad para complicar y facilitar las cosas al mismo tiempo.
Sonreí, viendo como se alejaba.
-Lo sé, es un don.


FIN~~

***EDITO:
No puedo dejar esta entrada sin incluir en ella el maravilloso dibujo que Ella ha hecho de la escena de lucha entre Cyn y el orco. Aquí os dejo la obra de arte para bendecir vuestros ojos, créditos a su fantástica creadora, Ella! No acabo de superarlo, lo siento, me encanta, mil gracias <33





Y esto es todo de momento!
"Va a ser un fic corto", dije. "Es solo una intro del fic largo que quiero escribir", dije. Y me han salido casi 38 páginas, perdón! De todas formas espero que os haya gustado o al menos entretenido un rato, ya sabéis que no mido cuando escribo XD 
Como siempre, espero vuestros comentarios e impresiones, tanto sobre el fic como sobre mi decisión de ponerme a escribir una historia más o menos consistente y continuada~ Y como siempre, sugerencias, ideas, y demás, siembre son bien recibidas!

Esto es todo por el momento, gracias por leer <33
Nos leemos! 

15 comentarios:

  1. Dime que el cuchillo que utilizaron para cortar el pan de Landrah iba por fuera de la bota y no tocando el pie.

    De no ser así, tremenda tostada de cabrales se han metido entre pecho y espalda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te diré que sí, va por dentro, pero es una bota alta así que el filo no llega al pie (??????????)

      Eliminar
  2. Oooh, saber que hay tantos capítulos por leer me llena de determinación!

    Me encantan las reacciones de Cynn y sobre todo de que no hayas borrado la existencia de Valkyon del mapa. Quiero saber más de Yvair, me ha caido genial, parece sin duda tener más que aportar que Matthew (aunque también habrá que ver como lo desarrollan con el tiempo).

    Y por fin Nevra ha dado las gracias a Cynn. De forma sarcástica, pero cuenta igual. Otra batalla ganada. ¿La siguiente contra Lance?

    Tengo una duda, ¿os habeis planteado dónde estará (o si estará) la tumba de Valkyon? No tiene nada que ver con el episodio, simplemente me pregunto cuales son las teorias de otras personas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te admito que me he asustado un poco con lo de "tantos" porque de momento hay dos, pero haré lo que pueda XDD

      Me alegro mucho de que te haya gustado tanto el detalle de Valk como uno de mis personajes (?) y sobre batallas, seguramente Lance caiga pronto (?)

      Pues sí, la verdad es que no nos han dicho nada pero yo había dado por hecho que estaba Memoria, no sé si lo dicen en algún momento o me lo he inventado yo

      Gracias por leer y comentar~~

      Eliminar
  3. Ay Chica, siempre he amado como escribes. Y más amo cuando creas estos escenarios, me rio mentalmente a carcajadas de los pensamientos de Cynn y siempre me ha gustado cómo abarcas la historia de manera diferente a la prota que tiene Eldarya. sí que si escribes otro y otro y son de 2000 páginas con gustazo las leeré

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Significa mucho para mí leer eso, de verdad, así que muchas gracias <3 Es un placer saber que escribo para lectores tan buenos y agradecidos, jo ;;
      muchas gracias por tus palabras <3

      Eliminar
  4. Por supuesto que quiero historia oficial!!! Ya quiero la continuación. Es verdad que es largo, pero al leerlo se hace corto, ya quieres saber cómo continúa la historia
    Por cierto xD me ha encantado como ha acabado éste episodio, es básicamente un resumen de cómo es Cyn
    "-Gracias Cyn por tu infalible capacidad para complicar y facilitar las cosas al mismo tiempo.
    Sonreí, viendo como se alejaba.
    -Lo sé, es un don."

    A la espera de un siguiente capítulo (pronto proooonto, sabes que tu también quieres publicarlo EWE)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tomo nota!!
      (claro que quiero publicarlo, pero antes debería de escribirlo completo y soy un poco lenta, PERO descuida que pronto estará)
      Muchas gracias por leer y comentar!

      Eliminar
  5. Me emociona saber qué hay más por leer, me gusta mucho cómo escribes y la historia está siendo cada vez más interesante, además de que las reacciones de Cyn son muy divertidas y entretenidas, me gusta mucho~ No puedo esperar a leer la continuación, muchas gracias Lyn <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus palabras, me alegra muchísimo leer que os gusta <33 gracias a ti por leer y comentar, nos leemos pronto!

      Eliminar
  6. Bueno, creo que es la primera vez que comento algo realmente estando al día, porque en general llego tarde a todas tus publicaciones XD. Me encanta como escribes, la forma de desarrollar las historias de este segmento y la manera de ser de Cyn es simplemente exquisita de leer. Me leí los dos Fics de sopeton y me quede con ganas de mas! Tal como comentaron arriba la extensión no debería preocuparte siendo una escritora tan buena! muchas gracias por alegrarme la tarde! y porfa no te detengas, Nos leemos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tranquila, aunque comentes fuera de fecha los leo igual <3 muchas gracias por tus palabras, me alegro de saber que os gusta! Gracias a ti por pasarte a leer y a dejar tu comentario, nos leemos pronto!

      Eliminar
  7. Hola Lyn!
    He perdido el comentario que te dejé 😅 así que respondo por aquí.
    Como ya te dije, me encanta como escribes y me inspiraste a intentar dibujar la escena de lucha contra el orco. Te he mandado el dibujo al correo que tienes en este blog. No sé si lo miras a menudo, así que para que lo sepas! Espero que te guste 😊😊
    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  8. Gracias por tu comentario, Lyn!! ><💕

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. PRECIOSO DIBUJO ELLA!! Agradecimientos de ésta fan del ficx3
      Mi también me inspira mucho el fic a dibujar xD hagamos realidad el sueño de un dibujo por capítulo~ *llueven corazones y estrellitas de anime*

      Eliminar