lunes, 24 de diciembre de 2018

Randomdarya: Feliz Navidad~


Hi again!
Bueno, qué contaros que no sepáis, estoy recuperando de mi resaca de exámenes y esas cosas, así que pasemos al cogollo del meollo.

Pues bueno, hoy es Nochebuena y mañana Navidad, así que he decidido sacar 4 horitas tardo tanto en escribir porque me desconcentro hasta con mi propia respiración  para escribir 4 tonterías y que tengáis algo que leer si os aburren un poco estas fiestas~
El año pasado no había hecho nada el año pasado fue una mierda, así que este año toca hacer un poco el ridículo por aquí~
Ya os daré más la tabarra con la entrada de propósitos la semana que viene. En fin.
Como siempre bueno, os pido perdón por las estupideces y demás que váis a leer, espero que al menos os saque una sonrisa. Vengo otra vez con mi gardi Cyn, disfrutad de sus problemas mentales~

En fin, disfrutad del relato y de las fiestas!~

~~NAVIDAD~~:

-Cuidado, que voooooy.!~ - canturreé mientras avanzaba prácticamente a ciegas por el pasillo del QG, los brazos cargados de bultos que me impedían toda visión de lo que se encontraba ante mí. 
La Navidad había llegado a Eldarya - y suponía que a la Tierra también- y para mi gran alivio, esta vez sí que celebraban algo en aquel mundo extraño. No como en Halloween. En fin, en realidad lo que celebraban era el solsticio de invierno o algo así, pero fuese lo que fuese, me daba al menos una excusa para decorar el QG y vestirme navideñamente sin que la gente me juzgase demasiado por ello.
A decir verdad, en la Tierra nunca había sido muy navideña, así que lo que me impulsaba a pasearme por el QG colgando bolas, lazos y regalos de aquí y allá era más bien la agradable sensación de perturbar la calma del QG y poner de los nervios a Miiko, Ezarel, y a cualquiera al que pudiese esclavizar para que me ayudase a adornar abetos.
Un golpe seco me sacó de mi canturreo navideño e hizo que la caja cargada de bolas de cerámica temblase peligrosamente. Grité espantada mientras intentaba recuperar el equilibrio, la persona con la que había chocado también gritó, me asusté aún más si cabe, y la caja hizo ademán de esparcir todo su contenido.
-AAAHHHHH, ¡¡¡¡Las bolaaaas!!! - exclamé, y en un intento de salvar mi delicada carga aterricé en el suelo, sujetando aún firmemente la caja y frenando con los dientes. 
-AAAHHH!!! -el grito fue acompañado del ruido de la cerámica partiéndose en pedazos contra el suelo.
-¡¡MIS BOLAS!!! -Grité  impotente al escuchar como el trabajo de una semana se hacía añicos.
Cuando me hube recuperado del shock, el golpe, el susto y el disgusto, asomé la cabeza sobre la caja que aún mantenía bien sujeta, para ver a Nevra en el suelo, cubierto de trocitos de cerámica con cierta cara de trauma mientras se mesaba la cabeza.
-Ay...Cyn...creo que me has dejado sordo... - masculló, mientras se sacudía la cerámica de los hombros. - Sé que hago gritar a las chicas, pero no en este contexto. Tienes que dejar de gritar cada vez que nos encontramos...¿qué es todo esto?
-ESO eran bolas de cerámica para decorar los árboles del jardín. ERAN. -Repliqué, poniéndome de pie y examinando aquel estropicio. Me acerqué al vampiro para quitarle los fragmentos que reposaban sobre sus cabellos. Nevra intentó lanzarme una sonrisa socarrona, seguramente interpretando mi acercamiento como una muestra de preocupación. En realidad solo tenía esperanza de que alguno de aquellos trozos pudiese pegarse y quería recuperar el máximo posible. 
-No te preocupes, estoy bien. -Contestó al sentir mis manos pasearse con cuidado por sus cabellos.
-No me preocupaba, gracias. Vamos a ver, ¿es que no miras por dónde vas? ¿Tienes el parche en el ojo que no es o qué?
-Creo que eres tú la que no debería ir cargando con cosas peligrosas por ahí.
-Tienes razón, peligrosísimas bolas de Navidad. -Repliqué con ironía. Mientras revolvía entre sus cabellos para quitarle toda la cerámica, me topé con un pequeño fragmento que parecía clavado en su cabeza. Tantée el pelo del vampiro, y mis yemas se tiñieron de pequeñas motas rojas. - Ups.
-¿Ups?
-Creo que será mejor que te vea Ewelein. 
-No me digas que se me ha clavado una de tus peligrosas granadas de Navidad.
-Son bolas, b-o-l-a-s. Y me has roto por lo menos seis. -Concluí, mientras abandonaba mi intento de recuperar fragmentos de cerámica y volvía a recoger mis cajas. - Una semana estuve haciéndolas,  ¡UNA semana! Y eso sin contar los 20 primeros intentos que salieron mal. En este mundo nunca puedo tener cosas bonitas. Venga, te acompaño a ver a Ewe.
La elfa abrió la puerta de la enfermería para encontrarse con un Nevra sobre cuyo ojo sano ya corría un fino reguero de sangre, y a mí cargada de cajas.
-¿Qué ha pasado?
-¡SE ME HA ABALANZADO! - gritamos los  dos a la vez, ante la mirada escéptica de Ewelein. Tras muchos aspavientos y explicaciones, conseguí huir de allí antes de que me cayese un sermón, y me fui al jardín con mi preciada carga. Allí me esperaba Jamon, al que había convencido sutilmente y con éxito para que me ayudase en mis preparativos decoradores. El ogro, seguido de un tropel de niños del refugio, recibieron encantados mis instrucciones de decorar los árboles con aquellas delicadas bolas. Me costó mucho tiempo y paciencia explicarles que si me ayudaban, un viejo señor gordo y con barba les traería caramelos por haber sido buenos. No obstante, puesto que desde Halloween ya se me conocía como la humana loca, nadie intentó preguntarme nada y se limitaron a darme la razón, sin importarles mucho quién les daría los caramelos mientras se los diesen.

Taché esa tarea de mi lista mental de quehaceres navideños y pasé a la siguiente y arriesgada aventura: ir a la cocina.
Tras la afrenta hacia Karuto y los de su especie en mi última contienda, los ánimos se habían calmado un poco y aunque el sátiro me había retirado la palabra y me pagaba con su fría indiferencia, al menos me dejaba entrar en su territorio y me daba de comer. Mi misión ahora era recoger todas las galletas que Alajea, Colaia  y Karenn me habían ayudado a preparar. Las chicas habían sido casi el único sector que se había mostrado entusiasta ante la idea de celebrar la Navidad, y habían logrado acaparar la cocina durante un par de días para hacer galletas para TOOOODOOO el QG. La mayor parte la habían llevado ya para repartirla por el refugio, pero del resto me encargaba yo.
-¡Hola Karuto! -canturreé alegremente. Por toda respuesta recibí una mirada que bien podría haber atravesado mi carne hasta mi mismísima alma. Sonreí ligeramente asustada. - Eh bueno..yo...las galletas...ya sabes. No tardo.
Me apresuré a recoger los botes llenos de galletas y me dispuse a abandonar la cocina a toda velocidad sin causar ningún problema. Cuando estaba a punto de salir, uno de mis brazos rozó una cacerola en precario equilibrio sobre otras. No fue más que un leve golpecito, pero aquello desencadenó un efecto dominó a la par hermoso y ruidoso. No me quedé a ver cómo acababan de caer todas y cada una de las cacerolas de Karuto, y eché a correr con los tarros bajo los brazos, como Indiana Jones huyendo de la bola de piedra. 
Cuando franqueaba la puerta en dirección a mi habitación, escuché lo que pareció mi nombre rugido entre todo el estruendo cacerolil. 
-Vaya...un mes más sin comer caliente. - Suspiré.
Cuando creía que el peligro ya había pasado, un nuevo grito se escuchó en el pasillo. Avancé con cautela para encontrarme a Chrome sentado en el suelo, junto a los restos del genocidio de bolas de navidad, intentando sacarse lo que parecía un trozo de cerámica clavado en su planta del pie.
-¿Chrome, se puede saber qué haces?
-¡¡Me he llenado los pies de esta mierda!!
-¡EH, un respeto a mis bolas caídas en batalla!!
-¿Tus qué? Espera, ¿todo este estropicio es tuyo?
-¡¡Antes de que Nevra me atacase no era ningún estropicio, era ARTE!! -Repliqué, alzando el mentón con orgullo. 
-¡Pues tu arte se me ha clavado en los pies! -Gruñó el lobito.
-¡Es que cómo se te ocurre ir descalzo por el pasillo! -Me defendí.
-¡Es culpa tuya por no recogerlo!
-¡¡Es culpa de Nevra por empujarme y tirarlo!! - Grité, casi fuera de mí. Una vocecita dentro de mí me decía que aquello era totalmente antinavideño, y que en una época como esta debería estar repartiendo paz, amor y misericordia, y no hiriendo gente, huyendo de Karuto y gritándole a Chrome. La culpa era suya, por obstaculizar mi buena voluntad.
-¿Se puede saber a qué viene tanto grito? -Leiftan salió de su habitación para encontrarse con todo un cuadro. 
-Chrome se ha hecho daño por ir descalzo por ahí y todavía quiere echarme a mí la culpa. 
-¡No me habría hecho daño si hubiese recogido esto!
-¡¡Que no ha sido culpa mía!! -Repliqué. Miré de reojo a Leiftan, que seguía paseando la mirada de uno a otro, probablemente arrepintiéndose de haber salido de la comodidad de su habitación. Tomé aire. Leiftan era muy fácil de ganar, parecía tener debilidad por las humanas indefensas, tenía que jugar bien mis cartas. - Siento que te hayamos molestado, Leif. Es que estoy muy estresada preparándolo todo y se me han roto las bolas de Navidad, y todavía tengo que preparar estas galletas y quería hacer un montón de cosas navideñas pero nadie me quiere ayudar y no tengo mucho tiempo y ...
La mirada de Leiftan se dulcificó un poco ante un atónito Chrome que seguía lanzando miradas asesinas a los restos de cerámica que cubrían el suelo.
-Puedo ayudarte yo si quieres, tengo un poco de tiempo libre.
-¿En serio? ¡Me haría muy feliz! -respondí intentando poner mi mejor expresión de muchacha pura y sincera. Aunque claro que me haría feliz que me ayudase a envolver todas aquellas galletas. -Leif, te daría un abrazo pero tengo que sujetar los tarros, así que...
De puntillas, deposité un pequeño beso en la mejilla del chico, afianzando así la confianza ciega del pobre lorialet en mi pureza y en mis buenas intenciones. Leiftan se sonrojó levemente, carraspeó y tras ofrecer que fuésemos a mi habitación para ponernos a trabajar, se dirigió a Chrome.
-Chrome por favor, recoge todo esto. Si Miiko lo ve se enfadará, y alguien podría hacerse daño.
-Cla...espera, ¿qué?! - El chaval paseó la mirada de la expresión seria de Leiftan a mi sonrisa inocente que ocultaba mi regodeo interno por haberme librado de la tarea. - ¡Pero si yo no he sido! ¡Ha sido ella! 
-Chrome...-comenzó Leif, y pese a que no había amenaza en su tono, el lobito se tragó sus palabras y su bilis y se marchó a grandes zancadas a buscar una escoba mientras maldecía, probablemente contra mí.

Con toda la inocencia posible, invité a Leiftan a pasar a mi habitación y nos colocamos en la alfombra para comenzar a repartir las galletas. Mi idea era hacer montoncitos de 5 y envolverlos en unas preciosas servilletas rojas que había tomado prestadas de la cocina, todo cerrado con un lacito blanco. Muy navideño. Le conté mis planes festivos a Leiftan, que parecía encantado de poder ayudarme a preparar las galletas y hasta se ofreció de repartir él los caramelos a los niños del refugio que me estaban ayudando con las decoraciones.
Tras una muy productiva hora envolviendo galletas, logramos acabar con nuestro cometido y Leiftan se marchó alegremente a repartir caramelos a los niños, sin hacer muchas preguntas sobre de dónde había sacado aquel saco lleno de dulces. Intenté sin mucho éxito convencerle de que era mejor que se vistiese de rojo y se pusiese una barba postiza, pero visto que el muchacho no entendía muy bien el concepto de "Papá Noel", me conformé con decirle que les diese caramelos solo a los niños que habían sido buenos.
Por mi parte, comencé a colgar las bolsitas de galletas de las puertas de los dormitorios, como pequeño presente navideño. Todo transcurrió sin altercados, aunque Chrome se comió su bolsa antes de lo previsto y me chantajeó para que le diese otra por los "problemas causados", y Miiko me gritó como si no hubiese un mañana cuando me vio rozando el pomo de su puerta. Por suerte conseguí explicar que eran galletas antes de que me calcinase en el sitio por intento de allanamiento de morada, y la kitsune se fue muy contenta con sus galletas.

Pasé pues a la siguiente y última fase de mi plan: decorar un poco el hall con guirnaldas y demás cositas. Había robado lazos, cascabeles y cualquier cosa que brillaba y tenía casi todo preparado menos un elemento crucial: el muérdago. No tenía ni idea de dónde podría encontrarlo, y me negaba en rotundo a entrar en el bosque sin acompañamiento una vez más, así que me dirigí al único lugar dónde podría encontrarme con hierbas y demás dentro del QG: el laboratorio.
Aunque mi plan original era entrar y salir en modo ninja, me lo pensé dos veces: levantaría menos sospechas que me comportase como una personal normal por una vez. Aunque bueno, ya levantaba bastantes sospechas que visitase por iniciativa propia al Reino de Ezarel.
Llamé educadamente a la puerta, sin respuesta. Volví a llamar una vez más, y tras esperar los 10 segundos de cortesía, abrí la puerta.
-¿En tu mundo no os enseñan a no entrar sin permiso?-me espetó el peliazul, que estaba frente a la puerta, probablemente dispuesto a abrirme antes de que hubiese irrumpido.
-He llamado. Dos veces. Creí que no había nadie.
-Y por eso ibas a entrar, ¿verdad? -comentó Ez, alzando una ceja, sin moverse ni un ápice para impedir que irrumpiese en la estancia.
-No iba a entrar. Iba a dejarte estas galletas aquí y me iba a marchar. -Me defendí, usando las galletas como escudo. Ez alzó la otra ceja.
-¿Qué estás tramando?
-Yo no tramo nada, yo organizo. Podrías ser un poco más amable Ez, ya es Navidad. -canturreé, y me acerqué al elfo hasta quedar a escasos centímetros de él.
-Ah sí, ese cuento tuyo para hacer el loco. Los humanos tenéis excusas muy raras para poder perder el tiempo cada 3 meses. 
-Se llaman fiestas, aunque dudo que tú comprendas el concepto, elfo. -Contesté desafiante, con una sonrisa en la cara.
-¿No deberías estar haciendo galletas, humana? Karuto te busca otra vez.
-¿No deberías estar ayudando a preparar regalos, elfo? Papá Noel te busca.
-¿Qué? -Ezarel volvió a enarcar una ceja, y me permití una sonrisa de satisfacción pese a que no hubiese entendido mi referencia.
Franqueé al elfo y me paseé con aire ausente por la estancia, aparentemente sin rumbo ni objetivo, pero buscando con la mirada algo que pudiese ser muérdago.
-Un señor gordo, vestido de rojo y con barba que reparte regalos cada 24 de diciembre gracias a su trineo tirado por renos voladores y a sus elfos ayudantes. Aunque siempre que pensaba en los elfos, me los imaginaba más simpáticos que tú...-me llevé un dedo a la barbilla, pensativa. -La verdad es que tú tienes más pinta de Grinch. ¿Qué estás haciendo aquí en el laboratorio? ¿Planear cómo robar la Navidad?
Ezarel cortó mi paseo por entre las estanterías y sujetándome por la barbilla acercó su rostro al mío.
-No sé que haces aquí, pequeña Cyn, pero estoy muy ocupado. S...
-Claro, claro, acabar con la Navidad tiene que llevar su tiempo.
-Cyn...-comenzó, con cierto tono amenazante.
-Hoy estás más seco que de costumbre, Ez. Toma, ten galletitas.- Corté, plantando la bolsita frente a sus narices. El elfo me miró escéptico pero la tomó de todas formas.
-¿Les has hecho algo?
-¿A las galletas? Descuida, tengo principios. Si quisiera envenenarte habría esperado a otra fecha menos señalada. Pruébalas, están buenas. - Dije, encogiéndome de hombros. Mi mirada ya había localizado lo que parecía un ramillete de muérdago encima de la mesa. Mientras el elfo examinaba con paciencia mi obra de repostería me acerqué disimuladamente y colé el ramo en uno de mis bolsillos. - En fin Ez, me tengo que ir, todavía tengo que salvar la Navidad y todas esas cosas. Disfruta de las galletitas.
Y sin esperar respuesta, salí triunfante con mi ramillete de muérdago.

Dediqué las dos siguientes horas en pasear una escalera por el hall mientras colgaba de las puertas y barandillas guirnaldas, lazos y ramas de abeto. Por último tomé la rama de muérdago, le puse un bonito lazo rojo y lo colgué del dintel de la puerta que daba al pasillo de guardias. Tras una exhaustiva sesión de decoración, el QG parecía por fin preparado para  las fiestas. Intenté no pensar mucho en que después todo eso lo tendría que recoger yo, y me centré en cosas más importantes, como por ejemplo, dónde demonios estaba Valkyon.
No lo había visto en todo el día, y todavía necesitaba explicarle la dinámica del muérdago, por si pillaba la indirecta y estas Navidades, por fin, yo obtenía un buen regalo.
Primero decidí dar un tranquilo paseo por el exterior para comprobar de paso los frutos de mi esfuerzo, y aunque me encontré muchos árboles decorados con las bolas navideñas, también me topé con un enorme saco lleno de pedazos de cerámica. Intenté controlar el tic en el ojo derecho mientras pensaba que quizá no había sido buena idea dejar algo tan delicado en manos de niños.  Mi tranquilo paseo acabó derivando en carrera nerviosa al ver que ya se hacía de noche, y no había ni rastro de mi jefe de guardia. 
Volví al interior del QG, casi ofendida y dispuesta a ir a su habitación y sacarlo a rastras para que admirase mi trabajo -y mi muérdago- cuando me topé de frente con un Ezarel colérico, por no variar.
-¡TÚ!
-¿Yo?
-¡Me has robado el muérdago!
-Robar es una palabra muy fea Ez. -Comencé, con aire precavido. Solo me faltaba que se llevase mi única esperanza de contarle una milonga a Valkyon para ver si así se atrevía a dar el paso. - Solo lo he sacado de tu oscuro laboratorio y le he puesto un lacito para que la gente lo admirase. 
-¿Dónde lo tienes?
-¿Yo? ¿El muérdago dices...? - Dije, intentando entorpecer el avance del elfo. - Venga Ez por favor, es una plantita de nada. Mañana lo tendrás de vuelta en tu laboratorio. Solo está decorando, no hace daño a nadie. Poooor faaaaaavoooor....
-Mira, pequeña humana, no es "una plantita de nada". Al menos no aquí. Es un asunto serio.
-¿Ah sí?- comenté con aire distraído, al ver que Valkyon por fin aparecía al final del pasillo. 
-Es una planta muy poderosa, potencia pociones de amor e incluso sola tiene mucho poder. Está prohibido usarla y mucho menos dejarla por ahí decorando. ¿Tienes idea del caos que puedes generar?
Mi mente se iluminó ante la idea de que solo esa planta pudiese ayudarme DE VERDAD a avanzar con mi jefe de guardia. Lancé una mirada sobre el hombro de Ez, Valkyon parecía estar admirando la decoración navideña, cerca del punto estratégico del famoso muérdago. 
-¿Ah, en serio? Ay lo siento mucho, no lo sabía...ahora mismo vamos a buscarla, déjame...
-¿Ez, esto es muérdago? - se escuchó a Valkyon al fondo del pasillo.
-¡NO! -grité, pero Ezarel ya había girado sobre sus talones. Sin poder hacer nada, vi como Ez sujetaba el ramillete con dos dedos, como si su mero tacto fuese a volverlo loco, y se iba con ella tras darle las gracias a Valkyon y lanzarme una mirada de odio.
Suspiré.
Valkyon se acercó a mí, y malinterpretando mi reacción, posó una mano sobre mi hombro.
-Me imagino el susto que te has debido de llevar al saber que era muérdago, ¿Verdad? Podría haber sido terrible. Dicen que solo con rozar a una persona sobre la que quieres influir bajo el muérdago, esa persona queda prendada de ti. 
Lancé una mirada lánguida a Valkyon, que ignoraba la verdadera razón de mi expresión de horror.
-¿Lo dices en serio?
-Sí. No sé quien lo habrá puesto ahí, pero menos mal que lo he visto ha tiempo y Ezarel se lo ha llevado. Quién sabe qué hubiese podido pasar. ¿No te alegras?
-Yo...
-Imagínate, un gesto como este -hizo ademán con la cabeza a la mano que posaba sobre mi hombro. - Hubiese hecho que perdiese la cabeza por ti. Me alegro de que no hayamos tenido que pasar por eso, habría sido muy difícil de solucionar.
-Creo que quiero llorar...-murmuré, ante un Valkyon un poco confuso. Lancé una mirada llena de pesar en la dirección en la que se había marchado Ez. 
-Ha sido todo un alivio, ¿Verdad? En fin, Cameria me ha dicho que me buscabas, ¿Qué querías enseñarme?
-... .... ¡¡¡EZAREEEEEL!! ¡Espera, Ezarel!! ¡Te pagaré! ¡Haré lo que sea, pero devuélveme eso!-Grité, mientras corría desesperada tras el elfo.
Tendría que poder salvar mi Navidad aún.



Enn fiiin~ esto es todo~~
Espero que os haya gustado, o que al menos os haya tendido entretenidos un ratito~ Os diría que si queréis podéis tirarme piedras, pero no me parecen fechas muy apropiadas para ello.
En fin, vuestros coments, sugerencias e ideas para Randomdaryas son siempre bien recibidos~~

Disfrutad de la noche, Feliz Navidad y Felices Fiestas~~!!

See you~~ 








5 comentarios:

  1. (¿No deberías estar haciendo galletas, humana? Karuto te busca otra vez.
    -¿No deberías estar ayudando a preparar regalos, elfo? Papá Noel te busca.
    -¿Qué?)
    Simplemente genial! XD

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  2. Oh por dios como te amo! <3
    me encantan tus tonterias xD siempre me sacas una sonrisa <3 :´)

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  3. Te amo lyn!!! Nunca fallas en escribir una muy buena historia ❤. Felices fiestas!!!! ��❤��

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  4. No sabes como amo las desventuras de Cyn xD
    Enserio gracias por esto me has alegrado el día

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  5. Vaya si, fue divertido leer la mini historia :3 y que divertido que el muérdago resulte ser tan peligroso xD

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