domingo, 31 de octubre de 2021

Randomdarya. Halloween 2021

 

Hi again, queridos míos!

Parece una tontería pero llevo 2 AÑOS sin escribir un relato de Halloween. Lo que es aún peor: SOLO HE ESCRITO UNO! ¿Cómo me habéis permitido esto? ¿No teníais nada a mano para lanzarme a la cabeza? ¿Ni un palo siquiera? En fin. Aquí os dejo el enlace del hasta ahora ÚNICO Relato Hallowineño por si después os quedáis con ganas de más cosas de la temática: Halloween 2018!

 Va siendo hora de escribir algo sobre el tema, que no sé como me arreglo pero nunca tengo tiempo para hacer nada por estas fechas. Primero de todo, muchas gracias a los que participasteis en la encuesta de Twitter para decidir la temática: ha salido Eldarya New Era! Pero como siempre os digo, haré más fics, más encuestas, y si queréis, escribiré sobre Origins si venís a pedirlo~


En fin, ya sabéis estos relatos son completamente paralelos al fic que estoy escribiendo nunca pierdo la oportunidad para venir con el autobombo y que se inscriben en la vieja tradición eldarística de "Mi Gardienne haciendo de las suyas y complicándoles la vida a sus congéneres".
Disfrutadlo~


En fin, al tema, espero que os guste <333:

Eldarya  Halloween 2021



-Y por eso tenemos que hacer linternas de calabazas. Para darle al menos un toque festivo a este cuartelucho deprimente. 
Koori profirió un leve sonido de asentimiento mientras observaba atenta cómo, sin mucha destreza, tallaba los ojos a mi pobre víctima anaranjada. Uno me había quedado sensiblemente más grande que el otro, y ahora estaba intentando arreglarlo...sin éxito. Koori ahogó una risilla.
-Así que es una costumbre terrestre destrozar hortalizas para hacer linternas por...Hall...¿Halloween?
Observé mi obra: amorfa, de acuerdo, pero aquello le daba su toque terrorífico. Asentí moderadamente orgullosa mientras pasaba a mi siguiente víctima.
-No en toda la Tierra pero...sí. ¿Alguna pregunta más? ¿Quieres que te explique otra vez lo de "truco o trato"? - La kitsune sacudió la cabeza con una sonrisa amable pero a todas luces ya algo cansada. Desde que había tenido la desgracia de cruzarse conmigo cargada de calabazas esa mañana y había accedido a ayudarme, le había dado toda una charla sobre Halloween. Hacía siete años había intentado sembrar la semillita de la fiesta en el QG, pero el paso del tiempo había borrado toda huella que pudiese haber dejado y nadie había continuado con mi tradición; seguramente porque la achacaban a otra de las ideas descabelladas de la humana loca, de las que habían tenido la suerte de librarse durante siete pacíficos años. Pero yo había vuelto y había decidido no perder las viejas costumbres, así que tras evaluar rápidamente la situación, concluí que ese año simplemente haría linternas de calabaza (o bueno, aquello no eran calabazas, pero era se parecían sensiblemente y Koori no me había dicho nada al respecto, así que supuse que también eran comestibles) y con su relleno, preparar algunos dulces. El plan se había tenido que reducir solamente a eso puesto que Huang Hua, aconsejada por aquel vampiro desgraciado, me había tenido muy ocupada toda la semana. Era increíble la memoria que Nevra tenía para lo que le interesaba. Por tanto, había madrugado, había pasado por la despensa para robar una docena de redondas calabazas eldaryanas de distintos tamaños, y me había ido al jardín. 
-Bueno - comenzó Koori, levantándose, mientras tomaba todas las calabazas que era capaz de cargar. - Iré colocando estas por ahí, como acordamos. Nos vemos luego, y...intentaré pensar en algo más que podamos hacer, ¿Vale?
Asentí, distraída. La kitsune se había mostrado más reacia que yo a limitar nuestra peculiar celebración a destripar a unas inocentes hortalizas y hornear pasteles. No la culpaba: después de haberle contado todo lo que se podía hacer en Halloween, mi plan parecía realmente aburrido. Por desgracia, ella no contaba con mi historial delictivo y yo sabía que aspirar a hacer algo más interesante iba a acabar en fracaso. Me despedí de ella y continué con mi laboriosa y mundana tarea.
Hay que aprender a conformarse con los planes sencillos, supongo...me hago mayor. Por el Oráculo, qué triste. Ni que fuese Nevra.

 Durante mi atareada tarde horneando tartas me había vuelto a cruzar con Koori fugazmente. Por lo visto Mathieu la había interceptado mientras colocaba las calabazas, y había estado explicándole más cosas sobre Halloween. La kitsune se pasó rápidamente a informarme sobre el nuevo miembro de nuestro plan, y se escabulló para organizar con Mathieu no-se-qué. Por primera vez en mi vida había no solo una, sino DOS personas con genuino interés en celebrar una fiesta humana, así que aproveché su entusiasmo para convencerla de disfrazarnos también; quizá no era el plan más emocionante del mundo, pero algo era.  En cuanto hubiese acabo con las labores culinarias, iría a rebuscar en mi armario algo que pudiésemos ponernos...y que no fuese a resultar ofensivo para nadie. "Bruja" seguía siendo la mejor opción: nada de vampiros, hombres lobo, y mucho menos demonios, sino quería recibir una buena reprimenda o traumatizar a nadie. Una vez me aseguré de que las tartas iban por buen camino, abandoné a Karuto al mando de los hornos y me fui brincando a la habitación. Mis cosas de hacía siete años se habían guardado en un baúl, y aunque hasta ahora no había tenido especial interés en abrirlo, recordaba que tenía un sombrero de bruja de mi último Halloween. Efectivamente, lleno de polvo y algo desmejorado, el sombrero había sobrevivido; quizá no en las mejores condiciones, pero aquello le daba un toque más realista. Encontré también un par des vestidos que podían dar el pase, y tras arreglarlos y adornarlos un poquillo, concluí que servirían. En cuanto a Mathieu, en realidad confiaba en que el chico se buscase la vida él solito, pero por si acaso tomé una vieja sábana. Me vestí, me calé el sombrero y salí de la habitación como un vendaval, esperando poder encontrarlos antes de la cena y que por una vez, no fuese yo la única disfrazada. No obstante me topé con un inconveniente inesperado: el pasillo estaba completamente a oscuras. Fruncí el ceño; aún era temprano como para apagar las luces. ¿Se habría ido la luz? Me asomé de nuevo a la habitación para comprobarlo: nada. Las luces de mi cuarto parecían haber perdido también la capacidad de encenderse, pese a que acababa de apagarlas hacía segundos. 

Se ha ido la luz. Espera... ¿acaso se puede ir la luz en Eldarya?
Volví la vista al pasillo, aún en penumbra; mis ojos se fueron acostumbrando poco a poco a la escasa iluminación, permitiéndome distinguir mejor las formas, las paredes, y el débil brillo azulado que se filtraba a través de la puerta que llevaba a la sala del cristal. Un pensamiento angustioso cruzó mi mente.
Oh por el Oráculo, espero que no se hayan apagado los hornos, a las tartas les quedaban solo cinco minutos. 
Preocupada, eché a andar a toda velocidad en dirección a la cocina.
¿Y si han sido los hornos? Quizá no se podían encender los cuatro a la vez y por eso se ha ido la luz...muy bien Cyn, siempre a tiempo para causar estragos.
Llegué al hall casi sin aliento, con las ropas para Koori y Mathieu bajo el brazo. El lugar estaba, cómo no, a oscuras, además de inusualmente tranquilo. De nuevo la única luz que se dejaba ver era la que se filtraba a través de la puerta principal; un tenue resplandor que a penas proporcionaba iluminación, dado que aquella noche no era de luna llena. Miré a mi alrededor, algo incómoda. ¿Dónde estaba todo el mundo? Ya casi era la hora de cenar. Además de la patente falta de iluminación, había algo que aumentaba mi sensación de molestia. Tardé en identificar a qué se debía: era el silencio. Lo único que se escuchaba era el eco de mis pasos. Sin querer dejarme llevar por la paranoia, me fui directa a la cocina, pese a que la perspectiva de encontrarme a Karuto al borde del colapso nervioso no me atraía demasiado. El sátiro seguramente estaría maldiciendo a todos mis ancestros por haber encendido los cuatro hornos y haber hecho que se fuese la luz justo en la hora crítica para sus fogones. 
Y yo que había pensado que por fin nos llevaríamos bien...bueno, ahora todo será como en los viejos tiem...
La más absoluta quietud me acogió de nuevo, haciendo que mi ansiedad comenzase a ser más patente. En el comedor, que a estas horas debería de estar ya abarrotado, reinaba el silencio. Mesas vacías, ni una sola luz, y la cocina a lo lejos parecía un pozo negro en el que no se distinguía ni el menor atisbo de vida. 
¿Ha...habrá pasado algo...? 
Por mucho que lo intentaba, no veía nada fuera de lugar. Todo estaba pulcramente colocado, a primera vista incluso más de lo que solía estarlo...o por lo menos,  mucho más de cómo lo había dejado yo cuando había salido de la cocina. Intentaba buscarle una explicación lógica a todo aquello, porque la alternativa era dejarme llevar por el pánico. 
Espera, ¿Cuánto tiempo llevo en la habitación? ¿Y si ya es de madrugada y no me he dado cuenta...?
Tenía que ser eso, sí. Sin acabar de creérmelo del todo, salí de la cocina, rumbo de nuevo a mi habitación. El que me hubiesen dado las tres de la madrugada buscando en el armario no acababa de convencerme, y tampoco daba explicación a la falta de luz, pero era la única conclusión posible que me permitía conservar la tranquilidad. Aunque aquel silencio anormal y la total ausencia de seres vivos no parecía estar apoyando mi teoría.
Debería de buscar a alguien...quizá Koori esté durmiendo.
El eco de mis pasos fue mi única compañía hasta el pasillo que daba a las habitaciones; obviamente aquello no me ayudaba. La situación estaba comenzado a sugestionarme y empezaba hasta a sentirme observada. Cuando por fin llegué ante la puerta de la kitsune, llamé con suavidad. El sonido de mis nudillos contra la madera se amplificó y resonó por el corredor. 
Koori por lo más sagrado, ábreme por favor...
Volví a llamar. Nada. 
Cuando el sonido se hubo extinguido, la ansiedad se apoderó de mí. 
Cyn, por favor, no pasa nada, solo son las tres de la mañana y todo el mundo está durmiendo, puedes gritar si quieres, nadie vendrá a mat...
Un ruido, que no tardé en identificar como pasos, resonó en la lejanía. 
Por fin, alguien...o algo...o....Cyn por el Oráculo, no empecemos, te estás asustando tú solita.
Esperé paciente, pues los pasos parecían acercarse, procedentes de la zona del pasillo en la que se encontraba mi habitación. Con un poco de suerte sería Leiftan; el chico no solía dormir bien. El sonido se fue acercando, con rítmico compás, y pronto pude ver como al doblar la esquina se empezaba a proyectar una sombra en el suelo. No tuve mucho tiempo para plantearme a quién podía pertenecer, pues los pasos se acercaron y la sombra continuó avanzando hacia mí. Sin dueño aparente. Seguía proyectándose en el suelo, caminando en mi dirección acompañada del sonido de pisadas, pero ante mi no se alzaba nadie.
El valor siempre había brillado en mí por su ausencia; aunque quisiese convencerme de que lo lógico era averiguar qué estaba pasando, mi cuerpo en ese momento tomó la sana decisión de que era el momento de Correr. Me quedé petrificada durante unos segundos antes de salir pitando de ahí, con el corazón desbocado. Mis fuertes pisadas resonaban contra las paredes, pero no quise pararme para escuchar si las de aquella misteriosa sombra me seguían. 
Llegué al hall del cuartel con las sienes palpitándome y totalmente desubicada. Ni siquiera tenía claro porqué había salido corriendo con tanta facilidad, y ya estaba comenzando a reprenderme cuando las pisadas volvieron a oírse a mi espalda. 
Todo me tiene que pasar a mí,  ¿no?
Nerviosa, miré a izquierda y derecha: quizá podía esconderme tras alguna columna y después volver por el pasillo para atrincherarme en mi habitación. 
¿Y si hay más? ...¿Más qué? ¿Más sombras? Por el maldito Oráculo, ¡¿dónde está todo el mundo?!
El sonido parecía acercarse, así que sin haber llegado a ninguna conclusión, me lancé de nuevo hacia la cocina: podría hacerme con un cuchillo, o con una cacerola, o quizá podría escurrirme por la ventana del comedor y salir para pedir ayuda a... ¿a quién? ¿dónde se había ido todo el mundo? 
En mi carrera, tropecé con una de las sillas del comedor: cayó con un estruendo, golpeando a otra en el proceso y haciéndola caer a su vez. Con la velocidad no fui capaz de esquivarlas, y aunque intenté saltarlas, mis pies se enredaron con las patas de una y me fui al suelo con ellas y con un sonoro "PUM". Las ropas que cargaba conmigo salieron volando y la sábana aterrizó sobre mí, cubriéndome. 
Es que mereces que te maten, Cyn.
Contuve la respiración para poder escuchar si la sombra misteriosa había venido tras de mí, pero el latido de mi propio corazón me impedía escuchar más allá de mis desbocadas pulsaciones. Permanecí inmóvil unos agónicos segundos en los que yo misma me acordé de todos mis antepasados mientras me repetía una y otra vez que si salía de esta se acababa el Halloween para siempre. ¿Y si había invocado sin querer a aquella cosa? Quién sabe, quizá colocar linternas de Halloween era una práctica de magia negra en Eldarya. Cuando mis latidos me permitieron escuchar más allá de mi propia presencia, solo obtuve silencio. Tomé aire entrecortadamente. Lentamente, tiré de la sábana que me cubría. Una vez la hube apartado, la visión que me recibió fue la de una figura oscura que se cernía sobre mí. 
Paralizada de miedo, hice lo único que sabía hacer en aquellas situaciones: gritar.
-¡AHHHHHHHHHHHHH! ¡SUÉLTAME! -Lancé una valiente patada al aire a la vez que intentaba retroceder, pero mi espalda chocó contra la otra silla que había derribado, golpeándome con una de sus patas en la espalda y propinándome un golpe que seguramente, si sobrevivía, iba a dejarme una buena marca. Por suerte la adrenalina del momento hizo que no me parase a pensar en esas cosas. -¡ALÉJATE, ALÉJATE, ALÉJATE, ALÉ...!
-¡CÁLMATE! ¡Y CÁLLATE! -La sombra me devolvió el grito, consiguiendo automáticamente su propósito. Atónita y con la boca aún abierta, me detuve en seco. La figura se inclinó ligeramente sobre mí, lo que ocasionó que volviese a intentar retroceder de forma instintiva, golpeándome de nuevo contra la misma silla y enredándome con la sábana. - ¿Por qué siempre tienes que ser tan torpe y ruidosa? 
Oh. 
-¿Ne-Nevra?
Por toda respuesta una mano me agarró de mala manera del brazo y tiró de mí hacia arriba. La figura que se recortaba contra la escasa luz procedente de las ventanas coincidía con la del vampiro. Incluso pude percibir el pequeño movimiento de hombros que hacía cuando ponía los ojos en blanco; la tentación de lanzarme a sus brazos tras el miedo que había pasado era casi incontrolable.
-¿Se puede saber qué demonios haces aquí, tirando sillas?Casi incontrolable: por suerte el chico siempre estaba dispuesto a disminuir cualquier sentimiento positivo que tuviese hacia él. 
-Oh, es uno de mis nuevos hobbies, ¿sabes? ¿De verdad crees que me gusta ser perseguida en plena noche por una sombra sin cuerpo para acabar en el suelo de la cocina? ¡¿Me puedes explicar qué demonios pasa?!
-¿Qué..? ¿una sombra sin cuerpo? -Incluso en la penumbra sabía que la cara del chico en aquellos momentos estaría entre la incredulidad, la burla y la exasperación.  
-Mira...-empecé, intentando calmar los latidos de mi corazón mientras echaba una rápida mirada por encima de su hombro, en dirección al hall. No se oía ni se veía nada. - Quizá para ti sea normal pasear a estas horas de la madrugada, ya que tienes tanta "vida social", pero yo no...
-¿Madrugada? -Nevra dejó pasar por completo mi pequeña puya, paseando la mirada de mi persona al comedor vacío en el que nos encontrábamos. - Son las ocho de la tarde, Cyn. 
-Estás loco.
-TÚ estás loca.
-Espera,  ¿ves lo que yo veo? -Rebatí, abarcando lo que nos rodeaba con un gesto de mano. - ¿Tú también lo ves todo a oscuras y vacío?
-Sí.
-¿Y TE PARECE NORMAL? - Estallé con grito susurrado, intentando descifrar algo en su oscura silueta. Nevra no respondió, y el no poder verle la cara no contribuía a mi tranquilidad. 
Oh por el Oráculo, ¿y si todos han muerto y el único que ha sobrevivido es él? ¿Merece la pena haber escapado de la sombra para esto?
-Cyn... 
-¡Shhsst! -sin ningún miramiento planté la mano sobre la boca del vampiro, pudiendo notar como se crispaba por lo inesperado de mi acción. Noté sus colmillos contra mis dedos, pero no retiré la mano. Segundos después se volvió a escuchar aquello que me había sobresaltado: de nuevo, eco de pasos. Abrí la boca pero las palabras se vieron interrumpidas por un punzante dolor que me hizo soltar un grito ahogado. Sorprendida y confusa, retiré la mano: Nevra acababa de morderme. 
-Qué ha-has...-murmuré, sujetándome la mano herida con la otra, mientras intentaba ver algo en aquel pozo negro que era su figura. El chico se llevó una mano a la boca, probablemente para limpiarse la sangre. En la total quietud de la estancia pude escuchar cómo se relamía. Los pasos parecían haberse perdido de nuevo, pero mi preocupación principal había pasado a ser otra.
-No está mal. -Inclinó levemente la cabeza, como si me observase divertido. Cuando una de sus manos se aventuró hacia mí, retrocedí instintivamente, causando en el chico una risilla que no me gustó nada-¿Qué pasa? 
-Me has...me has mordido. - Mascullé, notando la sangre deslizarse por mi muñeca y empapar las mangas de mi camisa.
-Estás muy alterada, Cyn. Ven, deja que te limpie bien esa herida. Es una pena que tu bonita sangre de aengel se desperdicie en este suelo. 
Oh, oh.
-¿Se puede saber qué demonios te pasa? - Siseé con un gritito que rozaba la histeria. Ya me había perseguido una sombra misteriosa, lo último que necesitaba era que Nevra se comportase como un...vampiro.
El chico dejó escapar un gruñido molesto antes de agarrar mi mano de muy mala manera.
-Todo sería más fácil si no fueses tan molesta e insoportable. -Gruñó, llevando mi mano a su boca pese a mi evidente resistencia. Paralizada, sentí como su lengua recorría mi piel desde la muñeca hasta la herida que él mismo me había hecho, limpiando el rastro de sangre.
-¿Qu...? ¡Suéltame! -logré volver en mí, pese a que me costaba creer que Nevra, mi ami...bueno, mi superior, estuviese atacándome. Intenté zafarme, pero el chico respondió con un suspiro molesto y clavó sus uñas en mi piel. No estaba bromeando, y aquella certeza resultaba aterradora. Tenía que escapar de él, algo no iba bien.
-No. Por fin voy a librarme de ti, Cyn. Desde que has despertado no eres más que un estorbo...pero al menos ahora me servirás para algo. - Con un tirón violento me atrajo hacia él, pasando su mano libre por mi espalda para evitar que retrocediese. - Aunque te concedo que tu sangre es deliciosa...y te prometo que no te dolerá...mucho.
Ah, no.
Me revolví, pero el chico me sujetó con más fuerza; un gemido lastimero escapó de mis labios cuando las uñas de su otra mano comenzaron a clavarse en mi espalda. Noté su aliento en el cuello.
Lo siento, pero...bueno, no, no lo siento.
Reuniendo toda la fuerza que fui capaz, le propiné una buena patada en la espinilla. El golpe le pilló desprevenido, así que aproveché para liberarme y alejarme a trompicones de él. Sin esperar a nada más, eché a correr. Nevra era claramente superior a mí en todos los aspectos, y si se había vuelto loco y quería cazarme, no podía permitirme darle la mínima ventaja.
Desde el primer momento sabía que no era de fíar, ¡LO SABÍA! 


Mi carrera me llevó al exterior del QG, pues por los pasillos merodeaba aquella sombra y tenía la esperanza de que al aire libre me fuese más sencillo esconderme de Nevra. Habría más ruidos, más sombras, y todavía guardaba la esperanza de que también hubiese gente. Obviamente esto último no sucedió: todo parecía desierto. La luna en cuarto menguante apenas perceptible en el cielo proporcionaba una tenue iluminación que al menos me permitía distinguir formas y orientarme. Con la sensación de ser perseguida de cerca, aunque sin el valor para girarme y comprobarlo, me interné en el refugio, buscando un buen escondite. Una de las casas tenía la puerta ligeramente entreabierta, y desoyendo toda voz de la razón, me deslicé por ella, escondiéndome detrás.
Dentro la oscuridad era total. Solo se podía ver un pequeño rectángulo de luz proyectada en el suelo por el único ventanuco de la construcción. Barrí rápidamente la estancia con la mirada, pero aquello no hizo más que aumentar mi ansiedad. Yo no veía nada, pero eso no significaba que no hubiese nada
¿Y si aquí dentro hay algo? Te has metido en una casa al azar sin saber dónde están los demás, o qué ha pasado, o...¿Por qué tienes que pensar esas cosas, Cyn? 
Una rápida sombra hizo desaparecer momentáneamente la luz proyectada por la ventana. Contuve la respiración, notando como el sudor recorría mi nuca. También noté la sangre en mi mano, que hizo que me diese cuenta de que huir de Nevra quizá no iba a ser tan fácil como pensaba. Seguramente había seguido mi rastro.
Si hubiese salido armada...tendría que ir armada a todas partes, una nunca sabe cuándo la intentarán matar sus amigos, y ...
De nuevo una sombra. Un leve frus-frús en el exterior.
Nunca salgas sin daga, nunca salgas sin daga, nunca salgas sin...
La puerta tras la que me escondía se movió ligeramente mientras mi corazón amenazaba con salírseme del pecho. 
Voy a morir, voy a morir, voy a morir...y me va a matar Nevra... por el Oráculo, ¿se puede caer más...?
-¿Cyn? ¿Estás aquí? - La voz fue apenas un susurro, pero era más que suficiente dado el silencio reinante. Tardé unos segundos en asimilar la situación, las sienes palpitantes.
-¿Le-Leif? -murmuré, y la puerta se abrió un poco más.  Solo cuando la silueta del chico se recortó contra la oscuridad volví a respirar. Era él, y no una sombra asesina o Nevra haciendo gala de una innegable habilidad para las imitaciones.
-¿Estás bien? -El chico empujó la puerta con delicadeza para no aplastarme contra la pared. Ya algo más confiada, me escurrí fuera de mi escondite. Su silueta se recortaba contra la tenue luz de la luna, pero era él.
Gracias al cielo, creo que es la única persona que no dejaría que me matasen...
-¿Cyn? -Repitió el chico con suavidad. 
-Eh, sí, bueno no...qué..¿qué está pasando? -Acerté a preguntar, pero el chico pareció ignorar deliberadamente mi pregunta. Con delicadeza, acercó una mano que rozó sutilmente mi rostro hata descansar en mi hombro.
-Tranquila, ya pasó. Ahora estás conmigo, no podrá pasarte nada malo.
Aquella frase me tranquilizó durante aproximadamente los dos segundos que tardé en discernir que su tono había sido extraño. Sentí como la mano que había posado en mi hombro apretaba un poco más.
-¿Le-leiftan? Creo que ya puedes soltarme...-me atreví a replicar. 
-Prefiero asegurarme de que sigues a mi lado, segura
Vale, esto no me está tranquilizando.
-Te creo, de verdad, pero no hace falta...-e intentando no ofenderlo, intenté retirar su mano de mi hombro. Por toda respuesta los dedos del chico se crisparon y tiraron de mi hacia él. Plantó su otra mano en mi hombro libre y me fijó con la mirada. Pese a que penas pude distinguir su rostro, lo poco que veía fue suficiente para que me recorriese un escalofrío.
Oh no, por el Oráculo, él también no...
-¡¿Por qué no quieres que te proteja, Cyn?! ¿Acaso no lo ves? ¡Soy el único con el que estás a salvo! ¿Acaso...acaso hay otro?
-Que ¿QUÉ? - Solté, casi de forma automática, ignorando por un momento el creciente miedo que me estaba provocando la actitud del chico. Algo no iba bien, estaba claro. Algo había hecho desaparecer a todo el QG y había afectado a los cuatro gatos que no habían desaparecido...
-Es eso, ¿verdad? - Las uñas del muchacho se clavaron en mi carne, un quejido lastimero y quizá algo sobreactuado abandonó mi boca: quizá si le hacía ver que el que me estaba haciendo daño era él, combustionaría o algo. No pareció funcionar. - No te preocupes, me encargaré de que no vuelvas a estar con nadie más. Estaremos juntos para siempre...
Ay Dios mío, creo que habría sido mejor dejar que me matase Nev...
-Vaya, vaya. 
E-espera, ¡no lo decía en serio!
 Di un pequeño respingo ante mi capacidad de invocación, ya que no necesitaba girarme para saber quién era el dueño de la voz que se había escuchado a mi espalda. Leiftan parecía más contrariado que yo, pues lanzó una mirada furibunda sobre mi hombro.
-Es mi presa, daemon. Creo que lo que más te conviene es dármela.
Leiftan volvió a centrar su atención en mí: en su rostro podía leerse a duras penas tal nivel de decepción que por un momento me sentí culpable. 
Espera, ¿he hecho algo si quiera? ¿Qué demonios está...?
-Así que es él.
Abrí los ojos como platos: ¿creía que Nevra y yo...? ¿Creía que Nevra había venido a reclamarme como su amante o algo? ¡Pero si lo que quería era comerme!
-N-no es lo que...-comencé titubeando, puesto que la situación se escapaba totalmente de mis manos. Ahí estaba yo, víctima de -a todas luces- un daemon celoso, dándole explicaciones sobre mi relación inexistente con un vampiro homicida cuyo único interés en mí persona era matarme. Leiftan soltó un gruñido enfadado, no dejando que terminase mi pobre excusa, y sin muchos miramientos, me soltó y apartó de un empujón que me mandó directa al suelo.
Ouch, menos mal que iba a protegerme...
-No la apartarás de mí.
-¿Ah? Te la devolveré cuando le haya quitado hasta la última gota de sangre, si quieres. 
Por el Oráculo, si no me mata uno de ellos me moriré yo sola de vergüenza ajena...
En cuestión de segundos un par de orbes oscuros se materializaron en las manos de Leiftan, y pude ver como las sombras a su alrededor tomaban la forma de un par de alas demoniacas. A Nevra, el verdadero interesado, no pareció sorprenderle, puesto que esbozó una sonrisa pedante y en parpadeo sacó un par de puñales.
-No por saber hacer jueguecitos así eres rival para mí. 
-Ya lo veremos, vampiro.
El aengel -¿daemon?- lanzó uno de los orbes, que impactó con fuerza en el lugar en el que Nevra había estado segundos antes. Este, por su parte, tras esquivar el golpe, se lanzó como una flecha contra Leif.
Observé la escena anonadada durante unos segundos hasta que me di cuenta de que quizá mi presencia como público no era del todo necesaria. Los chicos parecían bastante igualados en poder, pero dudaba que se fuesen a olvidar de mí tan rápido; quizá cuando viesen que no podían matarse mutuamente le diesen una oportunidad al diálogo, y yo no quería estar allí cuando decidiesen repartirse el botín de guerra. Gateé silenciosa hasta esconderme tras un muro, y una vez estuve fuera del campo de visión de los chicos, eché a correr, de nuevo en dirección al QG.

A la habitación, tengo que volver a la habitación...claro Cyn, seguro que no se les ocurre buscarte ahí. ¿eh?.
Me detuve en seco antes de volver a internarme en el pasillo que daba a las habitaciones. No logré escuchar nada por encima de mi respiración agitada, que intentaba silenciar sin mucho éxito. Del exterior del cuartel se escuchaban ruidos apagados, por lo que supuse que ni Nevra ni Leiftan me habían echado en falta todavía. De pronto, se volvieron a escuchar pasos.
Ay no...
Me escondí como pude tras una columna, sin tener muy claro hacia dónde mirar. No tardé en señalar el pasillo como el lugar de procedencia de las pisadas, cada vez más claras. ¿Sería la sombra? ¿O sería alguien normal? Pero...¿habría si quiera alguien normal? Nevra y Leiftan habían intentado matarme...¿por qué? ¿Estarían poseídos por otras sombras como aquella que había visto?
A los pasos se añadió algo aún peor: el silencio.
El estruendo procedente del exterior parecía haberse acabado; a no ser que se hubiesen matado entre sí, aquello era muy mala noticia para mí.
Se escucharon más pasos.
Conteniendo el aliento, comencé a retroceder lentamente hasta que mi espalda tocó la pared. Después, me deslicé tan silenciosamente como pude hasta la primera puerta que encontré: de nuevo, el comedor.
Esta vez tuve el cuidado de entrar de forma silenciosa, esquivando las sillas que había tirado y el resto del mobiliario, pese a que el pánico se apoderaba de mí por momentos y me instaba a correr en busca de un buen escondite. Miré en todas direcciones, y finalmente el oscuro pozo que era la cocina me pareció el lugar más adecuado. Me escurrí hasta quedar oculta por la pared, y volví a agudizar el oído.
Nada.
Tras unos minutos, me separé de la pared y comencé a tantear con cuidado a mi alrededor, buscando los armarios.
¿Dónde guardaba Karuto los cuchillos? Era mi única oportunidad para encontrar un arma con el que....no morir de forma patética, al menos.
A oscuras, abrí cuidadosamente uno de los armarios. Por desgracia el mueble no parecía compartir mi necesidad de pasar desapercibida, pues las bisagras mal engrasadas chirriaron ligeramente. No había sido un sonido muy fuerte, pero en el completo silencio de la habitación, el ruido se amplificó.
Contuve el aliento. 
Los segundos pasaron pero nada parecía cambiar, así que volví a mi tarea, aliviada. Fue entonces cuando volví a escuchar pisadas.
A toda prisa regresé a mi escondite junto a la pared, esperando que, fuera quien fuese, no entrase allí. Obviamente, eso no pasó. Los pasos llegaron hasta el comedor y se detuvieron un momento.
Vete, vete, vete, vete, aquí no hay nada.
Escuché un leve frus-frús de telas, y supuse que había echado mano a la sábana y las ropas que había dejado ahí tiradas. Después, más lento, más precavido, continuó su avance.
Los pasos se acercaban y yo, como la estúpida humanita tonta que siempre me habían recordado que era, me había acorralado como un conejito en una esquina de la cual no tenía escapatoria. 
Respira, Cyn, tranquila, puedes con esto.
Miré frenética al mi alrededor, en busca de algo. Un leve brillo métalico, producto de la escasa luz que se filtraba por la ventana, llamó mi atención. Sin dudarlo, alargué la mano hacia él.
Por favor que sea un cuchillo, que sea un...
¿sartén?
Era menos que nada, supuse. Con cuidado sujeté el mango y lo separé lentamente de la superficie sobre la que descansaba. Por desgracia parecía que la tapa del propio sartén estaba sobre él, y al moverlo esta cayó al suelo con un repiqueteo metálico que resonó con claridad en toda la estancia.
Cerré los ojos fuertemente, dejando de respirar y rogando al Oráculo para que mi muerte, ya merecida por torpe, fuese rápida e indolora. Los pasos se habían detenido pero una vez el estruendo causado por la tapa metálica hubo acabado, volvieron a escucharse, lentos pero decididos, cada vez más cerca.
Habría que ser idiota para dejar pasar a una presa tan sumamente estúpida como yo...
Agarrando con fuerza el mango de mi triste y única arma, me dispuse al menos a luchar por mi vida. Aunque dudaba que propinarle un sartenazo a un ser incorpóreo y oscuro fuese a tener algún efecto, era la última opción que me quedaba. 
Los pasos se acercaban y creí percibir una respiración suave por encima de los latidos desbocados de mi corazón. Cerré los ojos con fuerza, los nudillos seguramente blancos sobre el mango del sartén. Algo rozó mi hombro y sin atreverme a mirar, descargué con toda mi fuerza un golpe que supuse solo barrería el aire.
Para mi sorpresa, el sartén chocó contra algo, emitiendo un fuerte estruendo metálico que hizo que el golpe reverberase por todo mi brazo.
-¿Qu...?
Todavía sorprendida, pero decidida a luchar por mi vida, volví a arremeter contra mi enemigo. Esta vez el golpe fue seguido por un quejido, y antes de que pudiese repetirlo por tercera vez, una mano tomó mi muñeca con fuerza.
-¡AHHHH! 
-¿C-Cyn?! 
La voz a penas había llegado a mis oídos, pero el chute de adrenalina me instaba a seguir luchando contra lo que quisiera que fuese que acababa de decir mi nombre. Pude escuchar algunas palabras que no llegué a comprender, y en cuestión de un parpadeo la mano que me tenía sujeta retorció ligeramente mi muñeca. El dolor recorrió mi brazo por completo, pero no solté el sartén. En su lugar, intenté zafarme arañando a la nada con la mano libre.
-¡SUELTAAAAAAAA! 
-¡CYN, CÁLMATE! - La mano que me tenía sujeta volvió a apretar su agarre, mientras una segunda aprisionaba a su vez mi mano libre. - Cálmate, soy yo. 
Intenté buscar con la vista a ese "yo" al que se refería, pero de nuevo me encontré ante una silueta oscura. Por suerte, no tardé en identificarla como perteneciente a mi jefe de guardia.
-¿Lance? 
El muchacho soltó mis manos lentamente, pero ya había tenido suficiente por aquella noche. Con renovada fuerza, volví a atizarle con el sartén, que esta vez golpeó algo más que su brazo a juzgar por la maldición fuera de tono que el chico soltó. Aprovechando la confusión, salí de un salto de mi escondite, colocándome ya en posición para salir corriendo de allí.
-¡¿Sé puede saber qué demonios te pasa?! ¿Por qué me has...?!
-¡AH, NO! - Grité, al borde de la histeria. Luego me di cuenta de que gritar quizá no fuese lo más adecuado dado el número de perseguidores que ya acumulaba. - No voy a caer otra vez. ¿Tú también me quieres comer, verdad? ¡¿Qué os pasa?! ¿Es porque es Halloween o algo así? 
-¿Qué yo qué? -gruñó enfadado, mientras se llevaba una mano a la cabeza, masajeándose la zona sobre la cual había caído todo el peso de mi sartén. Inspiró profundamente antes de colocar las manos en señal de paz y avanzar hacia mí. - No sé qué estás diciendo Cyn, pero se ve que estás alterada. ¿No pasa, nada de acuerdo? Ahora suelta eso y...
-¡JAMÁS! - Grité, bateando con mi sartén, que silbó al cortar el aire. Lance tuvo la suerte de ser rápido de reflejos, retrocediendo antes de que la trayectoria de mi arma volviese a impactar en su cabeza. 
Aproveché que la distancia entre nosotros había aumentado para poner en práctica mi única opción: huir. En mi caso, huir lo más escandalosamente posible.
Eché a correr entre las mesas, tirando de las sillas a propósito a mi paso, en un intento de entorpecer el camino del dragón si, como sospechaba que haría, decidía perseguirme. Una maldición a mi espalda me confirmó que ese era el caso; casi sin girarme, lancé el sartén hacia atrás, esperando que diese el en blanco, o que al menos lo entretuviese un poco más.
Y tras montar todo aquel estruendo, esprinté en dirección a mi habitación.


Entré en tromba en la estancia, cerrando la puerta de llave tras de mí, cosa harto difícil pues mis temblorosos dedos tardaron en acertar con la llave en la cerradura. Probablemente aquello no detendría a ninguno de mis perseguidores, pero me daba una falsa sensación de seguridad. Sin perder un instante, me abalancé sobre el arcón en el que guardaba las armas. Allí solo tenía puñales y espadas cortas, ya que las armas grandes estaban en la forja. Maldije una vez más por mi escasa planificación a la hora de huir. Tomé mi puñal preferido ante la ausencia de algo mejor.
Como si pudieses hacer algo con esto...
Las luces volvieron como se habían ido: sin previo aviso. 
Parpadeé unas cuantas veces, confusa, intentando adaptarme de nuevo a su presencia. Permanecí inmóvil durante unos largos minutos, sin apartar la mirada de la puerta de la habitación, esperando a que alguien irrumpiese allí para matarme, comerme, o lo que quisieran de mí.
No pasó nada.
Tras un tiempo que no supe calcular, me atreví a acercarme a la puerta. No se oía nada fuera de lo normal...aunque sí se oía algo. A medio camino entre el miedo y la esperanza, abrí la puerta con cuidado. El pasillo, iluminado de nuevo, parecía el de siempre. No había nadie, pero sí llegaba hasta allí un cierto murmullo que supe identificar como el ruido habitual del comedor.
Sin soltar el puñal y sin estar todavía convencida, me acerqué a pasos sigilosos.

-Te dije que te estabas pasando. - Murmuró Mathieu cuando me acerqué, arma en mano, a la mesa que él y Koori ocupaban en el comedor. Alguno de los habituales comensales me lanzaron miradas extrañadas, pero nadie me dedicó especial atención. -Cyn, ¿Estás bien?
-Y-yo...Las luces...qué ha...¡¿dónde estabais todos?! -Estallé, sin soltar el cuchillo. Koori sonrió, visiblemente divertida.
-Dime, ¿Te ha gustado? 
-¿Qué...? -repuse, sin comprender. La sonrisa de Koori se ensanchó aún más.
-Mi ilusión, ¿Te ha gustado? 
Algo hizo clic en mi cabeza.
-Tú...tú...
-Mathieu, aquí presente - comenzó Koori, ignorando mi estado afectado. - me explicó que en la Tierra por Halloween a la gente le gusta pasar miedo. Me estuvo contando sobre no-sé-qué-cosas llamadas "películas de terror", pero yo creo que es mucho más divertido vivir una experiencia así que solamente verla, ¿no crees? 
Clavé mi mirada vacía en Mathieu, que parecía querer desaparecer de allí.
-Yo no...yo solo sugerí que...quizá podríamos hacer algo tipo...escape room o... -su voz se fue transformando en un hilillo apenas audible bajo mi mirada asesina.
Me dejé caer exhausta sobre la silla que habían reservado para mí. Koori sonrió, aunque parecía sentirse ligeramente culpable visto mi estado catatónico. 
-¿Quizá deberíamos haberte avisado? Pensé que se perdería un poco la diversión...
-Gracias Koori, ahora además de odiar a Nevra, también le tengo miedo.
-Oh, ¿no te ha parecido genial? Creí que los hombres de poder de este sitio serían perfectos para encarnar el mal. No te puedes fiar de ellos en ningún lado. -La chica me sirvió lo que a todas luces parecía zumo, pero su color rojo hizo que se me revolviesen las tripas y mirase instintivamente mi mano, en busca de unas heridas que obviamente no existían. Mathieu me observaba divertido, superada su aprehensión inicial.
-Pero seguro que en el fondo te lo has pasado bien, ¿eh?
-¿Disculpa? 
-Ha tenido que ser como vivir un videojuego de supervivencia...Koori no quiso probarlo conmigo porque dijo que no tendría gracia, pero te envidio mucho por...
-¿Quieres supervivencia? Muy bien. Te doy cinco segundos para empezar a correr. -Repliqué, plantando sobre la mesa la mano en la que aún sujetaba el puñal. El chico paseó la mirada del arma a mi rostro, riendo nervioso.
-Oh vamos Cyn, no es para...
-Cinco. 
-C-cyn...-Titubeó, al ver que yo me levantaba. ¿Me envidiaba por haber pasado el pánico de mi vida? Ahora mismo lo íbamos a solucionar.
-Cuatro.
-Esp-espera...
-La verdad es que esta idea me gusta más. Creo que me apunto. -Canturreó Koori, que se levantó y se plantó a mi lado.
-Vamos chicas, no lo diréis en...-musitó Mathieu, que sin embargo se había levantado ya torpemente y se escudaba tras la silla.
-Tres.
El muchacho comenzó a retroceder, primero titubeante pero pronto se giró y emprendió la huida.
-Dos.
Miré de reojo a Koori, que sonreía de oreja a oreja con un cierto deje macabro. Teníamos que parar por mi habitación para que le diese su disfraz antes de ir a perseguir al chico.
-Uno. 


FIN~~

Bueno, y hasta aquí el fic! Espero que os haya gustado, o que al menos os haya tenido entretenidos un ratito <33 Ya lo sabéis pero os lo digo otra vez, se aceptan críticas, ruegos, preguntas, peticiones para futuros fics y demás~~ 
En fin, os deseo a todos un Feliz Halloween y nos leemos en breve!

See you!

 

7 comentarios:

  1. Canelita en rama, este episodio.
    Me he estado riendo lo más grande con los pensamientos internos de Cyn porque no
    me podría identificar más con ella 😂 quiero adoptarla y que co-fundemos juntas un club de ayuda a gente adicta a tomar decisiones estúpidas

    Y si. Deberías volver a reanudar la tradición de escribir relatos en Halloween.
    Tus seguidores lo agradeceremos mucho (y en todas las otras fiestas tambien, claro).

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    1. Creo que todas somos Cyn (???) pero le veo mucho futuro a vuestro club, yo me uniría sin duda XDDD
      Tomo nota~~
      Gracias por leer y comentar! <3

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  2. ah me encanto, muchas gracias. pensaba en todo lo que podia ser aquello en lo que cyn se habia mnetido y no pense que era una ilusion de koori, jajaja de verdad me a encantado. ya espero con ansias que sigas la historia de randomdarya

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    1. Me alegro mucho de que te haya gustado <333 muchas gracias por leer y comentar, y tranquila que habrá más!

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  3. Justo cuando andaba extrañando tus escritos publicas esta genialidad! Me tuviste al borde de la silla todo el tiempo! y yo encantada, no como el evento de halloween del juego... que dejo mucho que desear. En fin, Cyn tan fresca como siempre y con sus pensamientos que me han sacado mas de una riza nuevamente hicieron mi día mas ameno, Muchas gracias por eso! Esperare atenta a mas capítulos de Randomdarya que ya se volvieron una adicción! nos leemos!

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    1. Me alegro mucho de leer eso! Gracias a ti por tus palabras y por ser fiel lectora <33 nos leemos!

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  4. Simplemente, ME ENCANTÓ
    Tiese un don para concluir los caps súper bien <33
    Lamento no pasarme antes, estoy hasta arriba con estudios :'3 pero al fin pude leerlo <33

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