domingo, 14 de febrero de 2021

Randomdarya. San Valentín 2021

 

 

Hi again, queridos míos!

El año pasado no hubo relato de San Valentín, y en general apenas hubo relatos de nada porque estaba demasiado ocupada con los estudios y la Vida Adulta.
Spoiler: la vida adulta me ha pasado por encima y me aplastado

En fin, como me he prometido involucrarme un poco más con el blog y como tampoco se puede salir mucho de casa, así al menos empleo en algo el tiempo  aquí me tenéis, un año más, con un pequeño fic eldaryano con motivo de la fiesta de San Valentín.  Aprovecho para agradeceros de nuevo a todos los que votasteis en la reñidísima encuesta que puse en Twitter sobre la ambientación del fic fans de Lance, tranquilos, ese fic caerá igual tarde o temprano, tiempo al tiempo. El tema que salió elegido fue: Eldarya The Origins! Porque todos estamos muy melancólicos y echamos de menos a Ez, a Valkyon, y a la cordura de Nevra.

Como ya sabéis, no me gusta mucho escribir romance no me encuentro cómoda peeeeeeeeeeeero sé que es San Valentín, el día del amor, etc, etc, etc, así que he hecho un esfuerzo y os he escrito Algo Medianamente Romántico. 
Medianamente porque sigo siendo yo y sigue siendo mi Gardienne, así que la tentación de volver a escribir sobre hacerle la vida complicada a Ezarel era demasiado fuerte. Sin más spoilers, espero que disfrutéis de este fic mix entre Romance y Mi Cyn Haciendo De Las Suyas.

Disclaimers: pues el romance obviamente será con Valkyon porque todos le queremos mucho y lo echamos mucho de menos y la verdad, nunca había escrito algo romántico con él y mira, así cuando haga la ruta Lance serán cuernos en toda regla sasjjsksjd perdón



En fin, al tema, espero que os guste <333:

Eldarya San Valentín 2021



-Buenas, Cyn. Vengo a devolverte esto, alguien ha debido de meterlo por error por debajo de mi puerta. - Alcé los ojos del libro que estaba leyendo (un complicadísimo tomo de cocina eldaryana) para toparte con el sobre de papel rosa, desgarrado por su parte superior, que Ezarel me tendía.
-¿Eh? Ah, no, es para ti. - Repliqué, con genuina inocencia. El elfo puso los ojos en blanco mientras chasqueaba la lengua.
-No me digas. Me niego.
-No te puedes negar, Ez. - Cerré calmadamente el libro mientras me incorporaba.
-¿Ah no? ¿La humanita va a obligarme? - Me dedicó una sonrisa socarrona mientras colocaba cuidadosamente el sobre sobre mi cabeza. - Ya he acabado lo que venía a hacer. Si me disculpas, ...
-No, no, no, ahora me vas a escuchar. -Le corté, plantando mi índice sobre su pecho. El elfo me miró con cierta molestia al ver que la distancia entre nosotros se había recortado peligrosamente, pero no dijo nada, intentando mantener su expresión de desagradable superioridad inmutable. - Estoy hartita de partirme el lomo intentando alegrar la vida del QG en cada festividad. Siempre me mato trabajando por vosotros y todo acaba saliendo mal, me acaban gritando, alguien lo estropea todo o simplemente os reís de mí o me montáis un numerito porque decís que mis Grandes Ideas "atentan contra vosotros".
Ezarel suspiró teatralmente, como si todo aquello no le importase. Y seguro que así era.
-¿Y? 
-¿Cómo que "y"? No has leído siquiera la carta?
Ez alzó una ceja, visiblemente sorprendido.
-¿Así que esta vez tu fantástico plan no es organizar algo para amargarnos, sino amargarnos haciendo que organicemos algo para ti?
-Yo no diría amargar, pero sí, a grandes rasgos es eso. Me he sacrificado por vosotros y ¿qué recibo a cambio? Nada. Y eso, con suerte. Pues este San Valentín vais a ser VOSOTROS los que lo celebréis para mí.
-Ah claro, en agradecimiento por, déjame que piense...- colocó su puño justo frente a mi cara y comenzó a levantar dedos, uno a uno, al ritmo de su discurso - ...que tu familiar me robase la ropa, que casi me envenases, que robases material del laboratorio más de una vez, que...
-Exacto. Veo que tienes razones de sobra para darme las gracias por darle la pizca de emoción que le hace falta a tu aburridísima vida, querido elfo. - Canturreé, tomando con cuidado el sobre que aún reposaba sobre mi cabeza y metiéndoselo entre el chaleco y la camisa con una palmadita.  - Así que ya sabes, léete bien las instrucciones y mañana te quiero delante de mi puerta a primera hora con un ramo de flores.
Ezarel me observó con crispación.
-¿Se puede saber porqué tengo que ser yo? -Algo pareció hacer click en su cabeza y su ceño fruncido dejó pasó a una expresión de deleite y autosuficiencia. - Oh, no me digas que la pequeña humana se ha enamorado de mí...
Seguro que ahora no te ríes tanto...
Apartando rápidamente la mirada, me llevé una titubeante manos a los labios. Conté hasta 5 y, tras los prudenciales segundos para dar efecto, volví a posar una avergonzada mirada sobre los ojos del elfo, que de pronto había perdido la sonrisa, de la misma forma que su rostro iba perdiendo tonos de color con cada silencioso batir de mis pestañas. Volví a apartar la mirada; las yemas de mis dedos acariciaron mis labios entreabiertos antes de aventurarse, dubitativas, hacia el pecho del chico, y posarse trémulamente sobre el lugar en el que descansaba el sobre. Ezarel tragó saliva de forma demasiado evidente.
-La verdad es que, Ez...-mi voz era apenas un susurro; volví a buscar el rostro del muchacho con la mirada para toparme con que había recuperado su color inicial, además de otros cinco o seis tonos más de rojo. Me miraba con una mezcla de confusión, espanto y vergüenza muy mal disimulada, con los labios entreabiertos y los ojos fijos en los míos. Aquella visión casi logra mandar al traste toda mi actuación.
Venga Cyn, solo un poco más.
Pensé entonces que sería interesante continuar con el show para ver hasta dónde llegaba el asunto; quizá así se ofreciese voluntario a celebrar el San Valentín conmigo, en lugar de hacerlo a la fuerza. Por suerte para Ez, no era tan cruel como para tenerlo engañado un día entero. 
Por suerte para él también, era de risa fácil.
-La verdad es que...-repetí, aunque me estaba costando horrores seguir con seriedad.
-Y-yo... -un murmullo apenas imperceptible abandonó los labios del chico casi sin que de diese cuenta, a juzgar por su ligera expresión de sorpresa, que añadió un tono de rojo más a su rostro.
-La verdad es que... te lo has creído, cariño. - Susurré casi sobre sus labios, con tono meloso. Ezarel parpadeó un par de veces, totalmente pillado por sorpresa. La sonrisa maliciosa que siguió a mis palabras le ayudó a juntar las piezas del puzle y salir de su estado de confusión. 
-Pe-peRO QUÉ....!
-Pffffff ¡JAJAJAJAJA! -El chico retrocedió de golpe, y yo hice lo propio, no por sorpresa sino más bien por precaución ante un eventual ataque. - Tendrías que ver tu cara, es....
-Eres un pequeño demonio, Cyn. - Siseó el elfo, intentando parecer amenazador, cosa que era difícil ya que pese a su enfado, seguía estando rojo como un tomate. - Eres un maldito daemon, eso es lo que eres.
-Uy, uy, uy, que estamos pasando a palabras mayores. ¿Así tratas a tu pobre admiradora?
Ezarel resopló, incapaz de empezar una batalla verbal -o de las otras-, centrado como estaba en recuperar la compostura y la dignidad.
-Muy graciosa, sí. Ya me he cansado de jugar contigo, humana. Olvídate de esa tontería tuya mañana. 
Se dio la vuelta dispuesto a marcharse con paso airado, pero rápidamente le alcancé y sin molestarme en detenerle, continué andando a su lado con aire risueño.
-Oh vamos Ez, era una broma, no te pongas así. Venga, nos vemos mañana por la mañana, ¿vale? Léete bien la carta.
-Ni lo sueñes, mocosa.
De un salto me planté delante de él, cortándole el paso pero manteniendo una expresión inocente.
-Venga, hazme el favor...para una vez que te pido algo...
-Sí, generalmente sueles montar tus planes dementes sin preguntar a nadie. -Contestó, mordaz.
-Exacto, exacto. Esta vez he sido buena y he preguntado, ¿No? - Continué, ignorando su mirada asesina cada vez que daba un pasito a la derecha o la izquierda para entorpecer su huida. - Poor faa....
-No.
-Bueno...-suspiré, encogiéndome de hombros. - Una lástima. Tendré que buscarme otra forma de diversión para mañana por la mañana...quizá contar esta divertida anécdota que acabamos de vivir a Karenn y Alajea...
Ezarel se paró en seco, mirándome con cara de muy pocos amigos.
-No te atreverías.
-¿Ah no? - Alcé una ceja, divertida. El elfo chasqueó la lengua e intentó recuperar su expresión de desprecio, con escaso éxito.
-Nadie te creería.
-No es cuestión de que me crean, Ez. Seguro que lo encuentran divertido, sea verdad o no. -Sonreí, melosa. - Seguro que por mucho que quieras desmentir, si se lo cuento a Karenn a mediodía ya lo sabrá todo el QG y...
El muchacho resopló exasperado mientras ponía los ojos en blanco.
-¿Mañana a qué hora?
-A las 10 sería perfecto. Nos vemos entonces, Ez. - Y tras lanzarle un beso volador, al que el chico respondió con un nuevo resoplido, me marché habiendo cumplido la parte más difícil de mi tarea.



-Cyn, ¿ya vas a acostarte?
-¿Eh? Ah, hola Valkyon. - La voz de mi superior, que acababa de asomar la cabeza desde la puerta de su habitación, me sobresaltó. No le había visto en todo el día, aunque teniendo en cuenta que había estado evitando cualquier posible encuentro con él u otro superior para que no me encasquetasen una misión de última hora, era normal. No sería la primera vez que se organizaban sutilmente en mi contra para encomendarme alguna tarea en alguna fecha señalada, en un intento de tenerme ocupada y alejada de problemas.  - Sí, creo que voy a acostarme ya. Hasta mañ...
-¿Por qué? Aún es pronto.
-Bueno...-por el Óraculo, ¿porqué habla tanto cuando no debe? - mañana tengo cosas que hacer.
Mi superior alzó una ceja, observándome en silencio; repasando quizá si se me había asignado alguna misión, porque así era Valkyon: tenía una total e inocente fe en mis buenas intenciones. No como cierto elfo...
-¿No estarás tramando algo, no? 
Bueno, quizá no tan total.
-¿Algo? No, qué va. ¿Por qué debería? - Musité, encogiéndome de hombros. El muchacho seguía con la mirada imperturbablemente clavada en mí en busca de alguna expresión que me delatase.
-Mañana es ese día...¿cómo se llamaba? El año pasado hiciste algo por estas fechas, cómo era...¿San Valentín? 
-¿Oh, ya es mañana? Vaya, esta vez se me ha pasado... - comenté, con aire inocente. Los iris áureos de mi interlocutor seguían clavados en mí, ni un cambio de expresión. Empezaba a ponerme nerviosa su temple. 
-¿No has planeado nada? 
-No, no, qué cosas tienes. -Agité una mano para restarle importancia, y el chico volvió a alzar una ceja. No estaba sonando nada convincente, seguramente. - Quiero decir...se me ha pasado, este año. He estado ocupada y...bueno, tenía un plan pero no he tenido tiempo, ¿Sabes? Demasiadas misiones.
-Ya...- el chico cruzó los brazos sobre el pecho, asintiendo ante mis palabras. Demonios, ¿se lo estaba creyendo o no? No lo tenía nada claro.
-Así que bueno...por suerte para vosotros, este será un año tranquilo. De momento. Pero oye, quién sabe.... -canturreé, girando sobre mí misma para crear un poco de teatro. - Pronto es carnaval. Y Pascua. Estaré preparada.
El rostro de Valkyon cambió de expresión por primera vez y una sonrisa cansada se dibujó en sus labios. Suspiró.
-Está bien, intenta no planear nada demasiado catastrófico. Buenas noches, Cyn.
-Mis planes no son catastróficos, es el factor Vosotros lo que hace que acaben mal. Hasta mañana, Valky. - Y trotando alegremente volví a mi habitación.



*TOC TOC TOC*
-Ya voooooy!! - a duras penas acabé de calzarme el zapatito de terciopelo rojo a la vez que me abalanzaba sobre la puerta. Ezarel me devolvió una mirada contrariada al comprobar la poca delicadeza con la abría la puerta y cómo casi me caía sobre él al estar en equilibrio sobre uno de mis pies mientras intentaba colocar bien el zapato en el otro. Una vez superado el peligro de que me precipitase sobre él, su expresión mutó a una mucho más familiar, la de malvado regocijo ante mis desgracias. Tras recuperar el equilibrio, carraspear y alisarme el vestido, le sonreí ignorando deliberadamente su semblante burlón.
-Buenos días, Ez. Ya veo que eres muy puntual.
-Acabemos cuanto antes con este circo...-murmuró entre dientes, dedicándome una sonrisa odiosa. -Ten, es para ti.
-Oh, qué detalle, no tenías porq...¿ Ezarel, qué demonios es esto?
El elfo me plantó entre las manos lo que parecía una maceta. Con una planta dentro. Solo un tallo con unas cuantas hojas y lo que parecía alguna especie de fruto, aún verde. A juzgar por la apariencia, probablemente fuese una planta de comida para familiares.  Al ver mi rostro interrogativo, el chico se encogió de hombros, aparentando despreocupación, pero se podía leer en sus ojos que estaba disfrutando.
-Me habías dicho que tenía que traerte plantas...
-¡Flores, Ezarel, tenías que traerme flores! ¡Un ramo!
-Bah, tecnicismos.
-¿De dónde demonios has sacado este tiesto? 
-Lo he tomado prestado. -El elfo sonrió con malicia. - Supongo que ya arreglaréis cuentas después, tú y Karuto.
Entrecerré los ojos, fulminándolo y maldiciendo para mis adentros. Sería increíblemente fácil romperle el tiesto en la cabeza aquí y ahora, pero a la larga tendría que dar muchas explicaciones y no podría continuar con mi intrincado plan del día. Tomé una honda inspiración antes de volver a sonreír.
-Está bien, está bien. Conseguiremos esas flores de una forma u otra, tranquilo. - Posé la maceta sobre el escritorio de mi habitación y tras tomar la cesta que había preparado con esmero el día anterior  y cerrar la puerta, me colgué del brazo del chico. Ezarel se crispó ante el súbito contacto e hizo amago de retirar el brazo, pero entrelacé el mío con un fuerza y lo apreté contra mi costado. Sonriendo todavía, me volví hacia él. Su funesta mirada dejaba bastante claro que aquel contacto físico sin permiso me costaría caro, pero ya me preocuparía de ello en otro momento.
-Bien Ez, vámonos de picnic, querido. 


Arrastrar a Ezarel por la pradera en un intento de romántico paseo matutino fue, como había previsto, una tortura física y psicológica. El lado bueno es que lo era para ambas partes. A aquel espécimen no parecía agradarle nuestra cercanía física, pero tenía demasiado claro que si lo soltaba se me escaparía como si de Corko se tratase, y ni mis zapatos ni mi vestido estaban preparados para ningún tipo de carrera de caza y captura. Tendría que haberlo pensado al elegir modelito, pero ahora era demasiado tarde para arrepentirse. Vista la mueca de constate acritud que marcaba su rostro, decidí soltar ligeramente su brazo y ofrecerle ir de la mano: así al menos tendría más libertad de movimiento. 
Es una pena que no existan las correas extensibles en este mundo.
El elfo sin embargo se negó en rotundo, alegando que ir tomados de la mano podría dar lugar a muchos malentendidos si alguien nos veía, y se negaba a que lo relacionasen conmigo en un plano que no fuese el de Amargador De Vida y Víctima. Al ir tomados del brazo al menos podía dar la impresión de que no era más que una pobre y torpe humana que necesitaba apoyo para andar, como una ancianita. Como respuesta a esa observación simplemente apreté más fuerte su brazo con el mío, haciendo que la sonrisa de superioridad del chico se crispase momentáneamente, pero nada más. Que pensase lo que quisiera, me iba a salir con la mía le gustase o no.
La primera parte de nuestro paseo consistió en buscar flores para el ramo que Ez no se había molestado en preparar como bien estipulaba su carta. La tarea acabó levantándome dolor de cabeza, ya que el chico se negaba a cosas básicas y necesarias como agacharse para recoger las flores, o simplemente mirarlas. Cuando decidí que tendría que hacerlo yo si de verdad quería un ramo, aquel demonio de pelo azul aprovechaba nuestra obligada cercanía para pisotear rápidamente la flor antes de que pudiese arrancarla. Por tanto todo el proceso de recolectar flores para el ramo se resumió en Ezarel asesinando sádicamente inocentes flores con el tacón de su bota mientras yo le gritaba. O le mordía una pierna, como pasó una vez, cuando ya me había agachado para arrancar una pequeña margarita que Ez no tuvo reparo en aplastar, aplastando con ella también mis dedos.
-¡Pero serás....!- grité, y de forma instintiva le mordí el gemelo de la pierna que había plantado sobre mi mano.
-¿¡QUÉ DEMONIOS?! ¡CYN, ME HAS MORDIDO! -el chico retrocedió de un salto, mirándome con ojos como platos.
-¡ME HAS PISADO! -mi grito sonó ligeramente más agudo de lo normal.
-¡Y TÚ ME HAS MORDIDO! ¡Por el Oráculo, ¿Estás salvaje?! -Ez seguía mirándome perplejo, incapaz aún de procesar que había clavado los dientes en su pierna. Aproveché su estado de confusión para tomar una flor que crecía unos pasos más allá y que aún no había sido víctima de la sádica destrucción del elfo, y colocándomela en el pelo volví a incorporarme y a agarrar del brazo a mi acompañante.
-Me conformaré con esto. Venga, vamos a desayunar.
-Sí, ya veo que tienes hambre...pero es casi mediodía, ¿sabes? -observó el elfo, intentando mantener una distancia prudencial pese a nuestro obligado enlace.
-Quizá si no hubieses estado haciendo el tonto como un crío, ya habríamos desayunado. 
-Yo no tengo hambre. -Refunfuñó el elfo, una clara mentira sabiendo que una hora antes se había estado quejando de lo contrario.
-Vamos a desayunar.
-No.
-¿Te muerdo otra vez? - Le sostuve la mirada hasta que el muchacho finalmente soltó un largo y teatral resoplido de resignación.
Tras encontrar un buen lugar, saqué de mi cesta un mantel de cuadros que había tomado prestado, cómo no, de las cocinas, y que esperaba que nadie echase en falta; así como esperaba que nadie echase en falta los pastelitos de miel y frutas que también había sisado con esmero. La expresión de Ezarel cambió considerablemente al ver el festín que extendía ante él, y se sentó de buena gana a dar cuenta de los dulces con los que le había agasajado.
-¿Ves como era un buen plan? - Comenté triunfalmente, mientras le daba un mordisquito a un pastel de fruta de medianoche. El elfo mientras tanto ya se había comido dos tartaletas de miel.
-Sigue sin ser pago suficiente por soportarte, pero algo es algo. 
-En el fondo me adoras, Ez.
-Ummm...- el chico dejó de masticar un segundo, mesándose la barbilla con aire pensativo. - Debe de ser muy, muy, muy, muy en el fondo...porque no logro percibirlo, no.
-Bah. - Le saqué la lengua y seguí concentrada en mi pastelito. Por desgracia Ez tenía razón, ya casi era mediodía y en una hora debía acudir a mi cita para comer, así que no podía hincharme a dulces. El chico se encargó de que nada se echase a perder, y en unos minutos no quedaba ni una mísera migaja de miel. Con el estómago lleno y de visible mejor humor -seguramente por el azúcar-  el elfo se tumbó perezoso sobre el mantel, los brazos cruzados debajo de la cabeza, ligeramente inclinada hacia mí.
-¿Y bien?
-¿Y bien qué? ¿Sigues con hambre? - repliqué distraídamente mientras me recolocaba bien la flor del pelo.
-¿Cuál es tu malvado plan esta vez? ¿Me amargas el día a mí en particular o tienes más víctimas?
-¿Malvado plan? Ah, ¿te refieres a Celebrar San Valentín?
-Sí bueno, llámalo como quieras. - Su sonrisa pedante hizo que le volviese a sacar la lengua en respuesta. -¿Este año lo has dedicado en exclusiva a hacerme el día difícil?
-Siento desilusionarte Ez, pero no, no eres la única persona con la que estaré hoy. 
-¿Quiénes son el resto de víctimas? ¿Todo el QG? Lo digo para intentar advertirles una vez logre escaparme de tus cruentas garras. O para darles mis condolencias después. 
-Qué gracioso eres. No, no es todo el QG. - Con aire ausente empecé a arrancar pequeños tallos de hierba y entrelazarlos. - Hubiese estado bien, pero no podría haberos dedicado el tiempo suficiente a todos.
-Una lástima, hubiese sacrificado mi turno encantado. -Comentó el muchacho. 
-Oh Ez, los dos sabemos que no habrías soportado pasar el día de los enamorados sin mí. - Lancé un rápido vistazo al sol, que se encontraba ya en su cénit. - Y sé que te dolerá esto, pero creo que debo poner fin a nuestra cita. La siguiente me espera.
-Vas a partirme el corazón. - Replicó el elfo con un tono tan marcadamente irónico que no pude evitar poner los ojos en blanco. Se incorporó y sacudió sus ropas mientras yo acababa de doblar el mantel y meterlo de nuevo en la cesta. -¿A quién tengo que agradecer el librarme de ti?
-Nevra.
-Me lo imaginaba. -Me encogí de hombros, acercándome a él para ofrecerle de nuevo mi brazo. Para mi sorpresa el chico no intentó apartarse, pero tampoco tomó mi oferta. En su lugar, y de forma totalmente inesperada, se acercó un poco más para pasar su mano por mi cabello hasta toparse con la flor. Con sumo cuidado la retiró y volvió a colocarla, supongo que en un lugar mejor y más vistoso que donde yo la había puesto sin el apoyo de un espejo. Permaneció unos segundos en silencio admirando su obra hasta que finalmente asintió, satisfecho con el resultado. Sonreí divertida ante su expresión, lo que lo sacó de su ensimismamiento e hizo que se sonrojase ligeramente, apartándose de un brinco y carraspeando. Me reí por lo bajo mientras volvía a apresar su brazo con el mío y echaba a andar en dirección al QG.
-¿Y además? -Tras unos segundos de incómodo silencio, el chico volvió a hablar, intentando aparentar despreocupación.
-¿"Y además" qué? 
-Además de Nevra, ¿quién está en tu lista de víctimas?
-Se llama "lista de pretendientes" pero no creo que merezca la pena explicarte el matiz.
-¿Qué? No sé cuál de todas mis muecas de asco te ha hecho pensar que soy tu pretendiente, humana. -Gruñó el chico, tirando de su brazo hacia él, intentando librarse de nuevo. Lo apreté de nuevo contra mi costado, sonriendo melosa.
-Quizá esa última que has hecho ahora, al colocarme la flor tan delicadame...
-Cállate. Era alergia. A ti y a tus tonterías.
-Ya, ya...- murmuré, pero el chico volvió a darme un tirón. - Pues dado el tema del tiempo, mi lista se ha tenido que limitar a personalidades importantes del QG.
-¿Oh? Por eso me ha tocado sufrirte, ¿Verdad?
-Me estaba refiriendo más bien a Leiftan, pero sí, supongo que también tienes tu importancia...aunque seas el jefe de una guardia de tres al cuarto.
Ezarel alzó una ceja pero compuso una sonrisa autosuficiente que intentaba ocultar su ofensa.
-¿Así que Leif también? Supongo entonces que Valkyon también...
-Nnno...-susurré, ligeramente incómoda. Noté claramente la mirada interrogativa del chico puesta sobre mí.
-¿No? ¿Por qué a él no? ¿Es algún tipo de venganza particular sobre Nevra, Leiftan y sobre mí?
-Puedes verlo así si quieres. -Contesté, intentando no darle mucha importancia. Miré de reojo al elfo, cuya mente parecía estar lejos de allí. De pronto entrecerró los ojos y se giró lentamente hacia mí, con una expresión sospechosa que no me gustó nada.
-¿Y por qué más? 
-¿Eh?
-¿No tendrás...alguna otra razón para no molestar a Valkyon, verdad, Cyn?
-¿Qu-qué? ¿Qué demonios dices? -  Repliqué, intentando conservar la compostura. Las comisuras de los labios del elfo se elevaron ligeramente.
-No sé...conociéndote, que evites a propósito molestar a alguien con tus absurdos planes en los que generalmente todo el QG sale mal parado es...sospechoso. Es como sí...Valkyon fuese especial para ti, ¿no? No querer hacerle pasar por este tormento...
-Qu....es...que... ¡es que es mi jefe de Guardia, Ez! - respondí, azorada, lo que no contribuyó a mi credibilidad. - Legalmente es el único que puede después imponerme algún castigo o trabajo, no quiero pasarme el resto del año...yo que sé...¿limpiando la forja?
Ez alzó las cejas, dejando claro que no creía mi excusa.
-Ya...pero, ¿no será que...?
-Bueno Ez, me lo he pasado bien pero Nevra me está esperando. Ya nos vemos. O bueno, igual mejor que no nos veamos. Te regalo el resto del día totalmente 100% libre de mí. - Solté, mientras me deshacía del agarre que nos mantenía unidos y echaba a correr hacia el interior del QG, a cuyas puertas ya habíamos llegado.
Maldito elfo metomentodo...



Antes de pasarme por el comedor a comprobar si el vampiro había acudido o no a mi invitación, realicé una pequeña paradita en mi habitación para recuperar el tiesto que Ezarel había sisado y poder devolvérselo a su legítimo dueño antes de que me dejase sin comer. Por desgracia Karuto siempre era más rápido que yo, y cuando me disponía a abandonar mi cuarto con mi preciada carga en brazos, pude escuchar la voz del sátiro al fondo del pasillo. Parecía estar interrogando a Karenn sobre el paradero de una de sus macetas, cuyo contenido era una especia rarísima y que le había costado mucho cultivar. 
Ese dichoso Ez sabe lo que se hace.
Silenciosamente retrocedí hasta dejar la plantita en mi habitación, para intentar devolverla a su lugar en otro momento. Tras cerrar la puerta de nuevo y girarme, me topé con la cara de pocos amigos del cocinero.
-Oh, ho-hola Karuto...
-¿No habrás visto por casualidad una maceta?
-¿Una maceta? - Repetí, con aire inocente, asegurándome de que había cerrado con llave el cuarto. Hacía relativamente poco que Karuto había superado su último enfado hacia mi persona, y me gustaría seguir comiendo caliente al menos unos días más. 
Mi interlocutor me escrutó de arriba abajo con ojos acerados, y yo intenté ser la viva imagen de la inocencia.
-Encontraré al culpable tarde o temprano, ¿Sabes?
-Y te deseo toda la suerte con ello. Si me disculpas, llego tarde a una cita y...- mi voz se fue haciendo cada vez más débil a medida que retrocedía sin darle la espalda.
-Cyn...-el gruñido del sátiro me dio a entender que era hora de poner en práctica la segunda parte del plan: correr.
-¡Lo siento Karuto, te ayudaría pero llego tarde! ¡Habla con Ez! - Y sin mirar atrás, ejecuté un bastante aceptable sprint hacia la cocina, pese a llevar aquellos zapatitos y aquel vestido nada preparados para mis necesidades fugitivas.


Poco después comprendí que la idea de la huida no había sido tan buena como parecía en un principio, ya que me había citado con Nevra en el comedor, y era cuestión de tiempo que Karuto regresase a su reino. Jadeante, me asomé a la puerta de la cocina para comprobar aliviada que el vampiro había hecho acto de presencia. Personalmente creía que habría ignorado mi carta, ya que no habíamos hablado en persona y no había venido a quejarse como cierto elfo. Por otro lado, estábamos hablando de Nevra: seguro que era incapaz de rechazar cualquier invitación a estar a solas con alguien. El vampiro abrió la boca para saludarme una vez percibió mi figura jadeante en el quicio de la puerta, pero antes de que pudiese decir nada agarré su brazo y tiré de él.
-¡Hey, hey, hey! ¿Qué pasa?
-¡Nos vamos! 
-¿Qué? ¿No habíamos quedado aquí? - Por su tono parecía haberse tomado muy en serio la invitación, cosa que me alegró, pero no era el momento para eso.
-Sí, pero...vamos a buscar un sitio más...íntimo. - Mascullé, lanzando una rápida mirada al pasillo por el que era cuestión de segundos que asomase Karuto. 
-Oooh, ya veo. - El tono meloso del chico hizo que me girase para encararle, encontrándome con una amplia y sugerente sonrisa. - No sabía que te gustase ir tan deprisa, Cyn. No es que me queje, pero después deberíamos comer algo de todas form...
-Ya te gustaría. Vamos a comer igual. - Sentencié, tomando su mano y tirando de él, por fin fuera del comedor.
-Oh, te aseguro que yo sí. -Repuso el chico, lamiéndose los labios. Suspiré. 

Una vez fuera, y tras explicarle al muchacho que el plan inicial -una romántica comida a la luz de las velas- seguía en pie y por tanto debía ir olvidándose de toda idea que conllevase que acabásemos en una habitación, le pedí que me llevase a un restaurante de su elección.
-¿Qué? 
-A algún sitio llevarás a tus conquistas cuando quedas con ellas, ¿No? En el refugio, o en el mercado. - Repuse, con los brazos en jarras.
-S-sí, pero...creí que íbamos a comer en el comedor del cuartel. 
-Sí, pero...no me parece lo suficiente romántico. -Mentí, ya que explicar mis problemillas con Karuto iba a tomar demasiado tiempo. -Además, se supone que me tienes que invitar a mí.
-Curioso, después de que hayas sido la que me haya escrito una carta de amor invitándome a mí. -Señaló el chico, levantando nuestras manos entrelazadas para afianzar su punto. Apreté su mano entre la mía hasta que uno de sus nudillos crujió, y el chico hizo una mueca.
-Yo no diría "amor", pero adelante, ahora es tu momento de demostrarme cuánto me quieres. Llévame a comer.
Nevra suspiró pese a estar disfrutando visiblemente de la situación, y después de dedicarme una breve reverencia procedió a guiarme por el mercado hasta una especie de taberna que a todas luces distaba bastante de mi idea de restaurante romántico. Tomamos asiento mientras miraba con aire crítico lo que nos rodeaba.
-Es íntimo y encantador, ¿no crees?
-Seguro que si eres Jamon, sí...- murmuré, leyendo distraída los nombres, palabras e insultos que había grabados a punta de navaja en la mesa de madera en la que estábamos. - ¿Aquí traes a tus conquistas?
-No a todas, solo a las especiales. - Contestó el vampiro con aire misterioso.
-Pues no me quiero ni imaginar a dónde llevas a las mediocres...
-¿Qué has dicho?
-Que estaría mucho mejor si consiguieses que nos pusiesen un par de velas. - Sonreí, mientras escribía mi nombre con el dedo en la mugre de la pared. Un sitio muy romántico, si señor.
-Veo que estás tomándote muy en serio que esto sea romántico, Cyn. ¿Acaso vas a declarárteme por fin? - El vampiro descansó la barbilla sobre sus dedos entrelazados mientras me observaba con aire predador. 
-Ya te gustaría.
-¿Y porqué sino citarme en día de....?
-San Valentín. -Anoté, limpiándome en el vestido el dedo que había usado para escribir en la pared.
-Eso. ¿Por qué ibas a citarme el día de San Valentín mediante una misteriosa carta en la que me pedías que organizase algo para ti?
-Oh vamos Nevra, ya sabes como soy. - Comencé, imitando su gesto y reposando el rostro sobre las manos, clavando mis ojos en los suyos. - Me-A-bu-rro. 
-Ya...no tienes que ser tímida, nos conocemos bien. -el vampiro alzó una ceja, sin perder la sonrisa. Sinceramente, de entre todos los problemas que había barajado que podían presentarse a mi plan de este año, el intentar convencer a Nevra de que no estaba enamorada de él no estaba entre ellos.
-Simplemente quería que este año vosotros hicieseis algo para mí, y no al revés. Me niego a seguir organizando cosas para vosotros.
-Y se agradece. - Murmuró el chico, recordando probablemente los percances sufridos durante los últimos San Valentines. 

Se notaba que Nevra estaba acostumbrado a ese modus operandi, ya que con rapidez y destreza pidió la comida y un par de velas para nuestra mesa, así como un dulce licor de bayas del que sin embargo no bebí demasiado visto que necesitaba estar en guardia con aquel vampiro. Pese al aspecto del lugar, la comida estaba realmente buena, mucho mejor que cualquier cosa que pudiese comer en el comedor del cuartel, y más ahora que Karuto me tenía de nuevo en el punto de mira. En lo que a mi acompañante se refiere, estuvo intentando durante toda la comida que admitiese que la carta con la invitación era con vistas a una declaración de amor y a una noche de pasión. Solo cuando le conté que había pasado la mañana con Ezarel por la misma razón que por la que estaba ahí con él, pareció darse por vencido. 
-¿No habría sido más romántico una cena? - Comentó finalmente Nevra, mientras le daba un bocado al postre que había pedido.
-Phuedeh. -Me encogí de hombros, masticando con saña el delicioso pastel que me habían servido, y haciendo gala de unos modales bastante lamentables. -Pero así es más original. Además, tengo una agenda muy ocupada hoy, Nev. 
-Oh, ¿en serio? - La curiosidad se dejó entrever en su voz, junto con un deje irónico.-  Veo que estás siguiendo mis pasos. No sé si sentirme halagado o asustado... 
-Todavía no, tranquilo. Todas mis citas de hoy son meramente platónicas. 
-Menos la nuestra, supongo. -Volvió a la carga, alzando las cejas con gesto sugerente. 
-Ummm....-murmuré pensativa, mientras saboreaba el último trozo de mi pastel. - Si me das lo que queda de tu postre y me compras...no sé, ¿un ramo de flores? Puede que me lo piense.
En menos de un parpadeo el trozo de tarta de frutas de Nevra descansaba sobre mi plato, lo cual me pilló totalmente por sorpresa. Paseé la mirada del dulce al vampiro.
-¿Rosas estaría bien? 
-¿Qu...? 
-Te ofrezco un trato. -Comenzó, con un deje tan peligrosamente serio como juguetón que me hizo replantearme dónde me había metido. - A cambio de mi postre y de un ramo de flores quiero un beso.  ¿Es justo, no? Al fin y al cabo, es San Valentín.
-Que sea una caja de bombones. -Repliqué, apostando demasiado fuerte por la inexistencia del concepto "caja de bombones" en aquel mundo. Nevra permaneció pensativo durante unos segundos, pero finalmente asintió. 
-De acuerdo. -Y con aire de extrema confianza en sí mismo, se recostó en el respaldo de la silla, inclinándola ligeramente hacia atrás, las manos entrelazadas tras la cabeza. - Aunque te aviso, quizá después del beso descubras que quieres algo más.
-Tienes razón...siempre me han gustado mucho los globitos en forma de corazón, pero dudo que puedas conseguir uno por aquí. -Repuse, dando buena cuenta del postre de Nevra. El chico continuó observando en silencio cómo acababa de comer, y una vez hube finalizado, me incorporé de un salto.
-Ya sabes Nev, te toca pagar.
-Eh, en la carta no ponía nada de eso. - Protestó el vampiro, levantándose a su vez.
-Creo que iba bastante implícito en el concepto "invitar". -Canturreé, haciéndole ojitos. El chico suspiró, pero no opuso más resistencia y pagó por los dos.
Una vez fuera, esta vez fue él quien insistió en que fuésemos tomados del brazo para pasear por el mercado. Durante una milésima de segundo comprendí cómo se había sentido Ezarel; sin embargo después recordé que en teoría mi plan era este, ser tratada con respeto y adoración durante un día, y Nevra lo estaba haciendo sensiblemente bien. Todavía me quedaba por arreglar ese asuntillo del beso, pero dudaba mucho que llegase a encontrar una caja de bombones en Eldarya.
El vampiro por su parte parecía bastante seguro de lo que hacía y antes de que me diese cuenta nos dirigimos a la zona del mercado frecuentada por Purral. Aquel dichoso gato tenía de todo, lo cual hizo que saltasen las alarmas en mi cabeza.
Nevra soltó mi brazo delicadamente, me dedicó una sonrisa en la que se podía leer ya el triunfo, y se acercó a hablar con Purral. Para mi mayúscula sorpresa aquel gato del demonio parecía tener objetos procedentes de la tierra, y sacó una caja en forma de corazón que había conocido momentos mejores. Supuse que estaría vacía, pero llenarla no le costaría nada. Comencé ya asumir mi derrota. 
Durante unos minutos perdí al vampiro de vista, quien sin embargo apareció de la nada, mostrando triunfal la caja, ahora ya llena de chocolates y dulces.
-Aquí tienes, querida mía. -Dedicándome una reverencia, me tendió la caja. Un leve tic recorrió mi ceja derecha. Alargué la mano para tomar el presente.
Bah Cyn, es un beso, no es el fin del mund...
Valkyon entró entonces en mi rango visión. A espaldas de Nevra, unos metros más allá, mi jefe de guardia parecía observar con aire ausente las armas de un puesto del mercado, caminando en nuestra dirección.
Oh, no.
Entre la mañanita que me había dado Ezarel y ahora esto, lo último que necesitaba era que Valkyon me viese dándole un beso a Nevra. Y más después de haberle dicho que no iba a hacer nada el día de San Valentín. No había que ser muy inteligente para saber que, si después de ocultarle mis planes me veía con Nevra, acabaría pensando que había algo entre nosotros. Y era era la última cosa que me convenía ahora mismo.
Mi superior seguía avanzando en nuestra dirección, aún sin haberse percatado de nuestra presencia. Nevra por su parte no había esperado a que acabase de tomar la caja de bombones y ya había acercado peligrosamente su rostro al mío.
Es hora de un plan de emergencia, Cyn.
-¡Lo siento Nev, acabo de recordar que llego tardísimo a mi siguiente cita! -Solté, retrocediendo de un salto y emprendiendo valientemente la huida. 
-¿Eh? ¡Cyn, espe...! 



Por suerte para mí, era cierto que llegaba tarde a mi siguiente cinta, así que no tuve que preocuparme en buscar escondite y me dirigí directamente al punto de encuentro que había acordado con Leiftan. Era todo un alivio que se tratase del lorialet, porque si aparecían por allí Nevra o Karuto, el muchacho sería capaz de mantenerlos a raya y protegerme. Doblé la esquina que me llevaba al cerezo; la verdad, estaba siendo un día muy activo y yo estaba descubriendo que correr con zapatitos y vestido era una cuestión de fuerza de voluntad y no de que fuesen o no apropiados para ello.
-¡Leiftan! - grité con quizá demasiado entusiasmo, aliviada por ver que el chico había no sólo leído la carta con sus instrucciones específicas, sino que además había tenido la decencia de presentarse en el lugar y hora acordados sin darme ningún tipo de problema. 
El chico me devolvió una cálida sonrisa desde su posición sentado a los pies del cerezo, y se incorporó una vez me hube acercado.
-Hola, Cyn. Estás preciosa con ese vestido.
La imagen que debía de estar dando seguro que distaba bastante de la palabra "preciosa", jadeante y sudorosa como estaba, pero Leif siempre había sido muy amable y sobre todo, diplomático. Tras recuperar el aliento, le dediqué una sentida y agradecida reverencia antes de dar un par de vueltas sobre mi misma para mostrar la gracia con la que la falda revoloteaba a mi alrededor. El chico soltó una risita.
-¿Y bien? 
-¿Y bien...?
-Tu carta. Como ves, he...obedecido tu invitación, pero no acabo de entender para qué querías que...
Me aclaré la garganta, y adoptando una pose de inocencia máxima, entrelacé las manos en la espalda.
-Oh. Verás, hoy es San Valentín. - El rostro del chico se crispó durante un segundo, recordando probablemente todo lo acontecido en el pasado durante estas fechas. Agité las manos ante mí, intentando traerle de vuelta a la realidad antes de que se lo pensase mejor y decidiese huir. - Pero, pero, pero...este año había pensado en pasarlo simplemente con vosotros y que fueseis vosotros los que lo celebraseis para mí.
-¿En la Tierra es siempre así?
-Eh...claro, claro, sí. En la Tierra es así y este año quería que me organizaseis algo vosotros, visto que todo lo que yo organizo no siempre es...de vuestro agrado. En fin, supuse que tendría que ayudaros un poco porque aquí no lo celebráis así, de ahí la carta.
-Comprendo. Es un plan interesante. - Leiftan me sonrió de nuevo, sin poner ningún tipo de pega a mi discurso, antes de sacar del bolsillo la nota cuidadosamente doblada que contenía sus instrucciones. - Así que, según esto, debo comprarte algo dulce y después iremos a...¿bailar?
-Exacto. Aunque bueno...-me mordí el labio, todavía algo azorada por la escenita de la que acababa de huir y que debería solucionar más tarde. - Creo que podemos saltarnos lo de comprar algo dulce. Con bailar vale.
Leiftan sonrió algo incómodo.
-Cyn, dudo que encontremos un lugar en el que podamos bailar, a no ser que haya alguna celebración no se suele...
-Chst, chst, ya me ocuparé yo de eso. -Le corté yo, extendiendo mi dedo índice a escasos centímetros de los labios del chico, que se sobresaltó ligeramente ante la cercanía del gesto. Le tendí el brazo como había hecho con el resto, y tras sonreírme con aire divertido, lo tomó delicadamente y comenzamos a pasear. 
Tras un par de vueltas por el recinto del QG comencé a ser consciente de que había hablado demasiado rápido y que en realidad no tenía ni idea de cómo solventar la falta de música o de un lugar para bailar. Los minutos pasaban y yo lanzaba miradas cada vez más desesperadas a nuestro alrededor. Leiftan captó perfectamente mi nerviosismo, e intentó dedicarme una sonrisa de ánimo.
-No te preocupes, pasear así también está bien. 
-Pero yo quería bailar contigo...-suspiré con un mohín, mirando de reojo al chico, que para mi sorpresa se había sonrojado un poco ante mis palabras. Leiftan, siempre tan dulce y puro. Seguro que si ponía más carita de abandono, sería capaz hasta de bailar en la plaza del mercado si se lo pidiese. Por suerte para él, volver al mercado no estaba entre mis planes por obvias razones. 
-Podríamos bailar sin música, pero...- comenzó el chico, intentando animarme. 
-Umm...bueno, podría servir, creo...-murmuré, y aunque seguía doliéndome en el orgullo no poder llevar acabo mi plan según lo establecido (además de que bailar con música era bastante más romántico), llegué a la conclusión de que la oportunidad de estar bien pegadita a Leiftan no era algo que se pudiese desaprovechar. El chico me guio hasta el jardín de música, que solía ser un lugar poco concurrido y bastante tranquilo, y que pese a que contaba con un piano, nadie parecía tener intención de tocarlo. 
-¿Ese piano funciona o....? -comencé, soltando el brazo de mi acompañante para acercarme al citado instrumento y empezando a trazar un nuevo plan en mi cabeza. Leif pareció intuir mis intenciones, a juzgar por el tono de apuro con el que las palabras salieron de su boca.
-No, es solo un ornamento para la fuente. Lo siento Cyn, tendrá que ser sin música.
-Está, bien, está bien. ¿Un vals, entonces? -Pregunté esperanzada, mientras le tendía los brazos al chico componiendo la mayor expresión de inocencia que fui capaz de realizar. El chico me miró algo turbado pero sonrió pese a todo y, con gesto dubitativo, tomó una de mis manos mientras llevaba su otra mano a mi cintura. 

Lo que sucedió a continuación se puede resumir perfectamente con la palabra Catástrofe. Empezando porque, para mi genuina sorpresa, el chico sí que tenía unas nociones básicas de baile, pero yo no. Sinceramente esperaba que ninguno de los dos supiese bailar y por tanto nos contentásemos con dar vueltas en círculos sujetos por la cintura mientras nos mirábamos románticamente; por desgracia (sobretodo para Leiftan) el lorialet sí sabía bailar y todos mis lamentos precedentes habían hecho que quisiera tomarse muy en serio su trabajo, así que intentó por todos los medios que Bailásemos de Verdad. Para lo que primero tuvo que enseñarme, con los consiguientes tropezones, pisotones y frustrados improperios por mi parte que conllevaba. Después de un periodo de tiempo que no supe calcular pero durante el cual el sol comenzó a ponerse, Leiftan se convirtió en mi profesor de baile, quién pese a dedicarme una sonrisa tranquilizadora cada vez que le pisaba o me equivocaba, acabó casi perdiendo la paciencia. Finalmente conseguí retener lo básico y tras mil y un repeticiones logré que hiciésemos algo parecido a bailar, para profundo alivio del chico una vez decidí que con eso había bastado. Lo único bueno que me llevé de la experiencia fue el poder pasar la tarde bien pegada al pecho del chico, que al principio se mostraba bastante tímido y sonrojado, pero con el pasar de las horas debía de estar deseando que me alejase de él para siempre. Me sentía un poco mal por él, así que por toda recompensa le planté un tímido beso de agradecimiento en una mejilla. Leif, en su infinita paciencia, me sonrió y se dio por bien recompensado con aquel beso, diciéndome que en la próxima fiesta de Eldarya bailaría conmigo para que no se me olvidase lo aprendido. 
Por su bien y el de sus pies, esperaba que se le olvidase aquella promesa.



El día había llegado a su fin. Estaba agotada, pero había merecido la pena...más o menos. Había obtenido un doble resultado: pasar un día entretenido y a la vez molestar un poco a los chicos. En realidad había ido bastante bien, y ahora solo me quedaba una cosa: devolver aquella maceta que portaba en mis manos a Karuto. Había esperado a que fuese la hora de la cena, cuando el sátiro estaría ocupado en la cocina, para escurrirme con la planta hasta la habitación de Karuto y dejarla disimuladamente en su sitio. Y si estuviese cerrada de llave, me conformaría con dejarla ante su puerta y desaparecer sin dejar rastro. 
Llamé a la puerta por mera precaución, pero la ausencia de respuesta y los ruidos procedentes del comedor reafirmaron mi teoría. No obstante mi suerte se acabó ahí, ya que el sátiro había cerrado sus aposentos con llave, y forzar la puerta no estaba entre mis habilidades. Con cuidado, posé la plantita en el umbral.
-Ahora sé buena y quédate aquí, ¿Vale? - Murmuré, esperando que de verdad la cosa acabase aquí y nadie se la llevase.
Obviamente, mi vida en el QG nunca era fácil.
-¡TÚ! 
Oh, no.
Me levanté sobresaltada, volcando el tiesto en el proceso.
-¡¡MI PLANTA!!- Karuto miraba con ojos desorbitados la maceta volcada. 
-Oh, no, no, no, bonita, venga! - Mascullé, poniendo el tiesto de nuevo en pie e incorporándome de nuevo mientras empezaba a retroceder.
-¡HAS SIDO TÚ, LO SABÍA!
-N-no, qué va, yo solo...¡te la estaba devolviendo!
-¡TÚ TE LA HAS LLEVADO Y AHORA LA HAS TIRADO!
-¡Ha sido sin querer, me has asustado! - Grité, retrocediendo con las manos extendidas ante mi en gesto de paz. - A-Además, ¡No he sido yo! ¡Ha sido Ezarel! 
-Créeme que ya he tenido unas palabritas con ese elfo, ¡AHORA VEN AQUÍ!
-Ah, no, no, no, gracias! - Y sin dar más oportunidades al diálogo, eché a correr. Mi habitación estaba solo unos metros más allá, solo tenía que doblar la esquina y...
-¡¿Cyn?! 
Oh no, no, no.
-Ho-hola Nevra...verás, tengo un poco de prisa... - el grito amenazador de Karuto se dejó escuchar al fondo del pasillo.
-Ah no, no te me escapas otra vez. -El chico parecía ignorar mi cara de pánico, los gritos de Karuto y en general todo lo que nos rodeaba. Sin esperar reacción alguna por mi parte, plantó la caja de bombones entre mis manos y paseó sus delicados dedos por el contorno de mi rostro. - Cumplí mi parte del trato, ahora me debes un beso.
-Eh-eh...Nevra, de verdad que no es el momen... - los dedos del chico llegaron finalmente a mi barbilla, tomándola cuidadosamente y acercando mi rostro al suyo.
-¡VEN AQUÍ PEQUEÑA PESTE! 
-¿Qué demonios...? - El vampiro se separó entonces, sobresaltado, lanzando una mirada curiosa por encima de mi hombro. Aproveché la confusión para escurrirme bajo su brazo y continuar corriendo pasillo arriba.
-¡Lo siento, tengo prisa! 
-¡Cyn, espera! 
-¡¡¡¡CYNNNN!!
Corre, corre, corre, corre! Demonios, ¿por qué es tan largo este pasillo? 
Plenamente consciente de que ahora estaba siendo doblemente perseguida y de que necesitaba despistarlos (ya que la conclusión obvia era que me escondería en mi habitación) fui intentando abrir las puertas que me encontraba durante mi huida. Era muy iluso por mi parte pensar que alguien habría dejado su habitación abierta, pero me vendría muy bien encontrar un escondite. 
Llevé mi mano pomo tras pomo, sin éxito; ya había pasado una de las puerta que había intentado forzar cuando esta se abrió a mi espalda.
-¿Cyn?  -La voz tras de mi hizo que me detuviese.
-¡Valkyon! -Grité, retrocediendo y lanzándome literalmente dentro de la habitación de mi jefe, escurriéndome por el hueco entre su brazo y el marco de la puerta.
-¿Qué...?
-PorfavorPorfavorPorfavorPorfavor....-susurré, escondiéndome detrás de él en la oscuridad de su cuarto. Valkyon me miró con expresión de total desubicación, pero los ruidos del pasillo llamaron de nuevo su atención.
-Valkyon, ¿has visto a Cyn? -La voz de Nevra llegó hasta mis oídos, haciendo que me quedase quietecita y callada.
-....n-no....-el tono del chico no sonaba nada convencido, pero el vampiro no tuvo tiempo a hacer observación alguna cuando los gritos e improperios de Karuto se hicieron oír. 
-¡¿DÓNDE ESTÁ ESA DICHOSA HUMANA?!
Mi jefe de guardia se asomó un poco más fuera de la habitación, mientras yo permanecía echa una bolita en el suelo tras la puerta, apretando la caja de bombones contra el pecho. Valkyon echó un vistazo a mis persecutores, suspiró, y entró de nuevo en la estancia cerrando tras de sí.
Le sonreí incómoda desde mi posición. La habitación del chico seguía a oscuras, probablemente porque iba a abandonarla para ir a cenar. Se agachó hasta quedar a mi altura.
-¿Y bien?
-¿Gra-gracias por darme...asilo político? - musité, intentando leer su rostro, que permanecía impasible, en la penumbra de la habitación. Valkyon suspiró y se sentó frente a mí.
-¿Qué has hecho esta vez?
-¡No he hecho nada! -Me defendí, ofendida. Bueno, sí había hecho cosas, pero ninguna de ellas como para ser perseguida...si exceptuábamos lo de Nevra, claro.
El muchacho alzó una ceja por toda respuesta, escéptico.
-¡Esta vez no es culpa mía, te lo juro!
-¿Y de quién es?
-¡De Ezarel! - Solté sin pensármelo. El rostro de Valkyon se suavizó un poco, porque era bien sabido que la tormentosa relación que tenía con el elfo solía desembocar en cosas así. No obstante, siguió mirándome impasible, esperando a que desarrollase mi respuesta. - Ese elfo le robó el tiesto a Karuto y luego me culpó a mí, yo solo quería devolvérselo...
- ¿Um? No es propio de Ez...¿Y porqué se lo robó?
-Porque es idiota, le había pedido que me trajese flores y... ups.
-¿Flores? -El tono del peliblanco denotaba cierta curiosidad renovada.
-No, nada. - Contesté, desviando la mirada. El muchacho volvió a suspirar. 
-¿Y Nevra? 
Cruzé los brazos sobre la caja de bombones que descansaba en mi pecho, en actitud de defensa. El objeto no pasó desapercibido para mi interlocutor.
-Pues me estaba acosando, como siempre. -Sentencié. El chico me observó en silencio, pero no estaba dispuesta a explicarle la naturaleza y el origen del acoso de hoy. Aunque la caja de bombones seguro que daba alguna pista.
-Así que al final sí has organizado algo por San Valentín.
-¿Qué? N-no, no es...
-Leiftan me lo ha contado. -Me cortó Valkyon. 
Ups.
No había tenido en cuenta al bueno de Leif; ser traicionada por el único ser bueno y amable del QG, vaya ironía. Aunque seguro que no lo había hecho con ninguna maldad y simplemente no sabía que Valkyon no estaba al corriente.
Mientras mi mente divagaba sobre esos asuntos, los ojos ambarinos de mi superior escrutaban mi rostro en la penumbra.
-¿Por qué no me has contado nada? Puede que a veces tus..."ideas" sean cuestionables, pero no te hubiese detenido. 
-Y-ya bueno, es que...no quería molestarte.
-¿Y a Leiftan, Nevra y Ez sí? -el tono del chico no era para nada acusador, pero no pude evitar tragar saliva.
-A ellos no me importa molestarlos, no son mi jefe de Guardia. 
-¿Ah?
-Cl-claro claro, es que eres mi jefe y todo eso, y te respeto y...
-¿...y por eso te cuelas en mi habitación? -Lo que parecía una sonrisa asomó en los labios del muchacho, pero tampoco estaba 100% segura, dada la oscuridad que nos envolvía. 
-Ha sido por mera supervivencia. Eres mi jefe, tienes que protegerme. -Rebatí, abandonando mi posición de bolita asustada y sentándome de piernas cruzadas frente a él. 
-¿Ah sí? Si me tuvieses en tanta estima como dices, no me habría pasado el día buscándote. -Respondió el chico, cruzándose de brazos.
-¿Y para qué me buscabas? ¿Una misión, verdad? ¿Ibas a hacerme trabajar el día de San Valentín? 
-No, quería pasar el día contigo. Pero no hubo forma de encontrarte. Luego Leiftan me contó tu intrincado plan y...
-Espera, ¿qué? 
-Sé que haces todo esto porque echas de menos la Tierra, Cyn. - Valkyon continuaba con su explicación, pero mi "qué" había sido de pura sorpresa y no porque de verdad esperase una justificación. Mi cabeza seguía intentando procesar aún el "quería pasar el día contigo". - Como me habías dicho que este año no ibas a hacer nada, pensé que estarías triste y...quería hacer algo por ti. 
-P-pero...
-Aunque veo que tú misma te has buscado la forma de que los demás hagan algo por ti. -Sentenció, con sorna, aludiendo con un gesto de cabeza la caja en forma de corazón. Había algo en el tono de su voz que se alejaba de su habitual calma y temple: cierto deje de acusación que bastó para prender mi temperamento de mecha corta.
-Demonios Valkyon, ¡yo qué iba a saber! -Farfullé, mirando hacia otro lado.
-Podías haberme dicho algo. ¿Es porque soy tu jefe que no quieres saber nada de mí? También sé divertirme, ¿Sabes?
-Ya te lo he dicho, ¡no quería molestar! Por el Oráculo, ¿Crees de verdad que prefiero pasar el día con el tormento de Ezarel que contigo? ¿O que me gusta que Nevra me persiga?  ¡Si lo hubiese sabido habría pasado encantada el día entero contigo! ¡Me gustaría estar todos los días contigo! ¡La vida entera, es más!
Ups.
El leve alzamiento de cejas de mi superior fue suficiente indicio de que aquellas dos últimas frases habían estado de más. ¿Porqué demonios sería siempre tan bocazas? Respiré hondo, intentando ordenar mis pensamientos; huir elegantemente era una opción complicada, dado que estaba sentada en el suelo a oscuras y tenía solo una ligera idea de dónde estaba la puerta. 
Bah, de perdidos al río.
Posando enérgicamente las manos sobre las rodillas, clavé la mirada en la de mi superior, pero su silencio expectante era demasiado pesado, así que simplemente cerré los ojos antes de ejecutar el ridículo de mi vida. El único consuelo que me quedaba es que al menos había dejado a Ezarel sin su preciado y recién adquirido material para chantajearme. 
-No te dije nada porque te admiro y respeto mucho y...oh, por el Oráculo, no es por eso. La verdad es que te aprecio mucho y sé que puedo ser muy cargante, y no quiero que te acabes cansando de mí o acabes evitándome -otra vez-, porque me gustas y me gusta pasar tiempo contigo. Así que creí que lo mejor era no involucrarte en mis planes para no empeorar la imagen que tendrás de mí. Que supongo no será muy buena. Ea, eso es todo. 
Abrí un ojo, tanteando el terreno. Valkyon seguía sentado frente a mí, a juzgar por su expresión, procesando todavía toda la amplitud de mi discurso.
-Yo...eh...vaya. - Murmuró, unos agónicos segundos después, rascándose la cabeza con cierto apuro. De no haber sido por la oscuridad de la habitación, juraría que se había sonrojado. Aunque la situación en sí no parecía muy favorable para mi persona, la vocecilla interna que acompañaba todos mis planes malvados no tardó en señalar que hacer sonrojar a Valkyon era sin duda el mejor plan del día. Sin tener muy claro si aquel "vaya", era de aceptación o de rechazo, decidí que ya que había llegado hasta ahí, lo único que me podía consolar era hacer la situación tan incómoda para el chico como lo estaba siendo para mí. 
Venga Cyn, lo hiciste con Ez ayer, no puede ser tan difícil.
-E-en fin... - Demonios, sí que es difícil. Tomando firmemente la caja de bombones con ambas manos, se la planté en el pecho al chico. - Para que tras este bochornoso momento no te vayas de vacío, aquí tienes, unos bombones. 
Todavía confuso, Valkyon paseó la mirada de mi rostro a la caja que descansaba sobre su pecho, y posó tímidamente sus manos sobre las mías. Tomé aire entrecortadamente.
-Feliz San Valentín.  Y...
Sin pensarlo mucho, y aprovechando que tenía que inclinarme ligeramente para volver a incorporarme, acerqué mi rostro al del chico y, liberando una de mis manos, la llevé a la línea de su mandíbula. Mis labios se posaron brevemente sobre los suyos, haciendo que el muchacho se crispase ligeramente. No fue más que un tímido beso, rápido y delicado, tras el cual me separé sin demora. No tuve apenas tiempo de abrir los ojos de nuevo cuando volví a notar el roce de la boca de Valkyon contra la mía, en un beso mucho más seguro que el que yo le había dado. Abrí los ojos como platos al notar la mano del chico apretar un poco la mía, que aún seguía sosteniendo la caja de bombones. Mi otra mano había abandonado su rostro como acto reflejo ante la sorpresa, y al separarnos unos segundos después, me la llevé a la boca.
-¡M-me has besado! -Repuse sorprendida, más para mí misma que como reproche hacia el chico.
-Has empezado tú. -El peliblanco alzó una ceja, divertido por mi tono entre el enfado y la sorpresa.
-Pe-pero...¡Bueno, yo tenía mis razones! -Me defendí, visiblemente azorada.
-Puede que yo tenga las mismas. 
-Qu-qué? Espera, ¿qué? ¡Valkyon, quiero una explicación! -El surrealismo de la escena estaba siendo superior a mí, y ya sin control ninguno sobre mis acciones me incliné totalmente sobre el chico, soltando por fin la dichosa caja, que calló en el regazo del chico, y plantando mis manos sobre su pecho. Obviamente la total pérdida de mis puntos de apoyo y la energía con la que me había abalanzado sobre él hicieron que perdiese el equilibrio y todo mi peso acabase sobre el chico, empujándolo al suelo. La caja de bombones salió despedida, pero ya no formaba parte de mis preocupaciones. 
-Por el Oráculo, Cyn...-masculló el peliblanco, cuya nariz ahora rozaba la mía. Desde aquella distancia pude comprobar que efectivamente, el chico estaba colorado como un tomate, pese al aplomo de su porte y la serenidad de sus palabras. 
-Qu-quiero mi explicación. -Susurré, intentando parecer fiera; al fin y al cabo, la que se encontraba noqueándolo contra el suelo era yo, aunque hubiese sido sin querer. 
-Primero levántate, ¿quieres? 
-Oblígame. - Valkyon dio un leve respingo ante mi respuesta, pero resopló divertido y sus manos se deslizaron tímidas hacia mi cintura. 
-Eres un dolor de cabeza...-susurró contra mis labios.
-Pero te gusto. -añadí, con cierto tono retador que quería enmascarar el azoramiento que sentía en aquel momento.
-Umm...
La puerta se abrió sin previo aviso, y la luz se hizo en el cuarto.
-Hey, Valk, ¿es que hoy no piensas venir a ce...? - La voz de Ezarel se extinguió por completo cuando sus ojos se toparon con el espectáculo que estaba teniendo lugar en el suelo.
Oh, no.
-Oh, Ez...-comenzó Valkyon, cuyo rubor era totalmente patente ahora que se había hecho la luz en la habitación. Sus manos soltaron mi cintura, como si quemase, pero mi alma había abandonado mi cuerpo y era incapaz de moverme para dejar que se incorporase.
Ezarel nos observó en silencio con la boca entreabierta durante unos eternos segundos, en los que seguramente estuvo buscando algo ingenioso y mordaz que añadir, pero no pareció encontrar nada.  Tras esto, cerró los ojos y tomó aire entrecortadamente.
-Cyn, no sé cómo te las apañas, pero...cada año te superas.  
Y con aquello, salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Solo unos segundos después de escuchar el "clack" de la puerta cerrándose, Valkyon reaccionó, empujándome con escasa delicadeza, incorporándose y saliendo de la habitación en busca del elfo.
-¡Ezarel! ¡Espera, no es lo que...!
-¿Qué? ¡¿Cómo que no?! ¡Valkyon, vuelve aquí! - Grité, saliendo a mi vez detrás de él.
En el fondo tenía razón el elfo; parecía que cada año que pasaba el San Valentín se iba volviendo más interesante.


Y FIN~~~


Bueno, se ha hecho lo que se ha podido it's honest work así que espero de todo corazón que os haya gustado, o que al menos os haya tenido entretenidos un ratito de este domingo tan romántico.
Pasad un buen día, lo celebréis o no, y ya sabéis que si seguís dándome coba habrá más fics porque alimentáis mis ganas de escribir tonterías~~ 

Nos leemos~~ 









6 comentarios:

  1. En efecto, cada año te superas un poco más. Leer estos fanfics cada año es un regalo (el único que recibo porque estoy más sola que la una, juas juas)
    Yo es que a Cyn la quiero, que quieres que te diga. La tengo adoptada y le he puesto un pedestal en mi casa. Es mi modelo a seguir. El icono. La señora en la que me quiero convertir cuando sea mayor.
    En fin, ya dejo de escribir tonterías. Que se os quiere a las dos <3

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    1. Me alegro mucho de leer todo eso, de verdad ;; me llega al kokoro saber que te ha gustado y sobretodo, que adoras a mi niña desastre XDD Aunque me parece cuestionable como modelo a seguir, quién soy yo para decir nada (???)
      Muchas gracias por leer y por tus palabras, de verdad <333
      See you~

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  2. Es un hecho. Te adoro. A ti y a tus fics. Eres muy buena para esto sabes? Me ha parecido de los más encantador, de verdad. Te mando un abrazo Lyn, gracias por esta joya.

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    1. Hola! Gracias a ti por leer y encima venir a decir cosas tan bonitas, de verdad <33 Nos leemos~

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  3. Lyn teadoroteadoroteadorooo
    Me encantan todas tus publicaciones, en especial las de eldarya (me las leo todas aunque el juego ya esté en español desde hace mil, adoro tus comentarios sobre los episodios)
    NO DEJES DE ESCRIBIR Y PUBLICAR COSAS RANDOM JAMÁS POR FAVOR

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    1. Hola!
      Me alegro mucho de que te haya gustado, gracias por seguir pasándote por aquí y por tus palabras<33
      See you~

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