Eldarya New Era 3
Apenas habían pasado unos días desde mi primera y aparatosa misión y la herida, pese a no ser muy profunda, continuaba dándome problemas. Ewelein ya me había regañado un par de veces por rascarme las costras bajo la venda, que se afanaba en apretar más cada vez.
-Umpf...si pica tanto es que está sanando, ¿no? - mascullé, mirando a mi nuevo familiar en busca de aprobación. El cervatillo inclinó la cabeza, curioso. -En fin Corkito, tenemos que ir a entrenar.
Tras recoger mi plato y cubiertos y dejárselos a Karuto en la cocina, puse rumbo al jardín seguida por el animalito, que trotaba alegremente tras de mí.
Jamon ya estaba esperándome para una nueva sesión de entrenamiento. Su orgullo como armero tras entregarme aquella espada le había motivado a retomar los entrenamientos casi de forma diaria, a lo que había que añadir que tras mi última misión se había hecho bastante patente que necesitaba mejorar, al menos, mi forma de defenderme. En parte me alegraba tener algún tipo de ocupación aparte de cuidar de mi nueva mascota, pero Jamon era un maestro muy serio con una resistencia bastante superior a la mía, lo que hacía de nuestras sesiones de entrenamiento un auténtico calvario para mí.
Venga Cyn. Valkyon estaría orgulloso si te viese entrenar todos los días....tendría que haber entrenado más con él...
-Cyn.
-Ah, ho-hola Jamon. Espero que no hayas tenido que esperar mucho...-comenté, posando mis cosas sobre el césped. El seifaun se acercó a olfatear a mi interlocutor, quien lo acarició de buena gana.-Corko, ven aquí, vamos a entrenar y no puedes andar por ahí.
Jamon me miró fijamente durante unos segundos, antes de volver a contemplar al cervatillo que le lamía la palma de la mano.
-Cyn saber que esto no ser un Corko, ¿Verdad?
-¿Eh? Sí, sí, lo sé. Es un sei...sai...
-Seifaun.
-Eso. Pero le he llamado Corko, es más fácil. -Jamon me miró todavía con cierta confusión, pero mi familiar ya se había sentado obedientemente junto a mis pertenencias, fuera de la zona de acción. Visto que el animalito parecía dar su visto bueno y que yo ya me encontraba con la espada en la mano, mi instructor comenzó con la lección. El ogro consideró oportuno volver a empezar desde las bases, ganándose un teatral suspiro por mi parte.
-¿Desde el principio? Venga Jamon, estás hablando con la salvadora de Eldarya. Vamos, atácame.
Jamon negó con la cabeza, apartando su arma para dejar bien claro que mi propuesta no iba a ser ni tomada en consideración siquiera.
-Empezar por las posiciones.
-Jamooooooooon.....-gruñí lastimeramente, ligeramente frustrada. Estaba harta de entrenar, llevaba toda la vida entrenando, quería un poco de acción. ¿Cómo demonios iba a saber defenderme de verdad si nunca me dejaban tener un combate de prácticas? Siempre con las mismas tonterías: que si pon un pie así, que si gira el brazo asá, inclínate más, inclínate así... - Jamooon, cuando me vuelva a atacar un...lo que fuese, mi prioridad será cortarle la cabeza, no las posiciones de mis pies.
El ogro me sonrió ligeramente, pero no cedió, lo que me irritó bastante.
-Las posiciones.
-Oggg. - Mascullé, haciendo visible mi disgusto. Intenté ignorar la frustración que crecía en la boca de mi estómago y comencé a imitar de mala gana las posiciones que debía aprenderme, y que obviamente ya me sabía. Quizá por mis infinitos y más que evidentes suspiros y muecas de disgusto, mi profesor se dio por vencido al cabo de un rato y accedió a que pasásemos al siguiente nivel. Intenté atacarlo por sorpresa para demostrarle que todo aquel tiempo repasando conceptos básicos había sido tiempo perdido, pero Jamon seguía teniendo un nivel muy superior al mío, así que fui derrotada una vez tras otra. Me pareció notar cierto recochineo en la forma en que el ogro me noqueaba cada vez, lo que no hacía sino enfadarme más y llevarme a atacar con más vehemencia. Poco después mi compañero de lucha se cansó de mí y me desarmó con facilidad.
-Cyn necesitar ir despacio. No estar aplicando teoría.
-Pffff. - Resoplé, demasiado cansada para protestar pero deseando dejarle un par de cosas claras sobre la teoría. Me agaché para recuperar mi arma, que había aterrizado unos pasos más allá, y el propio gesto de inclinarme hacia ella hizo que me marease ligeramente. Apoyé una mano en el suelo para mantener el equilibrio, pero el mareo persistió, algo que achaqué al cansancio de lidiar con un Jamon tan poco receptivo. Suspirando, me dejé caer hacia atrás y acabé sentada en la hierba.
-Cyn deber aplicar teoría para aprender práctica.
-Odio la dichosa teoría Jamon. Antes no...
-Teoría ser fundamental. Ahora levantar y luchar siguiendo teoría.
El ogro no parecía mostrar el mínimo resquicio de compasión por la humana sudorosa y cansada que se sentaba ante él, y aunque me negué a levantarme en un primer momento, su ceja alzada de forma permanente me obligó a ponerme de pie con otro suspiro.
¿No está más insoportable de lo normal, o soy yo?
-Estoy cansada. - Sentencié, limpiándome el sudor de la frente. - Y ya hace mucho calor, no quiero seguir.
-Cyn no haber entrenado apenas hoy. Deber aprender al menos teoría.
-Oh, demonios, maldita sea la dichosa teoría...-resoplé, poniendo los ojos en blanco y sujetando la espada firmemente con ambas manos. - Vale, te vas a enterar. ¡En guardia!
Mi entusiasmo, encendido por la frustración, fue de poca duración: tras dar un enérgico paso en dirección a mi maestro de esgrima, comprobé que el calor se había vuelto insoportable. El sudor perlaba mi frente y mi visión se volvía borrosa.
Ah no, ahora vas a luchar Cyn. Estoy harta de que me tomen por una inútil. Ahora vas a luchar y hacer que muerda el polvo, por haber insistido tanto en este dichoso entrenamiento.
Jamon, al ver que no continuaba con mi avance, lo tomó como una invitación a comenzar él el ataque, y se abalanzó sobre mí sin dudar.
La teoría, la teoría, sigue la condenada teoría o esto no se acabará nunca. Valkyon no era tan pesado con eso....
Prestando especial atención a la posición de mis pies, esquivé el golpe de Jamon de forma bastante insegura, ya que mi reacción natural no habría sido igual. Pero claro, tenía que seguir aquella condenada teoría que no servía para nada. El ogro encadenó una serie de golpes y fintas que logré ir esquivando, siempre atenta a seguir lo que me había enseñado, lo que era difícil con aquel calor infernal. Mis movimientos eran menos fluidos y cada vez más inestables: perdía el equilibrio ligeramente cada vez que esquivaba, y mis ataques perdían todo tipo de fuerza ante la imposibilidad de mis brazos de sujetar con firmeza el estoque.
Que se acabe esto ya, necesito que se acabe esta tontería ya.
Resoplando y cegada por el sol, lancé un ataque que probablemente no seguía las directrices de la teoría, a juzgar por la facilidad con la que Jamon lo esquivó y situó su espada en mi costado, dándome a entender que había cometido un fallo que habría sido mortal.
-No haber esperado buena posición. Haber sido impaciente.
-Eso es porque me estoy muriendo, demon...-farfullé, volviendo a pasarme la mano por el rostro antes de aferrar con manos temblorosas la empuñadura de la espada.
Me tiene que estar dando una insolación, entrenar aquí y ahora es inhumano. Aunque bueno, ninguno es humano aquí...menos yo. Siempre haciéndole la vida difícil a la humana, grr.
-Deber esperar momento bueno.
-Estoy demasiado cansada para esperar. -Rebatí.
-Cyn no deber realizar movimientos cansados.
-¿En serio, genio? No me digas. - Jamón alzó de nuevo una ceja, pero no añadió nada.
-Deber cansarme antes de atacar. Volver a empezar.
Tomé una profunda inspiración, clavando la espada en el suelo.
-¿Es que no tienes calor? Me vas a matar de una insolación. - Comenté, pero mi interlocutor se encogió de hombros, sin comprender.
-No hacer calor hoy. Soplar fresca brisa. Venga, volver a intentar.
Frustrada, desclavé la espada del suelo, preparada para alzarla de nuevo contra Jamon, pero mi vista se nubló y di un paso en falso hacia delante, perdiendo el equilibrio momentáneamente. La herida del brazo comenzó a arderme de nuevo, resultándome imposible ignorar la urgencia de rascarme la costra. Solté la espada, que rebotó suavemente en el césped. Comencé a rascarme la venda, pero todo había empezado a girar a mi alrededor y me costaba mantenerme de pie. Di otro paso, esta vez hacia atrás, intentando conservar mi precario equilibrio. Y ese dichoso calor...
-¡Cyn, ¿Estar bien?! - La voz de Jamon me llegó muy de lejos pese a encontrarse frente a mí. O quizá no fuese eso: su voz me llegaba perfectamente pero me costaba entender lo que me decía. Continué rascando febrilmente la herida, cuyo picor era insoportable. Jamon me decía algo, seguro que me estaba instando a recuperar mi espada y volver a repetir el ejercicio.
Oh por el Oráculo, ¿no puedo hacer ni una pausa?
Levanté la mirada de mi brazo para encararle, pero unos metros tras él una silueta hizo que olvidase mi herida, el calor y los vértigos que me atenazaban.
-Qu...-un mareo me sobrevino, más intenso que los anteriores. Volví a trastabillar, y cuando logré centrar la vista de nuevo, la silueta había desaparecido. El pánico que me había causado, sin embargo, no. Por primera vez miré a Jamon con genuino miedo en los ojos. - Ja...mon, creo que no me encuentro bien...creo que estoy alucinando, yo....
El ogro soltó rápidamente el arma y se precipitó hacia mí, aunque mi mirada buscaba frenéticamente a la silueta de antes. O a otras.
Si acabo viendo a Valkyon también, no sé si lo soportaré....
Aquel pensamiento hizo que el pánico se apoderase de mí, lo que causó que soltase un pequeño grito al notar las manos del ogro sobre mis hombros.
-Cyn no estar bien, deber ir a la enfermería.
-Qu-qu....no, no! -La silueta se había ido en aquella dirección, no quería encontrarme otra vez con ella.- Estoy bien, de verdad, s-solo necesito una pausa como llevo diciéndote desde la última media hora.
-Deber ir a la enfermería. - La vehemencia del tono del ogro despertó de nuevo la ira que había sido eclipsada por los mareos.
-Te he dicho que no, me paso la vida ahí dentro. -Frase que hubiese sonado más convincente si yo no hubiese comenzado a deslizarme hacia el suelo a medida que la pronunciaba. Todo había comenzado a girar de nuevo a mi alrededor, y necesitaba un buen punto de apoyo, como por ejemplo, el césped. Jamon no parecía compartir mis ideas, ya que mi cuerpo no llegó a reunirse con la mullida hierba debido a que sus brazos me interceptaron y me tomaron en volandas. Ese gesto inesperado ocasionó que de nuevo el mundo ganase un par de velocidades a mi alrededor, haciéndome cerrar los ojos con fuerza.
-Maldita sea, ¿por qué has hecho eso? - La parte racional que había en mí y que solía hacer acto de presencia en situaciones como aquella me sugirió que quizá estaba siendo demasiado dura con mi amigo, y que debía calmarme si quería convencerle de que todo iba bien. Inspiré todo lo profundamente que pude, con la esperanza de que eso hiciese disminuir el mareo. - Estoy bien, de verdad, será un bajón de azúcar o algo...solo necesito sentarme un ratito y beber agua...¡oye, espera!
Conmigo en brazos, el ogro echó a andar. Abrí los ojos de golpe, mirándolo espantada.
-¿Qué haces?
-Ir a la enfermería.
-¡Te he dicho que no! - Grité, perdiendo los papeles. Hasta yo misma me sorprendí cuando el grito abandonó mi garganta, y algo dentro de mí me susurraba que el ogro no estaba haciendo nada malo y que patalear como lo estaba haciendo estaba un poco fuera de lugar. Pero mi personalidad nunca brilló por hacer caso a la vocecita racional de mi cerebro.
¡Quiero que me suelte! ¿Quién se cree que es para arrastrarme a la enfermería en contra de mi voluntad? ¡Estoy bien, no soy tan débil!
-¡Jamon suéltame!
-No. Cyn no estar bien.
-¡¡Estoy perfectamente pero estás atacándome a los nervios!! ¡SUÉLTAME! ¿No ves que estoy bien? ¿Es porque tengo la fama de humana inútil, no? ¡¡HE SALVADO ELDARYA, NO ME VOY A MORIR PORQUE ME DEJES EN EL SUELO!! ¡SUÉLTAME AHORA MISMO!
El ogro no respondió a ninguna de mis preguntas, continuando su avance por el refugio. Su silencio no hizo sino enfadarme más. Mi familiar nos seguía a una distancia prudencial, mirándome con curiosidad.
-¡QUE ME SUELTES! CORKO, ATACA! ¡ATÁCALE, CORKO, AYÚDAME!
El seifaun me observó interrogativo, agachando las orejas con actitud miedosa.
Si fuese de verdad mi Corko ya habría obedecido sin rechistar. Pero no, además de quitarme siete años de mi vida me han tenido que quitar a mis amigos. Grrrrrr.
-Bicho inútil, ¡atácale! ¡No sirves para nada, Corko! -Estallé, justo cuando atravesábamos el mercado. Algunos transeúntes se giraron hacia mí al escuchar mis gritos, mirándome con curiosidad mal disimulada.
-¡YA LO SÉ, YA SÉ QUE NO ES UN CORKO, NO SOY IDIOTA, NO ME MIRÉIS ASÍ! - les escupí, haciendo que algunos apartaran rápidamente la vista, mientras otros me observaban con ojo crítico. - ¡IROS TODOS AL CUERNO! ¡JAMON, PÓSAME DE UNA DICHOSA VEZ, TE LO ORDENO!
El cansancio cayó entonces sobre mí de golpe, y solo entonces me di cuenta de que había ido propinando golpes y patadas al ogro durante todo el trayecto. El mareo volvió a tomar el papel protagonista de mis preocupaciones, y me obligó a dejar de gritar y centrarme en respirar.
¿Qué demonios...?
No fui consciente de haber cerrado los ojos hasta que me tocó volver a abrirlos para toparme con el rostro, preocupado como siempre, de Ewelein.
Porque la humanita frágil siempre está haciéndose daño. Hasta el sol le sienta mal, por lo que se ve.
Aquella mirada estaba volviendo a enfadarme, ¿es que solo sabían tratarme como a una niña tonta y torpe?
-¿Cyn, cómo te encuentras?
-Genial, gracias. -Mi tono salió más ácido de lo esperado, así que me obligué a calmarme un poco antes de continuar. - Jamon ha montado un espectáculo porque después de obligarme a entrenar sin descanso bajo el sol de mediodía, me ha dado un mareo. -Puse los ojos en blanco, antes de añadir con sorna: - Totalmente inesperado, ¿no crees? En fin, siento haberte molestado, ya me voy.
-Estabas inconsciente cuando te trajo, no creo que fuese un mareo solamente.
Oh por el amor del Oráculo, ¿por qué están tan insoportables todos hoy?
-Ha-sido-solo-un-mareo. - Repuse, haciendo especial énfasis en las palabras. El rostro preocupado de Ewelein adoptó una expresión más fría mientras alzaba una ceja.
Oh, de verdad que no tengo el día para aguantar estas tonterías.
-Mira Ewe, estoy bien, no soy de cristal, ¡he salvado vuestro condenado mundo!
La elfa continuó observándome en silencio, con cierto escepticismo, pero no añadió nada. Después de observarme detenidamente, suspiró. De verdad, ¿qué les pasaba hoy?
-Está bien. Tengo que ir a buscar una cosa, cuando vuelva te echaré un vistazo y te podrás marchar, ¿De acuerdo?
-Umpf.
Interpretando mi gruñido como una expresión de acuerdo, abandonó la sala.
Qué te lo crees tú que voy a pasar un condenado segundo más aquí. Me paso el día aquí metida.
Sigilosa, salté de la cama y descubrí con orgullo que volvía a estar en pleno control de mis facultades, así que tras comprobar que no había nadie a la vista, me deslicé fuera de la enfermería. Lo más sensato era esconderme un rato en mi habitación, donde nadie me molestaría y donde con cerrar la puerta con llave sería suficiente para evitar que alguien me llevase de nuevo a la enfermería.
Ni-is-sili-in-mirii...si no fuese solo un mareo, ¿habría podido escaquearme así? Jaque mate, elfa.
Demonios, ¿qué les pasaba a todos hoy? No era la primera vez que resultaba herida, ni tampoco era la peor herida que había sufrido, y de pronto todos estaban realmente insoportables. Por un momento eché de menos a Miiko: ella no habría permitido que me tratasen como si fuese un jarrón de porcelana; seguro que a estas alturas ya me habría mandado a alguna otra misión suicida.
Al doblar la esquina del pasillo de Guardias, una nueva visión me sorprendió. No tan horrible como la que me había asaltado en el jardín, pero sin duda más molesta.
-Hola Cyn...no tienes muy buena cara, ¿Estás bien?
Respira Cyn, respira, casi le pegas la última vez.
-Hola Nevra, ¿no deberías estar acosando a Leif?
El vampiro torció el gesto con visible desagrado. Tras nuestra última trifulca habían pasado ya unos días y las cosas parecían haberse calmado. En contra de mi voluntad, todo sea dicho. Feng Zifu se había chivado a Huang Hua sobre nuestro numerito y la fenguhuang me había instado a hacer las paces con Nevra. También había hablado con Leiftan, pero como el chico prefería estar solo, desconocía si también se había visto obligado a pedirle perdón al vampiro. Sea como fuere, me disculpé más o menos (aunque para ser justos aquello no fue una disculpa) y Nevra hizo lo mismo, también coaccionado por la jefa. Desde ese momento intenté no cruzarme mucho con el muchacho, aunque en su favor había que decir que las escasas palabras que habíamos intercambiado en ese tiempo habían sido bastante correctas.
Ahora, de nuevo ante mí y actuando como si nada hubiese pasado, el vampiro se me antojaba insoportable. ¿Por qué demonios tuve que disculparme, en primer lugar, si yo no había hecho nada? Tras unos segundos de silencio incómodo el chico volvió a analizarme con la mirada, y obviando mi pregunta mordaz, insistió en sus pesquisas.
-¿Te encuentras bien? No pareces...
-¿No parezco qué, una persona funcional? ¡Porque parece que es lo que pensáis todos de mí! ¡ESTOY BIEN, DEMONIOS! -Estallé, mientras me preguntaba porqué siquiera perdía el tiempo con él en lugar de ignorarlo y seguir mi camino. Supongo que Nevra había desarrollado en aquellos siete años la molesta capacidad de resultarme irresistible. Irresistible para tener bronca.
-Solo estaba preocupado. Estás muy pálida. -¿Estaba preocupado por mí? Esa sí que era buena. Pese a todo, sus palabras lograron calmar un poco mis ánimos encendidos. La magia del momento duró hasta que, tras una pequeña pausa, alzó una ceja y cruzó los brazos sobre el pecho. - Aunque viendo como gritas supongo que estás bien.
-¿No tienes nada mejor que hacer, Nev, querido? -Solté, intentando no alzar más el tono de voz, lo que me estaba costando horrores.
-Solo te he hecho una pregunta, no te pongas así. Creí que necesitabas ayuda...
-¿Porque soy la humana inútil, no? ¡Estoy perfectamente, gracias!
-Estás perfectamente enfadada, veo. - Puntualizó, sacándome por completo de mis casillas.
Lo que me faltaba, tener que darle explicaciones a Nevra.
-¡No es asunto tuyo! ¡El mundo no gira a tu alrededor, Nevra!
-Pero es a mí a quien gritas. Otra vez. -Sus iris acerados me observaban con escepticismo, en aquella miradita de superioridad tan suya de la que ya había tenido suficiente desde mi despertar.
-¿Ah, te crees especial o algo? ¡Siento desilusionarte, pero hace diez minutos le estaba gritando a otra persona! Seguro que te sientes traicionado, ¿Eh?
-¿Y te parece normal ir gritándole a la gente así?
-¡¡Si la gente me dejase en paz de una dichosa vez, no tendría que gritarles!! -Estallé, haciendo uso de todo mi autocontrol para no pasar a la violencia física y propinarle el puñetazo que su expresión juzgadora estaba pidiendo a gritos.
-Bueno. Si me permites un consejo... -comenzó, con una calma que a mis oídos resultó insoportable. Pero, ¿de verdad era tan insoportable? ¿Qué demonios me pasa? ¿No puedo ser yo, verdad? Son ellos que...se han organizando para sacarme de mis casillas, ¿no?
-No, te permito solo que te calles y me dejes en paz.
-Deberías controlar un poco mejor tus emociones. Te acabarán trayendo problemas.
Cyn respira por lo que más quieras, respira o...
-No sé que te pasa, pero no te reconozco.
Ya está.
-¿Que tú no me reconoces? ¿TÚ no me reconoces? ¡¡YO NO SOY LA QUE HA CAMBIADO EN ESTOS 7 AÑOS!!
-Cyn...
-¡ANTES NO ERAS ASÍ! ¡Y tienes el valor de decirme que "no me reconoces"!
-Quizá sea porque he perdido mucho en estos años. Amigos, compañeros. -pese a la dureza de su tono, sus ojos mostraron un destello de tristeza que me hizo titubear a la hora de seguir peleándome con él.
-Yo también. Los mismos que tú. Y además, también te he perdido a ti porque... -comencé, pero un mareo imprevisto volvió a sacudirme. Cerré los ojos con fuerza, intentando no tambalearme. Lo último que necesitaba era mostrar debilidad delante de Nevra. La frase se quedó en el aire y el chico, ajeno a mi sufrimiento, lo tomó como una concesión por mi parte.
-Los cambios son necesarios. La Guardia perdió muchos miembros, y los que nos quedamos tuvimos que hacer frente a todo. Tuvimos que adaptarnos.
-Lo sé...-mascullé, notando que el cansancio volvía a ganarme. En realidad no quería darle la razón, aunque sabía que la tenía, mas las fuerzas que presuntamente empleaba cada vez que me enfadada con él me drenaban la energía.
Dichoso Nevra.
-Pese a todo, me alegro en parte de haber cambiado y de ser quién soy ahora. Creo que es mejor para la Guardia.
-Mira, Nevra...-comencé, casi rendida a la evidencia de que me iba a desmayar allí y ahora. Tenía que salir de allí porque podía soportar muchas cosas, pero el que me llevasen a la enfermería de nuevo no era una de ellas. El vampiro no me dejó terminar, interpretando mi intervención como un nuevo asalto en nuestra lucha verbal. Alzando de nuevo el tono, seguro y serio, añadió:
-Pero si lo que quieres es seguir jugando y perdiendo el tiempo como hacíamos entonces, te recomiendo que juntes con la gente de tu edad, y no con nosotros.
¿Pero qué demonios...?
-Veo...que se te da bien dar consejos, ¿Eh?
-Es mi trabajo.
-¿Ser desagradable también forma parte de ello? -apunté, aunque no con la fuerza que me hubiese gustado.
-Cyn...
Un nuevo mareo me hizo trastabillar ligeramente. De verdad que no tenía tiempo para seguir discutiendo con él.
-Nevra, ¿sabes qué? Me da igual. Me voy. Hasta luego.
Lo que pasó después acabaron siendo solamente recuerdos confusos. Sin saber muy bien cómo, logré arrastrarme hasta la habitación, abrir la puerta y dejarme caer en la cama sin ningún miramiento. El mundo estuvo tambaleándose a mi alrededor durante el tiempo indefinido que tardé en quedarme dormida. Debieron de pasar unas horas hasta que la fresca brisa que se colaba por la ventana me trajo de nuevo al mundo de los vivos, sensiblemente mejor y más despejada. Intenté poner en orden mis ideas: ¿qué me había pasado? Quería inclinarme por la idea de que todo había sido solamente un golpe de calor, pero no tenía claro hasta qué punto podía ser cierto. En cuanto a mi enfado, no tenía explicación para ello, pero siempre había tenido mucho carácter y era verdad que desde que había despertado no había hecho más que tener bronca con todo el mundo. Especialmente con Nevra. Desperezándome, me prometí solemnemente trabajar en mi autocontrol y pedirles disculpas a Jamon y Ewelein, que en realidad no habían echo nada y no tenían culpa ninguna de que mi ánimo estuviese ya caldeado de serie.
Seguía cavilando sobre por qué hoy en concreto estaba más irritable de lo normal cuando alguien llamó a la puerta.
-Adelante...-mascullé, desperezándome y sentándome en la cama. Los golpeteos en la puerta se repitieron.
Umpf, no empecemos...
-Qu...oh, Adalric. Hola. -Titubeé tras levantarme y abrir la puerta, pues el silfo era la última persona con la que esperaba encontrarme. Esperaba que alguna de las víctimas de mi ira incendiaria viniese a dejarme las cosas claras, sinceramente. Porque a él no le he gritado, ¿no? No me acuerdo...
-Hola Cyn, qué sorpresa encontrarte aquí. ¿Te encuentras bien?
-¿Qu...? S-sí, sí, estoy bien, pero...- ¿sorpresa? lancé una rápida mirada alarmada a mi alrededor para comprobar que de verdad se trataba de mi habitación y no que, en mi febril huida, había acabado en una estancia diferente. Pero no, estaba donde debía estar. - Eh...¿qué te trae por aquí?
¿Le he gritado también a él? Demonios Cyn, piensa....
-Oh, el viento del sur, como de costumbre. Sabes, es un viento muy interesante, aunque algo traicionero. Hay que saber...
Si no le he gritado, aún estoy a tiempo.
Carraspeé en un intento de interrumpir aquella clase de meteorología indeseada. La verdad, Adalric me caía bien, aunque todavía no me había acostumbrado a su discurso aleatorio e inesperado.
-Viento a parte, si puedo ayudarte en algo...
-¡Por supuesto! Estoy aquí en pos de una importante misión. Huang Chu me ha pedido que reúna unos ingredientes para el laboratorio y...
-Eh...disculpa Adalric, pero...no soy de la guardia Absenta, dudo que Huang Chu te haya pedido que yo...
-No ha sido Huang Chu, qué cosas tienes. - El silfo parecía disfrutar con mi confusión, pero su risa era tan sincera y yo estaba tan confusa que no logré enfadarme. - Las estrellas...
Oh por el Oráculo, las estrellas también la toman conmigo.
Suspiré de forma demasiado perceptible, a juzgar por cómo mi interlocutor interrumpió su discurso. Ante su expresión confusa no pude evitar enrojecer y carraspear de nuevo.
-Disculpa, ¿decías?
-Necesito ayuda para esta tarea y las estrellas me han indicado que eres la persona más adecuada para ello. Sé que no es algo que esté dentro de tus tareas, pero...
-No te preocupes Adalric, te ayudaré encantada. -Aunque la idea tampoco era muy atractiva, ¿quién era yo para contradecir los mandatos de las estrellas? Además me hacía falta tomar el aire, y pasar tiempo con Adalric, que no sabía nada de mí y quien no podía emplear la frase "han pasado 7 años", era una muy buena opción dada mi situación.
-¡Espléndido! Será una oportunidad única para investigar los valiosos contenidos que esconde el mercado. Además, así podríamos conocernos mejor.
El entusiasmo del silfo era contagioso, y no pude evitar devolverle la sonrisa.
-¡Claro! Después de ti.
-¿Te encuentras bien?
La voz de Adalric me devolvió a la realidad, tras unos segundos en los que mi mente comenzó a divagar mientras paseábamos por el mercado.
-¿Eh?
-Estás pálida.
-¿Eh? ¿Qu...? Oh, no, estoy bien. -Aunque esta vez sí que era verdad que me notaba algo débil. El olor de los bollos calientes que el aire había traído desde un puesto cercano hizo que mis tripas rugiesen con enfado. Ahora que lo pensaba, había dormido bastante y probablemente me hubiese saltado el almuerzo. Tampoco había desayunado mucho aquella mañana. ¿Y si todo aquello era por hambre?
-De acuerdo. Sígueme, es por aquí. -Adalric me dedicó una sonrisa tranquila que agradecí de todo corazón, habituada como estaba a que todo el mundo pusiese en tela de juicio mis palabras cuando de mi salud se trataba.
-Y...¿qué debes comprar para Huang Chu?
-Oh, solo algunas cosas que se nos han acabado. Sé que no es tu guardia, pero quizá te interese una pequeña clase sobre cómo seleccionar buenos ingredientes. -Adalric se mesó la barbilla unos segundos, como si escuchase algo (al viento, seguramente), antes de añadir. - O si lo prefieres puedo hablarte de otra cosa, el viento del este siempre es un tema interesante.
-Creo que me inclino por la clase magistral sobre hierbas. -Respondí apurada, debido a que las conversaciones sobre fenómenos atmosféricos del silfo no solían llevar a ninguna parte. Asintió con aire solemne antes de comenzar con su discurso.
-La razón principal para comprar ingredientes de calidad es evitar que Huang Chu se enfade.
-Pfff. -Intenté sofocar la carcajada que pugnaba por salir de mi boca, porque el silfo había pronunciado aquellas palabras con un tono demasiado serio y no quería ofenderle. Sin embargo, Adalric me miró de reojo y me guiñó un ojo, cómplice.
-...y que un jefe de guardia se enfade es un asunto serio. Más tratándose de Huang Chu.
-...y más si eres Mathieu, supongo.
-Efectivamente, señorita.
El muchacho continuó aleccionándome, de forma bastante divertida y jocosa, sobre los patrones a seguir para obtener buenos ingredientes y para comprobar su calidad. Si bien aquello no iba a ser mi ocupación principal en la guardia, el saber cómo escoger venenos, mejunjes o demás drogas siempre era un conocimiento bien recibido. Y más teniendo en cuenta que en el pasado había disfrutado mucho jugándosela amistosamente a mis compañeros de guardia. No podía ni imaginarme el nivel de perfección que podían alcanzar mis planes malévolos ahora que contaba con información sobre cómo elegir los mejores ingredientes; Ezarel nunca había querido compartir aquellos trucos conmigo por obvias razones.
-...y si lo observas de cerca, debe poder verse un pequeño halo azulado que indica que...- Adalric continuaba con su explicación, mostrándome unas flores que se usaban en algún tipo de mezcla alquímica. Llevábamos ya un rato analizando ingredientes en el puesto de alquimia, y yo asentía periódicamente para dar a entender que mi atención, por increíble que pareciese, seguía ahí. El último movimiento de cabeza sin embargo trajo consigo un nuevo mareo, que me hizo cerrar los ojos de nuevo.
Vaya día me están dando, ¿Será porque no he comido?
-¿Cyn, te encuentras bien?
El calor insoportable que había sentido mientras entrenaba aquella mañana me atenazó de nuevo, haciéndome comprender que quizá sí que se debía a algún problema mío y no al clima: al fin y al cabo, estábamos a la sombra de un toldo y una brisa fresca envolvía el lugar.
Maldita sea, Jamon iba a tener razón...
Una cierta confusión, causada por el calor y el mareo, se apoderó de nuevo de mí, y mi único pensamiento se centró en rascarme nerviosamente la herida del brazo. Adalric me observaba con preocupación, pero no me veía capaz de pronunciar ni una palabra. La situación era lo suficientemente alarmante como para entender que debía volver a la enfermería por mucho que me pesase. La voz del silfo me llegó como de lejos, pero entre sus palabras entendí "buscar ayuda" y "enfermería". Asentí febrilmente, y me di la vuelta para intentar abandonar el mercado por mi propio pie mientras aún pudiese.
Lo primero y único que vi al girarme fue a Lance.
De pronto el calor, el mareo, el picor de mi herida desaparecieron. Solo existía la visión del muchacho ante mí.
¿Estaba alucinando? ¿Me había desmayado? ¿Estaba ahí? ¿Estaba ahí de verdad?
Lo que había visto aquella mañana en el jardín y creí que era una alucinación ahora mismo estaba hablando tranquilamente con el dueño de un puesto del mercado.
¿Era real?
Miré frenética de izquierda a derecha, pero los transeúntes continuaban con su vida y nadie le dedicaba ni una mirada. ¿Era real de verdad? Y si lo era, ¿por qué nadie hacía nada? Todos estaban tan tranquilos, como sí...como si no fuese Lance. Lance.
Lance.
El que había intentado acabar con el mundo, el que había intentado más de una vez acabar conmigo. La razón por la cual había pasado 7 años dormida. Quien había matado a Valkyon.
Lance.
Seguía en una especie de trance; era incapaz de discernir si aquello estaba pasando de verdad. Era incapaz de aceptarlo, para ser exactos. Prefería pensar que me había desmayado, o vuelto loca, o ambas a cosas a creer que Lance estaba a unos metros de mí, vivo, como una persona normal entre una muchedumbre que no le prestaba la más mínima atención, cuando él no había dudado en intentar matarlos a todos.
La confusión fue apagándose poco a poco.
Y de nuevo, la ira.
Me daba igual si aquello era real o no; si era mi cerebro jugándome una mala pasada, si era otro golpe de calor o si se trataba de un hechizo. Ante mí estaba el asesino de Valkyon y solo quería destrozarlo. Quizá fuese solo mi imaginación: quizá mi subconsciente estuviese proyectando su imagen en cualquier pobre incauto, pero era ya incapaz de controlar el impulso que me llevaba a atacarlo y acabar con él. Por un momento volví a ser completamente dueña de mis facultades, exceptuando la ira ciega que iba creciendo en mi interior, alcanzando unos niveles que hacían palidecer los enfados que Nevra me causaba.
Me había olvidado por completo de Adalric, cuyo suave roce sobre mi brazo me sobresaltó.
-Cyn, creo que deberías...
Oh, ya sé lo que debería.
-Adalric no me encuentro bien. Vete a buscar a Ewelein, por favor. - Respondí mecánicamente, manteniendo controlado a Lance por el rabillo del ojo. El silfo me lanzó una mirada confusa pero desapareció sin rechistar.
Una vez me deshice de él, avancé cauta hacia mi presa. Ni siquiera era consciente de mis movimientos, mi cuerpo se movía solo y la ira que nublaba mis sentidos hacía que lo viviese todo de manera irreal. Como si no fuese mi cuerpo; como si aquello no estuviese pasando en realidad. En un par de pasos me planté detrás de él. Su armadura, su pelo...de verdad estaba ahí. Ante mí. Aquella certeza me golpeó con fuerza, causándome un nuevo mareo.
El último atisbo de cordura que quedaba en mi ser intentó hacer acto de presencia, pero el burbujeante enfado que caldeaba mi ánimo no le dio la más mínima oportunidad.
Lance.
-¡¡¡¡¡RRRRAHHHHH!!! - Sin pararme un segundo a pensar en una estrategia, me abalancé sobre el muchacho, que al escuchar mi grito de guerra se giró sobresaltado. Por suerte para mí, supe encajar rápidamente ese cambio de planes y en lugar de intentar estrangularlo le asesté un puñetazo en la cara. Sorprendentemente Lance tuvo el tiempo justo para esquivarlo y mi puño solo rozó su pómulo, haciendo que me proyectase peligrosamente hacia delante. Mientras aterrizaba y recuperaba el equilibrio, eché la mano al cinto y desenfundé mi puñal. El puñal que me había regalado Valkyon.
Volví a encararlo, arma en mano, y me topé con el reconocimiento en sus ojos. Parecía más sorprendido por el ataque que por mi presencia en sí, lo cual me llamó la atención, pero no era el momento para pensar en aquello.
-Hola, Cyn.
CÓMO OSA.
- ¡¡TÚ!!¡DESGRACIADO! -Rugí, completamente fuera de mí. ¡¿Cómo osaba a hablarme con ese tono, con esa tranquilidad?! ¡¿Cómo se atrevía a saludarme como si fuésemos viejos amigos y no fuese él la razón de casi todas mis desgracias?! Apreté el puñal en mi mano hasta que los nudillos se me volvieron blancos. Aquello no pasó desapercibido al chico, que alzó las manos ante él, en son de paz.
Demasiado tarde para pedir paz.
-Escúchame, no quiero luchar contra ti.
No quise escuchar más, lanzándome de nuevo sobre él. Me esquivó sin dificultad una vez más, y en el fondo de mi ser sabía que nunca sería rival para él. Pero me daba igual. Viendo que me preparaba de nuevo para arremeter contra él, suspiró y volvió a intentar la vía diplomática.
-Sé que ahora estás confusa pero no soy tu enemigo, no...
- ¡¡¡ERES MI ENEMIGO!! ¡¡ASESINASTE A VALKYON!! ¡¡LLEVO SIETE AÑOS DURMIENDO POR TU MALDITA CULPA!! - Le corté, y sin darle tiempo a responder volví a lanzarme contra él. Aunque logró esquivarme de nuevo, esta vez mi cuchillo rozó su mejilla. No tuve tiempo a retirarme y plantear un nuevo ataque, ya que tras considerar que ya me había dejado ir lo suficientemente lejos, me sujetó por la muñeca y se deshizo del puñal. Mantuvo mi mano sujeta en el aire, a la altura de su cara. En mi forzada posición, a centímetros de él, pude ver que su mirada se había endurecido.
-No me hables de mi hermano. Me arrepiento de aquello cada minuto que pasa.
Entrecerré los ojos, furibunda.
-Es lo mínimo que te mereces. Pero ahora te daré el resto. - Obviando toda estrategia, posición, clase y miramiento a lo aprendido durante mis sesiones de entrenamiento, busqué librarme de él a base de patadas. La primera dio en el blanco, su espinilla, haciendo que me soltase. Retrocedí lo gusto para tomar el impulso necesario para volver a lanzarme contra él.
-No quiero hacerte daño, pero si sigues con esta tontería me obligarás a ello.
-Te voy a hacer pagar cada segundo que he pasado en ese condenado cristal, Lance. - Siseé antes de lanzarle un derechazo directo a la cara. Con un suspiro que buscaba ofenderme, sujetó mi mano a medio a camino hacia su rosto y de un gesto rápido inmovilizó el brazo contra mi espalda. Solté un quejido cuando la presión que ejercía aumentó un poco.
-Por última vez...
-Te voy a matar. -Mascullé, apretando los dientes.
-Cyn...-cada palabra que decía me enfadaba más aún, pero era la reciente reaparición de la sensación de calor y los mareos lo que comenzaba a ponerme nerviosa. No podía desmayarme delante de él, no sin antes haberle dado una buena tunda. Su mano enguantada se cernió un poco más sobre mi muñeca.
-Suéltame.
-Tranquilízate. Iremos a ver a Huang Hua, ella te explicará...
-¡SUÉLTAME! -Grité, notando el calor aumentar y mi visión nublarse. - ¡SUÉLTAME, SUÉLTAME, SUÉLTAME! ¡NO ME TOQUES CON LAS MISMAS MANOS CON LAS QUE MATASTE A VALKYON!
No pude ver su expresión, pero noté su mano crisparse. Aproveché el momento de confusión para forcejar, intentando clavar el codo de mi brazo libre en su cara. Lance me soltó para evitar la embestida, pero no a tiempo. Cuando me volví para encararlo, un fino hilillo de sangre salía de su labio.
-¡Para ya! - Su grito cortó mi siguiente intento de ataque. Me encontraba ya sin aliento pese a que no había hecho gran cosa, pero el calor que encendía mi cuerpo me agotaba con gran rapidez. Lance clavó sus ojos en mi figura furibunda y jadeante. - Estás dando un espectáculo lamentable. Estás asustando a la gente.
-¿A...ah? -Repuse entrecortadamente. Un rápido vistazo me permitió comprobar el corrillo de gente que se había reunido a nuestro alrededor. Me miraban espantados pero, ¿era a mí? ¿Por qué a mí? ¿Por que a mí, y no a él, el enemigo de Eldarya? Un mareo, esta vez con nausea incluida, me sobrevino, obligándome a cerrar con fuerza los ojos. Tomé aire a duras penas. -¡¿Qu-qué miráis?! ¡¡¿POR QUÉ NO HACÉIS NADA? ¡ES LANCE! ¡NOS QUISO MATAR A TODOS!
-Cyn, por favor... - mi respiración pesada y mi leve tambaleo debieron de convencer al chico de que ya no suponía un peligro real, dando un paso hacia mí con las palmas extendidas hacia mi en señal de paz. - Cálmate, hay una explic....
-¡¡¡NO QUIERO UNA EXPLICACIÓN!! ¡NO TE ACERQUES!
Lance hizo caso omiso a mi advertencia, avanzando lentamente hacia mí. Me pasé una mano por la cara para retirar el sudor que perlaba mi frente. Dichosos mareos y dichosa yo. Era mucho más fuerte que eso. Si no estuviese sufriendo aquellos dichosos mareos y aquel calor, ya le habría rebanado el cuello.
Notando que mis fuerzas estaban a punto de abandonarme, esperé a que se acercase lo suficiente como para lanzarme contra él con el mínimo esfuerzo. Seguramente solo podría atacarle una vez más, y no le mataría, pero me negaba a darle tregua. En el momento adecuado, me lancé de nuevo, llevando esta vez las manos a su cuello. El chico sujetó rápidamente mis muñecas para apartarme, y aunque no tenía fuerza para estrangularle en mi estado actual, intenté al menos clavarle las uñas.
-¡CYN, DETENTE! ¡No me obligues a hacerte daño!
Por toda respuesta volví a emprenderla a patadas contra su armadura. La fuerza de sus manos sobre mis muñecas aumentó drásticamente, apartándolas de golpe a ambos lados antes de empujarme hacia atrás. Perdí el equilibrio y aterricé violentamente sentada en el suelo.
-¡¡AAAHHGG!! -Vociferé, apoyando mis doloridas manos en el pavimento y levantándome lo más rápido posible. El mundo dio un peligroso giro a mi alrededor al hacerlo. Todo se volvió negro por un segundo, pero no podía dejar que aquello me impidiese luchar. Di un amenazador paso hacia él, de nuevo. - ¡TE VOY A....a....!
Intenté seguir avanzando pero todo en torno a mí comenzó a moverse y distorsionarse. Apreté los ojos con fuerza, sintiendo la nausea trepar por mi garganta. Me tambaleé y al no encontrar apoyo alguno, trastabillé y caí de rodillas. Un pitido agudo martilleaba mis oídos, y mi visión se nublaba cada vez que la intentaba enfocar. Me llevé una temblorosa mano a la cara al mismo tiempo que intentaba usar la otra como impulso para incorporarme de nuevo. Solo pensaba en levantarme y luchar, pero un ataque de tos hizo que mis planes se truncasen. Aunque me cubrí la boca con la mano, la sangre que salió de ella se deslizó entre mis dedos y marcó el suelo con un par de gotas que no pasaron desapercibidas a ojos de Lance.
-¿Te pasa algo? ¿Estás bien? ¡Hey, Cyn!
Apreté los párpados e inspiré entrecortadamente, tosiendo todavía.
No tiene pinta que esto sea por no haber comido...
El roce de una mano en mi hombro me sacó de mis pensamientos.
-Te llevaré con Ewelein. - La voz de Lance me llegó lejana pese a tener la certeza de que era él quien intentaba incorporarme a duras penas. Agité mi mano ensangrentada a tientas, intentando golpearle o al menos apartarlo.
-N-no te acerques....no...me to...ques...
Pese a que volví a abrir los ojos, noté como todo empezaba a oscurecerse. Lance percibió mi tambaleo pues sus manos sujetaron con firmeza mis hombros.
Lo último que pensé fue que era tan tozudo como su hermano. Pensamiento del que me arrepentí al momento. Quise volver a decirle que no me tocase, pero todo se apagó a mi alrededor y perdí el conocimiento.
-Veo que ya te estás despertando.
¿Qué?
Separé lentamente los párpados que notaba más pesados de lo habitual. Me recibió un techo malva engalanado con cortinas traslúcidas que conocía demasiado bien.
En la enfermería otra vez, qué sorpresa.
El rostro pecoso de Huang Chu fue la única novedad a la habitual estampa que me encontraba cada vez que me despertaba allí.
-Ummm...-mascullé, para dar a entender que estaba viva y consciente. La fenghuang me miró con cierta lástima.
-¿Cómo te encuentras?
-No sé...¿bien? Más tranquila de lo que he estado en todo el día...hoy le he gritado a demasiada gente, creo.
La muchacha me dedicó una sonrisa de consuelo y procedió a explicarme la situación: en ausencia de Ewelein, que se encontraba en misión, había tenido que atender mi extraño caso. Parece ser que el mordisquito aparentemente inofensivo con el que aquel familiar salvaje me había obsequiado tenía una sorpresita: veneno. Aquello explicaba en parte mis mareos, calores y arranques de ira homicida, aunque estaba bastante segura de que mi último enfado no había tenido nada que ver con el veneno. Huang Hua torció el gesto, como si me leyese el pensamiento. Aunque seguramente lo que leía era mi alma. Se ofreció a darme la explicación que casualmente todo el mundo había olvidado darme: cómo y porque Lance seguía allí. No estaba segura de querer oírlo, y más ahora que sabía que el final de esa historia era la reintegración de Lance en la guardia. Además, dudaba que nada de lo que hubiese hecho en aquellos 7 años fuese razón suficiente para redimirlo. Pero merecía una explicación; era algo que la Guardia me había arrebatado, como siempre. Luego tendría unas palabritas con Huang Hua y el resto.
Como imaginaba, la historia no me conmovió ni un ápice: el pobre dragón genocida, traumatizado por su derrota y la muerte de su hermano, había sido hecho prisionero hasta que la guardia necesitó de su ayuda, y lo soltaron. Eso era todo. Huang Hua sondeó su alma y dictaminó que era un hombre nuevo. Solo había estado encarcelado un año por haberme mandado a un coma que había durado 7.
Por un momento volví a sentir que todo aquello no era real. La calma con la que Huang Chu contaba la historia, los hechos en sí...no podía ser real. Toda la lucha de la Guardia, mi lucha, no podía haberse resumido en un año en una celda y una liberación por buena conducta.
-Cyn...-La feng huang detuvo su relato al darse cuenta que los elogios que estaba empezando a dedicarle al chico habían provocado que clavase las uñas en las palmas de mis manos. Intentó suavizar el relato, algo azorada. - Arriesgó su vida en numerosas ocasiones por la guardia, demostrando que era de fiar y que estaba dispuesto a morir por el bien de la misión. Ha salvado muchas vidas.
-Mató a mucha gente.
-Pero...
-Mató a su hermano. Con sus propias manos. Juró matarnos a todos, y la verdad, yo habría preferido que lo hubiese hecho a tener que ver ESTO. -Siseé, intentando no alzar la voz pero sin poder evitar el veneno en mis palabras. No daba crédito a lo que estaba oyendo, ¿ahora Lance era un héroe? ¿Ya estaba?
Y sin embargo a Leiftan seguían llamándole Daemon.
Noté de nuevo una nausea acariciar mi garganta y me pregunté si de verdad todo aquellpo había sido el veneno o si en realidad mi cuerpo era incapaz de procesar todo aquello.
-Ha demostrado su valía y ha resultado ser de gran ayuda para la Guardia. Es un miembro indispensable, además de un jefe de Guardia respetado y ....
Qué.
-Qu-que es....¿qué? - Mi mente se quedó en blanco por un momento, queriendo a la vez procesar aquella información pero temiendo su significado implícito.
Nadie me ha dicho quién es mi jefe de guardia...no he visto aún al jefe de la Obsidiana...nadie...no, no podrían....
-Es el jefe de la Guardia Obsidiana, y ha hecho un trabajo excelente... -Huang Chu continuó alabando al muchacho, pero dejé de escucharla por completo. Aquello tenía que ser una broma de mal gusto. ¿Lance era...mi jefe?
-Suficiente. - Corté, y la muchacha se sobresaltó por mi intervención. -Ya he oído suficiente.
-Cyn, sé que es difícil pero...
-No, Huang Chu, no sabes nada. - Repuse, calmada, sin querer tomarla con la chica pero con la imperiosa necesidad de dejar las cosas claras. - Me da igual lo que haya hecho, me da igual si ha salvado a todos y cada uno de los puñeteros habitantes de este puñetero mundo, porque antes los intentó matar. Mató a su hermano. Delante de mí. -Tragué saliva, intentando no recordar aquella escena que me obligaba a apartar a lo más profundo de mi mente cada vez que amenazaba con emerger de entre mis recuerdos. - Me...me lo quitó, ¿sabes? A la única persona que quería en este condenado mundo en el que me han obligado a quedarme. He pasado siete años en ese cristal por su culpa, para salvaros a todos de Él. Y ahora...
La muchacha me observó con tristeza y compasión, pero controlar el temblor de mi voz y de mis manos era ya demasiado trabajo como para además reprocharle nada.
-No sé qué decirte...solo puedo explicarte lo que ha pasado.
-Ya. Si no te importa, creo que ya he oído suficiente. -El veneno, los arranques de ira, y ahora toda aquella información habían drenado hasta la última gota de energía que podía quedarme para discutir.
-Está bien. Si vuelves a encontrarte mal, avísame por favor.
Asentí antes de levantarme en silencio de la camilla y abandonar la sala. Mi primer impulso fue ir a aislarme a mi habitación, lejos de todo y de todos, pero mi vena combativa no dejaba de repetirme que Huang Hua me había ocultado todo aquello a propósito. ¿Qué esperaba, que con suerte no me cruzase nunca con Lance, aunque fuera el dichoso jefe de mi dichosa guardia?
Tomé aire profundamente y decidí que aún me quedaban fuerzas para tener unas palabras con la feng huang.
- Hola Cyn, ¿qué te trae por aquí? -La feng huang me saludó alegremente, obviando que había entrado sin llamar a la puerta y con cara de muy pocos amigos. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, pero dudaba mucho que Huan Chu -o el propio y dichoso Lance- no hubiesen venido a ponerle al corriente de la situación.
-Oh, nada en particular, solo el pequeño detalle de que Lance está vivo y está en la Guardia. -No pude evitar el tono ácido de mis palabras, aunque la chica debería de dar las gracias porque ahora, recuperada del veneno, contase con el autocontrol suficiente para no ponerme a gritar. - Un detallito sin importancia que se os debió de pasar comentarme, ¿Verdad?
-Cyn....- la mirada de Huang Hua se endureció, y tomó una larga inspiración. - Podemos hablar, pero no me gusta nada tu tono.
-Y a mí no me gusta que el asesino de Valkyon sea mi jefe de Guardia pero ya sabes, a los demás no les importa mucho lo que nos guste o nos deje de gustar en este lugar, por lo que se ve. -Solté, los brazos cruzados sobre el pecho y las uñas clavadas en los antebrazos. Huang Hua me observó en silencio durante unos segundos, probablemente sopesando la situación.
-Sé que esto te habrá pillado por sorpresa y para ti todo ha sucedido recientemente, pero...
Ahí vamos otra vez.
-"Han pasado siete años". - Me adelanté, sin poder evitar el deje de burla en mi voz. La feng huang frunció el ceño.
-Exacto. Si te consuela, no eres la primera en estar molesta con la decisión que me llevó a reincorporarlo a la guardia.
-Creo que molesta no refleja ni el más pálido matiz de cómo me siento ahora. -Repuse, haciendo tamborilear los dedos sobre mi brazo para intentar mantener la poca paciencia que me quedaba. Nunca había visto a Huang Hua tan seria y cortante, y algo me decía que no debía de forzar más ese aspecto de su personalidad. Pero me costaba horrores mantener la vía del diálogo.
Ojalá estuviese Miiko. A ella era más fácil gritarle, siempre empezaba ella.
Aunque si hubiese estado Miiko, seguro que esto no habría pasado.
-Lo sé, pero la situación es la que es. Ha pasado mucho tiempo y Lance se ha redimido y demostrado su valía y...
-Ahórrate el discurso, tu hermana ya me lo ha soltado.
-Pues está todo dicho, entonces. - Sentenció, intentando conservar la vía diplomática pese a la frialdad de sus palabras. Descrucé los brazos y di un amenazador paso hacia delante, apretando los puños.
-Le habéis hecho jefe de la dichosa Guardia, y...
-....Y eso no va a cambiar, así que te aconsejo que ahorres saliva. - Huang Hua lanzó una mirada reprobatoria a mi nueva posición.
-¿Oh? ¿Ahora esto es una dictadura? ¿O todos os habéis vuelto locos? ¿Nadie se opuso? ¿Chrome, Nevra?
-Eres libre de expresar tu opinión, y te invito a preguntarles por la suya si eso puede ayudarte. Pero la guardia se basa en unos valores, entre ellos la compasión y el perdón, y Lance...
-¿Ah? Perfecto entonces, si se le ha perdonado el matar a Valkyon tan fácilmente, supongo que no tendréis ningún problema en perdonarme a mí que lo mate. Porque es lo que pienso hacer.
-Por favor, Cyn, ya es suficiente. - Su tono se alzó ligeramente y dio un pequeño golpe en la mesa con la palma de la mano, demostrando que mis intervenciones habían comenzado a minar su paciencia. - Leiftan también nos traicionó y no pareces haber tenido ningún problema en perdonarlo.
La frialdad de sus palabras me sentó como un puñetazo en el estómago.
¿Cómo podía...?
-Tú...-gruñí, pero me di cuenta de que no era lo más adecuado. Intenté calmarme antes de continuar, pero aunque mi tono recuperó un volumen normal, mis palabras no. - No es lo mismo, y lo sabes muy bien. Me importa un comino vuestro dichoso mundo, ¿Sabes? Me importa un comino que ahora le lamáis los pies a quien os quería destruir. Por eso perdoné a Leiftan, porque vuestro mundo y su futuro no-me-importa-lo-más-mínimo. Pero Lance mató a Valkyon. Así que no tengas el valor de repetir esa frase.
Huang Hua me sostuvo la mirada, carente de emoción.
¿Sentía de verdad todo aquello?
Probablemente no. Aquello no era más que mi ira estallando en forma de rabieta, diciendo absurdidades ya que no podía simplemente gritar y golpear cosas. Me hervía la sangre ante mi propia consciencia de que estaba sonando como una niña con un berrinche, pero no podía evitarlo. Leiftan había cometido atrocidades, sí, pero no había matado a Valkyon. Y si Huang Hua podía leer mi alma tendría que ver sin ningún problema que hubiese preferido dejar Eldarya arder en manos de Lance si así hubiese evitado la muerte del chico.
-Tómate el tiempo que necesites para asumirlo.
¿Eso era todo? ¿Sin más?
-Pero qu...
-Haciéndote un favor, le pediré a Lance que evite acercársete. Tienes derecho a estar enfadada, pero te desaconsejo que intentes nada contra él. Es más fuerte que tú, y cuenta con el apoyo de muchos miembros de la Guardia.
-¿Qué demonios? ¿Y YO NO? - Estallé, sin dar crédito a lo que estaba escuchando. ¿Me estaba amenazando? ¿Si intentaba hacerle algo a ese malnacido, todos se volverían contra mí?
¿Me había sacrificado por ellos para eso?
-Tú acabas de incorporarte a la Guardia y...
-¡¿ACABO?! ¡ME HE SACRIFICADO POR VOSOTROS!
-Cyn, no tiene nada que ver y lo sabes. Eres querida y respetada en la Guardia, pero no puedes hostigar una lucha interna por unos pecados del pasado que ya han sido saldados. - Abrí la boca para replicar, pero Huang Hua alzó una mano para acallarme. - Ha pasado mucho tiempo de aquello y sé que no has podido verlo ni vivirlo, pero Lance ha hecho mucho por la Guardia. Te animo a que hables de ello con los demás, y si te ves capacitada para tener una conversación adulta y tranquila, con él también. Creo que podemos dar por concluida esta conversación.
La ira bullía en mi interior, aunque pude comprobar que no se asemejaba ni de lejos a la que se había apoderado de mí esa misma mañana. Una lástima, ahora mismo me vendría muy bien ponerme a gritar y patalear sin control.
Cerré los ojos, conté hasta diez, y apretando los puños salí de la habitación sin mediar palabra.
¿Quería que hablase con los demás? Muy bien, tendría unas palabras con quien hiciese falta.
El rugir de mis tripas hizo que pospusiese mi caza de víctimas y me dirigiese directamente al comedor, donde Karuto me recibió con cierta preocupación tras haber escuchado que había acabado en la enfermería. Otra vez. Lo tranquilicé contándole por alto lo sucedido mientras me obsequiaba con un delicioso y humeante plato del que di buena cuenta. Comí en silencio, esperando a que el sátiro mencionase algo de lo ocurrido con Lance, pero parecía que no estaba al corriente. Con el estómago lleno todo me pareció menos dramático, pero seguía enfada con el mundo en general y con la guardia en particular.
Como siempre.
Saqué el tema sin ninguna delicadeza: después de todo, la primera afectada era yo. La reacción de Karuto fue bastante más emotiva de lo esperado, preocupándose por mi salud y mi integridad después de haber atacado reiteradamente al muchacho. Intenté no descargar toda mi ira contra el sátiro, y más al saber que, a su manera, a él tampoco parecía entusiasmarle la idea. No obstante y muy a mi pesar, sus palabras llegaron a calar en mí: ellos habían tenido más tiempo para asumir la situación, así que estaban acostumbrados a la presencia de Lance.
Con un suspiro, le di las gracias por la comida y me planteé si de verdad quería pasar por otra conversación así. Seguramente todo el mundo me diría lo mismo: ha pasado tiempo, ya no es el que era, es útil para la guardia, etcétera, etcétera.
Obviamente, estaba en lo cierto.
Karenn remarcó lo que ya me habían repetido y sospeché sería la nueva frase recurrente en mi vida: Lance era útil para la guardia y eso era lo importante. Nuestra conversación fue breve ya que el encontrarse en la biblioteca la salvó de mis gritos, y más cuando señaló, como bien había hecho su hermano esa mañana, que debía madurar y adaptarme a la nueva situación sino quería tener problemas.
Mi cansancio iba en aumento y el toparme con Chrome no estaba ya entre mis planes. Ya no quería preguntarle qué opinaba de Lance, ya me sabía de sobra el abanico de respuestas que iba a recibir. Cuando lo vi acercarse a mí con aire despreocupado y saludándome, entorné los ojos.
-Hola, Cyn, ¿cómo te...?
-Tú.
-¿Y-yo? -El muchacho me miró confuso.
-TÚ LO SABÍAS. Cómo no ibas a saberlo.
-N-no sé de que me estás hablando, Cyn, pero...
-Demonios, ¿por qué no me dijisteis que es el dichoso jefe de la guardia Obsidiana? ¡Ahora es mi jefe! ¡¿No pensaste que quizá me gustaría saberlo?!
Los ojos del lobo se abrieron un poco más, en reconocimiento al significado de mis palabras. Tragó saliva, desviando la mirada.
-No creí que debiese...
-¡Debías! ¡Eres mi amigo!
-Por eso precisamente, no quería ser yo quien...te diese la noticia. Sabía que te afectaría.
-¿Y no crees que me afectaría más encontrármelo por ahí, CÓMO HA PASADO? - Repuse, alzando peligrosamente el tono. La expresión sinceramente apenada del chico hizo que me arrepintiese de ese último arrebato, pero estaba ya harta. - Podrías...podríais al menos haber evitado que acabase en SU guardia.
-H-huang Hua te dijo que lo pensaras bien un par de veces, fuiste tú quien...
-¿Quién qué, eh? ¡¿Quién qué?! ¿Quién insistió? ¡No sabía donde me estaba metiendo y VOSOTROS ERÁIS CONSCIENTES DE ELLO! ¡Dejasteis que fuese a la Obsidiana aun sabiendo que esto pasaría, y no movisteis un dedo para evitarlo!
-Cyn...- Chrome suspiró, un gesto que me estaba acostumbrando ya a ver en todos mis interlocutores. ¿Por qué tenía la sensación de que yo era la mala? Ellos me habían mentido. Intenté recuperar un tono más conciliador, o al menos, no tan agresivo.
-Un simple comentario habría bastado, ¿sabes? Algo tipo "ah por cierto, el jefe de la obsidiana es el genocida fratricida por el cual llevas 7 años en coma, quizá quieras reconsiderarlo", o algo así. Hubiese sido de ayuda tener información.
-Ya te lo he dicho. Huang Hua no creyó que estuvieses preparada para digerir esa información tan de repente, y como estabas tan segura de volver a tu guardia...
-...y como estaba tan segura, ¡venga, dejémosla! ¿Qué mejor recompensa para la salvadora de Eldarya que estar a las órdenes de su enemigo?
El chico puso los ojos en blanco, con cansancio.
-Cyn, no dramatices.
-Oh, no dramatizo. Simplemente no concibo que en estos 7 años sigáis siendo igual de incompetentes.
-Sé que no hemos hecho bien, pero Huang Hua creyó que así sería mejor. Lo siento, de verdad. Sé que es difícil, pero si te consuela, fue difícil para todos también. Simplemente nos hemos acostumbrado.
-Umpf. - Mascullé, harta de tener que lidiar con aquella explicación comodín que todos blandían en cuanto los ponía contra las cuerdas. La mirada de Chrome se suavizó, y posó una mano sobre mi hombro.
-Tampoco fue fácil para mí, viendo mi...pasado. Nos estuvimos evitando durante años. Cada vez lo veía me ponía enfermo y...
-Muy bien, ya sabes cómo me siento. - Intervine, esperanzada en haber encontrado por fin alguien que me comprendiese. - Ahora...
-...pero con el tiempo, eso pasó. Ambos nos hicimos jefes de guardia y debimos aprender a trabajar juntos. - Abrí la boca para replicar, pero el chico me cortó. - Lo que quiero decir es que acabarás tolerándolo. Ni siquiera te pido que te esfuerces en estar en buenos términos con él, no es tu obligación. Pero te lo digo desde la experiencia, solo necesitas tiempo.
-Así que ahora sois amiguitos.
-No es eso. - Chrome volvió a resoplar, exasperado, y su gesto fue tan gracioso que no pude evitar que una sonrisa asomase a mis labios. Rápidamente recuperé la compostura antes de que lo percibiese. - Es más, dudo que tenga muchos amigos.
-Qué inesperado, y yo que pensaba que estabais a punto de derribar mi estatua para poner la suya.
El lobo alzó una ceja ante mi comentario, pero sonrió.
-Sabes que tengo razón pero no quieres admitirlo, está bien. Tienes derecho a estar enfadada. Siento de veras el no haberte dicho lo de la guardia...quién sabe, quizá quieras cambiarte a la mía. -Sentenció el chico, guiñándome tímidamente un ojo. Fue mi turno de suspirar; ya estaba, ya había perdido la batalla, me costaba mucho enfadarme con Chrome. Muy a mi pesar, sonreí.
-Creo que prefiero dar un golpe de estado y hacerme con el control de la Obsidiana. Me lo merezco más que ese desgraciado.
-Cyn....está bien, me rindo. Ya hablamos en otro momento. -Y con esas, el muchacho se despidió de mí y continuó su camino. Por mi parte me quedaba solo hablar con Jamon, más por el asunto de disculparme por mi comportamiento de aquella mañana que por el tema de Lance. Estaba ya harta de Lance: no llevaba más que unas horas en mi vida y ya la había hecho imposible.
-Hola Jamon. - El ogro me sonrió al verme, haciendo que me sintiese un poco más culpable y avergonzada por el bochornoso espectáculo que había protagonizado aquella mañana.
-Hola Cyn, ¿estar mejor? -Su genuina preocupación me conmovió, haciendo que el arrepentimiento creciese y me costase sostenerle la mirada después de haberle molido a puntapiés la última vez que nos habíamos visto.
-Sí, sí, gracias. Quería pedirte disculpas por lo de esta mañana y ...
-No hacer falta. Jamon hablar con Huang Chu. Saber que no ser Cyn, ser veneno.
-Claro, claro...espera, ¿has hablado con Huang Chu? - Pregunté algo sorprendida. Supuse que entonces estaba también al corriente de mi otro bochornoso espectáculo del día. La verdad, había sido una jornada muy intensa.
-Sí. Jamon encontrar Lance saliendo de la enfermería. Lance contar todo.
-Ah. - No sabía que más decir. El ogro no añadió nada tampoco, así que simplemente tomé asiento en la hierba a su lado. Sopesé largamente qué quería decir, o más bien, cómo quería abordar el tema de Lance. Jamon no me soltaría un sermón, pero tampoco estaba preparada para otro "ha pasado mucho tiempo". - ¿Qué...qué opinas de lo que ha pasado...con Lance?
Suspiró. Como todos.
-Jamon creer que reacción de Cyn normal.
-Pero es que...oh, espera, ¿Qué? -Interrumpí, genuinamente sorprendida de que alguien me concediese la razón por una vez. - ¿En serio?
-Sí, cosas no deber de haber pasado así. Ser error de la Guardia, no de Cyn.
Oh, ¡por fin!
Bueno...¿por fin? ¿Qué esperaba ya en realidad? ¿Me conformaba de veras con que me dijesen "ha sido culpa nuestra"? Probablemente no. Pero era un paso importante que nadie había dado: pedirme disculpas.
-Cyn estar enfadada, ser normal. Pero ira impedir pensar con claridad.
Ahí vamos de nuevo...
-Jamon, créeme que veo con total claridad que habéis hecho jefe de Guardia a un asesino.
El ogro me miró con cierta lástima antes de proseguir.
-Lance ser excelente guerrero, excelente jefe. Haber trabajado junto a él estos años. Ver que ser persona diferente.
-Pero...
-No ser ya el Lance que Cyn conoce. Olvidar ese Lance, ya no existir. - Las palabras de Jamon eran escuetas pero cargadas de significado, y no pude evitar un mohín de disgusto. No quería admitirlo, pero si de verdad era así, Jamon podría tener cierta razón. Ver a Lance como una persona independiente del asesino que conocía...¿sería capaz de hacer eso?
-Valkyon...probablemente no querer que Cyn odiar a Lance.
Aquello me sacó totalmente de mis cavilaciones internas, haciendo que olvidase por completo la conclusión a la que estaba llegando. Miré a Jamon aturdida, sin comprender aún. Y recordé.
Cuando estaba dentro del cristal, había visto cosas...desde que había despertado había intentado ignorar con todas mis fuerzas aquello, porque no hacía sino evidenciar que de verdad había pasado el tiempo. En el fondo de mi alma quería todavía creer que no. De entre todas aquellas cosas que mi mente intentaba acallar, recordé haber hablado con Valkyon, una vez todo hubo acabado. No alcanzaba a recordar sus palabras exactas, pero me había hablado de Lance: que lo perdonase y lo ayudase. Quizá no había querido pensar en aquel encuentro porque si había ocurrido de verdad implicaba que Valkyon sabía que volvería a cruzarme con su hermano, y eso era algo que me negaba a aceptar. Hasta que la realidad me había demostrado que lo que yo quisiese o no aceptar no tenía importancia.
Valkyon lo sabía. Que este día llegaría, que tendría que ver a Lance y aceptarlo.
Demonios Valk, ¿por qué no pudiste pedirme algo más sencillo?
Tras unos largos segundos de silencio, durante los cuales había enterrado el rostro entre las manos casi sin darme cuenta, volví a hablar.
-Lo sé. -Murmuré, alzando de nuevo la cabeza, pero sin atreverme a mirar a Jamon. - Valkyon...me lo dijo. Después de que...lo vi, me habló.
-¿Valkyon hablar con Cyn en el cristal?
-S-sí...me dijo que...no fuese demasiado dura con su hermano.
-Cyn haber sido dura con Lance. - Constató Jamon, haciendo que volviese a dedicarle un mohín de fastidio.
-Es que es muy difícil ser amable con un maldito asesi... - La mirada cargada de significado que me dedicó Jamon y que apenas percibí por el rabillo del ojo hizo que me retractase, pero no evitó que pusiese los ojos en blanco.
-Valkyon ser sabio.
-Lo sé. -Murmuré, tras rodear las rodillas con mis brazos y reposar sobre ellas la barbilla. Seguía sin poder mirar a Jamon a la cara, aunque en realidad lo que no quería era que él viese la mía. Mi total expresión de desamparo. - Tendría que estar aquí, y no Lance.
-Jamon querer que estar los dos.
Ya, y también la paz mundial, puestos a pedir.
Estaba ya cansada de todo, de enfadarme, de discutir, de Lance, de pensar en Valkyon. Me levanté, suspirando, e intenté dedicarle una sonrisa a Jamon, aunque no estaba segura de que aquel alzamiento de comisuras trasmitiese nada.
-Gracias Jamon por...la charla. Creo que necesito pensar.
Mis pasos me habían llevado hasta el cerezo con la esperanza de encontrar un lugar tranquilo en el que poder reflexionar sobre todo aquello.
Y ahora allí estaba yo, escondida detrás del tronco del árbol, la tranquilidad brillando por su ausencia tras escuchar las voces de Lance y Mathieu aproximarse al lugar.
Las desgracias nunca vienen solas, por lo que se ve.
No es que quisiese espiar su conversación, y por nada del mundo quería tener que escuchar a Lance comportándose como un jefe de Guardia Respetable, pero la otra opción era salir y encontrarme con ambos. Y ninguno de los dos gozaba de mi estima.
Por favor, que no se sienten, que no se...
Ambos tomaron asiento en una de las mesas que ahora poblaban el pequeño jardín. Suspiré casi imperceptiblemente, escurriéndome contra el tronco del árbol hasta acabar sentada en el suelo.
¿Es que este dichoso día no me va a dar tregua?
-Así que vuestra misión del otro día no salió muy bien parada. - La voz de Lance llegó hasta mis oídos pese a que me encontraba a una distancia bastante prudencial de los muchachos.
-Todo iba bien, de verdad! Pero entonces apareció aquel familiar salvaje y atacó a Cyn...
Gracias Mathieu por ponerme en evidencia de esta forma, no se me olvidará.
-¿Y por qué no la protegiste? Estabas allí para algo.
Abrí los ojos, pillada por sorpresa. Intentaba luchar contra la satisfacción culpable de disfrutar de que Lance regañase a Mathieu. Era muy difícil escoger bando en aquella conversación cuando ninguno de los dos era santo de mi devoción.
-T-tenía que proteger a Koori y al familiar herido...¡Además estaba también Chrome! - se justificó Mathieu, cuya vergüenza se dejaba entrever en sus palabras.
-Chrome no es un guerrero, sus funciones se orientan más al sigilo y la estrategia. -Apuntó con tranquilidad Lance.
-Pero... Bueno, Cyn también es una guerrera, iba armada.
Eso, sigue arrastrando mi nombre por el suelo, Mathieu, luego tendré unas palabritas contigo.
-Por lo que he podido...comprobar, Cyn necesita aún mucho entrenamiento.
Sin darme cuenta llevé la mano al puñal de mi cinturón, donde alguien (seguramente ese desgraciado de Lance) lo había devuelto a su sitio durante mi periodo de inconsciencia.
Pero será...
-Al final no hubo que lamentar nada grave así que supongo que pese a todo lograsteis cumplir la misión. De todas formas, será mejor que entrenemos más tus habilidades. - El dragón hizo una pausa, que no supe a qué achacar. - Y las de Cyn.
-¿En serio? ¡Sería fantástico! Muchas gracias por aceptar entrenarnos. -Exclamó entusiasmado Mathieu.
¿Entrenarnos ? ¿A mí? ¡¿Con ellos?! ¡Por encima de mi frío cadáver!
-Recuerda preguntarle a Huang Chu antes. Y....
El resto de la conversación se perdió totalmente. ¿De verdad Lance creía que iba a entrenar con él? Puede que legalmente y para mi desgracia fuese mi jefe de guardia, pero me negaba a obedecer ni la más mínima de sus órdenes, y mucho menos a pasar tiempo junto a él a no ser que fuese para atentar contra su vid...
El recuerdo de Valkyon y sus últimas palabras volvió a asaltarme.
Maldita sea.
Mi vida sería mucho más fácil si no hubiese recordado aquello. Ahora, aunque quisiera ignorarlo, aunque odiase a Lance con todo mi ser, el saber que Valkyon lo había perdonado y me había pedido que hiciese lo mismo hacía que me replantease cualquier acción contra el dragón. Aquello obviamente me frustraba: el no ser capaz de desatar mi ira libremente porque sabía que Valkyon me había pedido no hacerlo.
De verdad Valk, ¿No había algo más fácil?
Permanecí un rato más allí, escuchando como Mathieu conversaba con patente admiración con Lance, cosa que hacía que mi sangre hirviese, aunque viendo las pocas luces de las que hacía gala el chico, no me extrañaba nada que se hubiese dejado engatusar por el dragón. No había estado aquí hacía siete años y seguro que le importaba bien poco a quién hubiese asesinado Lance. Al cabo de un rato de mucha palabrería que tampoco me apetecía escuchar, Lance abandonó el jardín y Mathieu hizo un extraño acercamiento a la estatua que me representaba, momento que aproveché para escabuirme discretamente. Aunque a decir verdad tenía cierta curiosidad por las razones que llevaban al chico a acercarse tan indecorosamente a mi estatua, decidí que era mejor no saberlo.
Que aproveche que la estatua no se puede mover, porque si intenta acercárseme tanto a mí no va a salir nada bien parado.
Sabiendo que Lance seguiría rondando por los alrededores, decidí dar un paseo para despejarme por la llanura. No habría nadie y ahora mismo lo que necesitaba era silencio y paz para poner en orden mis ideas. Todo había sido mucho más fácil cuando estaba envenenada, cavilé con pesar: simplemente tenía en mente matar a Lance en el momento, sin tener en cuenta nada más. Ahora mi cabeza estaba a punto de estallar tras todas aquellas conversaciones y tras haber revivido los dolorosos recuerdos sobre Valkyon. No podía matar a Lance: todo el mundo se volvería en mi contra, eso me lo habían dejado claro, y era lo que más me dolía. Valkyon tampoco lo había querido, y aquello era lo que de verdad me detenía. Ser la salvadora de Eldarya no me había traído ningún tipo de ventaja ni de estatus más allá de una fiesta y una estatua, por lo visto; como siempre, la realidad en aquel mundo me enseñaba que no tenía ningún poder de decisión.
Caminaba absorta en aquel remolino de pesimismo cuando una figura en mi campo de visión me hizo sobresaltarme. Leiftan estaba sentado unos metros más allá, en posición de meditación. Tenía los ojos cerrados y no parecía haberse percatado de mi presencia. Su sola visión me hizo tragar saliva mientras los ojos comenzaban a escocerme.
Por primera vez en mucho tiempo, solo quería correr hacia él, abrazarlo y llorar.
No entendía bien el porqué, quizá porque había asociado demasiado su presencia a la única compañía que me quedaba. Nunca habíamos sido tan cercanos como para que pudiese dejarme llevar por aquel impulso, pero tras aquel día agotador, sentía que necesitaba aferrarme a lo que fuese, y Leiftan era la única persona que estaba en mi misma situación.
Y además, ¿hacía cuánto no me permitía llorar?
¿Había llorado en la batalla, cuando Lance asesinó a Valkyon? Aquellos recuerdos seguían siendo algo en lo que ponía todas mis fuerzas para ignorar.
Observé al muchacho, tan calmado, tan en paz. Me había pedido tantas veces que le dejase solo...las ganas de llorar, de cansancio, de frustración, fueron en aumento. Solo quería correr hacia él, pero no podía. No era lo correcto; Leiftan no estaba ahí para salvarme de mi infierno personal. Bastante tendría ya con el suyo.
Inspiré entrecortadamente para controlar las lágrimas, y di media vuelta para respetar lo que el aengel me había pedido tantas veces: su soledad.
-No te preocupes Cyn, quédate.
Me detuve y volteé cuando la suave voz del chico se dirigió a mí, pese a que sus ojos seguían cerrados.
-Y-yo...no quería molestarte, lo siento Leif.
-No pasa nada. - Abrió los ojos y me sonrió, invitándome a que me acercase. Titubeante, hice lo propio, aunque un ceño fruncido sustituyó su sonrisa en cuanto hube dado un par de pasos hacia él. - ¿Ha pasado algo?
Uf, algo...
Suspirando, me dejé caer en la hierba, todavía a un par de metros de él.
-He tenido un día...algo intenso.
-¿Por qué? Llevo todo el día aquí, ¿qué ha pasado?
Le sostuve la mirada durante unos segundos, cavilando por dónde empezar. ¿Sabría, en primer lugar, que Lance estaba allí?
-He...discutido con Ewelein y con Huang Hua...y con Huang Chu, y Karenn... y un poco con Chrome, pero creo que se lo ha tomado bien. -El rostro de Leiftan fue mutando a una expresión de genuina preocupación a medida que añadía nombres a la lista. - Y con Jamon, aunque ya me he disculpado, y...bueno, he intentado matar a Lance. Sin éxito, por desgra...bueno, sin éxito.
Por toda respuesta Leiftan volvió a fruncir el ceño.
-Así que tú también sabías que Lance estaba aquí. -Constaté, sin un ápice de reproche en la voz. A esas alturas ya lo había gastado todo.
-Huang Hua me lo había contado, pero me habían dicho que harían lo posible para que no te cruzases con él.
-Ya...¿y te parece...bien?
-Bueno... -El cierto deje de crispación que recorrió su rostro me hizo ver que tampoco estaba entusiasmado con la idea. Quizá podríamos unirnos otra vez para acabar con él, esta vez de verdad. - Pensé que estaría muerto, o exiliado.
-No hay nada que no se pueda arreglar... -musité, pero el chico me dedicó una sonrisa triste que daba a entender que no compartía mis planes homicidas. - Pero, ¿se puede saber por qué a ti te lo han contado y a mí no?
La mirada cargada de significado que el aengel me dedicó lo dejó todo claro.
Valkyon.
Ya, claro.
Resoplé, poniendo los ojos en blanco.
-Estoy harta de que se me siga tratando como el último mono aquí, ¿Sabes? ¿Les salvo el culo a todos, y qué recibo a cambio? ¡Una estúpida estatua! ¿Pero confianza, responsabilidades, dejar de tratarme como la humana inútil? ¡Oh, eso nunca, por favor!
-Cyn...
-Oh, si vas a defenderles te recomiendo que te lo pienses bien, Leif, todavía tengo fuerzas para gritarle a alguien más. -Solté, arrepintiéndome al momento por lo dura que había sido. - Es que...¿crees que tienen razón, no?
-No necesariamente. Pero sí creo que tienen sus razones, aunque sean cuestionables.
-Pues... -Bueno Cyn, ya está bien, no habías venido a discutir con Leiftan.- No sé. Qué más da...siento haberte molestado Leif, creo que volveré a mi habitación.
Tras despedirme del chico, que me dedicó otra mirada compasiva por toda respuesta, puse rumbo al QG. Esta vez logré alcanzar mi objetivo, llegar a mi habitación, sin ningún tipo de contratiempo. Una vez allí y tras pensarlo con detenimiento, llegué a la conclusión de que lo que necesitaba era efectivamente, tiempo para pensar. Tomaría ejemplo de Leiftan y me encerraría unos días para reflexionar sobre todo lo ocurrido y organizar la lista de personas con las que debía disculparme, que había crecido exponencialmente en un solo día. También necesitaba pensar largo y tendido sobre Lance; aunque todavía me hirviese la sangre cuando recordaba su rostro, iba siendo hora de admitir que la venganza no era la solución, o al menos, no la más fácil, visto que todo el mundo se ponía de su parte. Tendría que acabar aprendiendo a convivir con la existencia del chico y aceptar su presencia allí, aunque no estaba segura de que fuese a ser capaz de aceptarlo como jefe. O bueno, sí estaba segura, y la respuesta era No. En fin, ya se me ocurriría alguna forma no del todo ilegal de rebelarme y hacerle la vida imposible a Lance; si lo había hecho con Ezarel, creo que ahora me motivaba el odio suficiente como para tomarme más en serio mis bromas pesadas. Seguía frustrándome el tener que limitar la expresión de mi odio a eso, pero la promesa a Valkyon pesaba bastante más que cualquier palabrería pacifista que Huang Hua o los demás me pudiesen soltar. Además, seguro que Valkyon lo entendería; no mataría a su hermano porque él me lo había pedido, pero seguro que no le importaba que lo atormentase hasta donde fuese capaz.
Esbozando una sonrisilla de satisfacción por primera vez en el día, me dejé caer sobre el colchón, dispuesta a dormirme y poner fin a aquella dichosa jornada. Tenía unos días para poner en orden mi vida y hacer las paces con los demás, ya iría puliendo mi plan de Sutil Venganza en el proceso.
FIN
Bueno, esto es todo~~ Siento no haber adaptado todo el capítulo pero el final me daba un poco de pereza y todo el asunto de la fiesta y los combates no me parecía muy interesante así que he decidido dejarlo así~ Pese a todo espero que os haya gustado y lo hayáis disfrutado
Como siempre, todo comentario es bien recibido~~ Mientras tanto, aquí os dejo~
Nos leemos~~
Me ha gustado mucho <3 Las reacciones de Cyn son mucho mejores en mi opinión XDD Ya quiero ver que pasará en el siguiente capítulo!!!
ResponderEliminarMe alegro de leer eso <33 muchas gracias por leer y comentar!
Eliminaraaaaaa que ganas de leer el proximo!!! al final voy a volver a eldarya y todo, echo de menos a ezarel (elfo tocapelotas pero que mono era). me encanta cómo escribes de verdad que me lo paso genial <33
ResponderEliminar(me alegro mucho de que te motive volver a Eldarya pero en el NewEra ya no tenemos a Ez ;; yo solo aviso (?) ) Muchas gracias, me alegro mucho de leer eso <3
Eliminarbellizimo, siendo sincera que parte no entiende la guardia y mas con su pasaron 7 años, para guardiane fue ayer, ayer vio morir a Valkyon, me enerva mucho xd
ResponderEliminarhola, es la primera vez que comento algo por aquí ya que llegue con la nueva ola de personitas que perdieron cuentas XD antes había dado con tus blogs pero no contaba con tiempo para jugar suficiente... en fin simplemente quería decir que es la primera vez que alguien logra plasmar tan bien el abanico de emociones que me asaltaron al pasar por el cap 3 y colocarlas en un relato con las respuestas que me hubiese gustado dar en lugar de la realidad del cap... simplemente gracias! creo que necesitaba leer algo así y definitivamente prefiero tu relato al original! Sin mas que agregar estaré visitando tus próximas entradas de eldarya, ya que tus blogs me brindaron tu agradable compañía para terminar por segunda vez TO lo que fue indispensable, así que no te detengas! nos leemos pronto.
ResponderEliminarAy Lyn, tu guardiana tiene todos los cupones de "cólera e ira" que el pinche mundo eldaryano le puede ofrecer, que nadie venga a decirle lo contrario. Me encantan los rosarios que expresa hacia la guardia. Y realmente me sorprende que en estos tres capítulos que leí haya sido tan receptiva con Leiftan. Pensaba que Cyn y él no estaban en los mejores términos, bueno obviamente mejores que con Lance, pero no me esperaba que lo considerara uno de sus mejores amigos (igual estoy muy desactualizada con las relaciones de Cyn, excepto por saber cuánto significaba Valk para ella). De todas maneras me llegó al alma toda la rabia que Cyn sentía pero de hecho se me tradujo a mucha pena (e incluso se me salieron lagrimitas cuando recordó a Valk hablando con Jamon) incluso antes que ella se encontrara con Leiftan.
ResponderEliminarSiempre me ha gustado ver estos capítulos ficcionados por ti, Lyn :D. La guardiana sería muchísimo mejor si fueras la guionista